1. La LN1

Centro América
Capital de Guatemala

Yo no era mas que nadie, solo una chica normal, con una vida normal o al menos todo lo que abarcaba la palabra normal. Hasta que comenzó.

La epidemia, ese virus que cambió mi vida y todo lo que era normal paso a ser una pesadilla.

No era un juego.
No era una serie de televisión.
No era como cuando quisiste enfrentarte a un apocalipsis zombie. Esto era real, miles y millones de vidas perdidas.

Ni siquiera se comparaba a lo que las películas mostraban.

Las ciudades estaban devastadas, los saqueos eran interminables, los jóvenes eran entrenados, los adultos trabajan a base de lo que se necesitara el gobierno, los niños siendo encerrados, los centros de rescate vacíos y las zonas seguras; llenas.

Todos los que aun seguían con vida, trataban de llegar a un centro de rescate para ser llevado a una zona segura. Pero en este punto dudo que aun hallan sobrevivientes.

Porque muchos preferían asesinarse a salir. Era un riesgo que nadie quería tomar. Afuera solo tienes dos opciones.

¿Correr o enfrentarlos?

En cualquier caso, no puedes correr por siempre. No cuando sin importar a que dirección corras te toparas con uno de ellos.

No se como comenzó, apenas me entere de ello un dia antes de ver como la humanidad caía frente a mis ojos, pero si se una cosa. Los científicos estadounidenses son los responsables de esta catástrofe; Y valla que lo pagaron muy caro.
Norteamérica fue el primer continente en caer y ser devastado.

A pesar de todo vivir se volvió un privilegio, sobrevivir una lucha, el miedo una esperanza, la muerte un juego, el dolor una sensación más de estar vivo.

Todo cambió cuando la epidemia se apoderó del mundo.

Entonces aprendes a valorar hasta un rayo de sol, cada bocado de comida, cada gota de agua, un techo seguro donde dormir. Tener familia, un apoyo, un hombro donde llorar, una persona que te abrace y susurré cerca de tu oído que todo ira bien, que todo mejorará, que ya llegará el día en el que todo vuelva a ser normal y despiertes de este mal sueño.

Pero en mi caso todo paso tan de repente que ni siquiera podía asimilarlo, no sabia donde estaba mi familia pero si sabía una cosa; están a salvo.

Yo era del tipo de chica fanática de estas cosas y siempre pensé que el vivir un apocalipsis seria la mejor experiencia de mi vida. Salvar al mundo, vestirte diferente, portar un arma y dispararla cuantas veces se te diera la gana, ayudar y aprender a ser algún tipo de héroe. Si, yo era una aficionada respecto al tema.

Pero nadie te preparara psicológica o físicamente para que lo vas a vivir, ver ese sentimiento de decepción, pánico, terror, miedo, en las personas. Su intento por tratar de huir y aun así, terminar de la peor forma. Vi muchas personas tratando de ayudar a su familia así como también vi a esas mismas personas destruyéndolas. Pude ser testigo de muchas catástrofes, de muchas muertes, de muchas vidas perdidas.

Pero eso no era lo peor de todo, vi el egoísmo de las personas aun en un momento de solidaridad, como unos mataban a otros por vivir ellos mismos, inclusive como un padre mataba a sus hijos por sobrevivir. ¿Como era aquello posible?

Se supone que un padre es el que te protege y cuida de ti, pero no. Cuando todo esto sucedió a algunos se les olvido lo es es ser padre, madre, inclusive familia.

Pero también pude ver que muchas de las personas que en su vida se habían conocido se ayudaban unas a otras. Y marcaban la diferencia de todas las demás volviéndose héroes para aquellos que fueron ayudados.

Aún así no buscaba ser héroe de nadie, solo quería volver con mi familia y ayudar en lo que fuese necesario a los demás. Por ello me esforzaba cada día más por aprender todo lo que pudiese antes de salir.

Yo no iba a correr o enfrentarlos, iba a sobrevivir. Allí afuera con los muertos vivientes. Lucharía por llegar a un centro de rescate y esperar que algún helicóptero volviera por mi para llevarme a una zona segura y cumplir mi promesa.

Pero muchas cosas me lo impedían. Mi condición física no era la mejor, el ser mujer me traía desventajas. Debía aprender muchas cosas antes de salir y dejar este lugar como un lugar de reposo, debía hacer muchas cosas antes de tratar de sobrevivir.

Cada mañana me levantaba con la esperanza de que todo fuera solo un sueño, pero siempre terminaba afrontando la realidad. Me alojaba en un centro comercial de la zona  que estaba cerrado de tope a tope, nadie podía entrar ni salir a menos sin que yo lo notara, los zombis aun rondaban dentro y a pesar que sabia como matarlos, los necesitaba para saber como luchar contra ellos allí afuera. Debía de aceptar que tenía miedo, siempre pasaba en la películas que había un zombie diferente a otro, uno peor que el anterior y no podía descartar que algo así sucediera.

Luego de un mes y medió estando aquí, mi rutina se volvió la misma de todos los días, el gimnasio, el puesto de armas, la despensa. Mi peso cayo de 78 kilos a 50 en el primer mes y luego me mantuve, tenia que ser fuerte, ágil y lo suficientemente veloz. Para intentar mi primer escape de tres zombis.

Luego de crear un plan basándome en una situación de escape. Estaba alistandome para intentar mi primera huida de los zombis, ya que desde aquel día no había intentado un ataque directo y mucho menos sin armas cargadas, solo con la mochila que tenia todo aquello que podría necesitar para mi sobre vivencia. debía aprender solo a correr y escapar de ellos. Afuera serian más y no me dará tiempo de enfrentarlos a todos, tenia que aprender cuando luchar, así como cuando debía solo escapar.

Guarde una ultima botella de agua en la mochila y fui a a prepararme. Mi ropa estaba doblada tan perfectamente sobre el lavabo que no dude en ponérmela, el pantalón negro se ajusto a mi cuerpo tan ceñido pero cómodo, ajuste el top en mis pechos, reteniéndolos. Pase la blusa manga larga sobre mí cabeza y la ajuste en mi cintura metiéndola dentro del pantalón. Al ser la blusa de compresión no podrían rasgarla fácilmente los zombis que intentarán morderme. Alcance mis botas de militar, coloqué la calceta luego las coloque. Pase por mis hombros el chaleco cóndor, de sistema molle. La cangurera sobre mi cintura. Puse los cartuchos, las chilleras, las navajas, cuchillos. Y a los costados de mi cintura las dos pistolas beretta M9.

Ahora solo debía salir y escapar hasta llegar al techo del otro lado, debía escalar y también correr mas rápido que ellos, sin perder mi equipaje y ninguna de mis armas.

Estaba todo listo, ahora solo debía atravesar esa puerta e intentarlo, si algo salia mal llevaba una de mis armas cargada, pero no debía usarla sin importar que, no debía tocarla. La desventaja de usar armas en una situación como esta; era que los zombis respondían ante el ruido, y una vez te observen no pierden de vista a su presa.

Pero era ahora o nunca.

Camine a la salida principal del centro comercial, sus grandes puertas ahora estaban cubiertas por tablas ya que eran de cristal. Observe hacia afuera, el sol aun no se asomaba por las nubes grises, era una mañana realmente fría. Me puse la mochila sobre los hombros, ajuste un seguro de ella contra mi abdomen bajo mis pechos, ajuste mis botas de militar y ate los cordones.

Estaba lista.



Solté todo el aire que de alguna forma había retenido y fue entonces salí, al menos recorrería tres kilómetros hasta la otra punta del comercial y luego escalaría al menos ocho metros. Puse un pie afuera y de repente sentí que estaba expuesta.

Un zombie estaba frente a mi, sus ojos completamente blancos, su ropa rasgada cubierto de sangre, algunas partes de su cuerpo abiertas dejando ver inclusive sus órganos. Era asqueroso y terrorífico. Debía hacerlo.

Él zombie me observo, esperando un movimiento de mi parte y fue ahí que supe que debía correr.

Me puse en marcha, pasando frente a sus ojos. Un fuerte gruñido se escucho a mis espaldas y apenas volteé, y lo vi, venia por de mi a una velocidad que era imposible en sus condiciones. Sabía que al pasar frente a la pizzería me seguirían los dos zombis restantes.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza, empecé a controlar mi respiración. El estacionamiento de la pizzería se interpuso en mi caminó, por lo cual no podía continuar en el suelo, sin pensarlo subí sobre los autos y el ruido capto la atención de los zombis restantes, que atravesaron los cristales de la pizzería rompiéndolos y siguiendo mi camino. El olor a podrido llego a mis fosas nasales y comencé a brincar de un auto a otro, hasta atravesar el estacionamiento, me deslice sobre el vidrio de la parte delantera de uno de los autos, volteé y no estaban.

— Lo logre.— Las palabras salieron en un susurro casi ahogado. Cuando el cristal del auto se rompió haciéndome caer dentro del mismo en el asiento del conductor, senti una punzada en mis costillas con el freno de mano, vi hacia al frente y los zombis salieron de la nada, no eran tres como lo tenia previsto, eran más de diez. Intente levantarme pero me dolía demasiado.

El miedo me invadió por completo, podía sentir ese sentimiento de impulso, se acercaban, sus dientes chocaban y la peste de ellos era insoportable.

Uno de los zombis se lanzo contra el auto, trataba de comerme, a como pude retuve su cuerpo sin que llegase a entrar del todo al auto. Grite tan fuerte que mi garganta ardió, tenia miedo.

Mi desesperación llego cuando su mordida casi atraviesa mi cuello, lo retenía lo mas lejos que podía pero era mas fuerte que yo, quiza fue un padre que se mantenía en forma, su cabeza se ladeó y pude ver a los demás zombis que se acercaban.
Debía quitármelo de encima, ya.

Sin pensarlo, tome el cuchillo de mi pierna derecha y se lo clave en el cuello, cortando por completo su garganta. Su sangre me salpicó el rostro, dejandome en un estado de shock. Lo había matado, lo había asesinado.

Lance su cuerpo al asiento del copiloto y abrí la puerta para salir del auto. Sabía que ahora debía luchar y correr, pero no debía usar el arma, no aun, no cuando aun podía escapar. La adrenalina recorrió mi cuerpo y fue entonces que todos se fueron contra mi.

Le di un golpe a la puerta del auto y esta rebotó sobre uno de ellos, impidiendo su paso hacia mi, el vidrio se clavo en el rostro de uno de los zombis, pero también uno rasgo mi brazo.

Corrí brincando sobre un auto, tome uno de los pañuelos que colgaban de la mochila y lo amarre mientras avanzaba, tras de mi venían los zombis restantes.

Un recuerdo me invadió cuando atravesaba la mitad del comercial. De nuevo había entrado en estado de shock por el lugar, mis pies automáticamente se detuvieron y no pude evitar observar y recordar.

Ayse, corre, vamos, corre. Ayse, corre maldita sea. —podía escuchar su voz, sentir su mano contra la mía mientras corríamos hacia los helicópteros.

— No puedo, no puedo más. —apenas podía escuchar la negación salir de mis labios, mientras ella continuaba jalando. — Mami, no puedo.

— Si puedes, corre. Vamos. —y continúe, continúe por qué tenía una razón para salir de ahí.

Las personas nos empujaban, no había nadie que conociese. Aun así todos parecían ser uno, podía ver a niños llorando, y personas que en su vida los habían visto, ayudándolos mientras huían de la horda de zombis.

Sentí mi corazón latir con fuerza y desperté de mi trance, había seguido corriendo, incluso mas rápido que antes, los zombis estaban lo suficientemente lejos de mi, así que solo debía llegar a la otra punta y escalar, inclusive podía verla, podía ver mi salida de escape.

Pero podría simplemente escapar o poner en práctica mi entrenamiento. Pero yo lo sabia, los necesitaba. Por esta vez debía dejarlos con vida para que me mantuviera con vida allá afuera.

Llegue a la escalera y los peldaños estaban dañados, pero si no. No seria entrenamiento. Salte de dos en dos. Mientras cruzaba de derecha a izquierda para tratar de impulsarme hacia arriba. Mi coleta se safo dejando caer mi largo cabello sobre mi cintura, podía ver como se veía de un café claro contra el sol que se colaba en las nubes grises, la mochila pesaba demasiado, pero ya faltaba poco y los zombis no eran tan inteligentes como para trepar.

Ventaja uno: Eramos mas inteligentes que ellos.

Me puse de cabeza para alcanzar la parte superior del techo con las manos, me impulse con las piernas y llegue, solté una pierna y luego la otra, quede colgando por un momento todo el peso de mi cuerpo en mis manos como aquel día en el helicóptero, ahora mas fuerte que antes me impulse hasta que subí mis piernas al techo. Y rodé. Respire hondo.

Lo había logrado.

Estaba a salvo.

Mi pecho subía y bajaba por toda la adrenalina, pero ahora solo debía entrar de nuevo al comercial y podría descansar. Me puse de pié orgullosa por lo que había logrado y la cuidad desde las alturas me dio la bienvenida, se veía aterradora.

Los cientos de muertos vivientes paseándose por las calles, las millones de vidas perdidas, todos los sueños destruidos y sabía que no me quedaba nada, nada mas que rezar por cruzar todo eso y llegar a una zona de rescate, viva. Ahí no habrían ventajas, mucho menos zombis de entrenamiento, ahí afuera todo iba a ser diferente y si quería llegar con vida para cumplir mi promesa tendría que ser cuidadosa.

Ahí no podría dar marcha atrás y con cada paso que diera no sabría lo que me esperaría. A excepción de zombis

Pero tengo que hacerlo, si quiero tener una oportunidad para sobrevivir a la LN1.

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Ahora se que se preguntaran ¿Que paso antes? Ya los sabrán. Paciencia.
Te mando un beso enorme y
Gracias por leer.
Mizha DB.

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