capítulo 21 › Ya'aburnee
Ya'aburnee: La esperanza de que uno de los amantes muera primero, porque quien la dice supone que no podría vivir sin el otro.
Harie
Dosis tras dosis es en lo que se ha convertido mi vida, despertar en la noche sintiendo mi cuerpo pedir la droga, tratar de no tenerla un cierto periodo de tiempo y mi cuerpo comenzaba con la abstinencia. El insomnio era cada vez mayor y la mayor parte de la noche solo me quedo observando a Daniel en la oscuridad mientras duerme. Mientras él duerme curé sus heridas de la muñeca y tuve cuidado de que no despertara. Pienso en lo mala persona que me siento al saber que Daniel se está haciendo tal daño y hago como si me importase un pepino.
No es así. Solo lo hace en sus crisis, ha llegado a la magnitud que es lo único que hace que paren y pueden llamarme ignorante, pero sé cuando lo hace y sé que Daniel no esta bien de estabilidad mental, ninguno lo estamos y es lo único que ha logrado esta puta relación dependiente. Hemos encontrado deshacernos de nuestra dependencia (entre comillas) en las heroínas y las cortadas.
Nos autodestruimos juntos. Y la única manera de esto acabe es que uno de los dos muera primero, no quiero dejar a Daniel, no imagino un futuro sin él, y sabiendo que es él quien tiene que vivir por toda la mierda que le ha tocado a mi lado estaría bien dejar de existir.
Los dos días que pasaron Daniel se pasó su tiempo cuidando a su mamá. Sé que me oculta algo y a pesar de ello me niego a pensar o aceptar que es aquello que siempre reemplaza con su tiempo en los chicos. No me tragué el cuento de el tal Marcos así como así pero tampoco quise indagar en todo el asunto, Daniel y yo estábamos tomando caminos diferentes pero que siempre terminaban en el mismo final; él y yo.
Las noches que no estaba en casa por estar con David cuidando a Marta que se estaba recuperando del trasplante iba a fiestas y terminaba en algún callejón drogada con dos o tres más para cuando llegara el amanecer y me diera cuenta de todo me sintiera culpable por haber tomado ese camino. A pesar de eso pueden preguntarme si lo dejo de hacer y como la hija de puta que soy digo que no. ¿Para que retrasar lo inevitable?
—Creo que deberíamos divorciarnos —fue ese día cuando algo dentro de mí se rompió y me negué a la posibilidad de que Daniel hubiese dicho esas palabras. Está loco.
—¿Estás bien de la cabeza? —pregunté con notable sarcasmo tragando las ganas de pegarme contra la pared. Algo se apretaba dentro de mí haciendo que respirar se volviera difícil, pero como siempre delante de Daniel tengo que fingir que no me importa nada. Ser la mala de la historia porque siempre hay una y soy yo y para que sepa que debe alejarse poco a poco. ¿Ahora que lo tengo que cambia?
—Sí, no creas que es fácil para mí —noté las uñas enterradas en la palma de su mano y por más que lo intenté no pude.
—No te hagas más daño —primer error, mostrar debilidad delante de Daniel. Hice que dejara de hacerlo y acaricié las marcas de sus uñas—. Deja de autodestruirte, no eres así y te dejas llevar por algo dañino. Puedes dejar esa estupida adicción que estás comenzando a crear.
—Y por eso debo divorciarme. Estoy cansado de siempre someterme a tí, de aguantar todo, de seguirte amando y sentirme una mierda porque no siento que sea recíproco, me harta ver que estas destruida y no encuentro el motivo, la causa, ya no me hablas y no me dejas ayudarte. Yo sí quiero salir adelante, quiero tener una relación sana.
—Ya lo hemos intentado —me limité a responder. Ver a Daniel a punto de llorar me removia los jugos gástricos, pero otra vez demostré que no me importaba solo para que no se rompiera frente a mí. No soy tan fuerte como las personas piensan.
—Pero quiero que esta vez sea definitivo —aclaró con la voz dura. El plato en mis manos resbaló y para que no me viera llorando me agache a recoger los pedazos rotos. Es como estar recogiendo mi corazón y no saber como repararlo. El plato no tiene remedio, mi corazón tampoco—. Harie, estoy hablando en serio —la voz se le iba.
—¡No! —Exploté, sin contenerlo—. ¡No puedes dejarme después de todos estos años juntos! Yo te amo, sé que no te lo demuestro a seguido pero te quiero y no puedo vivir sin tí.
—Amar a una persona y no poder vivir sin ella son dos cosas completamente diferentes, Harie.
—¿Es por como soy contigo? Sé que he cambiado un montón, joder lo sé, pero prometo que puedo volver a ser la misma chica de antes, te trataré mejor, te daré más de ese amor que me desmostrabas, de tu preocupación, pero no me dejes, Daniel. No puedes dejarme.
¿Es esta mi primera muerte?
—No alimentes más esto, está roto, Harie.
—Yo te amo —me permití dejar caer una lágrima delante suyo.
—¿Estás bien?
—¡No me toques, Daniel Domínguez Hernández!
La abstinencia, la droga, necesito la droga.
—Vete. Hablemos más tarde. ¡Desaparece!
Daniel
¿En que momento mi vida se convirtió en esto? No pude detenerlo, el tiempo había pasado muy rápido para mí y todo se ha dado de forma espontánea. ¿Por qué tiene que ser así todo? Odio la dependencia de ambos, se supone que éramos personas libres, no tendríamos porque tener esta relación entre nosotros.
¿Donde habia quedado una vez el amor que sentimos? ¿Todos aquellas promesas vacías, esos besos, abrazos, caricias? Quizás ella no lo recordaba pero yo sí. Añoro la chica de la que me había enamorado. Ella es una nueva versión de Harie que no me gusta pero siempre tuve la esperanza de que mejorase.
Traté de salvar nuestro matrimonio cuando comenzó a caer. Hice todo cuanto estuvo en mis manos. Aún así y odie la palabra divorcio saliendo de mi boca, aunque me provoque arcadas y un sabor amargo, lo dije.
Ataqué la orden de Harie y subí a la habitación. Me asusté porque se le veía muy alterada, pero tampoco quise entrometerme, me pidió que me fuera y eso hice. Mordí mis uñas nervioso por el desastre que deje abajo. Tomé patillas para el dolor de cabeza, sentí que iba a explotar con todo lo que está sucediendo. Pensé llamar a Melissa pero al final de cuentas fui yo quien le pidió que no me buscara, fui yo quien se enojó y terminó diciendo cosas deprimentes, yo fui quien la hirió solo por dar una opinión que le pedí sobre el divorcio. Sabe como soy y aún seguía a mi lado.
—¡No sabes nada de mi vida como para decir eso! Creo que debemos dejar esto aquí —recordé.
Siempre crea una barrera cuando está con otras personas para que no la lastimen, conmigo la dejó caer y como consecuencia la lastimé. Creo que de eso se trata la confianza. Dejar caer esa barrera para que el otro no te lastime solo porque piensas que no lo va a hacer. Aprendí cosas, Melissa me enseñó que tengo que ponerme a mi por encima de los demás aunque no haga mucho caso, que no todo estaba perdido, a darme una segunda oportunidad en la vida, a creer que yo no era quien estaba mal pero si quien acabó siendo un pendejo.
Bajé cuando me sentí mejor físicamente, emocionalmente seguía siendo un caos. También son un montón de cosas que me atormentan diariamente, solo deseo huir de todo, odio sentirme insuficiente conmigo mismo y se siente horrible que nadie te entienda.
—Harie, ¿te sientes mejor? —pregunté.
Recordé cuando Melissa me preguntó porque sus manos temblaban, pero nunca lo había notado, debe estar demasiado nerviosa como para que eso pase.
—Si —está sentada en la sala con las manos en su cabeza—. Deberíamos hablar bien respecto a ese tema.
—El divorcio —la sola palabra me daba asco.
—Yo no quiero... No desearía que nos divorciaramos. Nos queremos y estábamos bien así, ¿qué pasó? ¿Conociste a alguien más, verdad? Dime quien es, trataré de ser como ella, o mejor que ella...
—Creo que es lo mejor para nosotros, seguir cada cual por su vida, y-
—¡No, no puedo hacerlo sin tí!
No supe en que momento habíamos pasado a ser tan dependientes el uno del otro.
—Hablaré con mi abogado. No necesito que te vayas por lo pronto de casa, consigue donde quedarte primero.
—No puedes hacerme esto, Daniel. Te están influenciando, Jack, Adam, Jin siempre han-
—Nos los metas a ellos en esto porque sabes que siempre han tenido razón en todo lo que me han dicho e incluso están más al pendiente mio que tú. ¿Sabes cuando me sucede algo o me da algún ataque? ¿Cuando me siento feliz o cuando necesito un abrazo? ¿Cuando estoy enfermo y en ocasiones necesito ir al hospital? ¿Siquiera sabes algo de lo que me rodea?
—Yo-yo...
—No sabes nada de mí y yo tampoco sé nada de tí porque no me dejas, te has alejado a tal punto que apenas puedo reconocerte. Te he dado miles de oportunidades, siempre pensé que ibas a cambiar, que estabas pasando una etapa dura, que todo sería como antes, pero no lo haces como tampoco hablas conmigo y me cuentas. Yo no te juzgo, Harie, en todo caso intentaría encontrar una solución para tí, para los dos, pero no te dejas ayudar.
—No entiendes nada.
—Entonces explícame. Yo estoy dispuesto a escucharte las horas que sean necesarias.
—No es como crees. Está bien. Te daré el divorcio y haremos todo como tu digas, pero no vengas detrás de mí pidiendo perdón, porque esta vez será definitivo.
—No lo haré —dije con el corazón en la mano—. ¿A donde vas? —pregunté, tomándola del brazo y deteniendo su camino a la puerta.
—A casa de una amiga.
—¿Por qué nunca sé nada de una amiga? Siempre que sales dices "a casa de una amiga" y nunca, ni una sola vez en tu vida me has presentado a esa amiga.
—Ya lo dijiste, no sabemos nada el uno del otro y no te dejo saber de mí. No puedes saber porque te encierras demasiado en tu mundo de fantasía y ves solo lo que tienes delante de tí.
—¿Te has visto? Estás más delgada, con ojeras, y-
—Solo soy yo.
Solté su mano, no se fue, se quedo inmóvil en su lugar y por mi parte dije—: No, tu has cambiado. No eres la misma y ocultas demasiadas cosas.
—Eres libre de pensar lo que quieras, Daniel. ¿Al fin y al cabo ya todo se va a acabar no? Seremos como esos desconocidos que tuvieron una historia y si se ven en la calle no se saludan.
—No tenemos que llegar a extremos-
—Al final de cuentas tu ya decidiste nuestro destino por tí. Lástima que el destino depende de dos personas y si una no quiere la otra no puede hacer nada.
Melissa:
Daniel Domínguez Hernández,
si no quieres que en cinco
minutos me aparezca en tu
campo de visión ven a verme.
Melissa:
No acepto un no por respuesta
y me importa un pepino que
estés haciendo.
Melissa:
Tic Tac, el reloj corre.
Melissa:
Ya solo te quedan cuatro
minutos.
Si, bueno, como suponen, no fui. Limpié el desastre que Harie dejó y a última hora decidí tomar una siesta.
Jin:
Voy a verte.
La puerta sonó inmediatamente. Imbécil, ¿ha venido corriendo o qué? Pasó por mi lado como si fuera un huracán y la sangre viajo a mi cerebro tan rápido como fuese posible. Abofeteo mi cara tomandome desprevenido.
—Dos putas horas esperándote y no te dignaste a aparecer. Te lo advertí, Daniel, imbécil, inmaduro, ¡solo huyes de los problemas en vez de enfrentarlos como el hombre que dices que eres!
—Creo que ya hablamos de eso. ¿Qué soy yo? Tengo treintaidos años, estoy casado, tengo un matrimonio asqueroso. Mira esto, Melissa —alcé las mangas de mis abrigos en un intento por enseñarle mi muñeca—. Mi vida ha ido de mal en peor y no puedo arrastrarte conmigo al fondo de este abismo. Odio siquiera la mención del divorcio porque tengo una dependencia por mi esposa que ni siquiera tú has logrado quitarme porque soy yo quien teme dejarla, quien teme al futuro sin ella y aún así lo intento. Intento cada día no ser el imbécil e inmaduro que me llamas, intento razonar y tomar las mejores decisiones, tuve que superar el cáncer de mamá cuando pensé que casi la perdía, tengo que ver como todo lo que toco se pudre y tu no puedes hacerlo. Me diste tu confianza y la traicioné porque-
—Porqué eres un ser humano y todos cometemos errores.
—Porque quise —completé—. Deberías irte y-
—Te quiero.
Deje de respirar por un momento, mi mente dando vueltas. El silencio inundó en el lugar y me estaba cuestionando todo miles de veces en mi mente.
—No juegues con eso. Dijiste que-
—Sin sentimientos de por medio, lo sé. ¿Pero que puedo hacer cuando de repente llegas a mi, siendo tan vulnerable? No tenía las agallas para decirte no y tampoco quería. Me intentaba recordar miles de veces que eras un hombre casado y siempre ibas a elegir a tu esposa, que iba a ser solo una atracción sexual y que iba a pasar, nos íbamos a aburrir conforme el tiempo fuera pasando, y dejaríamos de vernos. Mi cabeza se alborota cuando trato de ocultar las cosas que me encantan de tí. No sé mucho sobre acerca de el amor pero estás en mi cabeza, estás en mi sangre y se siente bien. Duele mucho.
›› Quise llamarte montones de veces pero mi orgullo podía más que yo y siempre esperaba que lo hicieras tu primero. Me encontraba esperando tus llamadas, tus mensajes, deseando la próxima vez que nos fuéramos a ver con ansias, sentí celos de tu jodida esposa cuando la vi contigo en la fiesta de Jin y quise echarle tantas cosas en cara. Quería que me prefirieras a mí, quería darte eso que ella no te daba. Quería brillar junto contigo, ser tu mejor amiga y tu amante, me encantaba que no tuvieras que fingir junto a mí ni yo junto a tí, como encajabamos tan perfectamente, éramos solo Daniel y Melissa.
—¿Por qué me-me dices todo eso?
—Porque eres lo suficientemente importante para mí como para dejar mi orgullo de lado e intentar arreglar las cosas, para venir a tu casa con la posibilidad de que tu esposa esté aquí y me deseara arrancar la cabeza, pero no quiero perderte, porque te quiero.
Sin poder contener todo lo que me estaba guardando, todo lo que queria callar, la abracé, ella envolvió sus brazos alrededor de mi cuerpo y bajé mi cabeza, hundiendola entre la curvatura de su cuello. Lloré, como no pensé hacerlo en presencia de alguien más, ya me sentí cansado de todo, quería hacerme pequeño y desaparecer del mundo, pasar desapercibido por todos.
—Las lágrimas no son de débiles, es la demostración de cuán fuerte has sido. No te cohibas. No conmigo.
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