Capítulo 3: No ha sido un sueño, pero deseo que lo hubiese sido.

Capítulo 3: No ha sido un sueño, pero deseo que lo hubiese sido.

Había tenido un sueño de lo más extraño. Estaba en una explanada junto a un desconocido que me decía que debía atrapar a un subterráneo vivo. Lo más extraño de todo, es que yo aceptaba como si nada, mataba a un montón de bichos y dejaba a uno para cogerlo con vida, solo que al intentarlo, este me clavaba algo y me inyectaba su veneno.

Para continuar con las rarezas del sueño, me llevaban a algún lugar en el que había un curandero con el mismo rostro que Laurent.

Lo dicho, un sueño extraño e imposible.

- ¿Diana? ¿Estás despierta? – oí que decía la voz de Jeremy en algún punto de la habitación.

No estaba del todo despierta, pero ya empezaba a estarlo cada vez más. Me sentía agotada, como si hubiese estado corriendo una maratón, pero no sentía más dolor que el agotamiento.

Abrí los ojos y parpadeé un par de veces intentando centrar mi vista, la cual debía estar mal, pues me decía que me encontraba en una tienda de campaña enorme, de esas que salían en las películas medievales para refugiar a los reyes o altos cargos militares. Pero por mucho que parpadeé, la visión no cambió ni un ápice.

- ¿Dónde estoy? – dije buscando a Jeremy por la habitación.

Este estaba a mi derecha, sentado en un taburete de madera y con mirada preocupada. Detrás de él estaban Gloria y Henry con la misma mirada que Jeremy. Tan solo ese tal Júnior parecía mirarme de forma normal, como si no hubiese sido para tanto.

Un momento. ¿Júnior? ¿Acaso mi sueño había sido real? ¿Y por qué parecía que había retrocedido centenas de siglo en la historia?

- Estás en un campamento de protectores. No había tiempo para llegar al St. James. – contestó Jeremy agarrando mi mano.

Entonces recordé otro momento de mi sueño, Él. Si esto era un campamento de protectores, uno cerca del lugar donde el grupo de Laurent nos había mandado, era muy probable que este fuese su campamento. Pero entonces, ¿dónde estaba? En la tienda ya no había nadie más.

Me incorporé para levantarme de la cama, o lo que parecía ser una cama. Necesitaba que me diese el aire, despejarme un poco, salir de tantas miradas de preocupación.

- No debes hacer esfuerzos. – dijo Jeremy intentando que volviera a tumbarme.

- Me encuentro bien, solo necesito salir de aquí. – de reojo vi una sonrisa en el rostro de Júnior, una sonrisa de orgullo.

- Antes de que salgas, deberías saber algo. – dijo Jeremy con la cara compuesta por el dolor.

Sentí mi pulso acelerarse, mi respiración agitarse y el mundo moverse a nuestro alrededor. Solo había una cosa que pudiese poner a Jeremy en ese estado.

- Laurent está aquí, ¿verdad? Verle antes no ha sido un sueño, ha sido de verdad.

- Está fuera esperando a que decidas si quieres verle. – contestó con la voz rota.

Tenía que verle, por mucho que eso doliera a Jeremy, yo necesitaba verle.

Me acerqué a Jeremy y le di un beso para que no se preocupara, pero aunque me lo devolvió con efusividad, su mirada triste no cambio ni un ápice. Y mientras yo besaba a Jeremy, también pude notar la mirada de Júnior puesta en mí.

Salí fuera de la tienda y la sensación que me dio fue la misma que ya me había dado antes, había retrocedido de siglo, solo que me había saltado unos mil al menos. Me estiré y respiré el aire puro, pues a pesar de la cantidad de gente que había yendo de un lado a otro y las tiendas de campaña enormes, estábamos en medio de un bosque, cubierto por centenares de árboles tan altos que no dejaban pasar la luz del día.

- Es bonito, ¿verdad? – dijo la voz que llevaba meses deseando oír, solo que hasta que no la escuché, no me di cuenta de lo mucho que lo deseaba. – Al menos es un cambio de las aburridas habitaciones del St. James.

- Laurent. – susurré mientras me giraba para verle.

Me estaba esperando apoyado a un árbol que había junto a la tienda. Su postura era totalmente despreocupada, como si el hecho de verme después de tanto tiempo, no causara ninguna sensación en él, eso me enfadó, pues sabía que en el fondo, estaba nervioso, su mirada no mentía. 

Él siempre provocaba en mí este estado, asustada por lo que pudiera decirme, nerviosa por esa oscura y penetrante mirada, pero sobre todo, excitada en cierto punto por todo lo que él representaba, el peligro, lo prohibido… Aún que nada de todo eso tenía ahora mucha importancia, pues el sentimiento de enfado, ganaba a todos los anteriores.

- Así que te escondes en este bosquecito como un niño asustado. - dije como si nada, mientras miraba todo lo que había a nuestro alrededor.

- Yo no me escondo de nadie. – dijo separándose del árbol y encarándose a mí.  

No tenía muchas ganas de jueguecitos, pero sabía que con Laurent no se podía hablar de otra manera, por lo que fingí estar más enfadada de lo que estaba y empecé a andar en su dirección, golpeándole en el hombro al pasar por su lado.

Oía sus pisadas a mi espalda y yo seguí andando hasta salir de aquel campamento medieval. Después eché a correr sin rumbo fijo, más que correr, casi volaba. Veía los árboles desdibujados en los laterales, esquivaba objetos por milímetros y veía más allá de lo que un ojo normal podría ver. La elegida que había dentro de mí saltaba emocionada por tener un poco de actividad de nuevo.

A pesar de mi gran velocidad, sabía que no iba todo lo rápido que podía ir, por lo que Laurent acabó alcanzándome y cogiéndome de la muñeca para detenerme. En un ágil y rápido movimiento, acabé con la espalda apoyada en una piedra al borde del río y él a escasos centímetros de mí. Estaba tan cerca que notaba su cálida respiración en mi rostro.

- ¿Quién es ahora la que intenta escapar? – dijo mostrándome una de sus mejores sonrisas.

Mi corazón palpitaba a mil por hora, al menos la mitad de él, pues la otra mitad me decía que me alegara todo lo posible, que él no era a quien había elegido.

- ¿Por qué no has venido en todos estos meses? – pregunté mientras me escapaba de su jaula de brazos. 

- Alguien tenía que buscar a los subterráneos para que los mataras. – contestó persiguiéndome e intentando volver a estar igual de cerca.

- Sabes que no era necesario que tú fueras, podrías haber mandado a alguien y que ese alguien nos avisara si encontraba a alguno. – protesté.

- Claro que lo sé. – dijo ahora deteniendo su juego de perseguirme, solo que no dio más explicaciones.

- ¿Entonces? ¿Por qué no volviste? – insistí.

Su mirada se había endurecido al máximo, volvía a sentir algo de miedo por estar delante suya, aunque supiese que nunca me haría nada.

- No tengo porque darte explicaciones. – escupió las palabras como si le quemaran.

Volvía a estar furiosa con él, ¿qué no tenía que darme explicaciones? ¿Cómo que no? Merecía mucho más que un triste adiós, había dado mi vida normal por esta vida de muerte y destrucción. Si es cierto que solo en parte había sido culpa suya, pues la mitad de mí había elegido esta vida por Jeremy. Pero sobre la otra mitad, solo él tenía la culpa.

- No claro, tú eres el gran Laurent, el súper jefe que no ha de dar explicaciones a nadie. El egoísta que deja a sus amigos, a mí, sin dar ninguna explicación y poniendo estúpidas excusas. – me estaba desahogando con él, todas las preguntas y las incertidumbres sobre su paradero, estaban saliendo con cada palabra que decía.

- No soy un egoísta, eso sí lo tengo claro.

- Pues no opino igual. – volví a protestar mientras me encaraba a él.

Entonces se acercó a mi de nuevo, esta vez sin vacilar, con decisión y sabiendo que nada le detendría. Una vez llegó, pasó su mano por detrás de mí para que no escapara y me apretó a él.

- Si fuese un egoísta, estaría haciendo esto todos los días. – y tras esa frase, me besó.

Sus labios se movían rápidos y con necesidad, su aliento me llenaba de calidez y mi corazón me pedía más y más. Solo un cacho de mi cerebro, uno muy pequeño, me decía que era un error, pero intenté aferrarme a él con todas mis fuerzas.

- No – conseguí decir en un susurro.

Y toda esa fuerza que había tenido antes del beso, se desvaneció como la niebla. Mis ojos se encharcaron en lágrimas y mi estomago me decía que había sido un error querer verle, nunca debí salir de esa tienda, no sin Jeremy.

- Es por esto por lo que me fui, Diana. – dijo esta vez separándose él. – No soporto que no seas mía y mucho menos soporto que estés con él.

Intenté pensar en lo que acababa de decir mientras frenaba el ritmo de mis pulsaciones. Su declaración decía mucho más que sus palabras, esto no solo era un “te quiero pero no podemos estar juntos”, esto era un “te quiero y por eso no podemos volver a vernos”, era un adiós definitivo.

- Me estás diciendo adiós. – dije al final en voz alta. – Por eso querías hablar conmigo después de que me curaras, podrías haberte ido pero te quedaste para decirme adiós.

- Jer me dijo que lo necesitabas, que necesitabas una explicación. – ahora era él el que tenía la voz rota por el dolor, hasta pude ver como sus ojos se cubrían por una fina capa de agua.

Pero ¿Jeremy se lo había pedido? No había mencionado a Laurent en meses, ¿cómo podía saber lo que necesitaba? Él siempre parecía saber más de mí que yo misma.

- ¿Y si no puedo hacerlo? – mi cuerpo parecía quedarse sin fuerzas por momentos, por lo que acabé sentada en el suelo e intentando no desmayarme.

- Intenta relajarte, un protector normal hubiese muerto con el veneno de la Maris. – supuse que era la pantera subterránea a la que intenté atrapar con vida. Entonces, Laurent se arrodilló y me dijo con mucho pesar. – Puedes hacer todo lo que te propongas, eres la elegida, sobrevives a cosas que otros no lo hacen. Recuerda eso siempre.

- Yo sola no puedo hacer nada, Laurent. Yo no controlo esto. – confesé.

Nunca antes había confesado lo de la chica elegida que había dentro de mí, esa que actuaba cada vez que se requería de ella, esa que me gruñía cuando era demasiado empalagosa o cuando no me centraba en los entrenamientos. Pero si ya no volvía a ver a Laurent, ¿qué problema había si confesaba?

- Diana, eso no es…

- Si Laurent. – le interrumpí. – Hay alguien dentro de mí, desde que me activé, la noto, dejo que tome el control de mí cuando es necesario y es ella quien es fuerte.

Al principio no dijo nada, tan solo me miró extrañado y con una triste sonrisa en su rostro.

- Diana mírame. – dijo obligándome a levantar la mirada. – Siempre eres tú…

- Pero… - intenté interrumpirle.

- No Diana, ambas formáis parte de la misma persona y cuando aprendas a admitir que no solo eres la chica triste, solitaria y dulce que dices ser siempre, entonces quizás vuelvas a tenerme a tu lado. – y tras decir eso, me dio un fugaz beso en la frente y lo siguiente que sentí fue el aire que dejaba la velocidad de su movimiento.

Se había ido, ya no volvería a verle, nunca, a no ser que descifre lo que había querido decir con esa última frase “entonces quizás vuelvas a tenerme a tu lado”. ¿Qué tenía que hacer? Yo sabía que esa chica que había dentro de mí, no era yo ¿verdad? No podía serlo, ella era lista y calculadora, era poderosa y algo oscura, pues no le importaba matar a los subterráneos, incluso le gustaba hacerlo, y yo no era así.

De repente volvía a estar enfadada con Laurent, pues me pedía algo que no sabía darle, me pedía que fuese de otra manera y yo no puedo cambiar a placer, soy como soy, y si no le gustaba, pues era mejor que se largara.

Ese pensamiento, aunque no terminaba de creérmelo, era lo que consiguió darme fuerzas suficientes como para levantarme del suelo y volver al campamento medieval.  

Llegué incluso más rápido de lo que había tardado en salir, ahora necesitaba llegar cuanto antes a los brazos de Jeremy, los necesitaba tanto como respirar. Pero cuando llegué a la tienda de la que había salido  algo dentro de mí me hizo detenerme antes de entrar. La elegida era un tanto cotilla, pero en parte, siempre se me había juzgado por ello, ¿no?

- No creo que ocultándole la verdad, vaya a estar más protegida. – decía la voz de Júnior. – Debe saber a que se enfrenta.

- Tú simplemente mantendrás la boca cerrada, ¿entendido? – dijo la voz de Jeremy en un tono de enfado y orgullo. No le caía bien el tal Júnior, eso estaba claro, pero ¿por qué?. - Es un tema que ya se ha discutido mucho y no seguiremos con él.

- Quizás haya que discutirlo un poco más… - insistió Júnior. – Yo no pienso mentir.

- Ahora entiendo porque te eligió Laurent, porque precisamente a ti. – lo dijo como si él fuese alguien a quien debiera conocer, como si fuese famoso, pero estaba segura que no le había visto en mi vida.

Oí pisadas a mi espalda y las risas de Gloria en algún punto del campamento, no muy lejos de aquí. Los busqué con la mirada y estaban sentados junto a una pequeña hoguera donde se alzaba un pequeño fuego que cocinaba un ave.

Me acerqué a ellos y dejé la discusión entre Júnior y Jeremy a mi espalda, no quería saber nada, empezaba a pensar que Jeremy me conocía mejor que yo misma y si él pensaba que era mejor que no supiese nada, pues así sería, al menos por el momento.

- ¿Puede alguien explicarme por qué parece que hemos retrocedido a la edad media? – pregunté nada más llegar, dando un buen susto a Henry, el cual estaba de espaldas a mí y no me había visto llegar.

Una vez recuperados, ambos se rieron de mi apreciación y Gloria me contestó:

- Es más cómodo así. Son demasiados protectores como para ir a un Motel, llamarían mucho la atención. Además, apenas pasarán aquí unos días y seguirán su camino. – Tal y como lo dijo, daba la impresión que lo harían a pie.

- Pero no veo coches…

- Diana, son protectores, todos tienen súper velocidad y súper resistencia. Claro que no van en coche, lo hacen corriendo. – dijo Henry riéndose de mí.

Y si me paraba a pensarlo, hoy había sido el primer día que me había sentido agotada de verdad. Desde mi transformación, por mucho que corriera durante todo el día o por muchos subterráneos que matara, al final del día me encontraba aún con fuerzas suficientes como para volver a repetirlo.

- Supongo que suena lógico… - dije vencida y sentándome yo también junto al juego.

- Deberías estar agotada, - dijo Henry mientras me tocaba la frente y me tomaba el pulso. – el veneno de la Maris es uno de los más poderosos y este ha estado en tu interior más tiempo del que debería.  Realmente pensé que no lo conseguirías.

- Se elegir a las bestias, ¡eh! – dije entre risas, pues había sido yo la que había elegido a esa pantera bicho.

- Tienes algo de calentura. – concluyó Henry tras su estudio. – Iré a buscar algo que te haga sentirte mejor.

- Estoy bien. – parecía que repetía mucho eso, pero era verdad, me encontraba bien.

Aunque claro, Henry, al igual que hacían todos, no me hizo caso y salió en busca de algún ungüento que pudiese aliviarme mi supuesta fiebre. Pero la marcha de Henry no hizo otra cosa que dejarme a solas con Gloria, la cual no desperdiciaría esta oportunidad para hablar de sentimientos.

- Esto debe de ser muy duro para ti, ¿no? – dijo como si lo dijera al aire, sin mirarme. – Pude sentir lo que sentiste cuando viste a Laurent mientras te curaba, en ese momento donde tu conciencia no era plena y el dolor te nublaba, fuiste capaz de encontrar un claro al ver su rostro. Ni siquiera se como lo haces.

Verme con sus ojos era doloroso, pues nunca hubiese visto mis sentimientos de esa manera. Si es cierto que sentía algo por Laurent, pero nunca me hubiese imaginado que fuese tan fuerte o al menos, no tan claro para los demás.

- ¿Qué es lo que no sabes? Pareces saber incluso más que yo… - dije con algo de crispación.

- Las cosas se ven de otra manera si se tiene perspectiva. Yo soy imparcial al vivir esto desde fuera. – se justifico. – Pero lo que no llego a comprender, es como consigues aguantar, los amas por igual pero de formas diferentes. Simplemente no lo entiendo.

- Ya, pues si hiciéramos un club sobre eso, ya seríamos dos. – dije con algo de sarcasmo. – De todas formas no importa, pues se acaba de despedir de mí para siempre.

Se formo un nudo en mi estomago al darme cuenta de tal hecho. Lo nuestro era imposible y ahora que no estaba cerca, entendía porque tenía que largarse, pues su beso todavía ardía en mis labios, Jeremy no se merece esto.

- En realidad, ni siquiera tú te crees eso. – dijo con toda la seguridad del mundo.

Tuvimos un rato de silencio, no era incomodo, más bien necesario. Necesitaba pensar en muchas cosas, las últimas palabras de Laurent habían sembrado una duda en mí, una duda que ni siquiera sabría explicar, tan solo sabía que lo que me pedía parecía imposible.

Aunque también había otra cosa en la que debía pensar, porque aunque había decidido creer en lo que Jeremy creía lo mejor para mí, necesitaba confirmarlo con una tercera persona, como había dicho ella, las cosas se ven de otra manera con otra perspectiva.

- ¿Puedo preguntarte una cosa? – dije con algo de temor. Ella aceptó con la cabeza. – Sé que me ocultáis algo y también sé que si no me lo decís, es porque Jeremy no quiere. Pero, ¿realmente crees que no debo saberlo?

- Creo en que no hay nadie que te conozca mejor que él, ni siquiera Laurent. Así que si él dice que es mejor que no sepas nada, yo creo en él.

- Gracias. – dije mientras me levantaba y la cogía del brazo para que hiciera lo mismo. – Es justo lo que necesitaba oír.

Jeremy me conocía muy bien, lo había demostrado en innumerables ocasiones ya. Así que solo podía hacer una cosa, creer yo en él.

Llegamos a la tienda y ya no había ningún tipo de discusión entre Júnior y Jeremy, el primero estaba ayudando a Henry con las hierbas y el segundo estaba sentado mirando unos mapas de la zona. Nada más verme llegar, se levantó y corrió a mis brazos.

- Te eché de menos. – me dijo dándome un dulce beso.

- No tanto como yo. – y le devolví el beso con ganas.

Oímos algún tosido de fondo, de esos que querían decir que estábamos en público como para mostrar tanto amor. Pero no me importaba nada, estaba en los brazos de mi Jeremy, al fin.

- Te veo muy bien, mi Lady. – me dijo Henry con un vaso lleno de un liquido verdoso y asqueroso.

- Estoy segura que no necesito eso que tienes en la mano. – contesté con asco.

Todos se rieron, pero todos me obligaron a bebérmelo. Eché las culpas a Júnior por retarme con lo del subterráneo, de no ser por él, nada de esto hubiese pasado.

El brebaje de Henry sabía peor que olía y mucho peor de lo que parecía, pero me lo acabé de un trago y no tardé ni cinco minutos en encontrarme totalmente perfecta. Una vez eso, Jeremy habló con unos cuantos protectores y nos pusimos en marcha, de vuelta al St. James.

- ¿Por qué viene Júnior con nosotros? – pregunté por el camino intentando que él no me oyera, sin mucho éxito he de decir.

- Ya te lo dije, pequeña. Soy tu entrenador. – contestó acercándose a mi lado y guiñándome un ojo.

Aún no tenía claro que impresión me causaba mi nuevo entrenador, pero si seguía fiándome de Jeremy, estaba claro que no debía gustarme, pues él parecía muy descontento de tenerle con nosotros. 

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Y Laurent se volvió a ir.... ooohhh!! jajajaja!! Pero sembró una duda muy importante... u.u

Quisiera agradecer a todas esas personas que me han felicitado el sábado por mi cumpleaños, han sido muchas y aunque creo haber contestado a todas, si me he dejado a alguien, mis mil disculpas :D

Le dedico este capítulo a una de esas personas que me siguen fielmente :D jajajaja!! Susynha, este es para ti. Además les recomiendo sus hitarías :D Espero que te haya gustado... 

Y ya saben, si les gustó, no se olviden de darle a la estrellita, se lo agradecería mucho. Y si quieren comentar algo, pues sena bienvenidos... ¿Qué les está pareciendo el inicio de la segunda parte? ¿mucha intriga? ¿tienen alguna teoría? cuenten cuenten... jejeje!! 

Gracias y muchos abrazos :D

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