Capítulo IV

Matthew

Me dejo arrastrar por Mía hacia su auto, aún no puedo creer que esto esté pasando.

Insisto en conducir, ella accede indicándome por donde ir y en un par de minutos llegamos a un edificio; no entiendo qué pretende, pero me dejo guiar.

Estaciono el auto, subimos al penúltimo piso y al detenernos frente a la puerta empieza a buscar en su bolso.

Le pregunto si vive aquí, ella asiente pero no dice más.

Después de tanto buscar me informa que dejó sus llaves adentro y toca el timbre.

¿Hay alguien adentro?

Unos segundos después la puerta se abre y es increíble lo que veo.

La chica tras la puerta es idéntica Mia. Me quedo alternando la vista entre ambas

-Brenda te presento a Matthew. Matt, te presento a Brenda, mi hermana -Capta mi atención.

-¿Matthew? -cuestiona sorprendida con una voz idéntica a la de Mía.

Brenda me mira de arriba abajo y le dedica una mirada pícara a su hermana, la cual se ruboriza sin razón aparente.

-Un momento, esto quiere decir que a quien vi en Seattle no fue a ti -Señalo a Mia-, si no a ti, ¿cierto? -Señalo a Brenda.

Ambas asienten.

-¿Por qué no me lo dijiste en ese momento?

-Creí que era lo mejor que siguieses pensando de esa forma. No entendía porqué estabas ahí, pero cuando me dijiste que yo te había llamado lo comprendí. Sólo una persona puede hablar del mismo modo que yo, y esa es ella -Hace un ademán hacia su hermana-. Así que creo que ya está aclarado.

-Es decir que tu nunca...

-No.-sentencia antes de que termine.

-Amor, ¿qué estas...? -Se acerca un hombre y abraza a Brenda por detrás y al vernos se detiene.

Un hombre de más o menos mi estatura de ojos castaños nos observa con curiosidad a Mia y a mí. Es el mismo con el que vi a Mía digo a Brenda.

-Mucho gusto, soy Derek -Tiende una mano hacia mí. Me presento sólo por mi nombre y luego se dirige a Mia-. Hola, gorda.

-Hola gordo -se saludan como si fuesen enemigos a muerte pero con diversión.

-No vayan a empezar, por favor, -dice Brenda con aire cansado.

-Él siempre es el que comienza -alega Mia.

-No te preocupes si los ves pelear; se la pasan en eso, pero en el fondo se quieren.

-Que no nos queremos -dicen al unísono.

-Ah cierto, se odian -Pone los ojos en blanco.

-Tampoco, no le doy la suficiente importancia como para odiarlo.

-Pues yo sí te odio, gorda -responde Derek.

-Son un par de niños -murmura Brenda y luego se aparta indicándonos que pasemos.

Mia me toma de la mano para entrar, pero no sin antes golpear con el hombro a Derek.

-No te sientas presionado, sólo es mi hermana, la única razón por la que te traje es porque hubiese sido difícil de explicar si no la hubieses visto -explica lo suficientemente bajo para que solo yo la escuche.

-No te preocupes, sin presiones.

Acaricio su mejilla y ella asiente e inclina su cabeza para recibir mi caricia.

Nos sentamos en el sofá y observo el departamento.

El lugar es elegante, está arreglado todo con el toque de sencillez que caracteriza a la mujer que lo habita.

Derek y Brenda se acercan un momento después.

-¿Dónde está Dominick? -Mia mira a su alrededor.

Brenda responde que está durmiendo en su habitación.

-¡TÍA MIMI! ---se escucha una voz aguda y un niño de aproximadamente cinco años de cabello negro y ojos verdes viene corriendo hacia nosotros.

Ella lo recibe en sus brazos con cariño y besa repetidamente su frente mientras veo de soslayo como Brenda y su esposo de marchan.

-Mi amor, pensé que estabas durmiendo -responde ella con una gran sonrisa que no iguala a la del niño.

-Sí, pero escuché el timbre -responde con dulzura y me mira curioso-. ¿Quién es él, tía?

-Él es Matthew.

-¿Es tu novio?

Tarda en responder.

-No amor, es un amigo -responde finalmente sin mirarme.

-Mi papá me compro un auto nuevo, ¿quieres verlo? -Cambia bruscamente de tema.

-¡Claro!

El niño sale corriendo de nuevo por el pasillo.

-Así que soy un amigo...

Sé que no debo apresurarme, pero no se siente tan agradable el título justo ahora.

-Eso supongo, recién nos estamos conociendo.

-Creo que somos algo más que eso.

-¿Lo somos?

Voy a responder pero Brenda me interrumpe entrando a nuestro campo de visión y diciendo que se tiene que ir.

---¿Para donde? ---responde Mía.

-Te dije que estaba aquí por trabajo y hubo un percance en la planta. Esto me pasa por ser la mejor ingeniera del mundo ---dice dramáticamente.

---¿Dónde ha quedado tu modestia? Ah cierto. Nunca la has tenido.

---Ah ¿tu si puedes presumir de ser una buena médica y yo no? ---interroga haciéndose la ofendida.

---Yo no presumo ---se defiende.

---Pues deberías, cariño ---dice señalándola luego me mira---. En serio es buena ---dice orgullosa.

---Lo sé ---digo sonriente---. Por algo discutimos tanto los casos clínicos.

---Un momento, un momento, detengan el mundo que me perdí ---dice haciendo señas dramáticas---. ¿Trabajas con ella? Es decir, que eres médico, lo que quiere decir que también eres inteligente si te atreves a discutir casos con ella, lo que también quiere decir que no se como demonios no te lo has...

---Brenda ---la regaña Mía, poniéndose de pie.

---Es en serio, hermosa ¿Qué mas quieres? Parece un dios griego el hombre y además es inteligente ¿Dónde consigues esas dos cualidades juntas hoy en día? Con lo que me costó conseguir el mío.

---Brenda calla ---repite con sus mejillas color carmesí.

---Ah no te ha dicho ---dice dirigiéndose a mi---. Tenemos una gran afición por los hombres inteligentes. Sobre todo ella, le atrae un hombre con un gran intelecto.

---En serio quieres avergonzarme ¿verdad?

---Solo digo la verdad ---dice quitándole importancia---. Morirás virgen si sigues por donde vas ---la señala---. Es un decir ---me dice a mi.

---¿No tenias que irte? ---pregunta Mía con los brazos cruzados y acercándose a la puerta.

---Cierto. Me voy, no creo tardar mucho, pasaré buscando a Derek y a Dominick en cuanto regrese ---toma su bolsa y pasa por un lado de ella y le da una nalgada repentina. Mía pega un brinco y la regaña---. Esa es la única razón por la que todavía creo que eres virgen ---le dice en voz baja pero alcanzo a escuchar. Me mira---. Es un decir.

---Sal ---dice Mía bastante ruborizada no se si por rabia o por vergüenza.

---Aburrida ---murmura mientras sale.

Mía cierra la puerta, resopla y forma un lo siento con sus labios.

---Tía, mi carrito no funciona ---viene con un pequeño auto en sus manos---. ¿Puedes arreglarlo?

---Veré que puedo hacer mi amor ---lo toma y lo revisa---. Ya vuelvo.

Lo deja sobre la mesa. Se va hacia la cocina y regresa con un pequeño estuche. Lo abre y saca unos destornilladores y unas pinzas. Empieza a abrirlo con Dominick prestando mucha atención. Se muerde el labio. Se le ve muy concentrada mientras lo hace.

---Lo dejaste caer ¿verdad?

---Chocó ---le responde él tranquilamente.

---Ya encontré el problema dile a tu papá que venga un momento.

---Esta viendo una película.

---Dile que venga, amor ---insiste.

El niño se va.

---¿En serio lo arreglaste? ---pregunto curioso.

---Aún no, pero ya se que ocurre ---pregunta aún concentrada.

---Una mujer con muchos talentos

---No es un talento, son cosas que aprendí de mi papá.

---¿Qué quieres gorda? ---aparece Derek.

---Acércate.

Se acerca cauteloso. Mía introduce una mano en el bolsillo de su pantalón y saca una navaja.

---¿Cómo sabias que la traía?

---Así no trabajes siempre la traes ---responde con simpleza.

Sigue con su labor. Presiona un botón y la pieza enciende.

---Listo, ármalo ---le entrega la navaja y el auto. Él lo recibe y con mala gana empieza su labor. Dominick le hace un ademán para que se acerque y ella se agacha para quedar a su estatura. Él le dice algo en el oído. Ella sonríe y asiente---. ¿Quieren galletas?

---Claro, te ayudo ---me ofrezco.

---No te preocupes ya tengo un ayudante. No tardaremos ---dice señalando al niño.

Asiento y me quedo a charlar con Derek. Me cuenta que se tratan así porque se conocen de toda la vida, de hecho son primos lejanos. Aunque asegura no llevarse bien con ella, en realidad me doy cuenta que es su manera de llevarse bien. También me habla de su trabajo; es ingeniero eléctrico y trabaja en una compañía de alimentos. Hablamos de mi trabajo, de deportes, etc.

---Papi tengo sueño ---dice Dominick entrando al salón mientras se frota los ojos.

---Iré a acostarlo ---se disculpa.

Decido ir a ver a Mia, esta cortando una naranjas por la mitad. Voy hacia ella con la intención de sorprenderla. Pero de repente una mano en mi pecho me detiene. Volteo a ver a Derek que parece bastante asustado.

---Nunca hagas eso. Y menos con un cuchillo entre sus manos ---me dice rápidamente. Lo miro confundido por un momento y volteo a ver a Mía. Esta muy quieta. Con el rostro pálido y empuñando el cuchillo. Su rostro es la materialización del terror. Parpadea rápidamente como tratando de reaccionar.

-Gracias Derek---susurra dejando el cuchillo a un lado.

---De nada ---dice y se aleja.

---No debo preguntar ¿verdad? ---digo mientras me acerco.

---Si esto sale bien, me encargaré de contártelo. Es solo... que no estoy del todo preparada.

---No te preocupes ---beso su frente.

El timbre suena.

---¡Yo voy! ---grita Derek desde algún lado.

---Vamos a la sala, debe ser Brenda.

Nos dirigimos a la sala y en efecto se trata de ella. Ayudo a Mía a servir la leche y las galletas. Ya está anocheciendo. Conversamos de todo tipo de trivialidades, Mía se queda dormida en mi pecho después de convencer a su hermana de quedarse y minutos después la sigue Brenda en el de su esposo. Después de un rato observándolas me doy cuenta que su parecido es solo físico y además no tanto pues Brenda es un poco más dotada que Mía, y su mirada es totalmente distinta sobre todo en el brillo de la mirada de Mía, Brenda no la posee. Su mirada es pícara y extrovertida. Piensan igual pero actúan diferente.

Se remueve y me abraza más fuerte.

«Me puedo acostumbrar a esto».

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