capítulo 27 › Saudade
Saudade: Palabra de origen portugués que se refiere al sentimiento de melancolía y nostalgia cuando se extraña.
Melissa
En las misas nunca presto atención, siempre me aburro y solo hago como si estuviera haciendo todo lo que los cristianos a mi alrededor hacen. Tampoco quiero hacer molestar a mamá y por eso me comporto lo mejor que puedo aunque en varias ocasiones he llegado a recibir un golpe por bostezar mientras el padre da su discurso que me importa una verga. Esta vez fue diferente. Sé que no soy creyente como mi madre y odio hacer estas cosas, pero pedí porque todo saliera bien en la vida de Daniel y de Marcos. No vino debido a un resfriado que pescó hace unos días. No sale de su habitación apenas para comer, papá le prohibió la salida al enterarse de que sus supuestas salidas con un amigo pueden ser algo más y cuando intenté hablar con él, Alexander me hizo de lado como si no importara.
Mamá parece estar de acuerdo y hacer todo lo que mi padre ordena, como si le tuviera miedo o quizás solo está de acuerdo con sus decisiones, deciros que me siento decepcionada de mi padre y mi madre es poco. Deseé en ese momento poder romperle la cabeza a los dos aunque no fuese un acto muy sano considerando también que son mis padres, las personas que me trajeron junto a mi hermano al mundo.
Extrañé a Caleb, era la única persona que se me acercaba en las misas. Hicimos un ritual para que la mamá de Caleb encontrara la paz en el cielo y posteriormente fuimos a la salida donde había una bandeja con comida. No toqué un bocado. Mamá tampoco lo hizo y agradecí cuando me busco para irnos después de hablar unos diez minutos con el padre en busca de su bendición para el hogar.
—Iremos a casa ya —sentenció.
—¿Cuándo van a dejar salir a mi hermano?
—No lo sé. No te metas en problemas que no te corresponden, Melissa. Mantente al margen de las situaciones.
—No, es que ustedes no lo entienden. ¿Sabes que es Marcos? Es tu hijo, el que diste a luz después de mí, el que tuviste nueve meses en tu vientre, ser como es no lo hace una mala persona ni un desconocido, mucho menos está enfermo, es un ser humano que comenzaba a aceptarse y están haciéndole una mierda con lo bueno que es y siempre ha sido.
—¿Te dije que no te metas, no? Sé lo que hago.
—No lo haces y espero que si ese al que tanto le alabas en las misas existe te de un castigo por toda la mierda que le estás haciendo pasar. ¿Y quieres que te diga la verdad? No te estás comportando como una madre, estás siendo imbécil, y espero que no te arrepientas de nada porque todo acto trae su consecuencia y terminaras alejando a las únicas dos personas que están dispuestas a arriesgar su vida por ti porque si apartas a Marcos de tu vida lo harás conmigo también. No pienses que me voy a quedar a lamerte los zapatos. Ni a tí ni al idiota que se hace llamar mi padre.
Mi hermano siguió sin salir los días consecutivos apenas para comer, ir a la universidad e ir alguna que otra vez a mi habitación, me contaba algunas cosas que le ocurrían y de vez en cuando terminaba desahogandose conmigo.
—Tanto huir para que mi peor miedo se hiciese realidad —me comentó una vez.
Daniel sigue dedicando todo su tiempo a su esposa y raramente nos veíamos o hablábamos. Jin me comentaba todo lo que no podía llegar a enterarme y siendo sincera la situación me hartaba, pero sigo intentando comprender al hombre que amo aunque esté al punto de que no sé que excusas buscar para seguir justificándolo.
—Lo siento de verás, pero sabes que no puedo en estos momentos.
Suspiré en la llamada. Estaba bien, necesita su tiempo, no va a cambiar nada, volverá a mí—. Esta bien. No importa. Podemos ir otro día —hablé bajito con miedo a su respuesta.
—Claro. De verdad siento tanto no poder estar ahí contigo.
—Ya os dije que no te preocupes, no estoy molesta y entiendo por lo que estás pasando. Te dije una vez que te iba a apoyar y es exactamente lo que estoy haciendo.
—Joder, no se que hice para merecerte —lo visualice frotándose la sien—. Te amo.
—Yo también... Te amo —vacilé un poco antes de decirlo.
Extraño los viejos tiempos, pensé que podrían venir mejores momentos pero todo solo parece caer en picada rápidamente, como cuando somos pequeños y queremos bajar en bicicleta por una colina empinada y bajamos que parece que pelamos, así se sentía la vida, que todas las cosas malas caen como aquel niño en bicicleta, veloz y atropellante. Mi mente comenzaba a jugar conmigo. Siempre le dije a Daniel que iba a estar a sus lado a pesar de que su esposa (o ex esposa, ni siquiera estoy segura de que son) está con todo el tema de las drogas, nunca haría algo que lo afectase.
Puedo amarlo y ella ser su esposa, o la persona que últimamente tiene su atención veinticuatro siete, pero nunca haría nada y menos con una mujer que está al borde de la muerte. Se siente como si ella te persigue, primero la madre de Daniel, después su esposa y luego la chica que fue atropellada con el auto. Estaba tan asustada y con un miedo de fallar terrible.
Al final de día Daniel me llamó diciendo que la mujer sobrevivió debido a que fue hospitalizada en el mismo que su esposa. Le dieron el alta hace más de una semana y aunque Daniel quiera evitar que se drogue y piense que poniéndola en abstinencia lo va a lograr no es así, y menos una persona que no quiere ser salvada.
Las drogas es algo que no se deja tan fácil. Los dolores, el sufrimiento, la abstinencia, las pastillas que no parecen hacer efectos en las personas, hasta yo tuviese miedo porque a la vez que caes en la adicción muy pocas veces hay vuelta atrás. No todos sabemos crear una nueva página.
La muerte te busca, te persigue y si no sabes huir y luchar contra ella te atrapa dejándote en la oscuridad. Ese es nuestro propio castigo.
Yo solo decía lidiar con todo aquello y tragarmelo si quería tenerlo a mi lado.
El desastre de mi casa sigue, mamá nos dirigia la palabra cuando se requería y parecía asustada cada que papá se encontraba con Marcos, como si teme que volviera a pegarle. Traté de hablar con Alexander pero siempre me esquiva porque sabe todo lo que tengo que decirle. La situación no se calmaba. Salí de mi habitación por un pastelito que terminé guardando. Como esos momentos cuando tienes hambre pero después de ver la comida decides no comer.
Todo estaba bien con Daniel siendo amantes. ¿Por qué nos complicamos tanto? Siempre existe algo prohibido que termina atrayendonos más. Somos seres masoquistas y amamos arder en las llamas del fuego.
Las voces explotaron en casa y salí disparada de la cocina. Mamá y papá estaban peleando. Me escondí para poder escuchar.
—¡Es tu hijo! —sentí la voz de mamá. Me asomé un poco para poder verlos. Me aseguré que desde mi puesto no me viesen.
—¡Mi hijo no será ningún marica!
Le propinó una bofetada. Siendo sincera en todo caso siempre pensé que quien negaría la sexualidad de Marcos sería mamá con sus absurdas creencias y su religión, papá siempre se mostró pasivo y compasivo con eso pero con su propio hijo parecía que tuviese el diablo encima.
—¡Sigue siendo Marcos! —gritó, se paseo por la sala, no estaba llorando pero sus ojos parecían estallar en cólera. Me asusté por la versión que mi madre estaba mostrando—. Es el hijo que tu hiciste, el que amaste y sigues amando, no ha cambiado, solo tiene otras preferencias que no son ni siquiera las de un enfermo, es una persona normal y no entiendo porque no lo aceptas y te empeñas en dañarlo e infundir miedo. ¿Qué tienes contra él? ¡No seas un marica de mierda tú, no seas el padre asqueroso que estas siendo ahora, solo estás dando lástima!
—No me importan tus palabras y aquí se hace lo que yo diga. O Marcos se cura o muere como hijo para mí.
Hijo de puta.
Lo miró como si lo odiase. ¿Ya dije que tengo miedo de esta versión de mamá?
—Escuchame bien, Alexander Quintero Pérez, esta bien que no quieras aceptar a Marcos después de haberle costado tanto salir del armario y demostrarse como es —quise golpear a mamá por idiota—. Pero puedes saber que esto se acaba de aquí y me llevo a mis hijos conmigo porque no van a estar en un lugar donde su propio padre los hace de lado y es un completo imbécil infeliz que no sabe más que dejarse llevar por las críticas de afuera y es un homofóbico de mierda. —Retiro lo dicho.
—Sales de esta casa y no esperes un peso de mí. Solo tendré responsabilidad con Melissa porque es la única hija sana que me queda aunque se lie a un viejo. Supongo que es eso mejor a que se lie con otra tipa. Enfermos que sois todos.
—No entiendo como pude casarme con un ignorante como tú.
Papá salió de casa y mamá se fue a su habitación. Salí de mi escondite y vi a mi hermano recostado en las escaleras. También lo oyó todo. Todo es un constante caos y mi mente ya no da para más. Necesito relajarme para poder saber que curso va a seguir mi vida. Mi corazón ya no puede con tanto y temo que mi estabilidad emocional me falle. Me estoy ahogando en un mar vacío. Mis lágrimas eran las que me estaban arrastrando, mi condena y mi larga agonía.
Solo deseo ser feliz junto con las personas que de verdad me importan, pero cada vez que lo logro algo sucede apartandonos completamente. Siempre supe que en algún punto todo se iba a enredar y uno por uno saldríamos perjudicados, pero no pensé que las cosas tomasen tal magnitud.
Me dejé caer en mi cama. Todo me da vueltas en la cabeza y no sé que hacer. Por primera vez en mi vida no se como actuar, no se que decir, no se que pensar, estoy en blanco y en el juego de ajedrez de mi vida no se cuál es la siguiente pieza a mover. Marcos entró en mi habitación después de dar tres toques. Ambos tenemos mucho que decir pero las palabras no salen y el nudo en nuestros corazones no nos deja hablar.
Sin embargo él fue quien primero rompió el hielo—. ¿Qué pasa?
—Me siento mala persona, ya no se que pensar ni siquiera de mi misma. Me siento perdida.
—No eres mala persona, solo que todos siempre tenemos pensamientos que suelen hacernos dudar.
—Le prometí a Daniel en la cena de fin de año que estaría para él cuando su esposa cayó y creo que es lo que menos he echo. Me enfurezco conmigo por sentirme mal cuando me rechaza las salidas y no me llama con tanta frecuencia porque sé que invierte todo su tiempo en ella. Ella no quiso ir a rehabilitación y él sigue como garrapata detrás de ella sin entender que no es tan fácil como piensas. ¿Que pinto yo en todo esto?
—Debes hablar con él cara a cara. Una vez mi amigo me dijo estas palabras: "La vida es corta, Marcos. Si te gusta alguien ve y dile todo lo que sientes. Todos tenemos formas de pensar, gustos, motivos, así que si no se te entiende a veces está bien. Nosotros nacemos para cumplir nuestras propias expectativas, sueños y metas en la vida, no la de amigos, familiares y padres. Y no se trata de egoísmo, sino de amor y valor propio".
—¿Debo decirle todo lo que siento?
—Sí. Él también está errando porque están en el punto que ambos dependen del otro y ni siquiera tú puedes curarlo. Necesita ayuda, necesita terapia y no se la puedes dar.
—Lo he pensado.
—No creo que debas decirle eso. Es su vida y ahora está enfrascado en su esposa. Ella tomo ese camino y es algo que Daniel no entiende.
—También lo sé.
—La vida es muy complicada y el amor más. Uno de los motivos por los que me escondia bajo mi máscara es por miedo a lo desconocido. He visto maltrato a chicos por ser diferentes, pero cada día me pesaba más ocultarlo y fingir interés por algo que no me gusta. No estoy enfermo como dice papá, estoy queriendo salir de mi burbuja y el primer paso ya lo logré y es aceptarme. Parece poco pero me siento orgulloso de mi mismo.
La universidad llegaba a estresarme y al día siguiente apenas pude prestar atención en clases. Quedé con Daniel en vernos mañana por la tarde, te dije que teníamos que hablar y no le iba a robar mucho tiempo. Jin me escribió preocupado al saber por Adam que estábamos teniendo problemas y solo alegue que todo estaba bien.
El clima seguía frío y todavía el verano no llegaba. Fui a verme con Daniel después de comentarle a mamá. Tomé un taxi hasta la ubicación que me mandó. Era cerca de su casa y en todo el trayecto permanecí en silencio tratando de organizar mis ideas.
—Hola, corazón de melocotón —me besó. Extrañé demasiado a Daniel y dejé que me besara, nunca me iba a cansar de sus besos.
—Hola. ¿Todo bien? —pregunta que todos hacemos por educación porque aunque la otra persona se esté hundiendo en mierda nos va a responder un "estoy bien".
—Dentro de lo que cabe. ¿Qué pasó? Parecías querer verme con urgencia.
Caminos un poco, me contó lo mal que lo pasaba y me enseñó algunas marcas de arañazos que tenia por tratar de detener a su esposa. Me sentí por saber que solo se hunde más en el agujero negro que está creando para sí mismo.
—Quiero hablar contigo.
—¿Entonces?
—Se toda la mierda que estás pasando pero de verdad me gustaría que aunque fuese un poco estuvieses más al pendiente de la relación de ambos. Sé que te importa tu esposa y la quieres así como sé que te dije que iba a apoyar en todo e iba a estar para tí y lo he echo pero al menos cinco minutos de tu tiempo puedes dedicar a estar conmigo. Y si crees que no puedes con esto es mejor que dejemos esto.
Contrario a lo que pensé que iba a pasar solo me dijo—: Lo siento.
Su rostro está demacrado, tiene unas pequeñas pero visibles ojeras bajo sus ojos y se notaba el cansancio. No solo físico, sé como se siente emocionalmente.
—Tienes razón, no te he dado la atención necesaria pero yo tengo tanto miedo de todo lo que está pasando que... Lo siento, prometo que tendré más tiempo para nosotros.
Asentí. Confiaba en sus palabras porque lo amaba y lo quería.
—¿Quieres pasar unas vacaciones?
—¿Dónde?
—En algún hotel, lejos de aquí. Tu y yo, tres días.
—Si quiero.
Me besó. Estábamos tapando el sol con un dedo y no sabíamos cuál de los dos iba a salir más afectado de esta relación. Unos fuman, otros beben, otros se drogan y otros se enamoran. Cada quién se mata a su manera.
Tuve que salir de la salida con él porque mamá me llamó exigiendo que debía volver a casa lo más rápido que podía, lo hice temiendo que haya pasado algo con mi hermano. Volví a tomar un taxi de vuelta y entré corriendo. Marcos estaba sentado en la sala con las manos sobre su cabeza como si intentara detener un dolor de cabeza.
—¿Qué pasó?
—Mamá le pidió el divorcio —susurró, estaba rompiéndose y me rompió el corazón ver a mi hermano romperse, verlo llorar, Marcos no suele llorar. Lo abracé y deje que todo pasara. Mamá se acercó a mí.
—Empaca tus maletas. Es la última vez que vuelves a pisar esta casa.
Le hice caso porque yo también estoy cansada de la mierda que era papá con Marcos y entre él y yo somos los dos o ninguno.
—¿Te vas con ellos? —me preguntó mirando todo como si no le diera remordimiento. Sostuve mis cosas, mamá me dijo que era mi decisión.
Me enfrenté a mi padre por primera vez.
—Somos los dos o ninguno. No quiero un padre homofóbico que se empeña en hacer un uno a su hijo que es un diez —aclaré.
Mis abuelos nos recibieron. Marcos y yo tuvimos que compartir habitación, la casa es pequeña en comparación a la que antes teníamos. Mamá contó la situación y antes de poder juzgar dijo que no tienen derecho a hablar. Mamá se convirtió en la heroina que necesitamos en nuestras vidas muchos de nosotros.
—Oremos antes de comer —nos recordó mi abuela. Marcos me miró mal pero al menos no intentaban hacerlo sentir mal.
Entonces ahora estaba aquí. Con mi hermano en la habitación mirando el techo pensando en cuando dejaría de llover sobre nuestras vidas y de los que nos rodean.
Marcos y yo necesitamos figuras paternales porque es normal que los hijos necesiten de los padres para sobrevivir, no pasa lo mismo para las figuras paternas, estos ya tenían su camino hecho y de ellos depende formar parte o no de la vida de su hijo, de la imagen que quieran dar y la huella que dejen en cada bendición.
Fue entonces cuando llegué a comprender que se puede ser incompatible con la familia y compartir genes no garantiza nada.
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