Caidos de guerra
Ese día despertaron por la madrugada sabiendo que debían juntarse con otros escuadrones para atacar el central campamento enemigo, un lugar infestado de soldados contrarios, donde era vital la compañía, ayuda, y concentracción, por lo que fue inevitable que desde el día anterior no aprovecharan cada momento a solas para besarse, hasta con esa escusa entre ellos, Seokjin no perdió la oportunidad de dormir entre sus cálidos brazos en la fría tienda de campaña donde durmieron.
La mañana brusca y fresca, llegó, decenas de soldados provenientes de otras cuadrillas paseaban por su campamento, preparando armamento y equipamiento para el mayor ataque que alguna vez efectuaron. Los nervios consumían a todos los ajetreados hombres del lugar, tanto, que nadie notó como el capitán más fuerte de la guerra, se llevó de la mano a un novato soldado a la profundidad del bosque, donde amoroso, coqueto y feliz, lo besó como si quisiera que sus labios recordaran cada gesto de su rostro sin pensarlo demasiado.
Una de sus manos se unió con la ajena, y otra rodeó su delgada cintura con fuerza, como si solo fueran ellos dos en ese lugar, como si el ajetreo y ruido de miles e soldados a varios metros, no se escuchara en lo absoluto para ellos.
Su toque se volvió más audaz, la mano libre de Seokjin peinó sus negros cabellos como si quisiera acercarlo más, como si no deseara perder la sensación de tenerlo cerca. Solo la escasez de aire les obligó a separarse, para finalmente encontrarse con la tranquila y divertida sonrisa contraría a causa de su tonta travesura.
—Capitán... Soy feliz...— Su risa leve fue vivaz y tan bella, como para apaciguar todo miedo por esa pronta batalla. Yoongi creía que solo Seokjin podía provocar un sentimiento tan difícil de conseguir, en un momento así —Yo esperaba encontrarme con usted... Porque hay algo que quiero preguntarle desde hace mucho tiempo...— Se mostró nervioso, lo notó por el fuerte agarre proyectado en el apretón que recibían sus manos de su parte, por lo que fue rápido en acercarse a él para besarlo una vez más, sutil, rápido, y amoroso, incentivandolo a continuar. —¿Puedo llamarlo por su nombre, capitán?— Sus manos ya no se sostenía, solo podía sentir como Seokjin acariciaba su mejilla y el disfrutaba de ese tacto calido.
—¿Intentas perder todo el respecto que tienes conmigo?— Seokjin tontamente asintió, y Yoongi solo rió por ello —Entonces me parece bien... —Entre ellos hubo un último beso, porque a lo lejos llegaron a escuchar a sus superiores llamando a formación para comenzar con su más dura batalla, por lo que no se separaron hasta que la falta de aire fue brutal para ambos —Sobrevive, Seokjin...
—Lo mismo digo... Yoongi— Su boca fue cubierta por sus propias manos al decir su nombre con tan poca formalidad, nervioso pero contento por lograrlo, y Yoongi casi sintió su corazón explotar por su latente palpitar. Su nombre sonaba tan bien dicho por su calida y emocionada voz.
—Está noche, debemos hablar, hay algo que debo decirte, así que tómalo como una orden— atento sostuvo su rostro y acercó sus labios a la frente ajena, dejando un suave y último beso antes de ponerse de pie, pensando en volver a su común lugar de formación —Nos veremos luego de esto, mucha suerte, Jin...
Se prepararón de todas las formas posibles luego de su cálido momento, y tiempo después, se les ordenó el comienzo del plan; se dividieron en grupos por escuadrón, pero dada la reputación y el talento que demostró, su grupo fue dividido y asignados como lideres de varias tropas temporales, incluyéndolo a pesar de su inexperiencia. Cuando llegaron al lugar, en silencio, todos se posicionaron sin ser vistos y a varios metros de ellos, rodeando el gran perímetro que abarcaba el principal campamento enemigo, comenzando con una abismal masacre gracias una sola bala, y una primera baja que alertó a todos el comienzo de una guerra brutal.
Seokjin se centró en esa batalla, su fiel arma fue su mayor aliada, no pensó mucho en las vidas que arrebata con cada bala, tampoco se distrajo al ver como uno a uno, su escuadrón encargado, caía. El humo y polvo le hizo perder toda visión, y su entornó solo se llenó de gritos, órdenes, y explosiones, hasta casi pierde el sentido cuando una cruel bala dio justo en su pierna.
Fue ayudado por uno de los soldados a su mando, quién le hizo un rápido torniquete que detuvo su sangrado. Ese chico de su misma edad, insistió en que descansará o huyera de allí, pero estaba decidido a continuar, fijo y serio en la idea de sacrificar su corazón y su vida por su familia, y por su capitán, por lo que tomó su arma como pudo, y se negó a dejar la batalla a pesar de su dolorosa herida.
Todo se extendió más de lo esperado, una misión que parecía ser rápida y bien plenada, terminó por acabar luego de llevarse consigo la vida de miles de soldados, tantas fueron las bajas de su lado que, cuando el polvo bajó y su visión fue clara, logró ver cadaveres uno sobre otro en una escena que parecía de una sangrienta película, y a pesar de su victoria, sintió esa masacre como una perdida innegable.
No podía mentir, estaba asustado luego de ver tantas muertes, asi que, aún herido, recorrió atento el terreno, viendo a todas partes en busca de alguna señal de su capitán. Podía ver como poco a poco sus compañeros se llevaban cadáveres que por suerte no eran de su escuadrón, hasto logró ver a mucho de ellos sanos y salvos, pero con cada segundo que pasaba, su busqueda comenzaba a ser más y más alarmante. Militar tras militar caminado a su alrededor y ninguno era él.
En su urgente busqueda no notó como su herida sangraba dolorosa, no se dio el tiempo suficiente para pensar en ello hasta que fue insoportable, podía jurar que sentía como es bala de movía entre los musculos de su pierna, dándole un dolor agonizante, y cuando creyó que no podía más, que iba a caer perdiendo la conciencia por su borrosa vista, fue sostenido por un fuerte cuerpo, uno que lo envolvió entre sus brazos con cuidado, y que procuró que cayera al suelo de rodillas con el menor dolor posible y sin herirse aún más.
—¿Acaso tus piernas son imanes de balas, Jin?— Su voz, la sentía casi lejana, pero al mismo tiempo tan clara, hasta logró oír como el pedía más espacio a otros soldados cercanos —Por favor, no te duermas, vamos a recrear el día que nos conocimos, piensa en ello, y sostente de mi porque... Va a doler— Nuevamente no mintió, su sufrir no le permitió siquiera oír como su navaja se abría, pero fue sumanete conciente cuando la punta metálica entró a su piel en busqueda de aquella bala que destruyó su pierna —Te dije que pienses en ese día... Puedes morderme si quieres, ya termino... Solo un poco más.
Sus voz se oyó tan cercana, tan suave y comprensiva como siempre, que por un segundo creyó olvidar todo, sus manos ya no presionaron con fuerza la tierra del suelo, sino que fueron dolorosas a sostener el sucio y ajeno uniforme, mientras que también su rostro se ocultaba sin pena alguna en su cálido cuello, justo como aquella primera vez. Fue atento al ver su pálida piel una vez más, le volvía a sorprender como siempre se mantenía tan terza y limpia, sin siquiera un mínimo bronceado por el sol, y sobre todo, tan suave, lo sintió cuando sus dedos pasearon por ella, y aún más cuando sus labios atrevidos la besaron, solo un toque, un tacto leve que estremeció a su capitán.
—Yoongi...
—Seokjin... Termine— Pudo ver en él una pena que nunca vio, y cuando observó hacia su pierna, efectivamente ya se encontraba vendada con una tela que, podía asegurar, antes formaba parte del uniforme de su capitán —Todo estará bien... Te llevare con los enfermeros...— Se notaba hasta en su voz el temblor de una llamativa vergüenza, era tan nuevo verlo así, al punto que podía oír los propios latidos de su corazón por la sola escena de su capitán sonrojado.
Ese día terminó con una gran celebración por su victoriosa batalla, entre todos los soldados que participaron, lamentablemente él no pudo disfrutar del gran festejo, ya que fue llevado a la base principal para tratar mejor su herida, lejos de sus amigos, lejos un ambiente cálido y feliz, y sobre todo, lejos de su capitán.
Se encontraba solo, en una camilla por la que seguramente habían pasado más soldados muertos que vivos, rodeado de otras personas en igual o peor estado que él, la mayoría inconciente, y muchos otros siendo constantemente checados por enfermeras, hasta aún cubierto por esas cortinas que eran un intento de separarlo de los demás y darles privacidad, podía escuchar cuando ellas llegaban a la tienda, en especial porque, la enfemeraba que acababa de entrar, hizo más ruido del que normalmente deberían hacer con pacientes cercanos. Escuchó sus pasos apresurados, y era aún más irritable para él por lo molesto que ha se encontraba por estar en ese lugar, pero casi desfallece del susto cuando su cortina repentinamente fue abierta, sorprendiendolo con su alegre capitán, quién llevaba minutos buscándolo entre tantos heridos, alterando el orden del lugar solo por él.
—Por fin te encontré, tenemos que irnos, Hoseok está distrayendo a las enfermeras, si comienza a habrar de sus cicatrices de nuevo, ellas volverán. Puedes caminar ¿verdad? Te serviré de apoyo, así que sostente bien...— Sus brazo no dudaron un segundo al rodear el cuello de su capitán, contento por verlo de nuevo, procurando no apoyar nada contra su herida pierna, y atreviéndose a besarlo por lo feliz que estar a su lado, viendo nuevamente como él se cohibía ante sus repentinos besos.
—Gracias por venir, capitan...
—Soldado, tu y yo tenemos una cita, no permitire que falles en mis órdenes.
En la oscuridad de la tienda ambos comenzaron a reír, mientras intentaba en silencio escapar de allí. Seokjin podía sentir el agarre sutil en su cintura por su parte, era tonto, lo sabía, pero le encantaba la calidez de sus dedos en su cuerpo, le gustaba ver su sonrisa mientras veían a los lejos a Hoseok hablando con las dos cansadas enfermeras de turno, adoraba sentir como cubrió sus ojos con una venda con tal de que su planeada cita fuera un sorpresa, sintió una emoción indescriptible cuando llegaron a una tienda lejana a las demas, armada únicamente para ellos, con una cena especialmente para él, y quiso arrojarse a sus brazos cuando le mostró con timidez la cena que él creía sencilla, pero que para Jin, era la de un restaurante de primera.
Yoongi recibió más besos de los que esperaba antes de siquiera sentarse en su silla, vio el brillo hermoso de su mirada solo por la comida fresca que hizo hasta lo imposible por encontrar, se rió de sus gestos asqueado al probar el vino que tardó tanto en conseguir, y admiró con cariño su sonrisa hermosa y brillante por su cita.
—Seokjin, ¿quieres ser mi novio?— Fue adorable ver como detenía sorprendido su masticar tras su pregunta, atontado por haberla escuchado tan de repente en su conversación. Tragó fuerte cuando su capitán mantuvo su amorosa y feliz mirada en él, a la espera de una respuesta que ambos ya tenía muy clara.
Yoongi lo vio moverse, y no supo muy bien que intentaba hacer, no dejaba de observar sus piernas, hasta intentó adolorido moverlas, también tanteó sus manos en la mesa, como si deseara sostenerse de ella, pero al final, solo lo vio suspirar frustado, y luego de segundos, por fin devolvió su mirada con una sonrisa fingidamente frustrada en su rostro.
—Capitán, ¿podría por favor acercarse y besarme? Intento moverme, pero es imposible, y no encuentro otra forma mejor de hacerle saber que sí quiero...
Lo último que vio antes de sentir un cariñoso acercamiento y su respectivo beso, fue su sonrisa, esa que le aclaró la vida, una que relucía aún con la poca luz de las velas y que por si misma, parecía iluminar mucho más que ellas.
Aquella noche, ese amoroso beso propaso lo que planeaban, su disimulada mesa fue el lecho de una noche donde Yoongi perdió toda condecoración como superior, y Seokjin su gran decencia militar, porque nada se comparó con el placer de probar la intimida con quien amaba, porque el calor de su cotidiana fogata no se acercaba al ardiente fuego de tocar la piel suave del otro, porque sin importar el agonizante dolor de su pierna ante cada movimiento leve logrado por sus arrasantes estoscadas, sentía el placer calar cada nervio de su cuerpo, como si no existiera otra sensación más que ese miembro en su interior que se llevaba cada gota de agua de su sistema, y le provocaba un adrenalina casi irreal.
Fueron horas y horas, no estaba seguro de cuanto tiempo se encontró tocando el cielo y viendo las estrellas, pero tampoco podía importarle menos, porque olvidaba todo cuando él lo besaba y paseaba con sus dedos, cada centímetros de su seca piel, halagando cada herida y resguño, acariciando la cicatriz que él mismo sanó el día que lo conoció, y murmurando mil y un palabras de amor que aceleraban aún más su corazón.
Escuchó su nombre en tantos apodos cariñosos, que le asombró lo creativo que era, le susurró tantas veces que lo amaba, que Seokjin casi lograba pasar esas afectuosas palabras como algo normal, y lo declaró su salvador, solo una vez, justo cuando iba a acabar, cuando ese miembro vivido llegó a lo más profundo de su cuerpo y él apenas se sostenía de sus pálidos hombros desnudos. No lo entendió en aquel entonces, tal vez no lo pensó mucho más, porque luego de un orgasmos que nunca olvidó, su capitán lo besó, tan pasional, tan vivaz, tan él, que el mundo dejó de existir, y se vio solo en un único momento de felicidad en el que no pudo recordar más, un sentimiento que duro muchos, muchos años.
Cuando la guerra acabó en un trato que fingía ser pacifista y frío, casi lamentó la pedida por nada de sus miles de compañeros, pero, consciente de que continuar con ella significaba aún más muertes, entró en razón, y procuró guardar en sus memoria cada uno de sus rostros y nombres, agradeciendo día a día que sus compañeros, su capitán y él, sobrevivieran a la masacre de jovenes que fue esa guerra brutal.
Vivía su día a día intentado olvidar el dolor y las secuelas, pensando en lo mejor que le pasó, en como eso lo llevó a tener un gran hogar junto a Yoongi, recordando que toda su familia aún vivía en un país en tranquilo, y que sus amigos de cercanos lograron llevar una vida normal y feliz como lo merecían, aún así, cada año iba a ver a los caídos de guerra en el gran lugar donde yacían sus cuerpos, con placas tras placas con nombres que a poca gente le interesaba, siempre acompañado de su amada pareja y sus viejos compañeros de escuadrón, procurando dejar una flor en cada tumba desgastada que para un gobierno cruel, solo eran cifras acabadas.
Ese día la visita era especial, no solo eran veinte años desde que todo terminó, era también cuando su final feliz llegó, y nuevamente en compañía de su ex-capitán fueron al lugar, pero esta vez ambos llevaron sus uniformes, uno que Yoongi amaba ver en él, ya que, tan solo al momento de usarlo, vio su vivaz actitud renacer, contento porque aún le quedaba perfecto, reflejando un brillo precioso en los ojos que have ya tanto tiempo lo enamoraron.
Al llegar también los vieron allí, a sus antiguos compañeros, Taehyung, Jimin y Hoseok, conversando alegres e infantiles como si ninguno de los tres estuvieran entrantes a sus cuarentas, y aún lado de ellos, estaban Namjoon y Jungkook, como siempre, uno a un lado del otro, era hasta casi molesto que el más jóven aún negara haber sentido algo por Kim en aquel entonces, muy a pesar de que actualmente compartían anillos que simbolizaban su larga relación.
Todos se saludaron como si no se vieran casi diariamente, ambos hasta fueron halagados por lo bien que aún lucían sus uniformes, y como cada año, todos volvieron a llamar Capitán a su antiguo superior, un momento que Yoongi usaba para mandar a todos a dejar las flores para cada uno de sus fallecidos compañeros, a excepción de su amada pareja, alegando que Seokjin era su “subordinado favorito” y que por ende, se quedaría a su lado en todo momento.
Pasaron horas muy tranquilas allí, hasta que todos sus compañeros los dejaron a solas, despidiéndose con calma, invitándolos a sus hogares para cenar o simplemente pasear en cualquier momento, y hasta ambos llegaron a escuchar la infantil y ya común broma de Jimin a lo lejos, la misma que cada año repetía,“Estamos muy lejos, ya pueden besarse”, y como respuesta, esa única vez, Seokjin lo hizo, besó a Yoongi solo para responder esa molesta broma y porque siempre era bueno sentir el calor de los finos labios de su pareja sobre los suyos.
Se sentaron algunos minutos en un cercano lugar, uno a un lado del otro, viendo a las tumbas de las decenas de soldados caídos, en un tranquilo silencio, sosteniendo la mano del otro, y hasta sintiendo el cálido tacto de sus hombros.
—Veinte años, capitán... Veinte años desde que... Me dispararon por segunda vez en la pierna y usted llamó a mis extremidades imanes de balas...— Yoongi solo logró reír al oírlo tan divertido al hablar sobre eso, recordando ese agridulce día, que empezó con un abrumador miedo y terminó siendo mucho más feliz de lo que alguna vez espero.
—Deja de llamarme Capitán, Seokjin, se siente extraño ahora, tenemos casi la misma edad...
—Error, capitán, usted esta en sus viejos cuarenta y tres, y yo apenas estoy en mis treinta...— Omitió los claros ocho años que deberian acompañar sus treinta, pero Yoongi no iba a debatir su edad con él, en especial porque sabía lo sensible que Seokjin era con ello, y porque oír que lo llamaba “Usted” luego de tantos años, era gracioso —Justo como cuando nos conocimos y yo estaba en mis florecientes dieciocho, hasta me veo igual de joven y hermoso.
Claro que se veía igual, aún más con su uniforme, como si el tiempo no le pesara ni un poco, su pareja se veía como en esos viejos tiempos, hasta aún mantenía la energía, audacia y atrevimiento de los que se enamoró hace ya tantos años.
—No se puede negar, mi favorito siempre fue, es y será el hombre más hermoso de todos... Verte es revivir mi juventud, es enamorarme una vez más de ti, Seokjin...— Un fresco viento paseo entre ellos, y no lo hubiera sentido por lo hermoso de sus palabras, de no ser porque él ya se había quitado su chaqueta de oscuro verde, esa vieja prenda con decenas de insignias bordeadas que terminó cubriendo sus hombros como muchas veces ya lo había hecho —Te amo, Soldado...
Yoongi recibió un amoroso y brutal beso tras sus palabras, junto con un abrazo que casi logró arrogarlo al suelo de la emoción, uno que agradeció y apreció como ningún otro, porque al separarse solo centímetros, su amado Seokjin, le sonrió, y con un único cariño, habló.
—También te amo, capitán, Min.
💐
Urgen más fanfics con Yoonjin señores mayores viviendo una vida feliz y doméstica, solo digo.
En fin, acabamos con esto, si soy sincera aún me siento incompleta con este final, tal vez no en él sentido de que terminó bien sino que no salió como espera, es extraño, en fin, con que guste yo dare mi trabajo por terminado jajsa.
Eso es todo, gracias por leer.❤
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