Capítulo 7: El protocolo de los cumpleaños.

Capítulo 7: El protocolo de los cumpleaños.

Jeremy aún no había regresado y Gloria ya hacía una hora que se había ido a rematar los arreglos del vestido de mi madre.

Aproveché mi momento de soledad para darme una caliente y larga ducha, después alisé mi pelo tal y como había dicho Gloria, ya que al parecer, había ideado un peinado para mañana que implicaba empezar con el pelo liso, según decía ella. Pero una vez terminé con mis deberes impuestos por Gloria, ya no tuve nada más que hacer y los minutos parecían pasar como horas en la soledad de mi habitación.

A eso de las once de la noche, mi estomago empezó a rugir de forma ensordecedora, por lo que decidí salir al patio a forzar la ventana que daba a la cocina. La puerta de esta se cerraba con llave y aunque no hubiese sido problema para mí, tampoco quería que nadie se enterara de que la cocina había sido saqueada. La ventana era más fácil de forzar y tardarían más en darse cuenta. Era una ventana de las que se abrían subiendo la hoja inferior, por lo que a la mitad, tenía un cierre que la bloqueaba. Con algo de fuerza, aunque no demasiada para no destrozar el cristal, conseguí romper el cerrojo y subir la ventana, lo que provocó un penetrante chirrido.

La cocina estaba aún calentita, se notaba que el horno aún estaba templado y que los fogones se habían apagado no hacía mucho, lo que agradecí, ya que el patio estaba como a unos cinco grados centígrados sobre cero.

Era la primera vez que entraba en esta sala, la había visto desde las ventanas, pero nunca había tenido la necesidad de entrar, por lo que estaba un poco perdida. Abría todos los armarios en busca de algo que comer, hasta que una gran puerta del tamaño de una persona, escondía la nevera donde guardaban la comida que había sobrado de las planchas.

Me moría de hambre, por lo que no me importó que la comida estuviese fría. Todos los platos estaban envueltos en un plástico protector transparente, para que la comida se pudiese distinguir con facilidad, por lo que no me fue difícil encontrar un plato de croquetas de jamón, otro de bolitas de patatas y otro de una carne guisada. Vale, quizás no fuese la cena más saludable del mundo, pero me moría de hambre.

- ¿Quieres algo con un poco más de colesterol? – dijo una voz a mis espaldas.

Del susto que me llevé, el plato de carne que tenía en la mano, salió volando por los aires. Cerré los ojos hasta esperar el ruido que haría al romperse, lo que acabaría tirando por tierra mi plan de que nadie se enterase del saqueo a la cocina. Pero ese ruido nunca llegó y al final tuve que abrir los ojos para ver quién era el que me había pillado robando comida.

- ¡¿Laurent?! – dije retrocediendo unos pasos hasta tocar con la encimera.

La presencia de Laurent casi fue peor que el susto que me había llevado a su entrada. ¿Qué hacía Laurent aquí? ¿y por qué me había seguido hasta la cocina? Prometí a Jeremy no volver a estar a solas con él y apenas he tardado un segundo en romper esa promesa.

- ¿Sorprendida de verme, pequeña? – dijo con ese aire chulesco que le caracterizaba. - ¿Qué haces robando comida?

- Tengo hambre. – contesté a la segunda pregunta ignorando la primera.

- Hay horarios para comer, ¿lo sabías? ¿O como eres la elegida ya no tienes los horarios del resto de los mortales? – con cada pregunta, se acercaba un paso más hacia mí, lo que me hacía rehuirle.

- No estaba aquí a la hora de la cena y casi no he probado bocado en todo el día. – dije inconscientemente, pues cuando lo dije, me arrepentí de inmediato. ¿Qué le importaba a él donde había estado?

Pero su actitud me desconcertó. Me miraba con el ceño fruncido, no de enfado, sino de incomprensión.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? – le metí presión para que dijera en voz alta lo que pasaba por su cabeza.

- He estado todo el día con Gloria, Henry, Junior y Jeremy. ¿Se puede saber dónde has estado? Porque está claro que te has ido sola. – estaba malhumorado y me miraba con reproche.

Yo me lo podía haber tomado de cualquier manera, podría haberme dado igual sus palabras, o incluso podría haberme enfadado, estaba en mi derecho de enfadarme porque intentara controlar mi vida. Pero no, en lugar de todos esos comportamientos lógicos y racionales, a mí me dio por reírme.

En cierto punto, todo parecía una broma por aquí. Resulta que él se va a cumplir con una misión que nadie le asignó, selecciona a un entrenador para que me haga mejor luchadora, acude a reuniones secretas, con mis amigos, en las que el tema principal era mi seguridad de mañana,… y ¿viene aquí a recriminarme donde había estado durante todo el día? Sí, si lo mirabas desde un punto irónico, resultaba hasta divertida la situación.

- No le veo la gracia, Diana. – dijo con seriedad y algo de preocupación.

- Eso es porque no eres muy gracioso, Laurent. – dije entre risas.

Mi respuesta le dejó totalmente desorientado conmigo, lo que provocó que tuviera que sentarme en el suelo y taparme la boca para que no se oyeran mis carcajadas.

- ¿Acaso ves gracioso tu seguridad? Todos preocupándonos porque no te pase nada y tu andas correteando fuera del centro a la hora de la cena.

- ¿Acaso estaba más segura aquí sin ningún protector cerca? – conseguí decir mientras me calmaba poco a poco. – Porque te recuerdo que todos los protectores del centro han estado correteando todo el día contigo. – le recriminé usando la misma palabra que había usado él conmigo.

El no volvió a contestarme nada más sobre este tema, tan solo me desafió con su mirada siniestra hasta que me volví a acercar a la nevera a por mí plato de patatas que aún estaba con el plástico puesto.

Actué como si no estuviera, como si nadie me mirara con todo el odio que tenía, aunque esa mirada me concomiera por dentro. Era Laurent y estaba en el St. James, ¿qué dirá Jeremy cuando se entere de que hemos estado a solas? Aunque para ser sinceros, esta no estaba siendo la mejor de nuestras veladas, aunque si la única que no ha estado cargada de sentimientos.  O al menos eso fue hasta que di por concluida mi cena y que al intentar salir de la cocina, Laurent me cogió de la mano para frenarme y colocarse a escasos centímetros de mí.

- ¿A dónde has ido hoy? – susurró las palabras haciendo que su aliento rozara mi mejilla.

- A casa. – contesté simplemente y de mal humor.

De un fuerte tirón, conseguí deshacerme de su mano. Apenas tardé un micro segundo en recorrer la cocina y saltar hacía el exterior por la ventana. Ni siquiera me paré a escuchar si Laurent me seguía o no, ya había pasado el toque de queda y tuve que subir las escaleras como si tan solo fuese una estela de dibujos animados.

Al llegar a mi habitación, cerré la puerta con cerrojo para dar a entender que no quería que entrara, solo que acabé llevándome otro susto por no mirar si había alguien en mi habitación, la cual parecía haberse convertido en la sede del St. James.

- ¿Por qué cierras con cerrojo? – preguntó Jeremy a mi espalda.

- ¡Joder Jer! Menudo susto. ¿Acaso hoy os habéis propuesto matarme de un infarto? – dije llevándome la mano al pecho para intentar frenar los latidos.

Jer me miró con la ceja levantada y una tímida sonrisa en sus labios. Parecía hacerle gracia la situación, pero no se atrevía a reírse ya que supuestamente estábamos enfadados. Así que para remediar la situación, me acerqué a él con un odio fingido en mi mirada y después le besé con toda la pasión de la que fui capaz en este momento.

- ¿Entiendo con esto que me perdonas? – dijo con una alegre sonrisa.

- Pues claro. Aunque no quiero que esto vuelva a repetirse. Me siento horriblemente sola cuando me dais de lado. – dije eso último con el pesar de recordar los sentimientos que me perseguían desde hacía demasiadas semanas.

- Lo sé y tienes razón. No quiero que seas la elegida, ni siquiera quise que fueras protectora. Simplemente no puedo verte en peligro e imaginarte en el centro de todo, me mata por dentro, Diana. – dijo casi con las lágrimas fuera.

- Entonces entiendes como me siento cada vez que te vas y no sé a dónde. Tenemos que estar juntos Jer, para protegernos el uno al otro, para consolarnos y guiarnos.

De repente la mirada de Jeremy cambió a una de las miradas más hermosas que le había visto nunca, una repleta de amor y ternura, e iba dirigida a mí.

Me empezó a besar por todo el rostro hasta que llegó a los labios, los cuales no dejé escapar con facilidad. Era mío, el ser más cariñoso y bueno del planeta, era mío. Y por eso tenía que contarle lo de la cocina.

- Tengo que decirte algo. – dije apartándome unos centímetros de él para poder mirarle a los ojos, o más bien para que él viese lo míos. – Laurent está aquí.

- Lo sé. – dijo volviendo a besarme, pero yo aún no había terminado.

- Ya sé que te prometí que no volvería a estar a solas con él, pero me pilló de improvisto, tan solo quería cenar algo y él apareció. Aunque le hubiese dado un buen puñetazo, eso sí… - dije eso último divagando un poco.

Jeremy empezó a reírse, no sé si de mí o de mis divagaciones, el caso es que sus risas y sus besos me colmaban de felicidad, por lo que dejé de darle importancia a todo lo que no estuviera entre mis brazos.

Era mi cumpleaños. Ya por fin cumplía diecisiete, aunque eso ahora mismo carecía de importancia. Pero era como si ya apenas me faltara un año para ser adulta, sentía que estaba alcanzando la madurez sin ni siquiera haber vivido la adolescencia. Pero aún así, era mi cumpleaños.

- Feliz cumpleaños mi amor. – dijo Jeremy entrando en la habitación con una bandeja en la mano.

La bandeja traía una humeante taza de chocolate, un zumo, unas fresas, unas tortitas, una pequeña rosa del jardín tumbada en el centro y una cajita rectangular y estrecha envuelta en papel de regalo.

- ¿Qué es esto? – dije cogiendo la cajita con cuidado.

- Pues es tu regalo de cumpleaños, ¿qué si no? – dijo entre risas.

- Pero no tenías porque regalarme nada. – dije ahora con seriedad.

- Deberías echar un vistazo al protocolo de los cumpleaños, creo que los regalos es algo obligatorio en casi todas las religiones. – se burlaba de mí.

Giré la caja como si fuese una bomba, temiendo romper lo que hubiese dentro. Después, con cuidado y sabiendo que desesperaba a mi público, fui retirando el papel hasta dar con una caja de piel en rojo.

Era un colgante de plata en forma de corazón. En la parte superior del corazón, descansaba un pequeñito diamante y justo debajo y de forma trasversal, había un grabado con el nombre de Jeremy. Pero ese no era el único grabado, pues si le dabas la vuelta al corazón, las palabras “TE AMO” se veían grabadas en una hermosa letra.  

- Ahora eres la dueña de mi corazón. – me dijo mientras una lágrima bajaba por mi mejilla.

Le besé todo lo que pude antes de que mi estomago me pidiera desayunar todo lo que Jeremy me había traído a la cama.

Él no fue el único en hacerme regalos hoy, todo el mundo pareció leer el mismo libro de protocolos de regalar en los cumpleaños. Una vez desayuné y me vestí, fuimos a la habitación de Gloria donde parecía haber una pequeña reunión.

- El vestido no lo veréis hasta que lo lleve puesto. – dijo Gloria con voz autoritaria a Henry y Júnior, los cuales parecían estar tomándola el pelo.

Anoche acordamos que el vestido quedaría bajo su custodia para evitar que nadie lo viese. Ya que había generado tanta tensión, al menos quería reservar el momento de verlo y admirarlo.

- Tiene que ser un vestido muy bonito para hacerse tantos kilómetros. – dijo Júnior con un toque de malicia.

- Creo que a ti te quedaría genial. – le dije yo con la misma malicia que él, lo que provocó la risa de Gloria y Henry.

Todos me felicitaron y me abrazaron y me volvieron a felicitar y me volvieron a abrazar. Y una vez terminaron con los abrazos y las felicitaciones, me sentaron en la cama y me fueron dando los paquetes de sus regalos.

Henry me regaló un libro súper extraño y que aparentemente había escrito él, “Lo que tenemos a nuestro alrededor y no sabemos usarlo”.

- Un titulo algo largo. – dije al leerlo.

- Hay pocos libros sobre nuestra cultura y los que hay, están en las casas de los antiguos o perdidos. Por eso quise escribir uno sobre plantas, ungüentos y demás cosas que hay que saber para sobrevivir en nuestro mundo.

“¡Genial! No solo tengo que entrenar, sino que ahora tengo que estudiar las plantas - pensé.”

- Gracias Henry. – dije de corazón.

El regalo de Júnior era más pesado y se basaba en dos partes, el primero un estrecho y sencillo cinturón negro con algunas costuras algo raras. Y el segundo, un juego de ligeros y afilados cuchillos. Unos eran demasiado grandes para poner en el cinturón, pero él me dijo que esos eran para meter entre la bota y el calcetín. Pero otros, eran estrechos y alargados, unos más con forma de cuchillo de cortar carne y otros dos, que era mis preferidos, que parecía una especie de varita mágica, estrecho y acabado en punta.

- Estos son cuchillos Sai. – empezó a explicarme. – Se suelen esconder en las mangas, pero también se llevan en los cinturones. Son ligeros, y dado que el grosor es siempre el mismo, suelen penetrarse muy adentro.

De repente una imagen me nubló la vista y consiguió que mi estomago se revolviera. Los cuchillos brillaban sobre mi regazo, pero como si se tratase de una alucinación, mi mente me los mostró cubiertos de sangre.

Intenté que no se me notara en el rostro y debí hacerlo bastante bien, pues nadie me preguntó y en seguida Gloria me los retiró para ponerme una maleta donde antes estaban los cuchillos.

- ¡Felicidades! – me dijo emocionada.

Era una de esas pequeñas maletas que se podían meter en las cabinas de los aviones. No reconocí la marca, pero esta era de un color oscuro entre azul y negro.

- ¿Un maleta? Gracias. – dije sin saber que más decir.

- No seas boba, la maleta tan solo es el envoltorio, el regalo está dentro. – dijo como si fuese obvio.

- Sabes que el papel de regalo también funciona, ¿no? 

Gloria no dijo nada más y yo abrí la maleta para acabar llevarme al horror. Estaba repleta de ropa, tanta ropa que ni siquiera sabía por dónde empezar.

- ¿Te volviste loca comprando? – dije asombrada.

Había unos jeans azules, una falda con estampados, un par de tops cortos y muchas camisetas de manga larga. Y eso tan solo era lo menos humillante, pues también había decidido comprarme la ropa interior y no era precisamente de esas cómodas y de algodón, no. Cerré la maleta casi de un golpe para evitar que los tres chicos que me miraban pudiesen verlo, pero por la cara de bobos que tenían los tres, supuse que no había sido tan rápida como debiera.

Le eché una mirada envenenada a Gloria en cuanto me recuperé del shock, lo que ella contestó y en un penoso momento:

- Como ya te hiciste mujer, has de estar guapa para tu amado.

- Buenos días. – dijo seriamente Laurent desde la puerta.

Sí, había sido el peor momento para que Gloria sacara a la luz el hecho de que Jeremy y yo habíamos dado un paso más en nuestra relación.

Todos nos dimos cuenta de la cagada de Gloria, ya que ninguno contestamos a sus “buenos días”, ni siquiera Jeremy, al cual se le veía igual de incomodo que a mí.

Al final Laurent se dio media vuelta y se fue caminando escaleras abajo. Eché un fugaz vistazo a Jeremy en el que pude comprobar la aprobación en su mirada y salí corriendo en su búsqueda. Ya ni siquiera hacían falta palabras entre nosotros y eso me gustaba, aunque eso no quitaba que me siguiera sintiendo mal por volver a salir corriendo detrás de Laurent ¿cuándo se iba a acabar esta fea costumbre?

- Laurent, espera. – dije cogiendo su mano de la misma manera que él cogió la mía anoche.

- Feliz cumpleaños, Diana. – dijo al mirarme con tristeza en sus ojos.

- Gracias. – Hubo unos segundos de silencio en el que yo intenté buscar las palabras adecuadas para este momento, pero era imposible, no se me ocurría nada que decirle. – Yo… no sé… lo siento, Gloria no debió abrir la bocaza. – no quería disculparme por tener relaciones con mi novio, pero quería que supiese que sentía que se hubiese enterado así.

- No tienes de que disculparte, es lo normal en esta situación. – dijo sin quitar la tristeza.

“Esta situación” ¿así llamaba a mi relación con Jeremy? Yo lo llamaría de muchísimas mejores formas, pero supongo que mencionarlas no iba a ser buena idea.

- Mira, te traje un regalo. – dijo dejando una pequeña bolsita de tela sobre mi mano.

Una sonrisa se posó sobre mis labios sin quererlo. Me sentía feliz porque se hubiese acordado de mí, casi esperaba que no lo hubiese hecho en el tiempo en que había estado fuera, pero supongo que el que él no piense en mí, iba a ser tan difícil como que yo no pensara en él.

Dentro de la bolsita había una pulsera de cuero en forma de trenza, donde a eso de la mitad, sujetaba una hermosa piedra azul.

- Sé que no es de joyería. – dijo acariciando mi colgante. – Pero me recordó a tus ojos y además, la mujer que me la vendió me dijo que trae la buena suerte.

- Es perfecta.

Intenté ponérmela, pero mis manos temblaban a causa de unos nervios incomprensibles. Al final me quitó la pulsera de las manos y me la puso él mismo, solo que al hacerlo, la manga de su camiseta se contrajo hacia atrás y pude ver una pulsera exactamente igual a la que él me había regalado.

- Ya te lo he dicho, me recordó a tus ojos. – dijo para excusarse.

¿Con qué ojos iba a ver Jeremy el hecho de que él me hubiese regalado una pulsera que también llevaba? Era como si tuviésemos de repente algo por lo que unirnos, las pulseras gemelas decían más de lo realmente eran. Aunque también puede que esté paranoica. Quien sabe…

- Gracias. – dije dándole un abrazo.

Solo que ese abrazo parecía no acabar. Me sentía muy cómoda aquí y protegida también, casi esperaba que el momento se detuviera un instante y me dejara disfrutar más de esta sensación. Pero como siempre en esta vida, todo tiene un principio y un final.

- Venga vete, se pondrán a jugar con el regalo de Gloria. – dijo guiñándome un ojo.

Y entonces me imaginé a Júnior con un sujetador de encaje y a Henry mirando uno de los muchos tangas que había en la maleta.

- Sí, será mejor que vaya.

- Nos vemos esta noche para la fiesta. Y a ver qué ropa interior te pones… - dijo mientras se marchaba y provocaba que mis mejillas se encendieran hasta casi arder. 

El resto del día pasó tranquilo y con más de lo mismo. Mis amigos habían juntado dinero y me habían regalado un bloc nuevo de dibujo con un estuche lleno de toda clase de colores. También me habían hecho una tarjeta en la que firmaron todos y yo para agradecérselo, pasé todo el día con ellos. Paseamos por el patio, comimos tarta, jugamos a juegos y nos reímos de todo lo que pudimos y más…

Pero al final, la tarde llegó demasiado rápido y con ella, la histeria de Gloria de empezar a prepararse con un par de horas de antelación. Ella fue la que hizo todo, mi peinado, mi maquillaje y la que seleccionó que ropa interior ponerme, por supuesto, sacada de su nueva maleta.

Otra cosa de la que también se encargó y me pareció muy raro, fue que la pequeña maleta que me había regalado, la llenó con algo de ropa más cómoda y normal. Unos cuantos pantalones, camisetas,… incluso un pijama y el nuevo bloc con las pinturas, y por supuesto, los cuchillos de Júnior.

- ¿Para qué es eso? ¿acaso nos quedamos a dormir? – pregunté cuando la vi entrar en mi habitación y salir de ella con mi ropa.

- No, tranquila. Esto tan solo es por precaución. Todos vamos a llevar una.

- Así que la maleta no solo era un envoltorio. – pero ella tan solo contestó riéndose y siguiendo trabajando con mi pelo.

Tras una hora de maquillaje y peinados, llegó el momento de ponerse el vestido. Sentía algo de miedo por como quedarían los arreglos de Gloria, pero como era de esperar, todo quedó perfecto.

Me miré al espejo y solté un pequeño grito de horror, pues si de la imagen quitabas mi cabeza, era como estar viendo a mi madre ahora mismo. El vestido se ceñía con perfección a mi cintura y quedaba lo suficientemente largo como para ocultar los zapatos al estar parada.

- Es precioso. – dijo Gloria acariciando las especies de plumas que tenía la parte de la falda. 

Anoche me enseñó el vestido que ella me había comprado, también era muy bonito, del mismo azul que presenta el cielo al ocultarse el sol, ni muy oscuro ni muy claro. Era como de seda y aunque no quedaba muy ajustado, también realzaba mi figura.

El vestido de ella era muy parecido en cuanto a caída y tela, pero este era bicolor en blanco y negro, con la espalda totalmente abierta y sin mucho escote por delante. Se peinó con todo el pelo rizado y elevado, lo que al mezclar su peinado y su vestido, la hacía parecer como un personaje recién salido de una sala de Jazz en plenos años cincuenta.

Cuando salimos al pasillo, no pude evitar tener la misma sensación que el día de la fiesta de Halloween, cuando nos disponíamos a dejar boca abiertos a los hombres con nuestros vestidos con una salida casi a cámara lenta. Solo que ahora todo era diferente, la fiesta no era en el St, James, había un aparente peligro de ataque e iba a ver a personas que no conocía o que no deseaba volver a ver.

Los chicos también iban muy elegantes, aunque con poca variedad entre ellos. Todos tenían trajes oscuros de pantalón y chaqueta y tan solo les diferenciaban las corbatas y las camisas. La de Jeremy era de un tono azul celeste con una fina corbata negra. La de Henry era de un color verde con corbata ancha de un verde más oscuro. Y Laurent, tanto la camisa, como la corbata, como el traje, eran de color negro, aunque con diferentes brillos cada uno.

- Estáis demasiado guapas. – dijo Henry mirando sobre todo a Gloria.

- Ese vestido es espectacular. – me dijo Jeremy al oído mientras me daba un dulce y corto beso.

El único que desentonaba entre todos nosotros, los cuales parecíamos ir más bien de boda, era Júnior, el cual se había puesto unos jeans negros con sudadera negra y su propio cinturón de cuchillos. Él había preferido encargarse de mi protección en lugar de venir a apoyarme dentro, por lo que no exigía disfraz.

Bajamos sin hacer mucho ruido para no llamar la atención excesivamente, pero nada nos libró de que más de uno y más de dos nos viese y susurrase a nuestro paso.

Noté el frío en mis hombros nada más pisar la calle, llevaba una especie de fular grande a tono con el vestido para protegerme, pero no era suficiente para estos seis grados centígrados. Así que, con un poco más de rapidez de la debida, salimos de la verga del St. James haciendo un excesivo ruido con los tacones, no estaba acostumbrada a hacer tanto ruido al andar…

- Ahí está. – dijo Gloria saliendo casi volando en dirección a la oscuridad de la carretera.

Y oculto en esa oscuridad, había una limusina negra esperándonos en las tinieblas para no ser visto por alumnos curiosos.

- Por cortesía de Lucía. – dijo un señor de mediana edad con gorra de chofer.

Estaba claro que el chofer no era un protector, pues estaba envejecido y con claros síntomas de la edad.

- ¿Por qué vamos en coche? – el chofer me miró extrañado y seguramente preguntándose qué otras maneras había de viajar de noche y por carreteras secundarias.

- No querrás que corramos por el bosque con estos vestidos y estos zapatos. Llegaríamos de fango hasta las orejas. – contestó Gloria una vez el coche se puso en marcha.

El viaje fue larguísimo, o al menos así me lo pareció, los temas de conversación y los lujos de la limusina, pronto dejaron de entretenernos y aunque yo estaba con Jeremy y eso debía bastarme, tampoco me podía comportar como quisiera ya que Laurent estaba con nosotros. Aunque eso sí, Jeremy no pasó por alto el detalle de las pulseras, pero no dijo nada, en lugar de eso, acarició la pequeña bolita del color de mis ojos de forma pensativa.

Y al final, tras un interminable viaje en un lentísimo coche, este se detuvo y el señor con gorrilla nos abrió la puerta para ayudarnos a salir.

- Pues, allá vamos… - dije con pesar mientras salía del coche. 

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Buenaasss... 

Lo primero es pediros disculpas por mi tardanza, como algunos saben, me dedico a la contabilidad y bueno...el cierre del año es siempre un estrés, por lo que llego a casa saturada de ordenador y con pocas ganas de encenderlo, la verdad. Pero ya el viernes estaré de vacaciones, por lo que espero poder actualizar más seguido.

Adjunto una foto de unos cuchillos Sai para que os hagáis una idea :D

Quisiera dedicar este capi aaa..... Andrea Sanchez 2 por todo su apoyo tanto en esta historia, como en todas las demás. Muchas gracias por estar siempre ahí :D

Y sin más, pulsen la estrellita si les ha gustado y comenten lo que les plazca. Abrazosss!! :* 

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