5. El Viaje (III)
El Viaje III
Respire hondo y le pedí a Dios por que me ayudara, me guiara e iluminara mi camino.
Entonces avance, despacio y sigilosamente, con la espalda encorvada. Temiendo por mi vida. Queriendo que todo acabara pronto, pero el silenció y yo, no nos llevamos nada bien. Aun así; rogaba por una tregua. Por un poco de piedad.
Comencé a caminar deprisa, el tiempo tampoco se encontraba de mi lado y temía que con el bajar el sol todo se fuera por la borda y me quedara en medió de un horda de zombis. Aunque sin duda alguna preferiría morir antes de convertirme un uno de ellos, un asqueroso y estúpido zombie.
El fuerte sol me quemaba, me cansaba, me hacia ver el mismo aire. Las gotas de sudor caían por mi frente al pasar al lado de los zombis, el grande me percibía. Sentía mi olor y el auto siguiente estaba a unos pasos, debía pasar sin que me observara o todo estaría perdido, estaba tentanto mi suerte al tratar de pasar por ahí sin que me observara. Veía como volteaba de repente justo cuando pensaba en cruzar su cabeza giraba hacia mi. Como una maldita broma.
Lo intenté de nuevo y caí sobre mis rodillas al detenerme en medio de sus ojos, esperando que se me fuera encima por su gruñido, pero aun no volteaba, me arrastre hasta el otro lado y seguí gateando hasta que ya había una distancia prudente entre él y yo.
No lo entendía, realmente no lo entendía. ¿Por qué un zombie portaría un traje militar, siendo a la vez tan diferente a los otros zombis?
Mire mi muñeca y el reloj marcaba claramente tres minutos y medio restantes para que el sol disminuyera y los zombis pudieran volver a deambular en las calles. Maldita sea.
Mi corazón se fue acelerando y mi velocidad aumentando, corría tan rápido, como podía. El reloj iba disminuyendo y los zombis despertando de su pequeño trance. Llegue por un momento a sentir la mochila pesada, muy pesada, el enorme letrero anunciaba la entrada a la residencial nombrada "Del Valle" observe detenidamente y estaba abierta, saque mi arma puesto que ninguna residencial quedaría abierta a no ser que alguien la hubiera abierto, por gusto o en busca de libertad.
Cerré el gran portón y mi arma quedó a la altura de mi cintura, sostenida con ambas manos, caminaba a pasos lentos, a la espera de que algún zombie apareciera.
Sobre una casa había un helicóptero destrozado, periódicos volando con el aire y muchas hojas caídas de los arboles acompañados de un silenció absoluto.
El crujir de algo cerca se hizo presente, volteé y la nada me dio la bienvenida. Guarde mi arma en la parte de atrás de mi cintura y saque un cuchillo, continúe caminando tratando de hacer el menor ruido posible, pero algo o alguien me observaba lo presentía, de nuevo oí el crujir de la hojas y volteé, al no haber nada volví la vista y ahí estaba alguien apuntándome con un arma justo en la cabeza.
Un hombre no mayor de treinta ni menor de 25, su perfil mostraba seguridad, su pantalón estaba rasgado y su camisa blanca sucia, portaba botas negras y una chaqueta de cuero, el sudor caía a los costados de su rostro, sus ojos color miel me observaban atónitos, incrédulos, asombrados pero a la vez me veían con desconfianza. Sonrió de lado y quito el seguro de su arma, dispuesto a disparar.
- ¿Como te llamas?- pregunto, pegando mas su arma a mi frente.
- Eso no te interesa en lo mas mínimo, baja tu arma o te arrepentirás.- Tras decir esas palabras él sonrió mas abiertamente, no sabia si debía tener miedo o no, ya que probablemente estaba tentando a la muerte.
- Mira niñita, te lo explicare así; yo tengo un arma en tus narices y tu llevas una mochila de dora la explotadora con una navaja del tamaño de mi dedo meñique. Así que haremos lo siguiente. Soltaras tu navajita, me dirás tu puto nombre y soltaras la mochila, daras medía vuelta y llevaras tu manos a la cabeza o te meto un tiro. ¿Entendiste?
Mordí mi labio con fuerza y desabroche la mochila, la tome con mi mano derecha y la deje en el suelo, realmente de va ha arrepentir este desgraciado. - Adelante, dispara. - Avance a él.- Solo jala el gatillo antes de que destroce la cara, - el frío metal toco mi frente, al igual que sus ojos fueron volviéndose mas oscuros.
- Te lo advertí.
Golpe su brazo al mismo tiempo que el disparó, tome su muñeca y con mi pierna le di un golpe en la nuca, y con mi codo golpeé el brazo que aun sostenía el arma, hasta que la soltó.
Al mismo tiempo me jalo y su brazo quedo alrededor de mi cuello, presionando con fuerza.- Se acabo muñeca.
- No, no he acabado.- Deje de forcejear y lleve mi mano a la parte de atrás de mi cintura, tenté mi arma y cuando la sostuve como era debido el hablo.
- Tu no, pero yo si muñeca.- Subí el arma a la altura de su cabeza y quite el seguro.
- Hay seis balas aquí que podrían dejarte como un puto colador, suéltame que no me lo pensare dos veces.
Su agarre me hizo tocar nuevamente el suelo que no sentí en que momento dejo de estar bajo mis pies.- Creí que habias muerto Geles, tus padres dijeron que habías caído del helicóptero cuando estaban escapando.- Mis ojos se abrieron tanto como pudieron y el corazón amenazo con salirse dentro de mi.
- ¿Quien eres tu?
- Dime Leo soy parte del ejercito, mi tropa vino por sobrevivientes pero uno a uno fueron muriendo. De seis yo fui el único que logro salir con vida de un Mutius. - Hablo alborotando su cabello.
- ¿Como sabes de mi?
- ¿uff como te lo explicó muñeca? Tu padre y yo trabajamos juntos, el formo parte de la firma, cuando todo este caos se desato tu padre le salvo la vida a la hija de un multimillonario y bueno el señor lo tomo como asistente, el mismo idiota que nos asigna por grupos para ir en busca de sobrevivientes, entonces tu papí me conto la historia, nos hicimos buenos amigos y me dio una foto tuya, para que te encontrara, pero jamas pensé que la chica de la foto fueras tu, cada vez que veía tu foto me surgía la esperanza de continuar.
- Mientes, mi padre no te daría jamas una foto mía. - Volvía a elevar el arma y apunte de nuevo hacia él. - ¿Como sabes mi nombre y conoces mi historia?
- Personas importantes te buscan Geles, el multimillonario esta embobado con la princesa de papi. Adivina qué, tu eres dicha princesa.
- ¿Donde están mis padres? Y te juro que si me sales con alguna otra estupidez como las anteriores no solo voy a matarte, si no que seras mi carnada para huir de los zombis. - acorte la distancia que nos dividía y lleve el arma hasta su cabeza. - ¡Habla maldita sea! ¿Donde están mis padres?
- Hay mas de 100 zonas seguras donde hay personas de todo Centro América y si me matas lo único que consiguieras es llegar a una zona militar donde van a entrenarte y enviarte a buscar sobrevivientes. Me necesitas y yo a ti, te propongo un trató. Yo te llevo con papi, me dan el dinero que me corresponde y todos felices.
- No te preocupes, puedo buscarlos sola. Solo una pregunta mas y nos vamos tranquilos cada uno por su lado. ¿De donde sacaste la foto?
- Ya entiendo el encantamiento de ese idiota, mira muñeca tu rudeza no va conmigo, la foto la proporciono tu pequeño Ken a todos los soldados, si no vas conmigo iras con alguien más y ese alguien más no te dará el gusto de charlar. Y tienes a cinco hombres a tus espaldas apuntándote muñeca. - Veo como cinco puntos rojos tocan mi cuerpo al igual que Leo saca su una radio. - Halcón uno, Halcón uno.
- Te copió damisela.
- Es ella, repito es ella.
- Amm copiado, los halcones irán a darte apoyo, cambio.
¡Hijo de puta!
- Hey tu, no quería hacerlo pero no me dejaste opción, - Veo como tres luces desaparecen y dos continúan apuntándome mientras mantengo la vista fija en Leo, que aun tiene la radio cerca de su boca.
Maldito imbécil.
¡HISTORIA EN EDICIÓN!
GRACIAS POR LEER.
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