La invitada no esperada

—Mi Wrathly.

¿Acaso escuché la palabra «mi», como adjetivo posesivo? ¿Quién es esta tipa? ¿Quién la invitó? Le sonrío mientras una ligera molestia me atenaza el estómago. Parecer ser que se conocen, lo digo por la forma en que Wrathly corresponde al afectivo abrazo que me veo obligada a presenciar.

—¡Madi! —contesta entre una mezcla de alegría y sorpresa—. ¿Qué haces aquí?

—Estoy visitando a una amiga. —Ella arquea una ceja—. ¿Y dónde está Akos, Wrathly?

—Anda cerca.

—Diría que él siempre está demasiado cerca de ti. —Sonríe, burlona. Nos mira como si fuéramos nosotros los que interrumpimos—. Veo que has hechos amigos aquí.

—Así es, Madi.

Enseguida Wrathly nos presenta a todos, se le dibuja una ligera sonrisa burlesca al escuchar mi nombre. Apuesto que pensó en la cachorra de su "amigo" y como si fuéramos robots programados, le respondemos con la sonrisa forzada, menos Luccas, ya que sus ojos brillan al repasar una y otra vez a la pelirroja.

La tipa que no es más que una combinación de la Sirenita Ariel y Cheer, la osita cariñosita morada, toma asiento y envuelve su mano, en el proceso, en el brazo de Wrathly como si su vida dependiera de eso.

Wrathly se mueve, busca una mejor posición en su asiento, se nota que no está cómodo. Y cómo podría estarlo con esa técnica de inmovilización estilo boa constrictora que ella quiere disfrazar de abrazo.

—¿Conozco a esa amiga que visitas aquí en Vaduz, Madi? —cuestiona él al rascarse la cabeza.

—Es una nueva amiga —se apresura a contestar—. Y claro que no la conoces, me tienes abandonada —se queja—. Deberías de darme un tour por Vaduz. —Dibuja circulitos con el dedo índice en su pecho.

¿Acaso son novios o qué? Esa pregunta me ronda en la cabeza de manera insistente. Alarmada, me doy cuenta de lo que siento: celos, por un chico que apenas conozco. Pierdo mi norte.

—Yo podría enseñarle algunos lugares emblemáticos de Vaduz junto con unos datos muy interesantes —se ofrece Luccas con tono seductor—. Conozco a Vaduz come il palmo dellamia mano.

—Bah, no sabes ni dónde queda tu casa —acusa Lynn—. Además, ¿qué le dirás? ¿Qué nuestra economía depende del turismo y los servicios financieros? ¿O qué tenemos una de las peores selecciones de la historia del fútbol? Eso se lo puede decir el señor Google.

—¿Celosa, Strega? —Arquea una ceja, vanidoso.

—Cierra la boca, Luccas, tu saliva por esta chica puede causar un accidente mortal. —Toma un poco de su malteada—. Tu nombre es Madi, ¿verdad? Con tanto parloteo por parte de Luccas, se me olvidó.

—Descuida, mi nombre es Madison Grether. —Le sonríe con timidez, pese a que por sus ojos chispea fuego hacia Lynn, luego observa a Luccas—. Grazie, seimoltogentile.

A Luccas se le hincha el pecho al escuchar que la pelirroja puede hablar italiano. Bueno, cualquier podría saber que significa «gracias, eres muy amable». A mí no me engaña con ese aire de ángel bajado del cielo.

—Qué agradable casualidad que ustedes dos se encontraran en un restaurante tan poco frecuentado. —Lynn alza una ceja, sorbe lo que queda de su batido—. Lo digo en comparación con los otros restaurantes que están abiertos aquí en Vaduz.

—Tal vez no sea casualidad, sino cosas del destino —resuella la pelirroja apoyando un codo sobre la mesa, porque el otro aún lo mantiene envuelto en el brazo de Wrathly.

Qué traigan las armas, porque aquí habrá un combate estilo gladiador. Aunque debo de reconocer que la actitud de mi amiga se debe a que trata de quitar la marca invisible que puso la pelirroja en Wrathly.

Ninguno de los que estamos aquí dice nada por los próximos cuatro minutos. Otra mesera que trae en manos una bandeja con algunos sándwiches, algo que estoy segura de que nadie ordenó, los coloca sobre la mesa.

Ella nos dice que esto es cortesía de la casa por animar el lugar. Observo mi sándwich, le quito los tomates, siempre he dicho que estos me causan mal aliento. Miro cómo la pelirroja le acerca su plato a Wrathly, el cual casi se lo come de un solo bocado. Lynn me abre los ojos para que no permita que la recién llegada me robe mi momento. Niego con la cabeza y muerdo mi emparedado. Ella insiste y suspiro, derrotada.

—¿Qué estaban haciendo ustedes antes de que llegara? —cuestiona la sirenita.

—Interpretamos una canción de AC/DC —informa Wrathly y se limpia la boca con una servilleta—. Idea de Lynn, por cierto.

—Parece que eres la reina de la fiesta, Lynn—señala la no deseada.

—Qué va, chica, Luccas y yo estamos aquí por Peach. —Lynn toma la rodaja de tomate que quité de mi sándwich—. Estaba aquí con Wrathly jugando a las manitos.

Mierda. ¿Cómo se atreve a soltarle eso como si se tratara de una noticia vieja? Masajeo mis sienes para contemplarla con reproche. Se encoge de hombros como restándole importancia a mi advertencia. Luccas empieza a reírse y mi enfado se expande como un globo que se infla.

—¿Cuál tema interpretaron? —agrega la sirenita, le resta importancia al comentario de mi futura difunta amiga.

Highway to Hell —aclara Wrathly—, Peach puso la voz, yo la secundaba con mi violín.

La sirenita me examina de arriba abajo, luego sonríe como si me tuviera lástima. Vuelve a analizar a Wrathly, noto que se le ilumina la cara antes de añadir:

—Eso me recuerda a nuestra actuación en la pasada Navidad. ¿Lo recuerdas?

—Cómo olvidarlo, escuché los comentarios por días —responde él y trata de quitarle sus dedos de su brazo, pero solo consigue que ella se aferre más.

Madison se gira, sonríe al ver el piano.

—¿Qué te parece si lo hacemos otra vez? —Ella lanza una mirada envenenada a ambas—. Así tus amigos sabrán por qué digo que nuestra colaboración fue tan fenomenal.

—No lo sé, Madi —se excusa Wrathly—. No estoy muy seguro.

—Vamos—le suplica—. Siempre me dices que no.

—Tómalo como una señal, amiga —añade Lynn, sonríe con un brillo malicioso en la mirada—. Anímate, Wrathly, nosotros también nos "morimos" por ver esa colaboración tan fenomenal que dice tu amiga, ¿no es así, Peach?

Mis ojos se llenan de lágrimas, primero mis amigos sabotean mi no cita. Luego aparece esta chica que me restriega en mi propia cara que ellos parecen ser algo o están de camino a eso.

—Claro —musito con voz apagada—. Me gustaría verlos.

Madison aplaude y le da ligeros toques a la mesa.

—¡Ya lo escuchaste, Wrathly! —Aprovecha para estamparle un sonoro beso en su mejilla—. Vamos, no los hagamos esperar.

Mady se lleva a Wrathly una vez a la tarima, las personas empiezan a aplaudir al darse cuenta de que animarán el local una vez más. Me estoy siendo como la mierda, esto no está saliendo como pensé. Demasiada gente a mi alrededor.

Lo de mis amigos puedo manejarlos a puertas cerradas, pero, ¿cómo puedo enfurecerme con una entrometida y resbalosa pelirroja con complejo de boa? Mi estado de ánimo cae en picada.

—¿Estás bien, Pesca? —me pregunta Luccas, su voz no es más que un susurro.

—¿Vas a permitir que esa tipa venga aquí como dueña por su casa? —me reprocha Lynn.

Me cruzo de brazos, ofendida ante el reproche de mi amiga. Asiento y me trago una punzada de celos. No puedo hacer nada a menos que la tome por las greñas y la saque a patadas del lugar. Yo no soy así, no tengo ningún derecho en hacer eso, aunque lo desee.

A leguas se nota que los que sobran, somos nosotros. Veo cómo la sirenita levanta la tapa del piano y comprueba que no está desafinado. Se posiciona para comenzar a interpretar la canción de Michel Jackson: They Don't Care About Us.

https://youtu.be/b_NEdMe7yGw

La atmósfera vuelve a cargarse de buena energía y sin contaminar. Las manos de la sirenita revolotean sobre las teclas del piano, al verla me doy cuenta de que tiene mucho talento. También no puedo ignorar la especie de conexión musical que tienen estos dos. Demasiada palpable para mi gusto.

Wrathly al moverse, se le suelta el pelo, algo que no es ninguna dificultad para continuar tocando su violín, está en su elemento. Las personas pululan por el salón con vasos en mano y moviéndose junto la melodía.

—Según Michel Eyquem de la Montaigne: «Los celos son una enfermedad del espíritu» —me dice Lynn, molesta.

—Déjame en paz, ¿quieres? —Aprieto los dientes casi al punto de dolerme la mandíbula.

Me levanto de la mesa para ir directo al baño. Necesito refrescarme la cara, la siento arder. Mantengo la cabeza gacha, mientras me abro paso por las personas. Trato de no mirar hacia la tarima, pese a ser inútil. La química entre ellos es evidente.

Los ojos de la sirenita se estrechan apenas se cruzan con los míos. Con rapidez, rompo el contacto visual con ella. Camino por el pasillo y oigo de fondo la música, es verdad lo que dicen, «los celos son como un fuego que se aviva con cualquier cosa, pero que no se apaga con nada. Cualquier cosa, por muy tonta que sea, servirá de alimento para avivarlos, pero nada les bastará para apagarse».

—¡Peach! —me llama mi amiga, la ignoro también. Ella me intercepta antes de que abra la puerta del baño, me da la vuelta—. ¿Qué rayos va contigo?

—Estoy bien. —Incluso yo escuché el ligero temblor en mi voz.

¿Estás así por Mera?

Eso sí que duele, por lo menos yo la llamaba por la sirenita Ariel, que suena más infantil. Sin embargo, al decirle Mera, me viene a la mente la despampanante Amber Heard. Mis mejillas arden de rabia y niego con la cabeza.

—Claro que estás así por ella, te conozco. —Sus orbes llamean.

No puedo ocultarle nada a mi amiga, ella sabe casi todo de mí. Sabe de mis complejos e inseguridades. No es la primera vez que permito que alguien con mejor apariencia, se burle de mí o me haga sentir como un ser insignificante.

Desde pequeña he tenido que vivir con esos micro traumas, alimentados por insistentes burlas, porque siempre fui la gordita del salón. Si no fuera por la ayuda de mi padre y de mis amigos, pensaría que nunca tendría el derecho de merecerme nada. He aprendido hasta cierto grado a trabajar en mi inseguridad y mi falta de confianza. El canto ha sido mi mejor aliado, en ese lugar es el talento y no tanto el físico que se toman en cuenta, me refiero a cantar en la Matura, porque si me voy del lado de la farándula, mi razonamiento se va al traste.

Por eso, cantantes como Adele, Aretha Franklin, Mariah Carey o Meghan Trainor, me han demostrado lo contrario. Aunque en este mundo tan plástico y superficial, ellas son solo una excepción a la regla.

—Sé que podrías estar molesta con nosotros. Dime, Peach, ¿qué hago yo mientras tú estás a millones de años luz? ¡Quiero escucharte! Es más, necesito que me aclares que está pasando por tu maravilla cabecita.

—Y, realmente, ¿qué quieres que haga? —contesto un poco enfada por sus reclamos—. ¿Qué escenifique una pelea digna de Alexis y Krystle?

—No estaría mal, pero lo que deseo es que reclames tu lugar. —Me mira con una expresión de conspiración: ojos entornados y los labios fruncidos—. A esa tipa solo le faltó orinarle encima para marchar su territorio.

—Solo quiero irme a casa —le confieso.

—¡Estás loca! —Mis entrañas se aprietan al ver su mirada depredadora—. Les prometimos que les daríamos otra función.

—Esa fuiste tú —suspiro y sacudo la cabeza

—¿Vas a dejarme sola en esto, Peach? —me acusa.

—¿Qué piensas hacer? —Toma mi rostro entre sus manos, me da un beso en ambas mejillas como si fuéramos de la mafia italiana—. Le enseñaremos que en esta perrera no cualquier perra puede venir a labrarnos.

No puedo evitar reírme ante su comentario, antes de que pueda responderme, escuchamos los aplausos y silbidos de las personas.

—¿Tienes en mente cuál canción interpretaremos? —Pido en mi interior que mi amiga desista de su loca idea.

—Tenía una pensada, antes de que llegara la hermana perdida de Elmo. —Sonríe—. Le dejaremos un mensaje con esta canción, Peach.

—¿Puedo saber cuál canción es?

Love Is a Battlefield de Pat Benatar.

Soy arrastrada por el pasillo que conduce a los baños con el exterior, llegamos a la tarima aún en el auge de los aplausos. Mi amiga sube a esta tomando en sus manos el micrófono, los hombres empiezan a vitorear y a piropearla, ella les contesta lanzando besos por doquier. Madison cierra la tapa del piano y empieza a ayudar a Wrathly a bajar cuando Lynn les dice:

—¿Les gustó? —Acto seguido, pone el micrófono en dirección al público, los cuales les contestan de manera afirmativa—. ¡No los escuché! —Vuelve a poner el aparato y ellos responde con más entusiasmo.

—Les prometí que en esta yo bailaría para ustedes. —El público le aplaude—. Así que necesito a Peach, Wrathly y a los tres chicos que nos ayudaron con la primera canción... —Cubre el micrófono con la mano y gruñe hacia mi dirección—. Ven, ¿me vas a dejar sola?

Ni muerta dejaría a mi amiga como novia dejada en el altar. Doy un paso hacia adelante hasta que estoy a su lado. Me abraza y le pregunta al público si está listo para que rompamos los cristales del lugar. Le digo a los chicos, incluido a Wrathly, cuál es la canción que vamos a cantar. Daré lo mejor de mí, haré que este show sea recordado en los canales del tiempo en este restaurante. Los muchachos empiezan a tocar con la melodía.

Lynn comienza a volver loca a la gente con su movimiento de caderas. Yo no me quedo atrás, no tengo el cuerpo de mi amiga, pero, ¿quién dijo que una chica con unas libras de más no podría estremecer el lugar?

We are Young. Heartache to heartache we stand.

No promises. No demands. Love is a battlefield.

Me alboroto el pelo y miro a las personas por encima de mi hombro, imito los movimientos de mi amiga que coquetea y le sonríe a los chicos, los enloquece. Camino hasta posicionarme al lado de Wrathly, coloco mi mano en su hombro mientras entono las notas altas.

We are strong. No one can tell us we're wrong.

Searching our hearts for so long. Both of us knowing.

Love is a battlefield.

Luego animo a la gente a ayudarme a seguir la canción, junto las palmas con los movimientos de mi simpática amiga. Me aprovecho del momento y paso mi palma por el pelo de Wrathly, creo que no le molesta porque me sonríe.

Cuando finalizamos, la gente enloquece en una ovación interminable. Lynn me sonríe y trata de normalizar su respiración. Luccas sube para ayudarme con Wrathly. Nos abrimos pasos entre aplausos, además de sus súplicas para que volvamos. Al llegar a nuestra mesa, la sirenita vuelve en enrollar su brazo en "mi amigo", aunque este con amabilidad le dice que tiene que ir al baño. Luccas se ofrece a acompañarlo. Lynn y yo compartimos una mirada al ver la cara enrojecida de Madison.

—Estaba esperando a que terminaran su dúo muy al estilo de Cyndi Lauper.

Inclino mi cabeza hacia un lado y alzo mis cejas. Lynn sacude su cabeza.

—Ya sabes. —Me encojo de hombros y le resto importancia a sus palabras—. Las chicas solo quieren divertirse.

La sirenita Madison gira sus ojos con irritación.

—No estoy aquí para hablar contigo, Miss Piggy —gruñe de manera cortante—. Si no para advertirte, Lynn, que te alejes de Wrathly, porque él... es mío.


Glosario:

Michel Jackson: They Don't Care About Us: (en español: Ellos no se preocupan por nosotros) fue el cuarto sencillo del álbum History: Past, present and future, book I de Michael Jackson, que se lanzó al mercado en 1996.

Michel Eyquem de la Montaigne: fue un filósofo, escritor, humanista y moralista francés del Renacimiento, autor de los Ensayos y creador del género literario conocido en la Edad Moderna como ensayo

Mera: es un personaje ficticio que aparece en algunos cómics publicados por DC Comics. Creada por Jack Miller y Nick Cardy, el personaje aparece por primera vez en el cómic Aquaman #11  como una reina del mar.

Alexis y Kristle: son personajes ficticios de la serie de televisión estadounidense Dynasty de la década de 1980, creada por Richard y Esther Shapiro.

Love Is a Battlefield: El amor es un campo de batalla: es una canción escrita por Holly Knight y Mike Chapman, e interpretada por Pat Benatar.

Cyndi Lauper: Cynthia Ann Stephanie Lauper​, conocida simplemente como Cyndi Lauper, es una cantautora, multiinstrumentista, actriz, filántropa y empresaria estadounidense

Mister Piggy: es un personaje de ficción que empezó como secundaria en la serie de televisión El Show de los Muppets, pero poco a poco se convirtió en una de las protagonistas de la serie.

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