✗Corazón Roto✗


Era injusto, tan injusto e insultante.

Desde que él se fue ella ha bailado sola a pesar de que llegaron miles de chicos a su alrededor.
Aunque debía confesar muy en su pútrida Ochako del fondo de lo más oscuro de su alma que, ellos no la satisfacían.

Porque en verdad, en verdad que sólo el arrogante cenizo la hacía poder llegar y podría jurar que no aguantaba más viviendo así.

Sólo cuatro meses sin bailar sola la volvían un caos, quizá se había vuelto una loca adicta, pero le ayudaba a olvidar el estrés y la carga laboral en sus hombros y por supuesto a dejar de lado a Bakugou.

¿Acaso era la única que había dado un lugar sólo a Katsuki?

La idea la deprimia, pero había algo que la consolaba: él nunca –hasta ahora– ha tenido una relación tan larga como lo fue con ella. Pero, estaba a dos meses de superarla y eso la hacía estar ansiosa.

Recogió los pedazos de vidrio, limpió el desastre y terminó bebiendo sólo leche y galletitas.

Miró el reloj: 12:47 am. Las lágrimas caían por sus mejillas regordetas apenas miró el suelo. Apagó todas las luces.

⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

Con el corazón roto bailó sola de nuevo, como no lo hacía desde hace cuatro meses. Sus mejillas ardían, sus ojos estaban acuosos  y el sentimiento de culpa, remordimiento, tristeza, celos, frustración y placer la embriagaban, todo junto a la vez, tan doloroso y placentero.

Su respiración se volvía rápida, estaba a punto de llegar, y si, de nuevo sola.


⊱⋅ ──────────── ⋅⊰

Una patada en la puerta la hizo levantarse de golpe de la cama.

—¡Maldita cara redonda! Llegas tarde, cabrona —le gritó en la cara cuando ésta abrió la puerta pasmada.

Uraraka retrocedió y tomó valor para salir a ducharse pasando por sobre Bakugou. Intentó tomar la toalla.

—¿Qué puta madre haces?

Lo miró un segundo. —Me bañaré —masculló molesta.

—¡Estamos una hora y media tarde! —gritó lanzandole a los brazos su maletilla con su traje de héroe.

Miró el reloj: 1:24 PM. Demasiado tarde.

Insegura miró a Bakugou y después la toalla, necesitaba bañarse. Apestaba a fluidos.

—¡Apúrate mierda!

De un codazo la empujó contra la puerta y la abrió, casi la pateo para que saliera del lugar. La llevó a rastras al taxi y ambos subieron.








•⊱⋅ ──────────── ⋅⊰•

Ochako andaba más vergonzosa que de costumbre.
Pasó su feroz mirada sobre ella.

La castaña jugaba con sus dedos, inclusive pellizcaba sus almohadillas, algo que a ella le molestaba enormemente, si, y por la puta madre que sabía que un pellizco normal para alguien no era la gran cosa, pero sobre las almohadillas de Ochako dolía como el demonio, eso dedujo con el tiempo que estuvo a su lado.

Ella dió un saltito cuando el chófer –con Quirck parecido al de un perro– comenzó a mover la nariz.

—¡Déjeme aquí! —abrió la puerta del taxi.


«¿Qué mierda?»


—¡Hey estúpida! Vuelve aquí, no estamos ni cerca —la jaló del suéter regresandola al asiento y cerrando la puerta de nuevo. —¿Qué mierda tienes? Loca.

Ochako parpadeó varias veces y mordió su labio. Sus ojos se llenaron de lágrimas y sus mejillas se colorearon de vergüenza.

La ignoró.

Bajaron frente a la agencia y ella casi salía por la ventana del taxi si no fuera por Bakugou que se apresuró a abrir la puerta del coche.

Miró como la mujer corrió al interior del edificio.

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