Capítulo XIV

Lo noto intentando asimilar esas dos palabras. Su trance repentino me pone nerviosa y casi me siento arrepentida ante mi impulso.

Luego de segundos que se me hacen eternos él finalmente sonríe.

—Y-yo... —Poso mi dedo índice sobre sus labios para silenciarlo.

No quiero que se vea obligado a decir algo que no siente solo por sentirse presionado.

—Shh, no respondas —Sello sus labios con los míos en un largo, lento y dulce beso.

[...]

Luego de pasar todo el día de paseo, y al fin tomarnos un par de horas para darle a Matt un pequeño tour turístico, regresamos al pequeño apartamento para cenar, ya que preferimos cocinar.

—La salsa está casi lista —me abraza por la espalda y oculta el rostro en mi cuello mientras preparo la mesa.

Por primera vez en los años que viví en este lugar, no me molesta en absoluto el estrecho espacio. De hecho, mientras cocinábamos tropezamos de vez en cuando y nos reimos de eso. Me siento cómoda con él, me agrada esta convivencia.

El resto de la noche nos la pasamos entre risas y anécdotas, la verdad es que tenemos la mala costumbre de desviarnos constantemente del punto central e ir saltando de un tema a otro en cuestión de segundos.

—¿Estaremos ocupados mañana? —indaga mientras estamos sentados sobre la cama de su habitación.

Hago un repaso mental y asiento lentamente.

—Tenemos que viajar mañana a otro estado.

Me observa instándome a contarle más.

—Tengo ciertos méritos médicos, mi profesión es bien remunerada aquí, sin embargo, cada vez que viajo veo a cierta cantidad de personas sin fines de lucro.

—¿Está esto relacionado con tu proyecto?

—Algo así —respondo porque hasta el momento no lo había visto de ese modo.

—Es un propósito bastante noble.

«Suena más de alguien que busca limpiar su consciencia que de alguien desinteresado».

Las palabras de aquel hombre hacen eco en mi cabeza.

—No soy una buena persona.

—Lo eres, bonita. ¿Por qué dices que no?

—He hecho cosas de las que no me siento orgullosa, cosas que no creo que pueda perdonarme... —Suspira—. Lo siento, hablé demás.

Él me toma de las manos y acaricia el dorso con su pulgar.

—Todos hemos cometido actos de los que no estamos orgullosos y es normal, incluso sano, es parte del aprendizaje de la vida. Lo que no es sano es que pienses que eres una mala persona por ello. —Su voz denota tanta dulzura que la calidez en mi pecho se expande.

Él toma mechón suelto de mi cabello y lo acomoda detrás de mi oreja.

—¿Te confieso algo? —pregunto pasado un momento pero me apresuro a continuar sin esperar respuesta—. Anoche... —suspira buscando ocultar su vergüenza—. Nunca permito que me vean llorar, no me gusta la sensación de ser vulnerable.

—Llorar no te hace menos fuerte.

—Me parece algo muy íntimo derrumbarse ante otra persona.

Él asiente dándome la razón.

Me atrae hacia él y por un breve momento siento la involuntaria renuencia ante el contacto pero desaparece apenas me rodea con sus brazos y besa mi cabello. Un gesto que me hace sentir protegida, a salvo.

—¿Algún día me contarás sobre qué son tus pesadillas?

—Quizá —Cierro los ojos sintiendo el repentino cansancio adormeciéndome.

—Mia.

—¿Sí? —murmuro entre dormida.

No obtengo respuesta, nos quedamos en silencio y como ya se me está haciendo costumbre, me quedo dormida entre sus cómodos brazos.

—Te quiero —Creo escuchar entre mi ensoñación.

Balbuceo algo ininteligible y paso una noche tranquila, libre de cualquier sueño o pesadilla.

[...]

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