Capítulo V

La tomo en brazos para llevarla a la habitación que me indicó Derek, ella apenas se mueve hasta que la estoy dejando sobre la cama y se aferra a mi cuello.

-No te vayas -susurra sin abrir los ojos, no puedo evitar reírme un poco.

-Me encantaría quedarme pero mañana tengo que trabajar -Beso su frente.

-Que aguafiestas -murmura-, es tarde, llévate mi auto.

-No te preocupes tomaré un taxi.

-No, llévate mi auto -insiste.

-Vale -accedo-, pero te pasaré a buscar mañana -Acaricio su mejilla y con pereza abre los ojos y asiente.

-Siento que esto es irreal -Su mirada se torna turbia.

Deposito un tierno beso en sus labios.

El sabor de los suyos con los míos es una combinación que me hace sentir en casa, como si ella fuese mi hogar y debo de admitir que me causa todo tipo de sensaciones pero por ella soy capaz de contenerme y dejar todo eso a un lado, pues ella con un beso me da más de los que otras me han dado, incluso mas que Grace, que de alguna extraña forma también la quise.

Me aparto por el extraño rumbo que están tomando mis pensamientos.

-¿Suficientemente real?

-Quizá -Sonríe divertida.

-Hasta mañana -Beso su frente de nuevo y me dispongo a irme experimentando la felicidad que crece en mi ser.

Como pueden cambiar las cosas de la noche a la mañana.

Como acordamos paso a recoger a Mía en mi auto y luego pasaremos a buscar el de ella en mi edificio, al parecer hoy hizo el gran esfuerzo de no llegar tarde.

La dejo en la entrada del hospital mientras estaciono el auto, luego de recibir mi turno la encuentro en un cubículo de emergencias pediátricas, «donde se le está haciendo costumbre estar».

Ella y Downey juegan con un niño mientras lo examinan.

Es un imán para los niños.

«...y para los hombres también».

Ignoro ese pensamiento, aunque sea realmente cierto y decido acercarme.

-Buenos días, doctor Miller -dice como si nada.

«¿Doctor Miller

Arqueo una ceja y ella solo sonríe. Sé lo que pretende.

-Buenos días -digo de mala gana, voy a decir algo más pero una alerta me hace salir de ahí.

-Paciente masculino de sesenta y dos años, sus signos vitales no son estables, y sufrió un traumatismo en el cráneo a causa de un accidente automovilístico, posible daño cerebral.

Sigo a las enfermeras aunque no es mi campo, soy el único que está disponible y voy a examinarlo.

El estado del paciente es crítico con posibilidades de un 50/50.

Necesita una intervención quirúrgica de inmediato pero tiene problemas del corazón, necesito a un neurólogo para evaluar el daño cerebral, y quién está de guardia es mi muy adorada Mia.

Ella no tarda en aparecer y rápidamente coincide conmigo, pero ambos debemos ingresar a quirófano debido a las condiciones del paciente.

Nos preparamos rápidamente, es una operación en extremo delicada pero si no la hacemos ahora las posibilidades de vidas son prácticamente nulas.

-Bisturí -indica cuando acaba de afeitar y esterilizar la zona.

No puedo evitar admirarla, con la precisión que mueve sus manos, una gota de sudor frío empieza a correr por su frente, la cual alguien se apresura a limpiarla.

Ésta es ella, haciendo lo que ama. Desde el punto de vista médico, veo a una gran especialista. Desde el punto de vista humano, veo su dedicación, amor y pasión por lo que hace.

La contemplo un momento más hasta que un sonido que odio escuchar empieza a sonar.

-Su corazón está fallando -dice alguien.

Yo me dispongo a hacer lo que tengo que hacer, luego de mucho esfuerzo logramos estabilizarlo, la operación se extiende por un par de horas más y todos estamos agotados.

Luego de suturar, logro ver cierto alivio en ella pero también reconozco otra cosa, algo que ya había visto antes en su mirada.

Miedo.

Ese miedo que surge a partir del apego emocional que suele tener con sus pacientes.

Se llevan al paciente a cuidados intensivos y nosotros salimos de ahí.

El anestesista y algunos otros nos felicitan por nuestra labor, algo que Mia dice que es completamente innecesario ya que todos tuvieron su parte.

-Los familiares quieren verlos -Nos dice Smith. Me giro hacia Mia algo confundido-, a ambos.

Lo seguimos por el pasillo hasta llegar a la sala de espera, donde se encuentran un gran número de personas, entre ellos algunos medios, lo que me lleva a pensar que quién estaba en el quirófano era alguien importante.

Y sí, sé que todas las personas son importantes, pero para los medios unas lo son mas que otras.

-Ellos son parte de nuestro mejor equipo, el doctor Miller uno de los mejores en cardiología y la doctora Smith nuestro orgullo en neurocirugía, y quien se encargó de esta larga intervención e hizo un trabajo impecable.

Al vernos se acercan con un montón de preguntas, estoy acostumbrado a esto así que no me importa responder algunas, pero en quien están realmente interesados en entrevistar es a Mia, quién solo se limita a mirarme de reojo y responder:

-Logramos estabilizarlo pero no sabemos que ocurrirá. Sólo le brindaré más información a los familiares, ahora si me disculpan tengo pacientes que atender -dice con cierto tono de molestia.

-Disculpen a la doctora, es solo que tuvo una larga y exhaustiva labor el día de hoy -interviene Smith intentando calmar las aguas y dedicándole una mirada de reprensión-, y creo que no le importará darles a conocer un poco más en una entrevista en un par de horas -Ella abre la boca para decir algo más pero el clava sus ojos azules en los de ella dejando una clara advertencia.

Exhala y voy tras ella quien camina dando zancadas; cuando la alcanzo la tomo del brazo y ella se gira.

-Odio esto, los medios no son lo mío y ahora debo dar una entrevista.

-La gran mayoría se sentiría halagado porque lo entrevisten a causa de su gran labor -Intento animarla.

-Pues yo no soy como "la gran mayoría" hago lo que hago para salvar vidas no para obtener fama por ello.

-Entiendo tu punto, y esa es una de las tantas cosas que adoro de ti -Voy a besarla pero ella se aparta y mira hacia todos lados.

La miro confuso.

-No quiero relacionar lo nuestro con el trabajo -dice a modo de disculpa.

-No hay políticas que nos lo impidan.

-No es eso, sólo no quiero relacionarlo, prefiero que nadie aquí lo sepa por ahora.

-¿Durante cuanto tiempo?

-Sólo un poco más.

-Downey ya lo sabe -alego.

-Lo sospecha -contraataca-, pero tú no ayudas cada vez que lo quieres asesinar con la mirada cuando nos ves juntos.

-Yo no... -Me mira acusadora-, vale lo admito, pero él tampoco ayuda en nada cada vez que te ve.

-Tonterías, sólo es amable -Pone los ojos en blanco-. Sólo un par de semanas, ¿si?

-Vale, pero llevo todo el día muriéndome por darte un beso -confieso.

-Salvar vidas es mi profesión así que no puedo dejar que mueras, además... no eres el único -Sonríe con complicidad-. Sígueme, primero entro yo, esperas un poco y luego tú.

Entra a uno de los depósitos y hago lo que me pide, esto tiene su toque emocionante.

Entro como si nada y los que van por el pasillo me ignoran; no he terminado de entrar cuando tomo a Mia por la cintura y la beso apasionadamente.

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