06
Altair
—Teniendo eso ya claro y si me lo permiten, continuaré. La idea es mandar, en una nave, a una tripulación de por lo menos 5 personas.
Las ilustraciones que estaban siendo proyectadas, salieron de pantalla para dar lugar a una sola fotografía.
—Este es nuestro proyecto más reciente que está a portas de ser concluido. Fue una colaboración entre la JAXA y el ministerio de defesa, por lo cual, habrá personas en este lugar que reconocerán la imagen que se está siendo mostrada en este momento.
»A diferencia de las otras naves japonesas que en este momento tenemos a nuestra disposición, esta astronave fue creada previniendo la inminente conquista del espacio por parte de la raza humana. El prototipo que ustedes están viendo en este momento cuenta con armas del tipo explosivo, una herramienta que, bajo la situación actual, puede marcar la diferencia entre un desastre de nivel mundial o un día más de existencia para aquellas personas cuya vida se encuentra en riesgo.
Justo ahora, era el momento decisivo. Él lo sabía y eso hacía que se pusiera nervioso, por más que se esforzara por calmar los desbocados latidos de su corazón.
Todas las miradas del lugar se posaron en su cuerpo, sopesando sus opciones y cuál de todas era la más conveniente.
Antes de que pudiera darse cuenta —y debido a como se estaba sintiendo—, terminó jugando con aquel anillo que llevaba en el índice de su mano izquierda.
Un pequeño anillo algo desgastado y que, debido al paso del tiempo, simplemente ya no le entraba en su dedo anular.
Unas cuantas respiraciones le bastaron para sentirse un poco mejor, es decir, estaba nervioso, como nunca, pero al mismo tiempo se tenía confianza. Conocía sus habilidades, no solo a un nivel investigativo —como lo exigía su trabajo, pues gracias a ello fue que pudo dar con aquel asteroide en el tiempo justo. Joder, se sentía orgulloso por eso—, sino también su habilidad oral, expositiva.
Muchas personas se lo habían dicho a lo largo de toda su vida, familiares, compañeros, amigos y maestros, es solo que... a veces es normal dudar de uno mismo, ¿no? Sobre todo, si durante ese camino se cruza una persona con un talento descomunal, que por más que llegara a esforzarse, simplemente se sentía imposible alcanzarlo y-
— ¿Quiénes serían los tripulantes de la nave? —Aquella pregunta lo sacó de sus pensamientos, justo antes de que las cosas pudieran ponerse feas.
Aclaró su garganta y procedió a responder.
—De momento eso es algo que no se encuentra definido, sin embargo, una vez se apruebe el plan de acción, será lo primero que procederemos a hacer.
—Una última pregunta antes de proceder a decidir, por favor, doctor —pidió, el presidente de seguridad pública del país.
Un asentimiento fue más que suficiente para que él continuara.
—Usted anteriormente menciono que el tiempo era algo que teníamos a nuestro favor, ¿no? Ahora, ¿podría explicarnos exactamente cuánto tiempo tenemos y como sería la organización bajo la que todo esto se llevaría a cabo? —Era una pregunta bastante lógica.
—Por supuesto. —A la vez que pronunció ello, se proyectó un reloj corriendo a sus espaldas, donde los segundos, lentamente bajaban imponiendo un conteo regresivo—. Son las 17 horas con 55 minutos, a partir de este momento, contamos con 3 meses, 3 semanas, 1 día, 6 horas, 5 minutos y... 33 segundos para que el asteroide llegue al punto en el cual es seguro intervenir. Para que se hagan una idea más clara, la distancia que hay de la tierra a ese lugar en donde la intervención se llevará a cabo es por lo menos cuatro veces la distancia que hay desde la tierra hasta la luna.
»Continuando, encontramos que para la terminación de la nave quedan alrededor de 2 semanas, si no hay ningún contratiempo y aún si lo hubiese no habría ningún problema. Ahora bien, lo ideal es que, si el plan se aprueba este mismo día, a partir de pasado mañana, lunes, se inicie con el entrenamiento de la tripulación, el cual, se prolongará hasta 8 días antes de que el temporizador llegue a ceros, la idea de esto es que cuenten con un día de adaptación a la nave y el siguiente, será el día de partida. Ya para lo que sigue a continuación, tenemos cada milisegundo planeado, siendo que la precisión y acoplamiento al movimiento del asteroide es de suma importancia.
Una vez terminada su explicación, los hombres vestidos de trajes, procedieron a debatir entre las opciones que tenían al alcance. Sus pros, contras, fondos y demás cosas.
Justo cuando parecía que la sala de conferencias se iba a convertir en una plaza de mercado, el primer ministro tomó la palabra y puso orden en el lugar.
Ya estaba todo decidido.
—Cualquier cosa que necesite, estamos a su disposición, pues a partir de hoy, contamos con usted para todo lo concerniente a esta situación, doctor Oikawa.
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