Capítulo XXII
Me muevo con cuidado para no despertar a Matt, pero parece que cuanto más me muevo más se aferra a mí.
Suspiro, iba a preparar el desayuno para ambos pero no quiero despertarlo así que mi opción es pedir el desayuno.
Alcanzo mi teléfono sobre la mesita y escribo un texto para que me traigan algo; hago mi pedido y tras varios minutos más mi vejiga exige que me levante, asi que no tengo más remedio que hacerlo.
En el proceso mi acompañante murmura palabras ininteligibles pero sin despertarse.
Reprimo el impulso de celebrar mi pequeña victoria y voy al baño.
Luego de cepillar mis dientes salgo y me encuentro con mi novio masajeando sus sienes con una mueca de dolor.
Los recuerdos de anoche vienen a mi mente y al recordar lo ebrio que se encontraba me hace concluir que no recordará nada de lo ocurrido.
Ni de nuestros apasionados besos, ni de sus manos recorriendo mi piel...
-¿Por qué te sonrojas? -indaga sacándome de mis cavilaciones.
-No me sonrojo -niego lo evidente.
-Mentirosa.
-No sé de qué hablas -miento con descaro-. Te espero para desayunar.
[...]
Encuentro las bolsas con la comida en la encimera.
Observo el mensaje del escolta que dice haberlo dejado ahí.
Busco unos platos y sirvo un dulce desayuno de panqueques con con crema de chocolate para mí y para Matt una tortilla española.
Dejo un analgésico junto al desayuno y me pongo a revisar el teléfono mientras espero.
Un caso clínico para el cual me consultan llama mi atención, luego de revisar toda la información toco el icono de mensaje de audio y empiezo a grabar mi respuesta y sugerencias al respecto.
-Reconozco esa técnica quirúrgica -Matt me sorprende en cuanto termino de responder-. Es bastante innovadora y aunque ha sido realizada solo en neurocirugía pude basarme en ella para una intervención.
-¿Usaste una de mis técnicas? -pregunto sorprendida de que la conozca.
-No sabía que era tuya hasta hace muy poco, volví a leer el nombre de la geniecilla que la creó y obviamente ahora sí lo reconocí-Toma la taza de café que dejé para él y hace una mueca arrugando ligeramente la nariz.
-Lo pedí cargado, te lo tomas -ordeno señalando el café, sé que no le gusta así-. Y volviendo al tema, ¿qué tan bien salió? No estaba pensado para cardiocirugia -Estoy ávida por saber.
Se encoge de hombros.
-El paciente falleció en la mesa por otra complicación, pero la técnica fue un éxito -explica y yo asiento despacio sin saber muy bien qué responder a eso.
-Come -indico y yo procedo a hacer lo mismo.
-Buen provecho, mandona -Obedece ocultando una sonrisa.
-No soy mandona -lo reprendo.
-Lo eres -afirma y lo dejo pasar.
-Regresamos pasado mañana -informo luego de un momento-. Se me venció el plazo dado por el director Smith y ya no hay mucho que pueda hacer aquí más que poner furioso a ya sabes quien... -Tuerzo el gesto y suspiro.
-Vale, espero todo se solucione pronto -Se queda pensativo por un momento-. Val, ¿dije algo fuera de lugar anoche? -pregunta con cautela y palidezco pero luego niego-. ¿Hicimos algo? -Su mirada sugerente me hace pasar saliva.
-No, ¿por qué? -Me pongo nerviosa.
-Por nada, vagos recuerdos.
-Ya...
Sabía que no recordaría nada, pero confirmarlo me hace poder tomar aire tranquilamente.
-¿Cómo les fue ayer? -Cambio de tema.
Piensa un poco antes de responder.
-Bastante bien -responde al fin-. Tus hermanos son de lo más peculiares... Ni hablar de tus hermanas -Acaricia el dorso de mi mano libre sobre la mesa-. Ay de nosotros si tenemos una hija con esos genes -Me mira y me tenso.
Esos son temas mucho mayores. Muevo la cabeza sin aportar nada a la conversación.
»Mia, ¿tu me ves a tu lado en un futuro? -El tinte dolido en su voz me hace mirarlo, espera una respuesta.
-No me veo sin ti, Matt... -susurro y paso saliva-. Y eso es lo que me asusta -confieso al fin.
-Ven aquí -me pide y me acerco hasta que me sienta en su regazo.
Me toma de la cintura y deja un casto beso sobre mi brazo.
-¿Qué es exactamente lo que te asusta, linda?
Me tomo mi tiempo para responder, desvío la mirada varias veces y suspiro resignada.
-Lo que siento... Es abrumadora la magnitud de sentimientos que tengo hacia ti -Lo miro a los ojos-. Temo salir herida y que te alejes de mí.
«Ya, lo dije», comento para mi mismo al tiempo que me empiezo a querer morder la lengua.
-No me iré a ningún lado, preciosa -asegura y sella mis labios con un dulce beso que no dudo en corresponder.
Sus manos se aventuran a recorrer mi silueta con dulces caricias y las mías lo imitan al acariciar sus anchos hombros.
Nos besamos lento y pausado, comunicándonos de esa forma. Con una ternura exquisita.
Acaricia mi abdomen y el cosquilleo en mi vientre no se hace esperar.
-Amor... -musita sobre mis labios atrayéndome más a él.
-¿Si? -pregunto deteniendo el beso pero sin apartarme.
Él descansa su frente sobre la mía y su cálido aliento me llena.
-Siempre seré tu puerto seguro, confía en mí. Siempre te cuidaré, lo prometo -susurra y la intensa seguridad impresa en su voz me resulta sobrecogedora.
Niego con loa ojos aún cerrados.
-No estoy segura de que se pueda hacer una promesa así. No sabes qué tan largo será nuestro siempre -hablo en voz baja.
Siento una suave caricia en mi mejilla para luego sentir su mano guiando a la mía a la calidez de su pecho. Su corazón late tan deprisa que me sorprende.
-Será tan largo como queramos... Y yo, Mia, te quiero para siempre a mi lado, pase lo que pase -afirma.
Abro los ojos para encontrarme con los suyos. Siento el el gran peso de sus palabras demasiado pronto e intento pasar saliva al sentir que mi garganta se secó.
-Te amo, Mia -agrega y lleva a sus labios la mano que hasta ahora descansaba sobre su duro pecho.
Eso es suficiente para mí. Lo beso, lo beso con vehemencia como nunca antes. Quiero impregnarme de él, demostrarle todo lo que siento, todo cuanto callo; quiero transmitir lo que ocultan mis silencios... Quiero expresarle cuanto lo amo.
Sin querer -o tal vez queriendo- me encuentro subiendo el nivel del beso, avasallando su boca con necesidad. De nuevo todo lo que me provoca sale a flote y me encuentro jugando con el dobladillo de su ropa pidiendo permiso.
Percibo que sonríe y un sonido de satisfacción brota de su garganta.
-Hoy estoy sobrio -Muerde mis labios y estoy segura que mi rostro debe haber subido a tonalidades inhumanas-. Por cierto, gracias por la ducha, amor -agrega y antes de que la vergüenza me abofetee un beso urgente asalta mis labios.
Mi temperatura corporal va en aumento y lo próximo que siento es que mi amado me levanta en sus brazos sin separarse de mi boca.
Se sienta cuidadosamente en el sofá de la sala conmigo en sus brazos y me acomodo a horcajadas sobre él para mayor libertad de movimientos.
Matt vacila un poco mientras juega con el borde de mi blusa, no paso por alto el gesto ya que me está dando tiempo a que me arrepienta. Pero no quiero, y tras un momento más mi blusa va a parar a algún lugar del piso. Sus labios bajan por mi cuello y enredo mis manos en su cabello.
Mi memoria me traiciona y recuerdos asquerosos se recrean en mi mente.
Matt está besando el inicio de mis pechos cuando nota mi tensión lo que lo hace detenerse.
Mantengo mis ojos cerrados negándome a la opción de apartarme.
Matt no es él, no me está obligando a nada...
-Amor -Escucho su voz enronquecida-. Estás bien, tranquila...
Soy consciente de la imagen que debe estar impresa en mi rostro acompañada de un par de lágrimas que se me escapan.
-Perdón, si no quieres, lo entie...
-S-shh -Lo interrumpo, tomo aire y tomo su rostro entre mis manos-. Sé que no eres él -Solo me hace falta mirar los ojos del hombre que amo para desplazar los recuerdos.
Él sigue con cuidado, como si me fuera a romper con el más frágil movimiento, así que soy yo quien toma la iniciativa de dejarse llevar. Sé que él me cuidará.
Su camiseta desaparece y acaricio con libertad la textura de su moldeado cuerpo.
Poco a poco se va cerniendo sobre mí, quedando recostada con él encima.
Me dedico a su espalda, bajando por ella y llegando hasta su trasero.
Insegura, bajo solo su pantalón de pijama a la vez que él desabrocha mi sujetador. Un gemido se escapa de su boca cuando rozo el gran bulto que he provocado. Se aferra más a mi cuerpo en acto reflejo y entoy segura de que él sintió lo que se ha traspasado de mi ropa interior.
Cuando esta a punto se descubrir mis pechos una figura de reojo me hace detenerlo en seco.
Siento que él me mira con los ojos muy abiertos pero mi visión está enfocada en los incómodos hombres parados frente a la puerta.
Matt sigue mi mirada y su instinto es cubrirme con su cuerpo.
-Joder -masculla.
«Mierda, mierda, mierda... Murphy se quedó pendejo a mi lado», comento y luego pienso mejor.
Que cuatro hombres de seguridad hayan tenido que entrar a mi sala y no correr luego de encontrarme como me encontraron...
Las alarmas dentro de mi mente se encienden.
-¿Q-qué ha pasado? -pregunto con más miedo que bochorno tras el cuerpo de Matt.
-Señorita... Debemos sacarlos de aquí -informa uno de ellos notablemente incómodo.
No hace falta decir más para que Matthew me acerque su camiseta sin dejar de cubrirme y me la pongo torpemente.
Me percato de que él se pone su pantalón, en ese momento tomo su mano. Tal cual estamos lo hago salir conmigo mientras el personal nos escolta.
-¿Qué demonios ha pasado? Expliquen -exigo sin detenerme.
-El lugar no es seguro. Anoche su hermana..
Me detengo de golpe haciéndome tropezar con Matt.
-¿Qué carajos pasa! -Me impaciento.
-La señorita Brenda está desaparecida desde anoche. No tenemos mucha información ya que ella fue quien se deshizo de su guardaespaldas -explica el hombre trajeado.
Todo el calor que haya habido en mi cuerpo se esfuma en un instante. El frío me invade y el piso se tambalea.
No, no, no...
Los brazos de mi novio me rodean pero soy incapaz de sentirlos.
Siento que tiran de mí en dirección al estacionamiento pero me deshago del agarre y me dirijo de regreso al apartamento.
-¿Qué hace? No puede...
-Me quiere a mí, ¿no entiende? -interrumpo con rabia contenida y entro a buscar mi teléfono.
Lo sabía. Conozco al desgraciado.
Hay llamadas de un número desconocido y un texto del número de Brenda.
Bren:
Tan idéntica a ti.. Pero sin dudas mejor dotada. Parece un buen premio de consolación pero tienes suerte porque te prefiero a ti.
Mis ojos se cristalizan y me lleno de impotencia.
-¡Maldito! -grito lanzando lo que está encima de la mesa.
Tomo grandes bocanadas de aire sin importarme las personas que me están mirando.
Tomo el teléfono e intento marcar al número desconocido pero es uno privado por lo que decido llamar al de mi hermana.
-Vaya, empezaba a creer que preferías largarte con tu novio que salvar a tu hermana -responde el hijo de...
-Escúchame bien, idiota. Tú le llegas a tocar un cabello a ella y te juro que te mato con mis propias manos, ¿entendiste? -escupo.
-Que ternura me das... Pero te recuerdo que no estás en posición de amenazarme, zorra -espeta y casi puedo sentir su maliciosa sonrisa.
-¿Qué quieres? -digo entre dientes intentando inútilmente calmarme.
-Sabes bien lo que quiero, además de una buena suma de dinero, claro -Su voz risueña solo causa que mis ganas de asesinarlo aumenten.
»Te daré instrucciones -Cuelga dejando mi alma en un hilo.
-Mia... -Me habla Matthew.
Niego con la mirada perdida.
-La va a matar -Mi voz se quiebra-. Y todo es mi jodida culpa, ella no debería estar ahí, soy yo a quien quiere... -Me derrumbo en el suelo y me contengo para no llorar.
Siento que lo que no suelto me está quemando por dentro, pero no me importa, Brenda la debe estar pasando mucho peor y todo por mi jodida culpa.
Matthew me quita el teléfono intentando rastrear la dirección IP o algo que nos ayude a localizarlos.
Tras un momento me lo entrega y yo solo soy capaz de mirar la pantalla esperando las jodidas instrucciones que aunque no lo diga en voz alta, estoy segura vienen acompañadas de mi sentencia, una que ya asumí y espero venga acompañada de la liberación de mi hermana.
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