Capítulo XII
Apenas bajo del avión siento un aire distinto, me gusta regresar, lo que no me gusta es la razón por la que lo hice.
Desde que pude hacer uso de mi teléfono no me he despegado de él haciendo llamada tras llamada; viajamos por escalas y ahora debemos ir a mi ciudad natal.
Decido que vayamos en auto, y ya uno me espera en el estacionamiento. Matt no habla mucho, solo me sigue con las maletas.
Las guardo y comienzo mi recorrido.
—Mia, no quiero alarmarte pero hay un auto que viene detrás desde que salimos.
—Lo sé, tengo seguridad desde que entramos al país —Suspiro—. Pedí discreción pero sabía que tarde o temprano lo notarías.
Lo noto removerse en el asiento, sé que quiere preguntar.
Tras suspirar nuevamente le explico que son meras precauciones, que soy un poco paranoica respecto a la seguridad y que intente ignorar a quienes siguen nuestro rastro.
Aunque no está del todo convencido el aire entre nosotros está menos tenso en comparación a cuando salimos.
Detengo el auto después de un par de horas en un restaurante, es mediodía y aunque no tengo hambre Matt tiene que almorzar, y mis escoltas también.
Sin bajar del auto tomo la mano de mi novio y lo miro a los ojos sin mediar palabra, dedicándole una pequeña sonrisa le digo que bajemos y así lo hacemos.
Entramos al lugar y no hablamos mucho hasta que él decide retomar el tema de mis celos.
—Sé que me quieres, aunque aún no te atrevas a decirlo. Yo también te quiero, Mia; por eso espero que entiendas que no te estoy pidiendo que me armes una escena, admiro la confianza que tienes en ti para saber que no te sería infiel.
Ladeo la cabeza y le hago un ademán para interrumpirlo.
—No es confianza en mí, es confianza en ti. No me has dado ningún motivo hasta ahora para desconfiar.
Aclaro y desvío de nuevo el tema de mis sentimientos.
—Linda —Por primera vez intenta a acercarse a mí y escucho ruido de inmediato. Nos quedamos viendo de cerca sin movernos. Mi expresión es entre divertida y apenada mientras que la de él no la sé describir.
—Ehm... Es mi novio, puede acercarse —aclaro a los hombres que nos rodean.
Ellos asienten y nos dan nuestro espacio. Empiezo a pensar que quizá mi jefe de seguridad ha exagerado un poco.
Matthew rompe el espacio entre nosotros y besa mi frente.
Comemos, pago la cuenta de todos a lo que mi lindo novio no pone resistencia pues está como un turista más.
Durante el resto del trayecto nos sentamos en la parte trasera del auto y uno de los de seguridad conduce por mí.
Me quedo dormida en brazos de Matt, cosa que me hace sonreír de forma involuntaria.
[...]
Abro mis párpados y busco ubicarme, estamos entrando a la casa y el lugar en seguida me hace estremecer tras la cantidad de sentimientos mezclados. Matthew lo nota y responde abrazándome con más fuerza, lo cual agradezco.
—Señorita, su familia se encuentra reunida ¿anuncio su llegada? —pregunta el hombre que conduce.
Me niego y al bajarnos sujeto firme la mano de Matt buscando valor en su agarre.
Suspiro y al cruzar el pasillo de entrada siento mi corazón latir deprisa.
Al conseguir divisar a mis familiares en la sala principal una pequeña sonrisa cargada de emociones crece involuntariamente.
El primero en percatarse de mi presencia es mi sobrino, seguido de mi hermano menor quienes corren a abrazarme.
Siento mis ojos cristalizarse pero me contengo lo suficiente para no llorar.
—Hola, enanos —susurro disfrutando de la calidez de su bienvenida.
Ellos no dejan de sonreír y yo tampoco. Veo a mi papá y mi corazón da un vuelco. Ahora soy yo quien prácticamente corre a abrazarlo.
Todos parecen estar alegres, saludo a mis hermanas y el resto de los presentes con un breve abrazo y un beso en la mejilla; exceptuando a un par.
—Hola, madre —Saludo con un breve asentimiento a mi progenitora.
Ella responde con un simple gesto y posteriormente centran su mirada detrás de mí creando una especie de déja vù.
Lo observo y lo noto incomodarse.
—Ehm... Familia, les presento oficialmente a Matt. Cariño, te presento a mi familia.
Después de realizar todas las debidas presentaciones, y que mi familia recibiese tan carismáticamente a mi novio, lo dejo el grupo de los hombres de la familia —porque curiosa e inconscientemente nos habíamos dividido en grupos— hablando de quién sabe qué cosa. Me concentro en hablar sobre el tema que me trajo hasta aquí con mis hermanas; ellas me explican la situación actual y la información suministrada por nuestro abogado.
Presto oidos a las risas de los chicos y Matt me dedica una mirada cómplice, yo solo le sonrío.
—Ya sabía yo el porqué te fuiste de aquí —La voz de aquella mujer que hasta ahora había permanecido en silencio hace que todos callen.
—Creo que aquí todos conocen el motivo de mi partida, madre.
—Te conozco mejor que todos, no me engañas con tu cara de mosquita muerta.
—Te estás pasando de la línea —interviene mi papá para callarla, cosa que ella no tiene intenciones de hacer.
Para evitar algo más solo contesto con la mayor de las ironías diciendo que ella tiene razón y decido marcharme tragándome la rabia.
—Lo siento —Escucho la voz de Matt a mi espalda.
Estamos sentados en el asiento trasero del auto camino al departamento que era de mis padres, dado a que ellos ahora habitan en mi casa.
—No sabía que tenías una relación tan tensa con tu madre, aunque debí imaginarlo ya que casi no hablas de ella.
Me encogo de hombros y sigo mirando por la ventana, no quiero hablar del tema.
Al llegar, por mera costumbre subo por las escaleras al segundo piso. Me instalo y ayudo a Matt a hacerlo también en la habitación contigua a la mía.
Sin hablar mucho más cada uno se va a su cama luego de preparar juntos la cena.
Intento descansar, estoy agotada pero mi mente no deja de vagar por los recuerdos de aquel lugar.
Me siento agobiada hasta que consigo cerrar los ojos para por fin dormir, pero las pesadillas no tardan en apresarme.
Vuelvo a aquel horrendo lugar, mis manos están atadas y mi cuerpo está manchado de sangre, una que no es mía porque nada me duele.
Intento gritar para pedir ayuda, pero mi voz no sale. Mis extremidades están tan pesadas que no puedo ni siquiera intentar liberarme; me siento completamente vulnerable sin siquiera porder levantar el rostro.
Unas manos acarician mis piernas, me hacen levantar el rostro. No consigo ver su cara, mi visión está nublada.
El calor de mis lágrimas se hace presente al recorrer mis mejillas, el rostro va tomando forma poco a poco; intento gritar, pedir ayuda, pero nadie parece escuchar, estoy perdida y él lo sabe, porque en sus labios crece una sonrisa.
Doy tal sobresalto que quedo inmediatamente sentada, mi corazón parece querer saltar de mi pecho y no puedo dejar de llorar. Tengo miedo, todo mi cuerpo tiembla.
Diviso una figura a mi derecha, doy un respingo que casi me hace caer pero unos brazos me sujetan antes de que toque el suelo.
Es Matt.
Me aferro a eĺ con demasiada fuerza, tanto que por un momento se queja «probablemente porque también le encajé las uñas».
Él me abraza hasta quedar acostado conmigo encima; acaricia mi espalda para consolarme y me importa bien poco llorar frente a él en este momento, no me quiero apartar de sus brazos, en ellos siento que mis miedos no son tan grandes, que su cercanía los disipa.
Sollozo en sus brazos durante tanto tiempo que siento que mi pecho duele, mis ojos arden, mi cuerpo está débil. Sigo hasta no derramar más lágrimas y me quedo así, en silencio, junto a él.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top