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"Siempre estaremos unidos a las personas que nos rodean, puede ser por un momento efímero o un momento eterno.
Reiremos, lloraremos, discutiremos y nos reconciliaremos con ellas. Siempre será así.
Pero debemos diferenciar las emociones y sentimientos que nos generan, porque puede causar muchas heridas y terminan rompiendo esos lazos que debían ser eternos"
Cuando Takeshi llegó a casa, se preocupó al no ver la dulce sonrisa de su pareja al abrir la puerta. Normalmente era el menor quien lo recibió y tomaba su brazo para contarle su día, pero en esta ocasión fue el mayordomo, quien con calma y un semblante melancólico le aviso que Izuku se encontraba en su cuarto desde hace un par de horas.
Al tener noticias de él, subió lo más rápido posible al cuarto de su pareja, notando como su olfato empezaba a percibir la sal de las lágrimas y sus oídos el pequeño quejido de dolor. Sensaciones que lo llenaron de más preocupaciones, las cuales solo fueron totalmente contempladas al abrir la puerta.
Lo encontró sobre la cama, con las sábanas completamente desordenadas y las almohadas tiradas por el suelo de la habitación.
Su cabello estaba aún mas desordenadas de lo normal, sus brillante jades ahora parecían sumergirse en un mar oscuro y profundo, mientras mantenía una sonrisa llena de dolor.
-Ta...kesh
No dejo que terminara de hablar, solo se acercó a él y lo abrazo con fuerza. Ocultando el rostro sobre su pecho, mientras sus manos sujetaban aquel pequeño cuerpo.
Noto la sorpresa y confusión en sus movimientos, al verlo alejarse lo suficiente como para ambos lograrán verse.
-¿Takeshi?
-Aqui estoy conejito. Ya llegué a ti.
Izuku, se irguió en su lugar, mirando el rostro ante él.
Lentamente subió una de sus manos y acaricio la mejilla, rozando aquellos cabellos negros que ya caían sobre los hombros de su amante.
Mientras eso ocurrió, Takeshi logro ver las heridas recientes en el menor. Su cuello marcado por sus propias uñas, sus muñecas enrojecidas por una gran presión y aquellos moretones en sus nudillos, reflejo de que el mismo se encargó de golpearse, de dañarse como un castigo.
No pregunto.
Solo empezó a acurrucar a su luz sobre la cama, acariciando suavemente su cuerpo y cantando suavemente una canción sin letra.
A su vez, Izuku lograba poco a poco recuperar los sentidos. Empezó a escuchar el crujir de cama, el canto de Takeshi y su propio corazón latiendo desenfrenado. Sintió el ardor en su cuello, junto a la molestia de sus muñecas y presión en su pecho y cabeza.
Había vuelto a ocurrir, había entrado en una crisis sin notarlo, ocultándose bajo el pretexto de castigo que había surgido en su mente al percibir sus propios pensamientos.
Sospechaba que la escuela lo sacaría por su falta de quirk, pero no pensó lo doloroso que sería recibir la noticia, más al ver la expresiones de su padre, Hitoshi y Aizawa.
Más encima se había sentido bien al engañar y tener resultados sin avisar a nadie más que a su persona. Se sentía poderoso y capaz de arruinar todo, pero al mismo tiempo, pequeño, deseando arreglar todo.
Aquello ocasionó que su cuerpo no entendiera que quería, y solo riera mientras las lágrimas caían como dagas sobre su rostro, frías y dolorosas.
-No me sueltes.-Suplico con una voz quebrada. Solo quería ser abrazado, sentirse seguro y aunque amara mucho a su padre y a su mejor amigo, ahora solo necesitaba de Takeshi.
-Jamas lo haría.
Tres palabras poderosas que le permitieron hundirse en el profundo abrigo de Takeshi, en donde no se sentía jugado, en donde podía fallar y no habría penas, en donde no era necesario ser un genio y planear todo, solo bastaba con ser el y acurrucarse en el cálido cuerpo contrario.
A su vez, en la misma casa un joven de cabellera rubia peinaba unos cabellos similar a los suyos. Mientras su cuerpo reposaba junto a otro que se acurruca cerca de él.
Monoma había decidió seguir entrenando toda la tarde. Incluso después de saber que Izuku se había encerrado en su cuarto.
No intento entrar como Hitoshi o Kota y tampoco toco suavemente y con respuesto como el Sr.White. Simplemente lo dejo estar, sabía que Izuku debía estar cuestiónandose cosas, el solía hacerlo todo el tiempo bajo la máscara de adolescente orgulloso, por eso comprendía que no importará la ansiedad que tenía por ayudar el peliverde, este solo buscaría el consuelo de su amante.
Así que espero a Shinso mientras entrenaba, lo espero con calma hasta que llegara a él y se acurrucarse en su hombro en busca de consuelo al no poder hacer nada.
Porque Neito sabía sobre los sentimientos del joven que amaba, sabía que los sentimientos de Hitoshi hacia Izuku eran inexplicables para él mismo.
Eran algo más que amistad, pero por temor o desconocimiento de Shinso, estaban a pasos de lo romántico. Pasos que jamás daría solo y Monoma era lo suficiente egoísta como para evitar que los diera.
Pero al mismo tiempo esos mismos dos pasos, guiaban al pelimorado hacia él. En otra dirección.
Después de todo él era el cobijo, cuando Izuku no podía serlo, el era quien acariciaba sus cabellos hasta que se durmiera, era él quien hablaba de todo cuando el solo quería ser oyente y era él, quien se quedaba pegado a su persona, para asegurarse que al despertar Shinso logrará ver un par de ojos vivos.
-Hermano... ¿Estás bien?
La suave voz de su hermano interrumpió su propia bruma, trayendo delicadas luces de un tono celestial a su paisaje.
Esos ojos aún llenos de pureza, lo miraban preocupado, mientras sus pequeñas manos tomaban la suya.
-Solo pensaba en lo egoísta que era.-Le afirmo, sin pesar en sus palabras ya que eran sinceras. Mientras sus ojos se posaban en aquel adolescente que se había adueñado de su corazón sin más. Y que a pesar de lo abrumador que era saber que esas mismas manos que amaba tomar por sorpresa, habían matado a su padre y herido a su madre, sus corazón y mente, seguían anhelando amor.
Kei observó bien esos ojos plateados, herencia irrefutable de su padre, pero que miraban de una forma completamente diferente. Luego vio aquel joven que los había sacado de aquella jaula de cristal y oro; desconocía la forma en que lo hizo, pero debió ser doloroso por la forma que esos ojos miraban a su hermano. Cómo si Neito pudiera desaparecer en cualquier momento.
—Eres la persona más generosa que conozco. Siempre estás, y no pides algo a cambio.—Kei beso la mejilla de su hermano para luego alejarse suavemente.
—¿No ibas a dormir hoy conmigo?
—Si, pero creo que un gato grande me robo el espacio.—El oji-celeste río al ver ese sonrojo en las mejillas de su hermano.— Pero le entiendo, dormir con quién amamos siempre es relajante.
Y se marchó antes de que su hermano le reclamará. Camino por el pasillo, reconociendo los cuartos a los cuales no debía entrar por esa noche, comprendiendo que debido a su edad, él era incapaz de leer toda la historia grabada en los corazones de los mayores.
Apenas tenía 11 años y aunque cuidaba de un menor herido en el corazón; quería hacer más. Ayudar a quienes eras sus héroes a sanar o al menos a sonreír con sinceridad.
Quizás por eso miró la luna, quien juguetona había iluminado el pasillo con su luz, la miró fijamente mientras un deseo salía de su corazón.
Un deseo que quizás lo haga caer del cielo.
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Los alumnos habían vuelto a las clases cotidianas, con el cambio ya establecido y normalizado por la mayoría, ya que había un grupo de alumnos que aún no se acostumbraba a los nuevos cambios. Por motivos personales, de salud o sociales; todos esos alumnos habían creado un patrón de actividades para evitar caer en la profundidad de sus temores.
Un ejemplo de ello era Shinso, quien había creado una rutina diaria para que su cuerpo se cansará lo suficiente para dormir profundamente y había conversado con Neito, para realizar una videollamada a las 7:30 de la mañana. La idea es que se despertará por el sonido de su celular y al ver al contrario despierto a través de la pantalla, le de una idea de que hay alguien con vida a su lado.
A su vez, Monoma, que estaba acostumbrado a despertar con Kei o Hitoshi a su lado, decidió después de llamar a Shinso y verificar que se encontraba bien, llamar a su hermano mientras hacia el desayuno, como si aun estuviera en casa. Él sabia que en la casa White nadie obligaría a su hermanito a realizar acciones que satisfagan el orgullo adulto de manera perversa, pero el miedo seguía allí. Por eso hablaba con él, a pesar de las burlas de sus compañeros, que mencionaban que tenia una especie de problema serio con el cuidado a su hermano menor.
Y por último, Shoto, quien estaba completamente agobiado por la cantidad de personas que encontraba en la sala de estar o cocina. Todos eran amables con él, lo invitaban a participar de las conversaciones, de los juegos y de algunos entrenamientos extras; pero no sabia que decir, su cuerpo sudaba y al mismo tiempo temblaba, su garganta se apretaba y empezaba a faltarle aire en sus pulmones. Normalmente cuando sentía esas presiones, se escapaba al salón C, a descansar entre las palabras y caricias de Izuku; pero al perder esa cálida estrella, tenia que soportar con la frente en alto ante todos ellos, para luego encerrarse en su cuarto y respirar.
Como en esos mismos momentos.
No recordaba que fue lo que detono su estado, pero si la mirada de todos sobre él, juzgando su actuar y su actitud. Incluso logro escuchar como se quejaban de que siempre hacia lo mismo, que no se esforzaba por establecer una relación. ¿Pero como establecer una relación cuando nadie le enseño?. Es verdad que estaba aprendiendo con la ayuda de Midoriya, pero la diferencia entre él y el resto de sus compañeros era abismal. Sonreían sin temor al equivocarse , hablaban de sus experiencias familiares con amor y añoranza, se reían entre ellos, con bromas que brotaban en el aire y admiraban a todos los héroes por igual, aunque con clara preferencia por All Might.
En cambio el, no tenía recuerdos familiares claros. La mayoría se basaba en llantos, gritos y escenas borrosas causadas por sus lagrimas. Los golpes de su padre que quemaban su piel, las caricias de su madre que se volvían navajas frías al tocar la parte roja de su cabello, la indiferencia de su hermano Natsuo, quien había decidido irse rápidamente de esa casa; dejándolo allí a pesar de haberle pedido que lo llevará y la imaginación que borraba la realidad en la mente de su hermana Fuyumi, siempre soñaba despierta con una familia unida.
Cuando vio la oportunidad de alejarse de esa casa, no lo pensó dos veces. Quería evitar los castigos de su padre y la falta de realidad de su hermana, para así, de alguna forma, empezar a socializar en un mundo "normal", haciendo amigos, compañeros y aprendiendo lo que es sentirse realmente bien. Pero la noticia de que habían suspendido a Izuku, quemó toda idea de estabilización.
Recuerda correr donde el director, pensando que había sido suspendido por ir a buscar a Bakugo y explicó que él también había participado en aquel rescate. Pensó, en ese momento, que había posibilidades de que se eliminará la suspensión o al menos compartirla, pero lamentablemente le dijeron que ese no era el punto principal de la acción que habían tomado.
Desde entonces una extraña sensación de vacío le llegó. Una sensación que no comprendía, se había estado acostumbrado a estar solo, a mirar grupos de amigos conversar con ánimo y alegría, mientras que él, se encontraba muy lejano de esa realidad; pero después de conocer a Izuku y relacionarse con Shinso, Monoma y Mei; había tenido, solo por un segundo, el deseo de que eso durará para siempre.
Shoto, miró su teléfono y lo desbloqueo luego de calmarse. Respiró hondo y empezó a buscar aquel número, mientras el aire se escapaba suavemente de sus pulmones. Al encontrarlo, llamó.
A su vez, en un mesón de la biblioteca personal de la familia White, se encontraba Izuku, soñoliento y cansado después de 4 horas seguidas de clases. Preguntándose el motivo de que su padre siempre fuese tan detallista en las cosas.
Él había pedido libros para empezar a estudiar sobre la medicina y la genética, pero no pensó en tener a maestros y doctores ante él, explicando con detalle cada acción o término. Estaba realmente agradecido, eso jamás lo negaría, pero le causaba gracia lo consentido que era. Si su padre seguía así, pensaría que podría tener su propio país.
—Creo que me ama mucho.—Comento en el aire, dejando que sus palabras se perdieran entre los libros.
Se levantó y estiró sus brazos hacia arriba, preguntándose como estaría la gente que ama, cuando su teléfono sonó.
Vio la pantalla y de inmediato respondió.
—Midoriya.—Al escuchar esa voz suave y sutilmente apagada, sintió un cosquilleo en su pecho.
—No pensé que me llamarías. —Respondió gentilmente mientras se sentaba sobre el mesón.
—Yo tampoco, pero me sentía solo.
Izuku sonrío suavemente, con una sensación de calidez plantarse sobre su cuerpo y alma; porque la emoción al ayudar a alguien, o mejor, ser esa persona en que confían era realmente maravilloso.—Sabes que puedes llamarme cuando quieras, no solo cuando estas solo.
—Lo sé... es que... Shinso me contó que estabas ocupado y no quería ser una molestia.
Midoriya se levanto, dirigiéndose a la pequeña terraza de aquel cuarto, teniendo cuidado con los libros que había dejado esparcidos en el suelo, debido a que aún no encontraban su lugar entre todos los estantes. Cuando ya llego, se apoyo sobre la barandilla, mirando el basto jardín y el cielo tocar gentilmente las hojas de los árboles.
—Jamás serás una molestia para mi.— ¿Y como serlo? Si ese par de ojos heterocromáticos lo miraban con anhelo, como si la relación que están formando solo fuera un sueño efímero y por eso debía valorar cada segundo.— Además, si puedo ayudar a calmarte, solo me harías feliz.
—Tus palabras siempre son gentiles.—Izuku escucho una pequeña risa, como si intentara romper aquella burbuja de desgano.—Pero siento que soy muy egoísta contigo... siempre, me ayudas, incluso cuando no pude defender tu matricula, me invitas a las salidas con tus amigos incluso aunque no sepa que hacer en los lugares que vamos y ahora, te llamo cuando me siento solo... soy realmente egoísta.
—No es egoísta querer compañía.—Comentó con tranquilidad, imaginándose al menor sentado en el suelo, aferrando sus piernas y apoyado en la pared con cautela. Imagen que no estaba alejada de la realidad.
Todoroki, se quedo en silencio, escuchando solo la respiración contraria para sentirse acompañado. Cuando estuvo más tranquilo estiro sus piernas y levanto la mirada, escuchando aquel pequeño tarareo.
¿Cómo era posible que una simples palabras lo calmaran? ¿Eso era bueno? o ¿Era muy simple?
No lo sabía y no tenía respuestas en esos momentos, por eso solo empezó a tararear al mismo ritmo que Izuku lo hacia.
Convirtiéndose rápidamente en una melodía suave, tranquila y dulce.
Podían sentir el otro a su lado, tomando su mano con firmeza, mientras sus corazones palpitaban al ritmo de sus voces silenciosas.
El ojiverde, solo podía seguir entonando, sintiendo como si nacieran nuevos instrumentos que deseaban unirse a la orquesta. Novatos, llenos de magulladuras sobre la madera y metal de sus cuerpos y aún así, podían ser participe de la sinfonía sin errar.
—Sabes Midoriya.—Interrumpio Todoroki, esperando el asentimiento del mayor.—Hoy, hablaron de los amigos de la infancia. Decían que era normal tener dos o tres; y que casi se leían la mente. Algunos eran muy cercanos y otros se brindaban constantemente....era divertido escuchar esas historias.—Miro por su ventana, observando el bello azul caer sobre el verde de los árboles y el gris de la cuidad.—Pero cuando respondí que no tenía... Todos se pusieron serios, empezaron a decir que no bromeara, que ya no era divertido hacerse el desentendido, que todos tenían uno. Incluso empezaron a decir que por mi apariencia debía tener mucha gente a mi alrededor.—Hizo una pausa y continuó.— Otros me dijeron que ustedes no contaban, que solo eran compañeros de establecimiento...
Izuku siguió escuchando, comprendiendo la falta de empatía de esos adolescentes a un joven, que, teniendo su edad, no ha podido vivir normalmente.
Porque era difícil pensar en que un hijo de un héroe no fuese popular, no estuvieses rodeado de personas y de adultos interesantes. Pero ellos no veían más allá de la primera imagen del menor, quien solo era un joven que desconocía gran parte de lo que se llama vida social.
—Bueno, es verdad que no somos amigos de la infancia. —Rio con suavidad, escuchando aquel pequeño chasquido de lengua. — Pero en unos años más si lo seremos, cuando seamos adultos. Porque somos amigos.
—Es que... no se si ellos me vean como un amigo.
—Todoroki, les agradas bastante. Mei quiere modificar tu traje, Neito se burla de ti de una manera diferente al resto de la clase A y Hitoshi camina contigo a pesar de no ser muy conversador. —Hizo una pausa, comprendiendo la sensación de no ser querido como uno lo desea. — Para nosotros ya eres uno de los nuestros, solo... debes dejarte llevar.
El de cabellos bicolor se levanto lentamente, sintiendo una sanción cálida en su pecho y una suavidad envolverle de manera refrescante. —¿Crees... que realmente piensan así? ¿Qué yo realmente puedo cuidar... esta amistad?
—Con la primera pregunta, es un si. Yo creo que te ven así... —Hizo una pausa, mirando como en un grupo de aves uno volaba con torpeza. —Y la segunda pregunta... eso dependerá de la decisión que tomes al final.
—¿Decisión?
—Pero no importa cual tomes, siempre serás mi amigo... Shoto.
Un pequeño silencio envolvió aquella línea de comunicación, dejando que ambas mentes pensaran en calma sobre lo último. Uno cuestionándose lo que acaba de decir y el otro buscando una señal con aquelles palabras.
Se mantuvieron así, escuchando solo la respiración contraria e imaginando la mirada del otro, en busca de una respuesta que ninguno sabia de donde provenía.
Y antes de que el menor intentara retomar la conversación unos golpes en su puerta lo interrumpieron.
—Espera, alguien llama a mi puerta. —Izuku escucho como los pasos de Todoroki se acercaban a la puerta y el rechinar de esta; pero lo que más llamo su atención es ese tono cansado y soñoliento de su mejor amigo. —¿Shinso?
—No quería molestar, pero Neito dijo que podías sentirte mal y... dijo que los dulces ayudan. —El dueño de la heterocromia ocular, toma la pequeña bolsa, con su mano libre, apreciando unos mochis y unos pocky de fresa. Al mismo tiempo escucho un pequeño maullido, de la pequeña gatita que el de ojos violeta había traído de su casa. — No tenía así que le pedí a Mei que enviara, dijo que te gustaba la fresa así que te trajo eso y se fue rápidamente a su taller.
El menor miro la bolsa nuevamente y luego a Shinso, sintiendo como su oreja se inundaba de una suave risa que el joven ante él, logro escuchar.
—¿Hablas con Izuku? Debe estar riéndose de mí. —El pelimorado le tomo el celular y colocándolo en altavoz reclamo. —No te burles de mi forma de animarlo... ni siquiera sabia si estaba mal, su cara nunca cambia.
—Si lo hace. —Escucho esa risa como tintineo de fantasía. — Y tu cara tampoco es muy expresiva.
—¡Ha! Todoroki dile que si soy expresivo. —Reclamo Hitoshi, mientras le miraba con los mismos ojos soñolientos.
—Bueno... no mucho.
—Lo ves. —Y de nuevo esa risa que tanto calmaba al menor.
—No es justo es dos contra uno...—Se quejó, mientras rascaba su cabello. — Bueno cuando nos juntemos los 5 hablamos de quien es más expresivo si yo o tu niño bonito.
Todoroki, ladeo el cabeza confundido al escuchar ese apodo. —No soy un niño, tengo 14.
Y otra vez la risa de Izuku, quien alegraba ambos corazones que le escuchaban con fuerza.
Sin notarlo, Todoroki había respondido la primera pregunta solo y empezó a trazar el camino para tener la respuesta a la segunda.
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Cuando los rayos del sol fueron devorados por la noche, un joven de cabellos negros entraba al departamento que legalmente era suyo, pero que rara vez ocupaba.
Es que para Touya, tener un espacio al que podía llamarlo hogar era terrorífico. Incluso cuando en ese espacio solo habían pasado una persona aparte de él.
Las paredes tenían cuadros que no comprendía, pero que le habían gustado. Estantes llenos de cd y libros que rara vez hojeaba, dos guitarras eléctricas que habían sido tocadas con vehemencia en su adolescencia, mientras la atrayente voz de su mejor amigo ahogaba los demonios en su mente.
Una cocina abierta, con un pequeño bar llenos de cervezas, que una vez quemó. Un gran ventanal que dejaba ver la cuidad desde arriba, haciéndole sentir poderoso y no como una pequeña ceniza que se apagaba.
Camino por el pasillo, revisando aquel baño amplio y su bañera de estilo occidental, dos cepillos de dientes aún sellados sobre la encimera. Salió y se dirigió a los cuartos, ambos de igual tamaño, los mismos muebles, y casi los mismos colores. Con la pequeña diferencia de que en una tenia una zona quemada y el otro cuarto una zona rasgada.
Podía arreglarlo, pero mantener esas marcas demostraban lo roto que estaba,
Tiro su chaqueta sobre la cama y camino a la sala de estar, en busca de una cerveza y un cigarro.
Ese día no se sentía muy bien como para ir a tontear con la liga o arruinar el día a otros. Había tenido altas temperaturas en su cuerpo que lo obligaron a permanecer en aguas frías por muchas horas, su piel quemada estaba suelta y sangraba lentamente. Sin contar que cuando caminaba por la cuidad se encontró con el dueño de sus pesadillas, haciendo lo único que sabia hacer bien, su trabajo.
—Fue un día de mierda. —Se quejó, sintiendo como el humo ingresaba por su garganta, ahogando aún más sus pulmones. Deseo que el humo fuese como acido y derritiera todo a su paso para dejar de respirar; pero sabia que ese piso no debía ser manchado con sus demonios.
Dejo que el cigarro se terminara lentamente, combinándolo con el sabor amargo de la cerveza, mientras su mente viajaba a tiempos pasado. Tiempos en donde fue estúpidamente inocente, estúpidamente rencoroso y tiempos en donde sintió un calor que no le dañaba, pero que hoy en día solo era un dulce recuerdo.
Sus ojos estaban cerrándose debido al cansancio cuando sintió la puerta abrirse, de inmediato su cuerpo se puso alerta y encendió una pequeña llama en su mano al acercarse a la puerta, pero un golpe seco y un quejido reconocible lo hizo reaccionar.
—¡Takeshi! —Corrió hacia él, notando la gran cantidad de sangre que salía de su abdomen, las magulladuras en su rostro y su cabello negro caer desordenadamente en su rostro.
—No... no pensé... que estarías... aquí. —Comentó entrecortado, mientras intentaba levantarse, aunque tuvo que aceptar la ayuda de Touya.
—Es mi departamento también. —Le reclamo, sintiendo como el cuerpo grande de Takeshi, se apoyaba totalmente en él. Intento sujetarlo, mientras cerraba la puerta y revisaba que la sangre no marcara un camino al departamento.
—Pero... nunca vienes. —Y eso era verdad, tener un hogar le daba miedo, más si este era compartido con su persona más especial. Por eso prefería caer en cualquier bar de mala muerte, sabiendo que el moreno iría a la casa de su padre al ver el lugar vacío.
—No es momento de reclamarme. —Debido a su poca fuerza de ese día, solo logro llevarlo al sillón, pero al parecer el mayor no se quejó. —¿Qué es todo esto?
—Una... mala... jugada—Exclamó con una sonrisa débil, intentando borrar esa mirada preocupada de compañero, pero al ver esas turquesas mirarle fijamente, solo se limitó a decir la verdad.
Después del ataque de emociones que había sufrido su pareja, Izuku, no paso más de dos días cuando recibió un mensaje de AFO. Al principio estaba escéptico, debido a que este se encontraba en prisión, pero recordó rápidamente que ese hombre tenia aliados en todas partes y era más que seguro que algunos oficiales o trabajadores de esa prisión le apoyaban, así que decidió leer la carta.
El mensaje era conciso, debía convertirse en sujeto de pruebas por todos los nomus que habían perdido en el conflicto. Su padre al enterarse que el mensaje había sido enviado de manera directa enfureció, golpeando con tal fuerza su mesón que lo rompió y todo el aire a su alrededor empezó a aumentar de densidad. Recuerda verlo reclamar, mientras caminaba de un lugar a otro, buscando maneras de prolongar aún más el tiempo, porque desde la noticia dirigida a él y la nueva carta solo habían pasado un par de meses.
Pero Takeshi aceptó, prefería que experimentaran en él, no en sus queridos amigos y mucho menos en su lindo Izuku.
Así que decidió mantener su nuevo trabajo en secreto con su padre. Solo tenía que ser el joven carismático, coqueto y alocado de siempre; convertirse en los animales soñados de Kota y Kei, entrenar con Izuku y regalonearlo entre besos y citas, llevar los materiales que Mei necesitaba y ayudarla cuando lo requería, molestar a Monoma y Shinso, sin dejar de ayudarlos en su entrenamiento.
Solo debía mantener la vida que había obtenido gracias a su familia, mientras los experimentos ocurrían. Pero soportar inyecciones diarias, cortes, transformaciones y descargas estaban terminando con su mascara. Más ese día, en el cual la experimentación fallo.
Estaba en un tanque, sumergido en un extraño liquido mientras todos sus puntos vitales eran revisados, habían pasado exitosamente 4 experimentos ese día y el Doctor alababa su resistencia, por lo que quería hacer uno nuevo. Uno que aumentara la velocidad de reacción del cuerpo a una herida abierta, según lo mencionado por ese hombre, quería que los nomus fueran capaces de regenerarse el doble y si era posible el triple de rápido de lo que lo estaban haciendo.
Por eso los animales que eran capaces de regenerase eran importantes, y como la mayoría eran de agua, se le mantuvo en un tanque.
Solo tenía que mutar parte de su cuerpo y esta seria cortada con diferentes herramientas y la respuesta irían al informe de investigación. Pero una de las maquinas nuevas, había sido mal calibrada y había cortado más allá de lo necesario. Gran parte de sus músculos, órganos y algunas venas habían sido dañadas; por lo que el experimento se detuvo inmediatamente.
Takeshi recuerda vagamente, como algunos doctores le inyectaban líquidos espesos a su cuerpo y como lentamente empezó a recomponerse. Escucho algunos gritos, pero no logro comprender todo, solo sabía que lo estabilizarían y lo enviarían a casa. Cuando recupero la conciencia, estaba en un hospital, siendo atendido por enfermeras que terminaban de cambiar sus vendas, se quedó tranquilo, escuchando como supuestamente era un delincuente que se había metido en una pelea de pandillas; pero al ver la hora se dio cuenta que estuvo todo el día inconsciente.
Los experimentos eran mayoritariamente por la tarde y noche, dejando la mañana para descansar y pasar tiempo con su familia, pero ya estaba anocheciendo. Pensó en llamar a su viejo para que lo fuera a buscar, pero al escuchar a una enfermera preocupada de que él no se encontraba en los archivos, el miedo de ser investigado y aumentar los problemas a su familia lo llevo a escapar del establecimiento medico en dirección de su segundo hogar.
—Realmente debes ordenar tus prioridades. —Se burló Dabi, mientras tomaba la bandeja llena de gazas ensangrentadas y se dirigía a botarlas.
—Me recuperaré, cuando tenga las energías necesarias me convierto en un ajolote, una estrella de mar o lo que sea...
—¿Y esperas que cuide tu versión bestial hasta que te regeneres por completo?
—Se que lo harías.
—Te detesto. —Murmuro entre dientes, mientras se sentaba en el suelo, apoyando su cuerpo en el sillón. No le importo el dolor en su cuerpo, ni en sus manos agotadas por usar el fuego para cerrar cada zona abierta, solo vio como ese par de ojos heterocromáticos le miraban con preocupación y agradecimiento. —Si no hubiera estado aquí... estarías en graves problemas.
—Lo sé, pero al parecer eres como un ángel guardián... siempre estás en mis peores facetas. —Intento reírse, pero el dolor en su abdomen se lo prohibió.
Touya quiso quejarse, reclamarle que las comparaciones con ángeles no iban a su persona. Su piel quemada, las grapas en su cuerpo, su mala actitud y sus ataques, claramente iban en contra de la imagen socia de un ángel. Pero tantos intentos repetidos por años no borraban esa estúpida idea en la mente del moreno.
—Touya... ¿Vemos una película?
—¡Ah! Ahora debes dormirte imbécil. —Había decidió llevarlo a la habitación después de la primera limpieza de la herida, para ver como era realmente. Y mientras lo sanaba, el pelinegro le contaba como podía todo lo ocurrido. Lamentablemente había salido más sangre de lo planeado y terminaron manchando un poco las sábanas, pero a ambos les dio igual..
—Vamos, no seas malo. Estoy aburrido después de tanto doc ... —Takeshi quedo callado, su mano era sujetada por la cálida y dañada mano de Touya, mientras sus hermosos ojos turquesas se nublaban, dejando caer una lagrima carmesí. —Touya no debes preocupar...
—Siempre minimizando tu sufrimiento. haciéndote el idiota antes todos, el imparable Takeshi, el rey de las bestias, el arma letal del Rex Jade, el conquistador de masas... eso, ahora mismo, es una mierda y me importa nada. —Dabi se acerco a ese rostro que no apartaba su mirada y continuo, dejando que todo el agotamiento de ese día lo dejara ser sincero. — Lo que has estado pasando por tu familia es demasiado. Admítelo, tuviste miedo, sufriste, querías gritar enfurecido...
—Touya yo decidí esto, no es necesario que...
—¡¿Tu?! Crees que fue así, pero no lo era. Ese desgraciado sabia que tu te entregarías a sus manos si de esa forma Izuku, tu padre y los demás que viven en esa casa, estuvieran a salvo. Tu maldita fidelidad hacia ellos te causa este dolor, hace que te dañen y te quiebres cada vez en más piezas. ¿Pero quien cuida de ti? ¿Quién escucha tus reclamos? ¿Quién ve ese temblor en tu cuerpo? ¿Quién ve esos ojos perdidos en los recuerdos? ¿Quién te escucha llorar? ¡Nadie! Nadie en esa casa lo hace, porque siempre estas con esa estúpida sonrisa de oreja a oreja, priorizando a otros en vez de ti.
Los ojos de Takeshi se nublaron, mientras apretaba con más fuerza aquella frágil mano, su cuerpo tembló suavemente, y aun así logro levantar la frente. —Yo decido que hacer con mi cuerpo. Yo quiero protegerlos, ellos me salvaron, ellos me dieron un nombre, un motivo y hare todo para ellos. ¡Seré el ser más fuerte para ellos!
—Conmigo no necesitas serlo. —Respondió con una dulzura que había sido marchitada años atrás y que revivía cuando se trataba del imbécil ante él. — Usare tus mismas palabras de años atrás... Ya no estas luchando solo, protegiendo lo que amas... porque yo también seré tus garras.
Ambos pares de ojos se encontraron.
Sintiéndose cómodos a pesar de mostrar sus debilidades.
—Esa frase no va para nada contigo. —Comento en una sonrisa cándida, que contrarrestaba con aquella mirada nublada.
—Intento ser amable y me vienes con esas estup...—
Y no pudo decir más.
Sintió aquel cuerpo acercarse más a él, como a pesar de ser grande se sentía pequeño en sus brazos, y como unas silenciosas lagrimas caían sobre su hombro. Aquello le causo una mezcla de sentimientos confusos, se sentía nervioso por la cercanía, se sentía feliz por ser capaz de dar apoyo y al mismo tiempo, tristeza por verlo así e ira por no poder hacer nada.
Touya lo entendía, sabia el inmenso amor que sentía por su padre Asbret, por Izuku, por los demás; entendía que, a pesar de su actitud orgullosa y juguetona, tenia momentos de debilidad que no quería que nadie mirara.
Lo conoce de hace años, sabe que el haría hasta lo imposible para mantener la sonrisa de las personas que ama.
Especialmente de su luz, de Izuku.
Porque fue ese niño de pecas estrelladas quien le mostro la belleza real de la vida y por eso Takeshi lo ama.
Touya entiende ese sentimiento, porque el tiene el mismo por la persona que le enseño a vivir a pesar de las heridas.
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Hola mis lindas estrellas! ¿Cómo están? Yo nerviosa por los exámenes finales, aun no entregan las notas.
Este capitulo se baso más en las sensaciones de los personajes que en los hechos. Siento que es muy importante entender las emociones para entender sus actitudes con el resto de personajes, especialmente de los principales.
Pero si quieren les traigo acción en el próximo.
Ustedes saben que amo hacerlos felices, aunque se aun poquito.
Amo leer sus comentarios y saber como reaccionan a algunos hechos.
Recuerdan la pregunta de los tipos de amores... pues esa pregunta esta enlazada a este capitulo y a más a futuro jeje :3
¿Mamá de Shinso o Papá de Izuku?
¿Shoto o Touya?
PD: perdon falta ortograficas!! Los amodoro mucho mucho.
TU, SI TU... LO HAS HECHO BIEN, ESTOY ORGULLOSA.
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