capítulo 37 › Tuhka
Tuhka: Palabra de origen finlandés para referirse a los residuos que quedan después de quemar algo.
Daniel
—¿Estás seguro de que vas a hacer esto? —Jin me palmeó la espalda a modo de consuelo.
—Necesito hacerlo o acabaré matandolos el día que sin querer me cruce con ellos en la calle —respondí. Bebí de un sorbo mi taza de café.
—Bueno, ten suerte. Yo me iré, tengo que pasar por un recado de Anna —miró la hora en su teléfono—. Y ya estoy llegando tarde.
Jin se fue y me quedé solo con Gael.
—Bien. ¿Qué le haremos?
—Me estás poniendo una situación demasiado difícil.
—Terminas de estudiar medicina, te empeñas en pasar un curso de derecho y te estoy poniendo en una situación difícil.
—Lo que quieres hacer es demasiado raro y ni siquiera soy un abogado graduado.
—Necesito darles un susto. Que paguen. Hicieron mierda la vida de Harie, si no los maté el día del funeral no me voy a quedar sin hacer nada.
—El resentimiento, desprecio y odio es un sentimiento muy malo.
—Y peor es que por su culpa Harie haya muerto —decirlo, aceptarlo en este punto ya no era difícil para mí. Es algo natural, la muerte es natural, comprendo que no actue de mi mejor manera cuando sucedió, estaba pasando difíciles momentos cuando aquello y la terapia ayudó bastante—. Necesito cerrar ese ciclo completamente y ellos son las piezas que me quedan sueltas.
—¿En algún momento Harie utilizó de tu dinero, tu tarjeta para pagarle algo a sus padres? ¿Dejó alguna prueba de ello? ¿Escribió algo antes de morir que evidenciara que sus padres fuesen la causa principal de su sufrimiento que la conllevase el uso extremo de drogas?
—Sí. Alquiló una casa en la playa en el cumpleaños de su madre, estoy segura de que la obligaron a hacerlo porque ella no estuvo allí, la utilizó varias veces para pagar las facturas y gastos de su madre y me mentía diciendo que eran gastos de la casa.
—Voy a necesitar un tiempo. Necesito sacarle copias a todo eso. Si quieres montar un show tienes que hacerlo bien.
—Gracias.
—Te voy a escribir luego —se plantó frente a mí—. No sabe lo feliz que me hace tenerlo de vuelta y en perfecto estado, Daniel —le correspondí el abrazo y dejé que se fuera.
Revisé las redes sociales en busca de algún apartamento, considero que esta casa es demasiado para mí solo y estoy bien con algo más pequeño. Las pesadillas fueron la parte más difícil de mi vida, ahora solo sueño y no despierto con un sabor amargo en la boca, ahora mis manos y muslos están limpios y la ansiedad no es tan frecuente. No creo que he encontrado completamente el punto de partida, pero he sabido tener otro punto de inicio, uno que pensé que nunca podría tener, llegué a pensar que iba a caer en el suicidio y yo mismo llegué a temer sobre lo que pasase si hubiese llegado a ese extremo.
Me limité a seguir mi rutina diaria, ir al trabajo, ir al gimnasio, revisar documentos y papeles, salir a hacer las compras, verme con Jin, Jack y Adam los fines de semana aunque raramente se nos une Anna y Marcos, Lucas cada que pasa la estadía en casa de Jack nos molesta un poco y cuenta algunos de los raros sucesos, como el suele llamarlos, que le ocurren en el día. Ahora con sus doce años sigue siendo igual de curioso de antes y se sigue fajando con Jack cuando sale en la moto en vez de escoger el auto.
Se siente como si todo pasara tan rápido que no te das cuenta hasta que ves la fecha y dices "Wow, ¿en serio ha pasado tanto tiempo?" Es como si ahora lo ocurrido en el pasado fuese un haz de luz que pasó y aunque parece que fue ayer, te das cuenta que fue hace tres años.
—No toques eso, mocoso —Jack regañó a Lucas que sigue tocando su máquina para tatuar.
—Déjalo —replicó Marcos—. Sabe que hace y tampoco le tienes la aguja puesta ni la máquina conectada como para que funcione.
Sigo viendo el azul en los ojos de Marcos y es como verla a ella, sin embargo, me propongo no pensar demasiado en eso.
—¿Estás listo? Pude conseguir una lista de cosas en que Harie ocupó tu tarjeta para beneficio de sus padres. Hay un total de 300 dólares invertidos. ¿Quién coños gasta tanto dinero en una persona?
—Harie —respondí como si fuese obvio—. Y no era cualquier persona, son sus padres y es algo comprensible. Lo incomprensible es la mierda que le hicieron cuando ella solo intentaba ayudarlos.
Dejé que Gael me guiara y me sorprendí al ver que tuvieron que vender su antigua casa y ahora ambos trabajan al no tener a quien decirle que los mantenga. Estoy seguro que el dolor de la muerte de mi esposa se debió a ello y no al supuesto amor que decían tenerle. Recuerdo perfectamente el que me hubiesen llamado asesino, que me culparan de algo cuando solo quise ayudar en mi peor momento. Solo fui un loco suicida intentando salvar a otra suicida pero acabamos matandonos ambos en el proceso, quizás esté vivo ahora, pero en aquellos momentos fue como estar muerto en vida.
Me planté allí con mi cara de autosuficiencia y mostrando confianza. Gael hizo su trabajo y amé ver la cara de horror que me mostraron. Me suplicaron que no lo hiciera, que los dejara en paz y borrara el pasado, me tacharon de loco, enfermo, demente por querer volver cuando yo maté a su hija y ahora pedirles todo el dinero.
—Yo no soy todo lo que dicen, yo no me aprovecho de las personas y su vulnerabilidad para salirme con la mía —declaré.
—No tenemos como pagarte eso ahora. Exijo-
—Las posibilidades estadísticamente de que lleven esto a juicio y salgan perdiendo es de un noventa por ciento —Gael dejó claro. Todas las posibilidades eran de nosotros.
—No estamos tan seguros de eso. No hay pruebas, solo lo que tienes ahí. En todo caso fue mi hija quien robó el dinero —quise moler de nuevo a golpes al padre de Harie justo como no me dejaron el día del funeral. Aparté esos pensamientos.
—Aquí hay una copia de la carta que dejó Harie antes de morir disculpándose por lo que hizo, deja perfectamente claro que la obligaban a hacer aquello y eran ustedes los beneficiados. Mi cliente exige su dinero y en caso de negarse podemos llevar esto más allá donde van a perder.
Creo que a Gael le queda mejor el papel del abogado malo que el de médico.
—La mitad. Te pagaremos la mitad —la madre de Harie me suplicó.
Le asentí a Gael, verlos humillarse delante de mí ya estaba siendo bastante, no me gusta que las personas se minimicen delante de mí y mucho menos ser mi culpa. Solamente estoy botando los residuos de una vieja historia para poder quedar completamente satisfecho aunque tenga que pasar por encima de ellos.
—Gracias —le dí un abrazo a Gael—. ¿Te llevo?
—Iré solo. Tengo que pasar a hacer una compra para Adam.
Por primera vez mis pies tocaron los suelos de la empresa de mi padre, actualmente siendo de mi hermano menor. Los empleados no me reconocieron, la mayoría y eso fue mejor a que tener que recibir miradas de confusión, y llenas de curiosidad. No pedí permiso para entrar en la oficina de David y su secretaria sí me conoce perfectamente. Toqué el vidrio de la puerta y empujé.
—Daniel, pensé que a esta hora ya no vendrías.
Saludé a David y Diana, sorprendentemente como si mi llegada hubiese hecho que entrara en la oficina de David.
—Solo tenía que encargarme de viejos cabos que quedaron sueltos y necesitaba atar.
Me senté en la silla de David. Subí los pies al escritorio y silbé al notar la increíble vista que tenia de Madrid desde aquí.
—Nunca pensé que la ciudad se veria tan bonito desde aquí.
—Pues acostúmbrate —volvió a guardar sus cosas en su maleta—. Tendrás esa vista para tí completamente por dos semanas. ¿Seguro que estás listo y sabes como hacerlo?
—Sí —dí una vuelta en su silla—. Siempre tengo el teléfono para cualquier duda llamarte y Diana me va a ayudar con todo lo que tenga que hacer. Tu secretaria también me conoce, no creo que sea un inconveniente manejar tu empresa en lo que vos esperas que María de a luz —la esposa de mi hermano estaba en estado.
—Dios quiera que sea esta semana. No me siento completamente confiado dejándote en mi puesto dado que es la primera vez en tus treinta y cinco años que pisas la empresa.
—No sabia que habían tantos trabajadores. Imaginé la empresa de papá como algo más pequeño.
—Lo era —me aclaró Diana—. David ha echo que tengamos más oportunidades en otros lugares del mundo y la ha hecho crecer y expandir su trabajo no solo en España, tenemos pensado colaborar este mes con la empresa de Londres y Canadá. Este hijo de puta ha sabido tener cojones para el trabajo.
Londres, odié siquiera la mención del país.
Estaba en las vacaciones de invierno por la universidad así que no me iba a interferir con sustituir a David.
—Ven, deben conocerte, Daniel —David me hizo presentarme con los trabajadores. Me enseñó el mecanismo de trabajo que suele utilizar y todas las cosas que me harían falta para apoyarlo estas dos semanas. Diana también iba a ser un pilar fundamental de donde sostenerme, ambos conocen esto mejor de lo que lo he echo yo. Nunca tuve un gramo de interés en lo que hacía papá o querer la fortuna, me he echo de todo lo que tengo solo, con mi carrera.
—Me iré ya —aclaró Diana, entrando en la oficina. Me dí la vuelta, estaba admirando el panorama nutriendome de recuerdos que no debo añorar—. Tengo que pasar por los niños.
—También me iré. Tengo un encuentro pronto.
—Mamá sigue esperando un nieto de tu parte —me empujó por los hombros—. ¿Qué esperas, marica?
—Creo que mi destino es no tener hijos —reí sin importarme mucho.
Hizo una mueca.
—No sabes lo bonito que es llegar a casa del trabajo y ver que te esperan tres preciosuras que te nutren de abrazos y te dan la energía suficiente para poder seguir lo que resta del día. Los niños crecen y se alejan poco a poco, se hacen adultos, maduran y por eso intento disfrutar la niñez de mis hijos hasta que algún día se conviertan como nosotros tres.
—¿Qué tenemos nosotros tres?
—Nuestras vidas separadas, cada uno por su camino, David es quien únicamente vive con nuestros padres. Antes de que decidan abrirse completamente al mundo quiero disfrutar con ellos. Tener un niño es tener un incentivo que te motiva a luchar en tu día a día y espero que un día puedas saber de que te hablo, Daniel. Deja de ser un marica y dame un sobrino, pendejo.
Se marchó en su auto, seguí su trayectoria hasta que se perdió en la carretera y montando en el Mercedes-Benz me dirigí a casa de Jack. En este tiempo Jack había logrado hacer varios tatuajes, algunos de ellos sirvieron para cubrir las cicatrices que dejaron las cortadas en su momento. No puedo decir que me arrepiento, estando en el pasado todo hubiese pasado igual, cometería los mismos errores.
Aún así debemos saber quedarnos con la experiencia, con la enseñanza que nos brinda cada caída que tengamos en nuestra vida.
—¡Por fin apareces, pendejo! —Jack me golpeó con fuerza por la espalda. Le devolví el juego brusco.
—¡Hola, Dan! —Naya se abalanzó sobre mí. Le correspondí el abrazo y acto seguido me fui con Jack a platicar un rato en el patio mientras tuviese un tiempo libre en el local.
—¿Todo bien? —pregunté. La nieve sigue cayendo, otro año donde no puedo cumplir la promesa que una vez hice.
—Si, tengo un turno pronto. ¿Cómo te fue en la empresa de tu familia que apenas y conocías de su existencia? —se burló. Reí un poco dándole la razón.
Estoy tratando de hacer las cosas bien ahora, y no sé si estoy cometiendo los mismos errores del pasado o solo saliendo adelante, creo que es algo que con el pasar de los días podré descubrir, mientras tanto solo queda disfrutar los pequeños momentos que aunque algunos sean fugaces, son esos que nos hacen feliz y por un momento llenan nuestro pequeño corazón de una alegría efímera. Como ese momento cuando estás en la cena de fin de año, están todos en la mesa bromeando y abriendo regalos en navidad, momentos que sabes que en algún momento no tendrás porque algunos se habrán ido y otros habrán llegado. Como la hija de David y los hijos de Diana. Solo te queda conservar los recuerdos y contar las anécdotas a algún hijo o nieto dispuesto a oír tu historia.
Jack se fue a atender el local y yo seguí a ver a Naya.
—Pensé que no vendrías —aclaró acercándose a mí.
—Si lo haré. Se lo prometí a Jack.
—¿Y yo?
No contesté porque la respuesta ella la sabe, es la misma que le vengo dando desde hace semanas. Naya piensa que puede derretir la capa que Melissa pudo, pero no es así, solo le tengo aprecio, comprensión... Y ganas. Nunca me hubiera fijado en ella de no ser por haberse acercado a mí y porque Melissa no está.
¿Sigo pecando? No importa. Esta vez estoy seguro de poder dejar las cosas solo como profesional y cuando sienta que ella no pueda me alejaré antes de causarle más daño. Naya no es como Melissa, no tiene sus curvas ni sus predominantes pechos, es más sencilla y a veces temo que si lo hago como le daba a ella la terminaré rompiendo.
Da igual. Melissa se fue, yo quedé aquí —concluí esa tarde mientras me ocupaba follando a Naya tratando de no pensar demasiado en el pasado, ese que aún me sigue persiguiendo.
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