Elegí la noche
*3 Años después*
Un pequeño joven se encontraba acostado en el césped, respirando con tranquilidad mientras una suave brisa acariciaba sus cabellos y el paso del tiempo calmaba su malestar. Cerro los ojos con ligereza y rápidamente se sentó, sintiendo una punzada en su estomago y costillas; al parecer su cuerpo no estaba tan bien como creía.
Pero no había que divagar en ello, y aguantando el dolor, se levanto en dirección al salón de clases a buscar sus cosas, aunque si lo pensaba mejor, había casi un 87% de que estas estuvieran lanzadas en la basura o en la pequeña pileta de la escuela. Mejor para el, así evitaba subir al tercer piso.
Cuando obtuvo nuevamente sus cosas, se dio cuenta de todos los rayones con groserías y dibujos obscenos, incluso su chaqueta tenía un miembro dibujado con tinta permanente y un pie de ilustración. "Mejor chupala, maldito mukosei, solo servirías para eso"
-Tendré que pedir otra sin que papá y Takeshi se enteren-Suspiro, realmente encontraba estas cosas innecesarias. Entendía que lo alejen o que le gritaran todo el tiempo, inútil, Mukosei, o falla; pero no era necesario los golpes o la humillación publica; podría decirse que era el juguete favorito de los alumnos, gente de su edad o mayor, lo golpeaba mientras los otros solo desviaban la mirada. "Y pensar que eran los mismos chicos que deseaban ser héroes"
La mayoría de los días eran así, y esos mismos días solo quería defenderse, pero le había prometido al Sr. White no mostrar ninguna habilidad de combate. "Un niño de 11 años con esa habilidad en batalla, sera un tema curioso...no queremos que villanos u otros adultos se fijen en ti y deseen utilizarte, o peor matarte...Intenta pasar desapercibido, solo preocúpate de tus estudios y de hacer amigos"
Ojala tuviera amigos...o por lo menos aquí junto a el.
Kaachan, al principio lo cuidaba y protegía de los bravucones de su escuela, pero cada vez que lo ayudaba en algo, la distancia entre ambos aumentaba dramáticamente y desde el año pasado, lo dejo a la deriva. No lo defendía, no lo acompañaba como antes, simplemente se desquitaba con el, si lo veía hacer algo bien se enojaba, si lo veía intentar refutarle, las explosiones no faltaban. Lo único bueno de sus maltratos, era que jamás utilizo su asunto familiar para hacerle daño, destruía sus cosas y los golpes eran a lo mucho 3 explosiones en alguna parte de su cuerpo, después se aburría y se marchaba, dejándolo en bandeja para los demás.
Mientras tanto su amiga Mei, estudiaba en un internado de mecánica para mejorarar sus habilidades. Cada viernes le enviaba una carta y un paquete con algún nuevo invento extraño, muchas veces planearon enviarse fotos o hablar por las computadoras, pero Mei siempre decía que cuando volviera a verla, ella sería una gran inventor, por lo que su voz seria lo único que podría percibir.
Volviendo con esos extraños aparatos, Midoriya recuerda que los primeros que enviaba su pelirosa, solían explotar o eran tan pesados que era difícil moverlos de lugar, necesitaba de la fuerza de su hermano para moverlos a dentro de la casa.
El pequeño pecoso sonrió con alegría al imaginar a su amiga rodeada de planos y cacharros, como le mostraria sus planos a sus padres y como nunca más tendría que soportar maltratos de gente inhumana.
Durante esos pensamientos, recordó que su nuevo tío podría ayudarlo a lavar la chaqueta o que su nuevo hermano la destruyera para no dejar pistas de lo ocurrido.
Así que se dispuso a caminar en dirección a ese edificio simple y motivado por sus copias alrededor.
Mientras caminaba iba cantando una canción que acababa de inventar y le sonría a todos los transeúntes que le quedaban mirando; quizá su sonrisa podría alegrar aunque sea un poco su día. Su voz se elevaba cada vez más y su cuerpo empezaba a moverse con el ritmo de la cuidad, cualquiera que lo viera pensaría que estaba a punto de hacer un espectáculo, pero unas risas lo detuvieron antes de empezarlo.
Entre medio de los árboles de una pequeña plaza, un grupo de estudiantes lanzaba piedras a una figura al centro del círculo. Tal figura era un niño de su edad o eso parecía; estaba quieto, ocultando algo con su cuerpo.
-¡Maldito Akuyaso*!-
-Deja de hacerte el bueno...todos sabemos que eres-
-Un mounstro-
-Por...deteng...- Un pequeño quejido salio de sus labios, pero el jovencito no salio de su posición, protegería a ese pequeño gatito a como de lugar, después de todo era su único amigo.
-Que miedo..no le respondas jajaja...o lavara tu...¡Hey!-
-Dejen de molestarlo- Izuku había lanzado uno de sus lapices sin pensar. No podía ver a ese niño sufrir de esa forma y si tenía que recibir golpes por defenderlo, lo haría con gusto.-Déjenlo, dije
-Esto no tiene nada que ver contigo arbusto, piérdete-
-Pero aún así no dejare que lo lastimen- Se coloco con las manos frente a el en posición de combate, su cuerpo aún dolía, Takeshi podría reclamarle, pero alguien necesitaba de su ayuda.
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Si su cuerpo dolía antes, ahora quemaba por los golpes. No sabía que uno de esos chicos tuviera un quirk que volvía sus puños de roca o que otro inmovilizara sus movimientos unos segundos tras tocarlo. Definitivo, tendría que estudiar a su oponente unos segundos antes de atacar.
Lo bueno de todo, es que el chico de antes estaba bien, había logrado protegerlo a el y a ese lindo gatito negro que el otro cuidaba con tanto esmero. Recuerda que aquel chico curo algunos rasmillones que tenía, pegandole tiritas de gatitos y colocando una crema fría en sus moretones. Izuku le sonrio con animos y le pregunto su nombre pero este no respondió, más bien no le hablaba, solo hacia gestos con su cabeza o manos. Cuando ya estaban los dos más calmados, el pelimorado hizo una reverencia, tomo al gatito colocandolo en su abrigo y antes de marcharse, le dio un dulce. Una forma muy tierna de agradecerle.
Ya más animado por el acto heroico que realizo, siguió caminando hacia su objetivo, al encontrarlo no tardo en entrar y lanzarse sobre la espalda del joven peliceleste que estaba viendo la televisión.
-Midoriya- Intento removerse el peliceleste, evitando que sus manos tocaran al menor- Por favor, bájate-Su voz era calmada y algo fría, pero para quienes lo conocía, sabían muy bien el nerviosismo que llebaba.
-Solo si dices mi nombre- Unos minutos de silencio se hizo en aquel bar o por lo menos entre ambos jóvenes, ya que el único adulto en el interior, ordenaba todo para cuando llegara la noche.-Por favor, Tomura-niisan
Y allí estaba la arma secreta contra Shigaraki Tomura, su pequeño y lindo amigo llamándolo onii-san, lo hacia tan feliz que actuaba muchas veces como estúpido frente al menor.-Iz...Izuku-
La dulce risilla del menor, acaricio el cuello de Tomura, suavizando su carácter, por lo menos unos minutos.-Me gusta que digas mi nombre, me hace sentir cercano a ti-
-Que molesto-Pero a pesar de esas palabras se dejo abrazar y mimar por el pecoso de cabellera verde.Tenía que aprovechar antes que el celoso de Takeshi apareciera y privatizara a ese pequeño ángel.
Shigaraki Tomura aún no podía creer que podía divertirse con otros chicos o incluso tener amigos; pero aquel día, hace ya casi tres años, lo cambio todo. Recuerda ser guiado por su sensei dentro de una gran casa. Sus paredes estaban llenas de cuadros y pinturas; ventanales de colores adornaban algunas ventanas, la escalera imperial al inicio lo había cautivado, las escaleras de caracol o curvas eran realmente sorprendentes, el jardín interior con una fuente de mármol era como un mundo nuevo; pero lo que realmente llamo su atención eras las risas de una habitación, a la cual su sensei se dirigía.
Antes de entrar un hombre de cabellos blancos y ojos rojos hizo presencia. Tomura lo recordaba bien, el estaba con su sensei cuando llego a casa de este, lo cuido y le dio clases; pero ya hace 5 años que no lo veía.-Como has crecido Tomura. Me alegro de verte-Y aquel hombre le sonrió con sinceridad, algo realmente chocante y relajante para el peliceleste.
-No nos atrasemos más. Quiero ver a los futuros compañeros de Tomura-
-No deberías moverte tanto...a no espera estas en silla de ruedas y ni siquiera tienes tus manos - Y la risa inicio. Así es, su sensei aun no se recuperaba de una pelea que tuvo años atrás, pero aún así quiso venir.- Cariño no te enojes, que tu cara saldrá horrible jaja-
¿Por que no lo mataba? Ni Shigaraki sabía, su sensei se quedaba quieto escuchando las burlas del otro con total calma y paciencia, como si conociera la retorcida mente del demonio blanco. Cuando Asbret se calmo, entraron al cuarto.
No fue los diversos juguetes, no fue el gran ventanal, no fue los libros esparcidos, ni tampoco las pinturas infantiles en la pared, nada de eso capto su atención. Sus ojos fueron de inmediato a los dos chicos frente a el. El mayor llevaba puesto unas orejas de gato, ¿O eran reales? y un traje de pirata; mientras el más pequeño usaba torpemente un uniforme de la marina con orejas de conejo en la gorra.
-Takeshi, Izuku. Les presento a Shigaraki Tomura y Mori Shinryu , desde hoy espero que se lleven bien con Tomura.-
Tras esas palabras Takeshi se acerco con Izuku tras de el, agarrado de su camisa. Cuando Shigaraki los tuvo al frente sintió algo extraño, una especie de imán que lo impulsaba a doblegarse antes esos dos pares de ojos, unos fríos y ardientes como el infierno* y los otros cálidos y anhelantes como el paraíso.-Un gusto en conocerte Tomura-niisan-
Y a de admitir que a pesar de los años, aquella extraña sensación permanecía. Entendía que Takeshi le causara algo de temor, era mayor que el; pero aun no comprendía el temor que rondaba su cuerpo cada vez que Izuku mantenía sus ojos fijos en él.
-Izuku, ya esta lista tu chaqueta- De inmediato el menor pauso el videojuego que ambos jugaban y se dirigió hasta Kurogiri, o Kuro-san como le gustaba decirle al hombre de los portales.- Deberías contarles lo que te sucede-
-Si les cuento, podrían quemar toda la escuela, torturan maestros y alumnos, y los usarían como maquetas de anatomía. No todos son culpables así que no sería nada justo- Una sonrisa se planto en el rostro de Midoriya mientras se imaginaba a su papa y su "hermano" actuar de esa forma, solo para protegerle.
-Tu hermano es un lunático- Exclamó Tomura, con tranquilidad, mientras tomaba la mano de su padre del mesón; la cual era muy importante, siempre la llevaba consigo, ya que lo mantenía tranquilo y acompañado; pero esta no era necesaria cuando Izuku o Takeshi estaban a su lado , era como que ellos, borraran cualquier rastro de soledad.
-Si yo soy un lunático, no puedo ni imaginarme que serias tu- Una voz agravada por la adolescencia, se hizo presente en la estancia del bar, causando un pequeño temblor en los dos menores. Takeshi estaba sentado en unas de las mesas de bar, mientras jugaba con un cuchillo pequeño; había escuchado la mayoría gracias su forma de ratón, pero no reclamaría en esos momentos, solo molestaría a su hermanito peliceleste.
-Ni idea, pero por lo menos no ando profanando a menores-
-Y yo no tengo un fetiche por las manos de los muertos-
Ambos chicos mayores se vieron a los ojos, manteniendo fija la mirada para intentar doblegar al otro; pero esa sonrisa seductora de Takeshi arruinaba todo para Shigaraki.-Eso...eso es trampa-
-Aún eres un niño Tomura. Que adorable- Y el pelinegro sonrió nuevamente, mientras se apoya en su mano izquierda.
-Soy solo dos años menor, imbécil- Comento frustrado, para luego ver otra vez la extraña burbuja de formaba esos dos chicos. Izuku se había acercado al mayor, se sentaba entre sus piernas, mientras apoyaba su oído en el pecho de este y su manos se entrelazaban. No importa cuanto los viese, era muy extraño aquello.
-¿También quieres que te mime?
-¡Ni muerto, dejo que me toques!- Y aunque dijo eso, unos segundo después estaba descansando en el hombro del otro mientras, sus cabellos eran acariciados. Con ellos podía apaciguar las pesadillas del pasado.
Ellos eran luces que brillaban para el. El había escogido mantenerse en la penumbras pero aquellas luces lo acompañaban en ella.
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Mientras uno disfrutaba con sus dos hermanos mayores; otro joven miraba con tristeza a su padre.
El joven pelimorado había llegado a casa con temor al rechazó, no sabia si su padre quisiera mantener al gato con ellos, pero este miedo se fue cuando fue este mismo que busco una pequeña botella de leche y le dio un poco a la gatita. Aquello, fue muy amable por parte de su papá, así que hizo algo que no solía hacer, sonrió, una sonrisa sincera y un suave beso en la mejilla a su progenitor.
Estaba tan animado por la aceptación del nuevo minino, que corrió al cuarto para enseñarle donde dormiría, pero al entrar se dio cuenta que tanto el velador como la suave alfombra habían desaparecido. Con la pregunta naciendo el el pequeño, dejo al gatito sobre la cama y se dirigio al comedor.
-No puedes hacer eso...lo habías dejado claro...te pagaré lo sabes. - Su padre hablaba por teléfono mientras caminaba de un lado a otro, mientras mordía sus uñas. Estaba calmado, hasta que empezó a gritar y desesperarse- Mierda, mujer no puedes pedirme algo así...¿Te estas escuchando?...Cuando firmamos el divorcio lo dejam...¡¿Que!?...¡¿Crees que conseguir dinero es fácil?!..No, ¡No puedes separarme de mi hijo!...No lo metas en estos problemas...además tu fuiste quien nos dej...Maldita sea, no cuelgues.
-¿Pa...papá?-
El hombre de cabellos del mismo color que las bellas malvas, miro a su hijo sorprendido, pero de inmediato le sonrió- Solo, solo discutí con tu mamá, no te preocupes...tonterías nuestras. Ahora, ve a jugar con tu amiguito mientras...mientras ordeno la mesa para cenar-
El joven asintió con pesar y fue a la recamara, donde la pequeña minina al verle se acerco a el rápidamente, ronroneando con un suave ritmo para calmar el angustiado corazón del menor.
Los días siguieron, volviéndose en semanas, tan rápidos como la desaparición de un suspiro cansado. Y como los días venían, las cosas en casa iban derrumbándose poco a poco. No le faltaba nada al ojivioleta, tenía comida, una cama, ropa e iba al colegio; pero no podría decir lo mismo de su papá. Él no tenía cama, dormía en el suelo abrigado solo con una frazada, las veces que lo veía comer eras migajas de pan y sus ropas se resumían en tres prendas de vestir.
Lo había visto hacer cálculos hasta tarde, hablar con el dueño para aplazar los pagos, trabajar para los vecinos por tazas de arroz o botellas de leche ; y cuando al fin había juntado una cantidad buena de dinero, este se iba rápidamente en tres cosas, la casa, los estudios y su madre, quien tomaba la mayor cantidad dinero posible; siempre amenazando que si no pagaba la pensión alimenticia que le correspondía, lo dejaría en la calle o peor.
Injustamente su papa no podía reclamar, el nuevo esposo de su madre, era un abogado destacado, por lo tanto, si no cumplía con la supuesta justicia dada, sería tomado preso y el menor iría a un orfanato, ya que su madre no cuidaría de un monstruo como lo era Hitoshi.
-Tranquilo hijo, pronto acabaremos con esto. Un amigo me hizo un enganche* en su trabajo, así que podré pagar las cuentas. Volverás a tener agua calentita, no sera necesario la tetera o pedirle a la vecina su baño, también podremos comprarle un collar digno a nuestro amiguita- Sonrió, mientras acariciaba a Taiza- Si lo combino, con los otros dos trabajos y los extras que hago, tendremos suficiente para pagar tus estudios-
-No es necesario-
-¡¿Pero que dice?!Estudiar es importante, además tu quieres ser un héroe y ...-
-Me dieron una beca- Un silencio se hizo presente en aquella cena - Por mis notas. No...no tendrás que preocuparte más por eso-
-Por fin se dan cuenta que eres un genio..me preocupaba que tus profesores no te tomaran en cuenta. Entonces dejaré ese dinero como ahorros, para tu futura vida en la U.A...
Ese día, sin darse cuenta empezó a trazar un camino a su futuro, un futuro en el cual unos ojos verde serían su mayor pecado y su mayor salvación.
- Termina de cenar y duerme. Hoy me toca turno nocturno, así que no volveré hasta mañana. ¿Podrás cuidarte solo?- pregunto preocupado, pero la mirada segura de su hijo y su asentimiento lo calmo- Adiós, mi vida- Y tras aquello se marchó.
Cuando el pequeño vio pasar una hora desde la salida de su padre. Se coloco sus zapatillas y una sudadera que le cubría hasta sus muslos. Busco su mochila y saco todos los útiles escolares, menos las tijeras y un plumón; tras aquello se la puso con firmeza.
Abrió suavemente la ventana del cuarto y apoyándose en el barandal, empezó a buscar con sus pies el desnivel de la pared, al hallarlo suspiro con algo de alivio. Contó hasta tres y salto hacia la enredadera bien formada por los años. Se tambaleo un poco y casi se suelta, pero ya con sus pies y manos entre esas delgadas, pero firmes ramas; solo podría continuar.
Bajo por ella con zumo cuidado, intentando no caerse o causar un ruido que despertara a los otros habitantes del mini hostal.
Al llegar al suelo, tapo su cara con una mascarilla negra y el gorro de la sudadera. Ya listo corrió por las calles, llegando a una zona poco concurrida.
Sabía que lo que hacia estaba mal, pero era para ayudar a su padre, así que lo valía.
-Disculpe- Se acerco a un hombre, quien lo miro extrañado- ¿Podría decirme la hora?
-Pero niño no v...- Los ojos del hombre se nublaron de inmediato.
-Coloca todo tu dinero en mi mochila- Y tras esa orden, el hombre dejo todo lo que llevaba en la pequeña mochila. Cuando no tenía más, el menor le dio un toque en el brazo- Gracias señor-
Y se alejo a paso veloz de allí, con los ojos llorosos y pidiendo perdón por aquello. Pero si no lograba juntar el dinero suficiente, no podría pagar el colegio ese mes. Y todo por mentirle a su padre, por decirle que había ganado una beca y que no tendría que pagar más el establecimiento.
Mentir era malo, robar también, pero quería ayudarlo de alguna forma, quería que su padre pudiera descansar, comer y vestir adecuadamente.
Seco esas pequeñas lagrimas que intentaban escapar y se dirigió a una mujer, para realizar el mismo acto. Una y otra vez, hasta que la mochila estuviera llena o hasta que el sol empezará a asomarse.
La noches era su amiga ahora, y el la usaría a su favor.
"Solo tiene 11 años, pero solo piensa en su padre comiendo algo más que migajas de pan"
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Taran! Capitulo nuevo, dividido en dos partes para ver dos cosas diferentes.
Ni siquiera se si esta bien escrito, lo acabo de hacer en la madrugada y bueno...no podía dormir así que, ñe.
Les dejo las edades actuales, para no causar confusión (cambiare algunas por tema de la historia):
Izuku, Katsuki, Hitoshi (Shinso): 11 años
Mei: 12 años
Tomura: 15 años
Takeshi: 17/21 años (Tiene sus motivos esta división)
Akuyaso: Mezcla de la palabra villano (Akuyaku) y Shinso
Sudadera: poleron, campera, chaqueta con gorro, etc
Cuando Tomura menciona sobre los ojos de Takeshi, fríos y ardientes como el infierno. Se puede basar en la mitología nórdica, griega y/o japonesa. Ya que las tres indican el infierno, como un lugar extenso con diferentes zonas, dependiendo del crimen cometido. Zonas que queman la piel, nieblas densas, cristales de hielos que se clavan a su andar, etc. Además el color de ojos de Takeshi, al estar en modo defensivo o atacante, si se puede decir así; se vuelven mas fuertes o claros, dependiendo de la luz del cuarto
(Necesito dibujarlo, ¿Como se lo imaginan?)
La historia ya esta lista, en el sentido de lo que ocurrirá, quien vive, quien muere, quien tiene relaciones, quien muere virgen, quien besa a quien, quien traiciona, etc.
Mis preguntas harán que conozcan antes o después algunos hechos juju (y a veces no tendrán sentido, pero así es más divertido)
-¿Metal o Hueso?
-¿Rosa roja o Mariposa roja?
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