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Sirio A [Alfa Canis Maioris]

— ¡La estrella polar será nuestro sol de media noche! —exclamó, más duro de lo que debía y al darse cuenta de ello juntó sus labios rápidamente y comenzó a girar su cuerpo lentamente en dirección del azabache, con miedo de ver su reacción.

¿Miedo? ¿De verdad tenía miedo? ¿De qué? ¡¿De un descarado que lo ignoró totalmente y se encontraba haciendo algo en su teléfono?!

— ¿Se puede saber qué es lo que haces? —preguntó, creyendo que solo movía los dedos por la pantalla a posta, para hacerse el loco y no prestarle atención.

El contrario no le respondió nada, por lo que volvió a tomar asiento y así, inclinarse sobre él para ver qué era lo que tanto hacía.

—Busco el número del chamán que Makki encontró, quizás él pueda ayudarte con... tus problemas. O el del hospital psiquiátrico, porque tal vez no sea un espíritu, sino algún tipo nuevo de trastorno mental lo que te tiene así —respondió como si nada, continuando su búsqueda por la red.

— ¡Me rindo! Por hoy no trataré más contigo. No, ¿sabes qué? No solo no lo haré por hoy, sino por toda la semana —sentenció.

— ¿Entonces ya no lo necesitas? —cuestionó, mostrándole su celular, donde ya estaba el número puesto, a solo un botón de que comenzara a timbrar.

Tōru no respondió nada al respecto, solo giró su cabeza al lado contrario, demostrándole que estaba dispuesto a seguir su palabra.

Como ahora Tōru no hablaba, Hajime tampoco se esforzó mucho por poner algún tema de conversación y hacer que el castaño soltara la lengua, sin embargo, él mismo sabe que no es necesaria una intervención de su parte para lograr que su amigo hablase, solo hacía falta que el muchacho volviera sobre sus palabras y pensara tan solo un poco.

El silencio duró hasta que Tōru se dio cuenta del pequeño error que había cometido.

—No, no. Retiro lo dicho, así solo te estoy haciendo un favor, por lo que hoy voy a hablar hasta que te sangren los oídos, sí. —Tras sus palabras, asintió demostrándole a su amigo que su determinación se mantenía, solo que el objetivo tras esta había cambiado.

Y ahí estaba.

—Vaya, Tōru. Hoy te tomó 3 minutos y 15 segundos darte cuenta. Es un récord. —El comentario fue completamente ignorado por el más alto, quien se estaba poniendo de pie, otra vez.

"¿Es que acaso la banca tiene pica-pica?" pensó Hajime, al ver que el muchacho no se podía quedar quieto.

—Escúchame bien, Iwa-chan. Las estrellas son bolas de gas que arden a temperaturas extraordinarias y se encuentran a una distancia estúpidamente grande de la tierra —comenzó a exponer, caminando de lado a lado al frente del contrario.

Hajime estaba abriendo su boca, dispuesto a añadir algo, pero fue interrumpido por Tōru, quien ni siquiera le dio la oportunidad de pronunciar ni la primera sílaba.

— ¡Pero! Haremos una excepción con la estrella polar, que es nuestra mejor postulante para el título de "sol" ... Bueno, en realidad no es la mejor, porque esa vendría siendo la Alfa centauri, pues es la más cercana a la tierra, pero como estamos en el estúpido hemisferio norte no la podemos ver y al final, todos saben ubicar la famosa "estrella del norte", entonces sí —concluyó, con una sonrisa.

—Interesante, pero sigo sin entender la necesidad de cambiarle el nombre a algo que ya lo tiene. —Tōru podía extenderse explicando todo lo que quisiera, pero Hajime no iba a cambiar de opinión—. Es bobo.

Una leve sonrisa se posó en los labios del castaño, estaba intentando contener con todas sus fuerzas algún comentario al respecto y así dejarlo pasar para continuar.

—En fin, —paró un momento para aclarar su garganta y continuar—, lo que sucede es que muchas personas cuando se separan normalmente dicen algo así como: "Mira la luna y ahí estaré yo" —dijo aquello último con el tono más chillón que sus cuerdas vocales le permitían—, e incluso con las estrellas y pues, aunque es imposible que en realidad allí esté la persona, se entiende el punto al que quieren llegar, por lo que por ese lado es entendible. El problema, es que en sí es algo estúpido, digo, si voy a extrañar a alguien podría ser a cualquier hora del día, ¿no?

— ¿Y eso que tiene que ver? —interrumpió Hajime, todavía guardando las esperanzas de que el contrario razone.

—Pero que impaciente, Iwa-chan. —En ese momento Tōru se vio tentado a dejar unos golpecitos en la cabeza del azabache, pero no quería más moretones en su cuerpo, así que desechó la idea y decidió continuar—. Mi punto, es que, por eso mismo de solo referirse a la noche, se vuelve algo estúpido, añadiendo a eso, ya está demasiado usado, por lo tanto, me di a la tarea de pensar en algo más. Además, yo no sigo modas, yo las creo.

—Un "no me extrañes" es suficiente para acabar con este problema de raíz —propuso resuelto y sin cambiar de expresión, pese a la mirada horrorizada que le dedicó Tōru.

—Como ya había dicho antes, eres un bruto. —Y como era de esperarse, su comentario no tuvo mayor efecto en su mejor amigo quien solo se encogió de hombros—. Continuando e ignorando lo que acabaste de decir, es obvio que eventualmente nos separaremos así que no quería decirte esa bazofia en caso de que me extrañaras, ni yo mismo quería ponerla en práctica, pues, ¿qué haría si me siento solo a pleno medio día? ¿Esperar como pendejo hasta la noche para poder ponerme triste? Necesitaba algo más práctico que aplicara para cualquier hora, por eso la urgencia de tener un sol de noche —terminó de explicar y señaló el "sol".

—Honestamente no sé si esperaba algo más inteligente o solo eran mis expectativas de que las sinapsis entre tus neuronas se restauraran —comentó Hajime, viendo como el muchacho frente suyo rodaba los ojos.

—Lo importante es que sí, esa es la razón detrás de todo esto, por lo que ahora lo diré —dijo, con una sonrisa y se paró mirando de frente al otro para luego señalarlo—. Cuando llegue ese momento en el que tengamos que separarnos y me extrañes, solo mira el sol. Ahí estaré yo.

El silencio reinó por unos cuantos segundos, hasta que Hajime abrió la boca, dispuesto a decir algo.

— ¿Quemándote en el sol? Vaya, gané la lotería.

Y así, fue como Iwaizumi se llevó por delante el ambiente que se había creado tras el último comentario del castaño.

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