014.

LIAM.

Di un salto atrás e intenté disimular que no estaba asustado mientras pensaba en algo para alivianar la resaca de Zayn. El chico estaba devolviendo su estomago en el inodoro mientras variaba entre inclinarse sobre el mismo y arrojarme miradas fulminantes. Solo estaba esperando que su cabeza comenzara a dar vueltas y su vomito se volviese baba verde. Jesus, solo habia querido darle un poco de diversión, ¿que tenia eso de malo?

No solo el chico tenia tolerancia cero al alcohol sino que la resaca estaba siendo una perra con él y como yo habia sido quien le habia dado la botella... bueno, me merecia la mala mirada pero estaba intentando ayudarle, no era necesario que me mordiera cada vez que intentaba acercarme.

—Creo que me estoy muriendo —susurró con un puchero en sus labios antes de arrojarme una mala mirada—. Y es tu culpa.

—No te estas muriendo, solo tienes resaca.

Lo observé apoyar la frente sobre su mano aferrada al inodoro por un momento—. Resaca, malestar que padecen al despertar aquellos individuos que hayan bebido alcohol en exceso.

—¿Esa es la definición del diccionario? —pregunté sorprendido.

Asintió sin mirarme. Acercandome a uno de los muebles, tomé una toalla y lo humedecí, acercandome a él y obligandolo a subir la mirada, pasando el paño suave por su rostro. Su ceño seguia fruncido en mi dirección, aun así, no me detuve de seguir humedeciendo su piel.

—Te odio ahora mismo —susurró.

—Lo sé.

Lloriqueo suavemente—. Me duele la cabeza.

—Lo sé, cariño, lo siento mucho, no volveré a ofrecerte alcohol en lo que resta de mi vida. —prometí con suavidad, jalandolo suavemente hasta que estuvo acomodado sobre mi regazo, con la cabeza apoyada en mi pecho y los ojos cerrados—. ¿Realmente no quieres probar mi remedio casero para la resaca?

—No confio en ti, me quieres matar.

Me mordí el labio, conteniendo la risa—. ¿Que te llevo a esa conclusión?

—Atentaste contra mi vida al ofrecerme esa bebida asquerosa —susurró—. Y ahora me estoy muriendo.

—No te estas muriendo —aseguré, pasando una mano por su cabello, lo aleje de su rostro—. Solo tienes que... dormir la mona.

—¿Uh?

—Quiero decir que tienes que dormir por unas horas hasta que la resaca ceda —explique con suavidad—. Verás que te sientes mejor al despertar.

Se removió inquieto sobre mis muslos, extendiendo sus piernas sobre el suelo de ceramicas y sus manos contra su pecho—. No quiero dormir, aun es de día.

—¿Eso que tiene que ver?

—Solo los animales nocturnos aprovechan las horas solares para retozar, ¿me viste cara de ratón de campo? —masculló con fastidio—. No voy a dormir.

—Entonces probaras mi brebaje casero para la resaca —me puse de pie con un poco de dificultad pero sin dejar ir mi agarre sobre él—. ¿Quieres asearte primero?

Sentí su cabeza moverse positivamente contra mi pecho. Colocandolo sobre sus pies frente al lavabo, lo observé limpiarse mientras pasaba mis manos a través de su cabello en un intento de ponerle orden. Los mechones color azabache estaban en todas direcciones, casí parecia que el chico hubiese tocado un toma corrientes con sus dedos.

—Deja de tocarme —balbuceo mientras se alejaba de mi toque. Miré su rostro a través del espejo, la espuma blanca rodeando su boca.

—No sé si estas tan tosco por la resaca o es natural en ti. —bromee.

—Idiota. —bufó.

Terminando de limpiarse, arrojo abundante agua en su rostro antes de que me permitiese guiarlo fuera del baño, a través de la habitación y hacia la primer planta. Una vez que estuvo seguro en una de las sillas de la isla me giré para buscar lo necesario para preparar mi remedio casero. La verdad, no era más que una mezcla de cosas que Louis y yo habiamos inventado luego de una noche de excesos, sorprendentemente funcionaba.

Observé a Zayn por el rabillo del ojo, suprimiendo una risa cuando dejo caer la cabeza sobre el marmol y gimió de dolor. El chico era gracioso en su sufrimiento. No estaba siendo malo, habia tenido suficientes noches de fiesta para saber lo que estaba sintiendo pero eso no me impedia divertirme a su costa por un rato.

Terminando mi mezcla lo más rapido que pude, me acerque a él y pase mi mano por su cabello—. Hey, pequeño nerd —susurré. Su cabeza giró en mi dirección y me miró debajo de su flequillo—. Bebe esto —le mostré el vaso.

Frunció el ceño—. No quiero.

—No seas caprichoso, solo bebelo.

—No —chilló cuando lo acerque a su rostro—. Tu me quieres matar.

—Ahí vamos otra vez —rodé los ojos—. No te quiero matar, Zayn, quiero ayudarte.

—¡No lo quiero! —se apartó de un salto, dando varios pasos hacia atrás.

Gruñi—. Deja de jugar y bebetelo.

Sacudio la cabeza antes de voltearse, preparado para salir corriendo. Acercandome, lo rodee con mis brazos para impedir la huida pero eso no lo hizo más facil ya que comenzó a revolverse en cuanto sus pies dejaron el suelo. Joder con el niño y su actitud fastidiosa.

—¡Zayn!

—No me grites —lloriqueo revolviendose—. Mi cabeza me duele.

—Por eso quiero que bebas el...

—¡No, tu me vas a envenenar! —gritó antes de quedarse quieto y apoyar su cabeza en mi hombro, su cara estaba manchada con lagrimas cuando me miró con un puchero—. No me gusta sentirme mal.

—No me digas —bufé—. De alguna manera lo hubiese averiguado.

—Estas siendo sarcastico conmigo —más lagrimas—. No tienes respeto por una persona que no se siente bien.

Me detuve de poner los ojos en blanco antes de dejarlo sobre sus pies sin soltar mi agarre y apretarlo más fuerte en mis brazos—. Pobre pequeño nerd —susurré en su oido, dejando un suave beso allí.

—Te estas abusando de mi malestar —aseguró, intentando alejarse.

—¿Beberás mi remedio? —lo giré hacia la isla—. ¿Por favor?

Pareció pensarlo por un momento—. ¿Puedo dejar una nota antes?

—¿Una nota?

—Si, quiero que todas sepan que si me muero tu fuiste mi asesino —susurró—. La firmaré y todo.

Lo arrastre hacia la isla con un sonido fastidiado—. Solo bebete la maldita cosa.

Hizo un sonido asqueado pero tomó el vaso y bebio un trago. Sabia que la mezcla no tenia mal sabor ya que le habia colocado suficiente dulce para que no le supiera mal. Lo observé beber el liquido hasta que el vaso estuvo vacio y él suspiro, alejandolo antes de girar a mirarme.

Lamió los restos de su labio superior—. No tenia tan mal gusto.

—Te lo dije.

—El veneno tampoco tiene mal sabor. —se encogio de hombros.

Dejando salir un gruñido, le di la espalda y me incliné—. Sube a mi espalda, te llevaré a tu habitación.

—¿Y si me caigo?

—No te dejaré caer —prometí. Hice un gesto sobre mi hombro—. Sube.

Dudo por un momento antes de suspirar y trepar, aferrandose a mi cuello—. No me sueltes.

—No lo haré —aferré sus muslos con mis manos cuando empecé a caminar.

Sentí su cabeza apoyada contra mi cuello cuando empece a subir las escaleras. Admito que me tarde un poco más en llegar a su habitación de lo que deberia pero no pueden culparme por ello. Con todo el cuidado que pude lo dejé sobre su cama, sentandome en el borde de la misma para poder mirarlo.

—¿Que te parece la siesta ahora? —pregunté suavemente, acariciando su cabello en largas pasadas de mis dedos.

—No. —susurró.

Sonriendo, comencé a tararear suavemente mientras seguia con la caricia. Una mancha blanca peluda cayendo sobre la cama logró que diera un salto.

—¿Que rayos...?

Zayn miró al recien llegado—. Es Tarzan, el gato de la vecina —murmuró. El gato intentó trepar por su pecho y el moreno lo empujó lejos—. No, sal, no quiere tus mimos —el gato siseo en su dirección ante el empujón. Zayn le frunció el ceño—. Gatito malo, vete.

Sonreí, intentando tomar el gato pero el mismo me siseo e hizo esa cosa que hacen los felinos de arquearse—. Dios, odio estos animales.

—Gatito malo —Zayn levantó una mano y golpeo la cabeza de la bola de pelos, logrando que se distrajera lo suficiente para que pudiese agarrarla y arrojarla por la ventana, cerrando la hoja luego. ¿Que? Se supone que siempre caen en cuatro patas, ¿no? No se iba a hacer daño.

Cuando miré hacia la cama, Zayn estaba medio dormido. Sus ojos fijos en mi. Acercandome, volví a tomar el lugar a su lado mientras comenzaba nuevamente con las caricias—. ¿Que sucede?

—No me gustan los gatos —susurró—. Pero odio más a los conejos.

Parpadee—. ¿Por qué rayos no te gustan los conejos?

—Son malos, animales viles —aseguró.

—¿En serio? —sonreí.

Acomodandose, cerró los ojos y suspiró, pensé que se habia dormido pero siguió hablando—. Uno me mordio cuando era pequeño —frunció la nariz—. Tontos conejos.

—Ya veo.

Lo observé caer en la inconsciencia por unos momentos hasta que su respiración se acompasó antes de ponerme de pie y buscar mi celular. Marqué el número de Louis.

—Hey, tu —saludó desde el otro lado—. ¿Llamas por la fiesta?

—Olvida eso —pedí, saliendo al pasillo—. ¿Como puedo conseguir un conejo?

—¿Un conejo?

—Si, uno de esos roedores orejones —explique—. Debe ser pequeño. ¿Como consigo uno?

—Uh... —hizo una pausa—. ¿Estas drogado?

Rodé los ojos por decima vez en el día—. Consigueme un conejo, ahora.

—Joder —gruño—. Te conseguiré el maldito conejo pero me debes una.

Sonriendo, me despedi de él y volví a la habitación. Zayn seguia dormido, era una buena faceta de él. Al menos no estaba acusandome de querer asesinarlo.

Si no lograba que Zayn quisiera al conejo, entonces podia bajar los brazos. El niño jamás me querria si no podia sentir algo por un lindo peludo orejon de esos. 

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