capítulo 8 › Dépaysement

Dépaysement: Cuando te sientes extraño en un lugar que no es tu casa.
Melissa

Mi plan para el lunes era dormir toda la mañana y adelantar algunos trabajos y tareas pendientes en la tarde, también realizar un mínimo esfuerzo por estudiar para todas las evaluaciones que tengo pendiente esta semana en la facultad. Terminé de recoger mi cabello en una coleta alta y de ajustarme el uniforme. Todos mis planes se fueron a la mierda cuando sonó la alarma y recordé que hoy es día de prácticas. El hospital que se encarga de monitorear mis prácticas queda algo lejos de casa, tengo que tomar el autobús para poder llegar a tiempo. Tengo la certeza de que llegará el día en que sea una gran cirujana y pueda comprarme mi propio coche. Lo primero que haré será llevar a mi hermano a dar una vuelta.

Tomé mis pertenencias y salí de casa a paso lento hasta llegar a la parada. Dos individuos yacen esperando y tomo asiento junto a ellos. Siento el leve trinar de los pájaros que queda olvidado cuando los autos aceleran. El bus se ve desde la distancia y me apresuro a ponerme en pie, lista para darle comienzo a la mañana. Llegué al hospital después de veinte minutos. Luisa, una de mi salón, fue quien me recibió, acababa de llegar y también estaba en la recepción. Charlamos un rato hasta que la corté para irnos a buscar a la señora Jeff, ella siempre supervisa nuestras prácticas.

Recibí algunos casos en la mañana que ayudé a atender, tomé notas de todo lo que me aconsejaban y cada respuesta a mis curiosas interrogantes, acompañé a hacer revisiones asegurándome de absorber todo el conocimiento que me fuese posible. A la hora de almuerzo la cafetería del hospital me recibió junto a Luisa, a quien pillé teniendo conversaciones con un chico en vez de estar centrada en las prácticas, problema que no me incumbe ni me interesa.

---Esta comida es un asco ---Luisa verbalizó---. ¿Vamos a la cafetería de al frente?

Compré dos sándwiches de jamón y queso junto con una sprite. Luisa pidió lo suyo aparte. Busqué mi teléfono celular dentro del bolsillo de mi uniforme, revisé los mensajes de Daniel que he estado ignorando hasta este momento. Estuve demasiado ocupada como para tocar el móvil siquiera.

Daniel:

¿Dónde estás?

Quiero que nos veamos hoy.

Daniel:

Si puedes.

Yo:

Estoy en las prácticas.

Salgo a las 3pm.

Daniel:

Ok.

Le mandé una carita y transcurridos cinco minutos dentro de su chat me resigné a que me ha dejado en visto y no va a volver a escribir. Posiblemente yo no sea la única ocupada y con miles de tareas y cosas en la cabeza.

---¿Crees que nos dejen salir temprano hoy?

---No es que hayas hecho mucho hoy ---solté---, pero siempre depende de cuanta falta crean ellos que hagamos allí. No me importa realmente ---corté el tema con ello. Siempre me pregunto para que Luisa estudia la medicina si ni siquiera le gusta la carrera. Yo no podría estudiar algo que no me apasione, que no me haga sentir viva, que no me haga sentir curiosidad, ganas, intensidad. Yo necesito sentir que es mi vida y la medicina lo es.

Luisa se queda charlando con el mismo muchacho de esta mañana y yo voy al área de los laboratorios esperando que ya esté el examen que habíamos mandado a realizar a un paciente hace poco. Esperé cinco minutos fuera hasta que por fin me dieron los resultados.

Extraño a Daniel y quise hacerle una llamada cada vez que disponía de cinco minutos libres, pero mi orgullo podía más que yo y nunca lo hice, siempre espero que él tome esa decisión primero.

La bata comienza a asfixiarme y cuando llega la hora de irme no veo el momento de salir de este calvario. Luisa llega sigilosa a mi lado en el instante exacto en que yo revisaba mi móvil en busca de alguna llamada o mensaje de Daniel. No había nada, ni una notificación estúpida sobre el sistema del teléfono celular.

---Creo que te esperan fuera ---Luisa me avisó---. ¿Hiciste muchos apuntes hoy? Yo apenas unos pocos.

Ansié escribirle a Daniel para ver lo de esa salida que mencionó, pero tampoco lo hice y cada mensaje que comenzaba a escribir terminaba eliminado, yo soy siempre quien espera que él me busque, que muestre interés, que me llame, que fije salidas, simplemente porque no sé cómo actuar en una relación así y siento que ya di suficiente y cada vez que lo hago nunca recibo nada. Espero de la gente lo que nunca van a dar, porque las personas no son tan buenas como las pintaba yo en mi mundo inocente. Ya no.

---Sí, lo típico en mí.

---Te quiero invitar a una fiesta. Mi hermano hará una y cómo eres mi amiga me gustaría que fueses.

---Lo pensaré ---guardé el móvil---. Tal vez lleve a mi hermano.

---Vale. ¡Adiós! ---Agita su mano con fuerza y le correspondo sin demostrar la misma euforia que ella.

Un Mercedes-Benz está estacionado frente al edificio y Daniel permanece recostado a él mirando fijamente a la mujer que ya va a una cuadra de distancia. Quise reclamarle pero no voy a montar una escena de celos, a pesar de que quiero esos ojos en mí, solo en mí y no en otra ratera que no le da lo que yo. Si de algo estoy consciente es de que juego con fuego, desde aquel día que tuvimos sexo en mi habitación por primera vez, cuando me dejó la mente extasiada y el cuerpo adolorido de tanto placer, cuando me entregué a él como sigo haciendo cada vez que nos vemos... Estoy echándole más leña al fuego y él no parece darse cuenta.

Se condena por un segundo a mi lado, de eso estoy segura.

Mierda.

---Hola ---le dije.

---¿Quién es ella?

---¿Luisa? ¿Te interesa Luisa? ---Bramé, molesta.

---No.

Seguimos parados en el mismo lugar. Me llegan las ganas de propinarle una paliza y que se retuerza de dolor.

---Sos un cerdo ---solté, tratando de mantener mi enfado oculto. Rodó los ojos antes de tomarme por la cintura y plantarme un beso en los labios que no duró más de diez segundos.

---Hola. Ese hospital ha dejado su aroma en ti.

---Debo apestar ---sin embargo, él nunca se alejó, solo me sostuvo con más fuerza estrechándome cada vez más junto a él---. ¿Qué haces aquí?

---Te vine a buscar. Me dijiste que terminabas a las tres y desde la una estoy en la casa sin nada que hacer. El curro no ha sido tan pesado hoy, creo que fue un buen día.

Dentro del coche dejé caer mi cabeza en el asiento. Todo el camino transcurrió en silencio, él ni siquiera volteó a verme una vez, su postura se mantiene recta, una de sus manos está en el volante y con la otra acomoda sus lentes que parecen a punto de caer. A veces opino que sus lentes le dan un aspecto de nerd a Daniel, pero no podemos negar lo atractivo y sexy que se ve con ellos, una de las cosas que más me gustaron y en que primero me fijé cuando lo vi fue en lo malditamente bien que le quedaban esas gafas. Nunca he preguntado respecto a sus problemas en la visión, no es que sea un tema recurrente, pero me aseguraré de hacerlo algún día. Mirando la mano que yace enfrascada en el volante visualizo la sortija en su dedo anular. Él ya tiene una vida, ¿qué soy yo?

---¿Dónde vamos? ---Pregunté.

---A un lugar.

Me invadieron unas enormes ganas de matarlo por la respuesta tan estúpida que me acaba de ofrecer.

---¿Qué lugar, específicamente? ¿Os vais a asesinarme y me dejéis tirada por allí en algún bosque hasta que por algún milagro me encuentren o alguien me deporte como desaparecida y se abra una investigación a mi nombre?

---Deberías dejar de ver tantas películas de terror, te revuelven la mente. Ya hasta piensas mal de mí, aunque también lo pensaste la primera que me viste, que un tipo borracho a punto de llorar y que ni siquiera podía pararse podía violarte o robarte.

---Ahora mismo dejaría que me violes.

---No es momento. Quiero que conozcas a alguien.

---¿A quién?

---Ellos son de las personas más importantes de mi vida, como mi familia, pero puede que hasta más unidos. Siempre he dicho que la familia es un accidente biológico, así que no podemos obligar a alguien a querernos por ser parte de nuestra familia, nadie está obligado a nada, pero tus amigos son la familia que tú eliges. Ellos son la mía y quiero que los conozcas.

Me quedé más confundida que antes y no me esmeré en ocultarlo.

---¿Por qué me llevas allá? ¿Por qué quieres que los conozca?

---Porque también sos importante para mí, eres parte de mi pequeña familia, Melissa.

---Entiendo ---cerré el tema. No pregunté más, me centré en hacer un mínimo esfuerzo por ignorar la embriaguez de felicidad que sentí en esos momentos por sus estúpidas palabras. Preferí seguir mirando el anillo en su dedo como recuerdo de la existencia de su matrimonio, dejando que las voces en mi cabeza me arrastren, recordándome lo miserable que debo sentirme como para entrometerme en un matrimonio.

Daniel no suele hablar conmigo de su matrimonio, así que apenas sé que está en un mal momento, desconozco detalles y hechos que me lo demuestren, quizás solo la infelicidad de Daniel y sus momentos destrozados cuando me llama o va a verme y su rostro es una como una sombra que intenta parecer neutral pero ya se harta de esconder todo el dolor que padece. ¿Cuándo estén bien de nuevo yo seré la basura que echarán al latón? Posiblemente. No me gusta idealizar a las personas, por eso todavía no me he tomado el tiempo suficiente para analizar profundamente a Daniel, pero solo espero que cuando vaya a deshacerse de mí tenga los cojones necesarios de mirarme a los ojos y decirme ¨se ha acabado¨.

Tomé la decisión de sentirme mal por el rumbo de mis pensamientos a embriagarme de felicidad por saber el destino de nuestro encuentro hoy. Las ilusiones son nuestro propio veneno; las creamos para tener un poquito de felicidad y aceptación, pero luego nos damos cuenta de cuán grande fue nuestra ingenuidad e idiotez.

---Pero si no queréis o tenéis algo más importante que hacer podes ir, no importa, estamos a tiempo de dar la vuelta y regresar otro día. ---Me afirmó devorando la carretera con su mirada y yo nunca había deseado con tantas fuerzas que esa mirada se dirigiera a mí.

---Estoy bien. Vayamos.

---Melissa ---me llamó cuando se detuvo esperando que la luz del semáforo cambie.

---Uhm.

---Gracias ---susurró.

No respondí, solo atiné a permitir que fuese el centro de mi atención. Me devuelve la mirada y me confunde que esos ojos me hagan sentir lo más adorable del mundo, como si fuese yo y no ella. Ignoré a mi corazón golpeando con fuerza en mi pecho, así como sus ojos negros que sentí como si profanasen dentro de mí.

Mis pensamientos siguen enredados dentro de mi cabeza. A medida que voy conociéndolo todos mis gustos y patrones cambian. Si me mira así, quizás parezca una tonta, no lo sé, me gusta. ¿Por qué 'gracias¨? La pregunta permaneció estancada en mí y no me permití soltarla, temo a la respuesta como me temo a mí misma.

Llegamos. Al entrar una campanita vibró encima de nosotros provocando un leve sonido que terminó pronto. Está todo vacío y parece un local de tatuajes, mi cerebro no tardó en unir los puntos y darme cuenta de que aquí Daniel se ha realizado todos y cada uno de los tatuajes que adornan su cuerpo. Me guio por un pasillo después de pasarle el pestillo a la puerta. Alegó que su amigo la había dejado abierta en espera de su visita. Alardeó sobre lo bonita que es su amistad y cuando nos entrometimos en el interior de la casa la cocina fue lo primero visible. Todo está en silencio y bien ordenado, justo como el local, las paredes están pintadas con colores claros que favorecen la iluminación del hogar y los objetos parecen brillar cuando miras con profundidad. Seguimos y Daniel abre una puerta al fondo, dando entrada a un patio. Me quedé inmóvil en mi lugar sin saber que hacer al observar los tres prospectos humanos que se entretienen conversando. Cada uno tiene una cerveza en mano.

Daniel corrió a ellos y le seguí a paso lento. Quise entretenerme en las asas de mi mochila, pero recordé que la dejé dentro del coche de Daniel. Los cuatro se abrazaron y se dieron palmadas en la espalda. Me sentí la intrusa, el mal tercio. Los tres pares de ojos se dirigieron a mí y solo formé una línea con mis labios sin saber cómo actuar o que decir.

---Oh ---exclamó uno de ellos---. ¡Daniel y su chica! ---Me acerqué despacio, analizando a cada uno.

Me detuve cuando estuve delante de los cuatro.

---Soy Jack, mucho gusto ---dijo quien hizo el comentario anterior. Daniel me contó que es quien ha dibujado todos sus tatuajes, por ende, el dueño de la casa. Me hizo sentarme en el césped a su lado.

---Melissa ---respondí a su presentación.

---Ah ---habló uno de ojos avellanas---. ¿Eres esa chica, cierto?

¿Su amante? Sí, soy esa que siempre busca cuando necesita contacto, tiempo y dedicación, soy la segunda opción que se folla. Soy esa, sobre la cuál le debe haber contado hasta los besos que nos damos.

---Jin ---asentí. Tiene un aura extraña. Su boca se mueve en una curva y sus ojos me detallan, tiene una mueca y parece tener mal carácter. Posé mi mirada en el chico restante, el que no se ha presentado aún.

---¡Hola, Melissa! ---Casi respingo con la emoción que denotó su voz. Estoy un poco incómoda y la mirada de reproche de Jin sobre mí no ayuda a que me relaje---. Adam para ti. Todo un gusto, preciosa.

Que amigos más extraños los que tiene Daniel.

Lo primero de lo que hablaron fue sobre lo agotado que Adam se siente de su trabajo. Me informó que es profesor. Jack me trajo una cerveza y Daniel no quiso la suya excusándose con que debía manejar para regresarnos a casa.

Al principio tuvieron curiosidad sobre mí, luego a conversación tomó otros rumbos, en pocas palabras; la primera bobería que les pasaba por la cabeza. Ya no estaba tan incómoda como antes, intento esforzarme por sentirme una más del grupo aunque lo cierto es que yo no formo parte de esto, solo me esfuerzo por Daniel, por él y sus palabras que se repiten en mi cabeza a cada nada.

Me sigue cuestionando, Jin sigue calándome con la mirada y doy por hecho que no le he caído lo suficientemente bien. Me analiza, como buscando algo en mí. Me ahogo en el calor de su mirada, parece molesto, desorientado, parece que quiere desaparecer o desaparecerme a mí. Quiero preguntarle pero no creo que sea conveniente con los otros tres cerca de nosotros.

---Y resulta que era casada. Menos mal no la llegué a meter.

---Ugh, Jin. Yo la hubiese metido, que me importa si es casada o no, es su problema y el de su marido ---Adam asintió ante lo dicho por el tatuador.

---No entienden ---me miró denotando odio por una fracción de un segundo. Nadie lo notó, pero yo sí, es difícil pasar desapercibido el odio y la intensidad en su mirada---. No la metí porque su marido casi nos atrapa. Tuve que salir corriendo y solo en calzones. Fue una experiencia demasiado traumática. Con todo mi ser espero no pasar por eso de nuevo.

Creo que más traumático que su relato es la imagen mental que tengo justo ahora.

---Y vos... ---Nuevamente esa mirada avellana se detuvo en mí---. ¿Qué estudias?

---Estudio medicina.

---Genial. Esa era mi segunda opción ---habló sin ganas.

---¿En qué trabajas? ---Pregunté por curiosidad.

---Con Daniel. Él da matemáticas, yo inglés.

---Y yo literatura ---Adam dio una sonrisa llena de orgullo.

---Impresionante ---es como si se hubiesen puesto de acuerdo---. ¿También das clases? ---Le pregunté a Jack. Tal vez los tatuajes es un negocio aparte.

---Estudié medicina, pero no la ejerzo. Solo tatúo. Si necesitas ayuda me puedes preguntar. Recuerdo muchas cosas aún que tal vez te sean de utilidad.

Jin sigue mirándome, como buscando algo en mí, alguna falla, un error, un paso en falso, algo que le diga que no soy apta tal vez. Agradecí el comentario de Jack y ellos retomaron la conversación. Dos horas después nos despedimos y nos marchamos, dejando a los otros allí dentro aunque Adam ya había mencionado que pronto debía ir caminando. Entendí porque Daniel me dice que forman parte de su familia. Ellos son de esas amistades que con solo tenerse no les importa el mundo. Yo no tengo, estoy sola.

---Nos conocemos desde la primaria Jin y yo. En la secundaria conocimos a Adam y Jack. Desde entonces hemos sido imparables juntos.

Asentí.

---Jin, Adam y yo trabajamos en la misma universidad.

---Uhm, Jin mencionó algo de aquello.

El rarito de la mirada penetrante.

---Somos como hermanos. Me alegra mucho que los conozcas.

---Yo también. Gracias por invitarme hoy. Fue divertido gracias a ti. Estaba planeado para ser una gran y aburrida tarde.


Los tres días que le siguieron a ese no supe nada de Daniel, ni siquiera nos testeamos, pero estuve bastante ocupada como para revisar a cada rato mi teléfono celular en busca de alguna llamada o mensaje suyo. Adelanté trabajos, ayudé a mi hermano con sus tareas a pesar de que su tema es algo complejo para mí, no es que le sepa mucho a la informática y las prácticas en el hospital fueron más frecuente que otras semanas.

Las dos semanas siguientes disminuyeron mis tareas, pero Daniel seguía complicado con sus cosas, nunca pregunté de qué se trataban, pero siempre sacaba un tiempo para cuando me escribía y quedábamos para follar. No me importaba que apenas se corriera tuviera que salir corriendo para arreglar sus problemas, yo solo me vestía y me iba o lo observaba marcharse. Luisa volvió a recalcarme la invitación de la fiesta, la negué en el mismo momento en que mi hermano entró a la habitación para avisarme que ella le informó mediante un pequeño texto y tomó la decisión de ir, si me iba o quedaba era pendejada mía.

---Yo espero que sepas que el hecho de ser hermanos no implica estar todo el día pegados como garrapatas.

---Ni siquiera nos vemos estando en la misma casa. Necesitas despejar y yo también.

Y tampoco nos veremos en la fiesta, le quise decir pero me ahorré el comentario.

---Vale, iré. Ahora marchaos de mi habitación.

Tuve que exponer una práctica de aplicación de RCP en la universidad. Volví a ver a los amigos de Daniel y nos quedamos conversando. Puedo hacer un análisis de todos ellos pero me contengo, no los conozco del todo y odio idealizar a las personas. Jin sigue mirándome con odio, solo que esta vez lo disimula más y no sé si son por conclusiones propias o alguno de los integrantes habló con él. No es algo que quiera descubrir.

---¿Vienes a mi casa? Saldré en la noche pero tengo la tarde libre.

---¿Y tu imagen de ángel?

---Mis padres no están y mi hermano ni siquiera sale de su habitación. ---Había quedado con Daniel solos después de media hora de charla con sus amigos, cada uno retornó a su hogar.

---¿Adónde vas en la noche? ---Hundió su nariz en mi cuello. Su respiración me hace cosquillas provocando que la piel se me erice. Acaricio su cabello y seguimos en la misma posición, dentro del auto y yo encima de él.

---Saldré con mi hermano a una fiesta.

---¿Qué fiesta?

---¿Recuerdas a Luisa? ---Claro que se va a acordar de Luisa, le interesó---. Iré a su fiesta.

---Esa tía... Tiene cara de ¨ni me hables porque te parto los cojones¨.

---Uhm, ¿Te interesa? ---Finalmente hice la pregunta.

---Eh, claro que no. Aparte de su aura rara, la conozco.

---¿De dónde?

---Es la ex de mi hermano menor ---dejó las manos en mis nalgas---. ¿A tu casa por fin?

La erección que se forma me confirma lo que quiere y yo gustosa le dejo que me tenga. Puedo estar fallando al dejar que todo fluya pero sus besos en mi cuerpo me hacen olvidar todo y siempre llego a la misma conclusión.

Mientras me guste y no crucemos las líneas todo va a estar bien. No quiero que se detenga, no quiero parar ahora, no hay necesidad de hacerlo si ambos lo disfrutamos, no importa si quedan heridos, mientras nosotros estemos bien no importa el mundo. Lo besé en sus labios y abrí la piel de su espalda cuando sus embestidas se volvieron despiadadas y sin control, llevándome al borde de la locura y el éxtasis. A veces pienso que Daniel y yo estábamos destinados a encontrarnos aunque no tuviésemos un futuro por delante.

La vida es demasiado egoísta.

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