Sol

Estrellas fluorescentes brillaban desde el techo de la habitación.

Un pequeño reloj en la pared marcaba las 2:05 de la madrugada y el sonido de su segundero se imponía ante la silenciosa noche.

Algunas figuras reposaban en el suelo sin ningún orden aparente, dejando a lo que era un Godzilla acostado al lado de un pequeño alíen verde y muchos soldaditos verdes a su alrededor.

Era una noche pacífica, con el cielo despejado y las constelaciones decorando el cielo nocturno.

Y Tōru no dormía.

Ni Tōru ni su pequeño amigo, Hajime, habían logrado conciliar el sueño.

—Baja la voz. Tus padres se darán cuenta y nos reprenderán —se quejó Hajime, en susurros medio gritados.

— ¡Pero si tú eres el de la bulla! ¡A este paso me regañarán por tu culpa!

— ¿Mi culpa? ¿Tengo que recordarte que estoy despierto en la madrugada de un día de clases porque alguien quería ver la lluvia de estrellas?

El contrario boqueó como un pez fuera del agua, buscando algún comentario con el que pudiera contrarrestar lo dicho anteriormente, pero al no encontrar nada que pudiera decir terminó por dejar sus labios cerrados con una aparente expresión de enfado.

Enfado, que no le duró ni cinco segundos pues por el rabillo de su ojo vio lo que sería el inicio de aquel fenómeno natural por el que sacrifico sus horas de sueño.

No era tan fantástico como se lo había imaginado.

El cielo no se había iluminado de la nada.

No habían pasado miles de pequeños meteoros, dejando sus estelas por todo el firmamento de aquella madrugada.

Y mucho menos, ninguno de aquellos trozos de rocas espaciales había caído en su vecindario o su casa.

De todo el cielo, solo un fragmento mínimo se vio iluminado.

Fueron dos estrellas. Tan solo dos estrellas se hicieron visibles en ese momento.

Solo fueron dos pequeños trozos de rocas espaciales que brillaron una al lado de la otra, hasta que eventualmente se deshicieron en la atmosfera.

Pese a eso, la fascinación que el menor sentía por el espacio era más grande que nunca.

— ¡I-Iwa! ¿Lo viste? ¡¿Lo viste?! ¡Cayeron dos juntas! —Entre su emoción, sus palabras se enredaron y termino por balbucear cosas sin sentido.

— ¿Que si lo vi? ¡Pues no! Porque un idiota casi se tira por la ventana y no me dejó ver nada —respondió el mayor, halando de las ropas del castaño.

Ante los ojos del pequeño Tōru, había sido maravilloso. ¡Había podido apreciar un momento tan efímero como el paso de una estrella fugaz! ¡Y fueron dos de ellas!

No podía haber pedido más... Bueno, tal vez sí, pero la naturaleza es complicada, ¿y el destino? ¡Mucho peor! Tan caprichosos como sí solos.

Por eso amaba la ciencia.

— ¡Ya! ¡A dormir, Nerdokawa!

Pero el "tonto" de su amigo, no entendía eso.

O al menos, eso creía.

Los capítulos entre estrellas (⋆), están ubicados en el pasado. Son recuerdos.

¡Gracias por leer! :D