Prólogo
Cuando el Sol y la Luna se encontraron por primera vez se enamoraron perdidamente dando comienzo a su gran amor. Sucede que el mundo aún no existía y el día que Dios decidió crearlos, les dio un toque final, El Brillo.
Quedo decidido también que el Sol iluminaria el día y que la Luna iluminaria la noche, por lo cual, estarían obligados a vivir separados. Les invadió una gran tristeza y cuando se dieron cuenta de que nunca más se encontrarían, la Luna fue quedándose cada vez más angustiada a pesar del brillo dado por dios, fue tornándose solitaria.
El Sol a su vez había ganado un título de nobleza, Astro Rey, pero eso tampoco lo hizo feliz.
Dios, viendo esto, les llamo y les explico
—No debes estar triste, ambos ahora poseen un brillo propio, tu Luna, iluminaras las noches frías y calientes, encantaras a los enamorados y serás frecuentemente protagonista de hermosas poesías. En cuanto a ti Sol, sustentaras ese título porque serás el más importante de los astros, iluminaras la tierra durante el día, proporcionaras calor al ser humano y tu simple presencia hará a las personas más felices.
La Luna se entristeció mucho más con su terrible destino y lloro angustiadamente. El sol al verla sufrir tanto, decidió que no podría dejar abatirse más, ya que tenía que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había decidido.
Aun así, su preocupación era tan grande que resolvió hacer un pedido especial a él.
—Señor ayuda a la Luna por favor, es más frágil que yo, no soportara la soledad.
Y Dios en su inmensa bondad creo las estrellas para hacer compañía a la Luna, así no se sintiera sola sin el Sol
La luna siempre que esta triste recurre a las estrellas, que hacen de todo para consolarla, pero casi nunca lo logran.
Hoy ambos viven de esa manera, separados, el Sol finge que es feliz y la Luna no consigue disimular su profunda tristeza.
El Sol arde de pasión por la Luna y ella vive en las tinieblas de su añoranza. Dicen que la orden de Dios era que la Luna debería de ser siempre llena y luminosa, pero no lo consiguió porque es mujer, y una mujer tiene fases.
Cuando es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante y cuando es menguante ni siquiera es posible apreciar su brillo.Luna y Sol siguen su destino.
Él, solitario pero fuerte y ella acompañada de estrellas, pero débil.
Los hombres intentar, constantemente, conquistarla, como si eso fuese posible. Algunos han ido incluso hasta ella, pero han vuelto siempre solos. Nadie jamás consiguió traerla hasta la tierra, nadie, realmente nadie consiguió conquistarla por más que lo intentaran.
Sucede que Dios decidió que ningún amor de este mucho fuese del todo imposible, ni siquiera el del Sol y la Luna.
Fue entonces que él creo el eclipse.
Hoy sol y Luna viven esperando ese instante, esos extraños momentos que les fueron concedidos y que tanto cuestan que suceda.
Cuando mires al cielo a partir de ahora y veas que el sol cubre a la Luna, es porque se acuesta sobre ella y comienzan a amarse. Es a ese acto de amor al que se le dio el nombre de Eclipse.
Es importante recordar que el brillo de su éxtasis es tan grande que se aconseja no mirar al cielo en ese momento, tus ojos pueden echarse a arder al ver tanto amor.
Tú ya sabias que en la Tierra existían Sol y Luna. Y también que existe el Eclipse, pero esta es la parte de la historia que no conocías.
Versión Mirta Rodríguez
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Pero lo que más ignoraba Dios, o más bien, quería ignorar era el hecho que la Luna no era una mujer, sino un hombre. Al ver que sus creaciones más hermosas eran algo que el no quería, decidió separarlas para que así, nunca más se volvieran a amar.
Todos los días al observar el hermoso Sol y la hermosa Luna le entraba una gran angustia a su corazón, Dios todopoderoso nunca se arrepiente, pero por algún motivo, lo que había hecho no lo había hecho feliz.Al ver las insistentes súplicas del Sol, se dio cuenta el gran amor que ambos tenían, aunque no pudiera volver el tiempo atrás intento remediar la situación creando el eclipse.
Un día al observar ese hermoso momento de profundo amor, decidió convocarlos.
—Dentro de mil millones de años, ustedes bajarán a la Tierra, donde se van a poder amar inmensamente, pero no olviden su naturaleza, no va a ser fácil, pero tampoco imposible. En este periodo de tiempo solo van a tener el Eclipse como momento de encuentro, pero queridas creaciones, no se angustien, su tiempo llegara para amarse sin límites.
Sol y Luna agradecidos por el gran regalo dado por Dios, aceptaron. La pequeña esperanza para reencontrarse, ahora como humanos cada vez se acercaba más, la Luna brillaba cada día más al recordar que faltaba menos para encontrarse con su amado mientras que Sol cada día iluminaba más el Día, partir de ese momento, la Tierra se volvía cada día más caliente y brillosa.
El día del reencuentro se acercaba cada vez más hasta que la profecía se cumplió, el primero en ir a la tierra fue el Sol, quien espero pacientemente a su amado. Luego la Luna, años más tarde, logro bajar también. Impacientemente empezó a buscar a su amado, al darse cuenta de que este no aparecía, se sintió traicionado por Dios quien tomándose su tiempo, se decidió comunicar con ambas creaciones.
—No duden de mí, soy Dios, todopoderoso, creador del universo por lo cual, nunca traicionaría a mi Sol y Luna, aún no es el momento de su encuentro, así que esperen, dulces hijos míos, su momento llegara tarde o temprano. Vivirán eternamente hasta su encuentro, pero cuando ambos se amen, se volverán inmortales, como los otros seres de esta tierra. Si su amor es tan fuerte como ustedes creen, ambos se amaran a pesar del tiempo en que habiten.
Y como un rayo de esperanza, ambos aguardan su tan anhelado encuentro.
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