Sueños
Estimados miembros del comité:
Mi nombre es Peach Marie Hoop. Curso el último grado de secundaria con promedio de 8,8. Pertenezco al grupo estudiantil de canto y teatro. He participado en innumerables concursos, en los cuales he sido ganadora o quedado entre los primeros lugares.
Deseo ingresar a la Real Academia de Música en Londres, institución que hace gala de su prestigio y distinción. Al optar como candidata a la beca Perlman, podré costear los gastos y cumplir con el sueño de mi madre, Alanis Hoop. Que, en su juventud, su sueño fue poder ingresar a dicho lugar, pero por fuerzas más poderosas, ella no pudo alcanzarlo.
Por eso anhelo honrar su recuerdo ganando la Beca Perlman.
Se despide,
Peach M. Hoop.
Doy por terminado mi ensayo, sin contar las incontables horas que duré para escribirlo. Procedo a imprimirlo y lucho contra el impulso de comenzar una vez más para realizarle una que otra corrección. Lo leo por última vez, sé que tengo una vena pesimista y masoquista, pero no me siento a gusto con lo que acabo de escribir, mejor busco la opinión de papá.
Encuentro a papá en la cocina. Al no estar mamá, él con el paso del tiempo se convirtió en todo un chef. No lo halago muy seguido, temo que se vuelva un poco engreído.
—Papá, ¿podrías concederme unos minutos? —Ni se inmuta—. Necesito que escuches esto.
—Peach, permíteme, por favor, que acabe esto. —Lo veo apagar las hornillas—. Te estoy preparando papas a la francesa, tus preferidas.
Ese no es mi plato preferido, muy bien que lo sabe. Aunque con estos nervios, me es imposible intentar comer algo. Nos sentamos en la mesa y luego de varias respiraciones, empiezo a leerle lo que escribí.
—¿Qué te pareció, papá?
—Peach... —Medita antes de responder, luego me brinda una media sonrisa antes de preguntarme—: ¿Te sientes a gusto con lo que escribiste?
Miro hacia arriba, confundida, y me cruzo de piernas. Trago saliva para tomar un mechón de mi pelo para estirarlo mientras me quejo. Mi padre se acerca para abrazarme, me da consuelo y ánimo. Me dice que deje de sentirme presionada, si rechazan mi petición no será el fin de mi existencia. Me insta a que disfrute del proceso y punto.
Volvimos a leerla en la cena, fui sincera con mi deseo de no participar y darle una excusa poco creíble a Lynn. A mi padre no le pareció justo que le hiciera eso a mi amiga, y más cuando ella hizo todo su esfuerzo por ayudarme. Aparté mi cabeza, poco dispuesta a oír su discurso.
En vista de eso, mi padre toma mi carta y me pregunta mi contraseña para acceder a mi correo personal. Se lo digo sin pensar, no tengo nada que ocultarle. El indicio de una sonrisa se dibuja en sus labios al salir de la cocina rumbo hacia la sala. Lo sigo con la mirada, lo veo encender su Laptop. Mi corazón se hunde cuando lo veo transcribir mi nota.
Tomo una respiración rápida, me levanto de la mesa y corro hacia mi habitación. Necesito esconderme, son tantas dudas y preguntas por una dichosa competencia a la cual no pedí participar. Escucho cuando mi padre abre mi puerta. Se arrodilla con cuidado en mi cama para decirme:
—Hija, no está mal sentir temor ante situaciones que no podemos controlar. —Toma mi mano para depositar un beso en ella—. No puedes permitir que eso te limite de vivir experiencias nuevas.
—Lo sé —musito y examino sus orbes.
—A tu madre... —Respira hondo. Siempre que va a hablar de ella, se le atragantan las palabras—. Le hubiera gustado que no te rindieras sin haber luchado primero. Que no te importara qué tan grande fuera o de dónde viniera, Peach. Ella te amó con todo su corazón mucho antes de haberte conocido y sé que tenía la certeza de que serías una gran luchadora... como lo fue ella.
Mi corazón se quebranta y él suelta mi mano. Deposita otro tierno beso en mi cabeza antes de marcharse. Una mezcla de tristeza y esperanza se revuelve en mi interior. Me siento y busco la foto de mi madre. Es la única en donde estamos juntas.
Mi padre captó el momento en que ella depositó su primer y único beso en mi diminuta frente, con lágrimas en sus ojos y una enorme sonrisa en sus labios. Con lentitud, comienzo a sacudir mi cabeza. Luego, con hombros caídos, le doy un leve pico al papel.
—Daría hasta lo que no tengo... —Mis lágrimas ruedan por mis mejillas—. Con tal de que me dijeras que deje de ser tan exagerada por esta estúpida beca. —Sonrío sin humor—. Me haces mucha falta, mamá.
Dos semanas después...
Temprano en la mañana, recibí en mi bandeja de entrada la comunicación por parte de los organizadores de la beca Perlman, me informaba que tendría una entrevista con ellos dentro de dos días en el salón de actos de la Matura después de clases.
Esos dos días volaron. Mi ansiedad se convierte en un monstruo gigante difícil de manejar. Hoy es el gran día; anoche preparé una mini lista para que no se me olvidara nada. Enciendo mi reproductor de música, The lazy song de Bruno Mars se hace presente. Todo me fluye mejor cuando hago las cosas al escuchar esas tonalidades u otras.
Tarareo y hago un intento mediocre de moverme al ritmo de la música. Decido escribirle un mensaje a Lynn por WhatsApp.
¿Estás?
Dejo el teléfono en mi sillón, Lynn nunca contesta al primer timbrazo, ni mucho menos contesta los mensajes en un rango que no sea de una o dos horas después. Así que aprovecho para mimarme con un baño relajante. Hidrato mi piel y lavo mi pelo. Amo la sensación de frescura y limpieza que emana de mi cuerpo. Rihanna con Diamonds, es el toque maestro para que mi buen humor se expanda por toda mi habitación. Chequeo mi móvil y como lo pensé, la princesa Tatjana ni se asoma.
Al no recibir ni señales de mi amiga, elijo yo misma mi ropa: una falda de color negro estilo campana que me llega hasta las rodillas, lo complemento con una chompa del mismo color, medias negras y zapatos oscuros tipo pulsera de tacón medio.
Con la ayuda de unas horquillas, me hago una media cola. No me gusta mucho el maquillaje, pero le doy vida a mis ojos con Kohl y brillo de labios. Al salir, me doy cuenta de que el clima no es mi aliado en estos momentos. ¿Dónde estará Noé con su arca?
Llego al salón de actos con mucha dificultad, por más que traté de no mojarme, no pude lograrlo. En fin, ahora me encuentro sentada en una fila de asientos esperando mi turno. Apesta que te evalúen; miro hacia ambos lados, ansiosa. Espero en silencio a que me llamen. ¿Estaré a la altura? ¿Me tomarán en cuenta? ¿De verdad canto bien?
—Lo harás bien, hija.
Asiento y le devuelvo la sonrisa a mi padre que no me escuchó cuando le dije que quería hacer esto sola. Cuando llegué al recinto, tanto él como Luccas y Lynn, me esperaban. Mis piernas me tiemblan a la vez que siento que un escalofrío recorre mi espina dorsal. Trato de luchar a través de mis propios nervios, a lo último les digo que tengo que ir al baño.
—Debería de llevarla a ver a un ginecólogo.
Escucho la sugerencia que le da Lynn a mi padre con el fin de molestarme. Le saco la lengua, ella me da una sonrisa breve y falsa.
—Te acompaño. —Lynn se levanta de su asiento, entrelaza su mano con la mía—. Necesitarás de mis servicios.
—Ten cuidado, Pesca —me advierte Luccas sin apartar su mirada de su móvil—. Dio sa cosa ha in mente quellastrega. (Sabrá Dios qué planes tiene en mente esa bruja).
Lynn casi me arrastra por el pasillo, murmura improperios acerca de Luccas. Tanto ella como yo no entendimos ni papa de lo que nos dijo, pero conociéndolo, sé que fue algo referente a mi amiga. Cuando llegamos al tocador, ella parece rara.
—Se puede saber, ¿en qué rayos estabas pensado? —Me da la vuelta con brusquedad para quedar de frente al gran espejo—. ¿Quién te asesoró? ¿Chi Chi La Rue?
—Nadie lo hizo, lo hice yo solita —suelto, molesta—. Es tu culpa, te llamé y no me contestaste. Además, tampoco estoy tan mal, ¿o sí?
Un suspiro suave escapa de su boca, se cruza de brazos y hace negaciones con su cabeza.
—Peach, pareces que iras al funeral de los locos Adams. —Esboza una hermosa sonrisa—. Menos mal vine preparada.
Saca de su enorme bolso un secador de pelo, cepillos, sets de maquillajes y un millón de cosas más.
—¿Siempre llevas contigo todas estas cosas? —indago un poco intimidada.
—Por lo general, no. —Me guiña un ojo—. Pero sentí una corazonada contigo y, por lo que veo, no me equivoqué.
Cierro los ojos y gimo para mis adentros, dejo que Lynn juegue conmigo como si fuera una muñeca Barbie. Me aplica todos los cosméticos y cepilla mi cabello, entonces pienso que en realidad todo esto es lo menor de mis preocupaciones.
En menos de veinte minutos, he terminado con un moño chingón y un maquillaje sencillo, pero a la vez difícil de ignorar. Tras de eso, Lynn trajo unas bailarinas de cuero burdeos. Me quitó mi chompa para sustituirla con un Jersey de cuello alto, también burdeos, y un blazer azul marino.
La chica que me devuelve la mirada desde el espejo no se parece nada a mí. Abro los luceros de par en par, y me acerco más al espejo para estudiarme con detenimiento.
—Vaya, Lynn, ¡me encanta! Me veo tan diferente... —Hago una pausa—. ¡Gracias!
Me vuelvo hacia ella con una sonrisa de oreja a oreja. Parece muy satisfecha consigo misma.
—Solo me he limitado a destacar tu belleza natural, boba. —Después se carcajea y guarda todos sus utensilios—. De todas formas, deja de mirarte tanto. ¡Eres hermosísima, Peach!
Cómo me gustaría poder creerle, en cambio, le agradezco todo lo que ha hecho por mí, le doy un fuerte abrazo y reparto cientos de besos por su rostro. Se queja entre carcajadas. Somos interrumpidas por Luccas, quien nos habla detrás de la puerta.
—Pesca, te acaban de llamar y como sé que Lynn acaba de desfigurarte, es mejor que te apures.
Retrocedo un poco en busca de aire, siento cómo todo mi cuerpo se tensa. La hora llegó... Debo de resolver mi reciente deseo de usar el baño.
Glosario
Matura: Bachillerato. Para el acceso a la Matura es necesario haber pasado la clase OS4 y haber obtenido la nota "aprobado" en dos disertaciones: alemán, inglés o francés, matemáticas o la materia de especialidad con el nombre más grande de horas semanales en total.
Chi, Chi La Rue: o Larry David Paciotti es un travesti y director gay conocido por interpresar dicho personaje.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top