4. El viaje (II)
El viaje II
Paso por la despensa y dejo algunas cosas en los estantes a la vista, no tengo planeado dejar las estanterías llenas, quiero que se vea como si hubiesen saqueado el lugar, aunque no halla sido así.
No tengo ni la más mínima intención de dejarle este lugar a cualquiera, y por ahora no tengo pensado dejar que se aprovechen de todo lo que hay aquí. Podría fácilmente sobrevivir pero dudo que quiera vivir aquí sola lo que me resta de vida o en lo que los zombis se les antoje venir a por mi.
Observó el lugar y me a quedado perfecto, es más no hay rastro alguno de mi presencia. Salgo de la despensa y camino por los pasillos, salgo por una tienda que da a las calles. Me voy caminando a pasos lentos para una de las salidas cuando ya estoy tocando la barrera me preparó para correr, ajusto mi arnés, respiró hondo y corro.
Mi velocidad es sorprendente con o sin peso, brinco y paso sobre los autos deslizandome, caigo con las piernas flexionadas y continuó, paso las diferentes tiendas al igual que todo obstáculo en mi camino, vuelvo a brincar y ahí esta el paredón, brinco y por instinto mis brazos se aferran al bordillo de esta, me impulso y subo, ruedo, respiro, me controlo. Y estoy perfectamente bien, como si no hubiese corrido una gran distancia.
Bajo del techo y con una moneda extranjera marco sobre la pared tan fuerte como puedo. «EL MUNDO SUFRE POR EL DAÑO QUE EL MISMO HUMANO LE PROVOCA» y lo dejo ahí, luciendo como las frases de libros que tanto me gustaban.
Mis pasos son tranquilos al volver hasta mi guarida, estoy lista. Lista para salir de aquí, necesito salir de aquí lo mas pronto posible, buscar un centro de rescaté, para ir a buscar la zona segura en donde esta mi família.
Dejo un la libreta donde escribí todos estos meses sobre la mesita al costado de las computadoras, apago el sistema, enrollo mi colchoneta y lo dejo así, esta fue mi habitación y nadie la encontrará asi que no tengo porqué preocuparme por ella. La dejo tal cual. Tomo mi radio y los otros repuestos y salgo.
Mientras guardo lo ultimo en la mochila me parece pesada, incluso mucho, pero se ira vaciando al pasar de los días. Llevaba comida para 15 días y provisiones para una semana más, si racionaba la comida podría durarme mas de un mes, mi vestimenta era simple; únicamente llevaba dos leggins de cintura alta, un short, y tops o camisetas simples, delgadas para no hacer bulto o que estorbaran, los zapatos de soldado y mi un par de tenis extra, luego llevaba agua, esa agua que podría necesitar y luego solo ese pequeño cofre no mas grande que mi mano.
Mi vestimenta costaba de un short con medias negras, las botas de militar un top y la blusa manga larga de compresión, junto a esos guantes especiales para tiro y mi chaqueta. A los costados superiores de mis muslos llevaba recarga para las M9 y algunos cuchillos, también entre las botas cerca del tobillo, mi arnes dentro de la chaqueta y la cangurera, en el arnes llevaba las armas, dentro también llevaba otros cuchillos y luego estaba esa arma, grande de franco tirador, que probablemente podría llevarla pero ya parecía tortuga ninja con esa gran mochila, pero siempre he sido inteligente y no iba solo la mochila, no. Dentro había una pequeña que básicamente si debía abandonar algo no seria lo importante y podría simplemente desabrocharla e irme con lo mas importante.
Estaba listo, el sol llegaba a un punto en el día donde se volvía muy fuerte, los zombis tendían a mostrar un comportamiento diferente ante los fuertes rayos solares, tanto que solo entraban en reposo en algún lugar con sombra. Luego estaba la noche, donde su visión no era la mejor pero definitivamente se guiaban por el oído para capturar a su presa, el olor a muerto reemplaza tu olor original, así que si no te sienten, no te detectan, pero solo funciona a largas distancias y de cerca si tienes suerte. Ya había visto tres tipos diferentes de zombis, los normales que se comían a todos e inclusive a ellos mismo, los grandes que no eran de todo zombis eran depredadores, y los veloces, que por alguna manera se curvaban y corrían con manos y pies, eran humanos si, pero parecía que mutaban sus piernas crecían y sus brazos, se volvían temibles pero eran fáciles de matar, aunque muy difíciles para llevarles el paso.
Acomode mi cabello en una cola alta y de esta hice una trenza, al menos no estorbaría. Subí la mochila a mis hombros, la ajuste en mi cintura y bajo mi pecho. Había llegado la hora de salir de este lugar y enfrentarme a lo que había allá afuera, debía sobrevivir, saber cuando debía correr así como cuando podía luchar. Morir no era una opción, quedarme en el intento tampoco lo era y mucho menos darme por vencida.
El mundo ya estaba muy jodido por aquellos que se dejaban morir sin dar lucha, por los cobardes que se rendían sin haberlo intentando y por los que creían que pueden controlar todo a su antojo.
Ya era hora de que alguien dijera “No” Que alguien dijera “Ya basta”. De dejar de tener miedo a una sociedad mediocre, donde el hombre quiso adueñarse de un mundo que le fue prestado.
Ya había sido suficiente para mi, de una u otra manera haría esa pequeña diferencia en este mundo lleno de mierda y demostraría que no esta tan jodido como creíamos, que aun hay esperanza para sobrevivir.
Camine hasta la abertura frontal del centro comercial, salí cuando el sol estaba es su punto mas alto, gracias a la radio sabia a donde ir, pues había enmarcado en el mapa que llevaba los puntos de rescate. Debía ir por la vía de la calzada hacia arriba.
Ahora era cuando todos los zombis se resguardaban del sol, por lo que tendría treinta minutos para movilizarme y debía llegar a alguna casa, pero lo mas seguro era alguna residencial y por esta zona conocía varias. Así que necesitaba de algún vehículo para movilizarme, no sabia andar en moto así que no era una opción, aparte de eso producían mucho ruido el cual no quería causar, así que no me quedaba de otra mas que caminar.
Respire hondo, cerré mis ojos, — Tu puedes Geles...
Comencé a trotar entre los autos, no era muy visible pero aun así debía ocultarme. Pero mi suerte nunca había sido la mejor, los perros infectados eran como un puto grano en el culo, igual que cucarachas, pero era difícil perderlos, debían morir si o si. Me quite el arma grande que llevaba alrededor del cuello y me prepare para la embestida por parte de los tres canes, se podía ver su piel putrefacta, era realmente asqueroso al igual que daba miedo. Ya los había enfrentado antes pero seguía siendo como la primera vez.
Atacaron, venían por su presa, venían por mi.
Tome los dos cuchillos que se encontraban en la parte de atrás de mi cinturón, un pie atrás otro al frente, posición de defensa y corrí a enfrentarlos.
Aquí ya no habían ventajas y huidas, solo eran ellos y yo.
Me rodearon, se acercaban lento, me estudiaron. Entonces atracaron, primero el de al frente, sostuve su boca cerrándola, lo tome de la parte baja de su estómago y lo pase sobre mi cabeza, golpeando al de atrás, haciendo que se insertará lo que parecía una pieza de una sombrilla, al caer le seguí y clave el cuchillo en su cráneo. El que se encontraba a mi costado izquierdo se lanzo contra mí con su mandíbula abierta, no lo pensé solo me hice hacía un lado en el momento justo y tome del cuello al mismo tiempo que lo quebré, matándolo.
Solté al perro y le clave un cuchillo en el cráneo al igual que el otro. Uno de ellos aun se movía, me veía como si rogara por mi ayuda pero no, no podía. Así que solo acelere su muerte. Los mate. Limpie los cuchillos, observe la hora en el reloj de mi muñeca y tan solo quedaban 15 minutos de este sol intenso, luego los rayos de sol serian menos intensos y los zombis saldrían de su reposo.
Observe el lugar, si cruzaba la avenida para ir por la parte de atrás encontraría alguna casa donde podría esperar la noche para continuar. El único problema es que no tenía mucho tiempo, debía correr y rogarle a Dios porqué ningún zombie se atravesará antes de que pudiera esquivarlo o huir de él.
No tenia mas opción, así que tome mi arma y corrí, observaba a ambos lados, localice el cruce de la avenida para ir al otro lado, al mismo tiempo una gran fila de autos cerraba mi camino, así que tendría que pasar sobre estos, pase a un lado de un auto, guarde mi arma y con ambas manos me subí sobre el, arriba pude ver dos cosas.
Una residencial y varios zombis, incluyendo uno grande.
— Carajo,— Solte derrepente cuando algo tomo mis pies y me jalo con fuerza. Volteé y era un zombie, caí sobre él volví a sacar otro cuchillo, lo clave en su boca antes de que produciera algún ruido y luego lo saqué e inserte varias veces más.
No tenía muchas opciones, mas que sacar mi arma y cruzar por ahí, sin que ellos reaccionarán o se les diera por salir de la sombra y exponerse al sol e ir por mi.
No podía todo ir mal tan pronto.
Muchísimas gracias por leer, la historia estará en una pequeña edición asi que si os ves los capitulos mal redactadas o algo incoherente. No te preocupes, es porque no fueron editados.
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