Capítulo VIII

Hemos permanecido en la misma posición durante varios minutos, o quizá más; con él siempre pierdo la noción del tiempo.

Me siento tan cómoda en sus brazos que no me gustaría moverme de ellos, pero... Tengo planes para dentro de unos minutos, ya que no contaba con que Matt llegase tan temprano.

Acaricio su rostro con la punta de mis dedos repasando cada una de sus lindas facciones. Al pasar por sus labios, él me toma la mano y la besa.

—Linda.

Sonrío.

—Ehm... Tengo algo que hacer ahora.

Indico con mi cabeza hacia la portátil que tenemos en la mesa de centro, justo enfrente.

—¿Trabajo? —Pone mala cara.

—No, hoy es el cumpleaños de mi sobrino.

Asiente.

—Entiendo, entonces aprovecho de buscar algo en el auto.

Besa mi mano «de nuevo», y se queda mirando mi brazalete con una hermosa sonrisa.

—Nada material. —repite mis palabras de ayer.

Me ayuda a bajar de sus piernas y se marcha. Yo enciendo la portátil y me conecto con mi sobrino por video-llamada.

—¡Hola, mi amor! —exclamo apenas lo veo a través de la pantalla—. ¡Feliz cumpleaños!

—Gracias, tía hermosa.

Su rostro alegre me emociona. Al alejarse un poco puedo ver que tiene su portátil puesta en el centro de la sala donde está... Toda mi familia reunida.

Hacía meses no los veía a todos juntos, un nudo se forma en mi garganta e intento recuperarme para poder hablar.

—Hola, mi cielo. —La voz de mi papá envía una agradable sensación a mi pecho.

Respondo el saludo y luego el de el resto de mi familia. Mis hermanos empiezan a hablar todos a la vez y a pesar de la distancia... Me hacen sentir en casa.

Todos arman un gran alboroto al sonar el timbre; mi hermano es quien abre dejando pasar a un mensajero con una gran caja que contiene mis regalos para Roger.

Su semblante de felicidad me llegan al corazón al empezar a sacar un regalo por cada año cumplido. Algunos son cosas muy simples pero representativas, otros son bastante costosos y algunos otros muy difíciles de conseguir.

Él agradece emocionado y el bullicio regresa.

Intento hacerme escuchar, apenas entiendo lo que dicen y empiezo a reír por cierto comentario de mi hermano mayor.

De pronto todos callan y miran hacia la cámara.

«¿Qué?».

No entiendo porqué me miran hasta que siento un conocido perfume y me percato que Matt está detrás de mí.

—Mia, ehm... Lo siento, no quería interrumpir.

Me giro a verlo; él alterna su mirada entre la pantalla y yo asintiendo ligeramente a modo de saludo un tanto nervioso.

—¿Quién es él? —Escucho por primera vez su voz y regreso la vista a la portátil.

—Es alguien importante. —hablo más cortante de lo que deseaba y en seguida me quiero retractar de mi forma de decirlo pero ella no me lo pone fácil.

—Ya veo, para eso querías estar lejos. —Sus ojos turquesa en entrecierran y yo tengo que respirar profundo para no arruinar el momento familiar.

Siento la mano de Matt posarse sobre mi hombro y estoy segura que nota lo tensa que estoy.

—No discutiré eso ahora, madre —sentencio y me dirijo a mi sobrino— . Ten un feliz cumpleaños enano, come pastel por mí.

Nos despedimos con el ambiente algo tenso pero no tanto gracias a que mi padre interviene con su característico buen humor.

Suspiro y cierro la portátil.

—¿Tu madre? —pregunta Matt mientras me sube de nuevo a sus piernas y me abraza de forma protectora.

Muevo ligeramente la cabeza afirmando, él suspira entendiendo que no existe una buena relación y prefiere dejar el tema hasta aquí.

—Traje algo que olvidaste en casa, y en lo personal... Adoro como te queda. —Ladeo la cabeza y recibo algo que coloca en mi mano.

Se trata del accesorio que llevaba en mi pierna el día de la fiesta.

Sonrío ante el recuerdo y no me explico como lo dejé. Lo dejo sobre mi mesa y le agradezco.

—Usted y yo, señorita. Tenemos una cena pendiente, ¿ya estás lista?

Le indico que sí, busco mis cosas y salimos en su auto.

Llegamos a una parte de la ciudad que no me había tomado el tiempo de conocer, es realmente hermosa. Admiro todo, pero sobre todo al hermoso hombre que me lleva de la mano, uno del cual no sólo aprecio su belleza, y admito que aunque su intelecto fue lo que me atrajo en primera instancia, lo que realmente adoro de él es su corazón, su pasión, su entrega a los demás, eso es para mí algo realmente digno de apreciar; algo mucho más valioso que cualquier otra cosa.

Al llegar al restaurante nos llevan hasta nuestra reservacion y pedimos una deliciosa comida italiana. Disfruto tanto de la cena como de la compañía y platica. Hablar con él no sólo gratifica mi corazón, ni mi cuerpo, su intelecto es tal que la sensación que le causa a mi cerebro es... extasiante.

Me atrevo a tomar una copa de vino para acompañar la comida y tras un par de horas ya estamos de regreso a casa.

—Mi hermosa novia debe trabajar mañana; así que buenas noches, bonita. Gracias por tan maravillosa velada, fue excelente.

Se inclina para darme un suave y delicado beso que me deja con la piel erizada.

Luego de una sonrisa lo veo desaparecer por el pasillo.

Suspiro; mis sentimientos por él siguen creciendo, tan rápido que me dan un poco de miedo.

Sacudo la cabeza y me voy directo a mi habitación, estoy agotada.

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