4. Recuerdos borrosos🎪

26 de Octubre del 2011.

«Me gustas mucho, Sara...»

-No es cierto... -murmuro

«Está muy buena la broma...»

-No, no es una broma...

«Tengo que cobrarme lo que me hiciste perder, Sarita...»

-No, por favor -suelto un sollozo.

Con toda la fuerza que tengo, empiezo a correr y luego caigo sentada en una esquina.

Veo un hombre en la tenue luz de un farol...

-Chicos... -dice- ¡Miren! -lame sus labios- tenemos carne fresca.

De pronto, veo que aparecen más siluetas detrás del borracho, asustándome.
Trato de levantarme, pero el tobillo lo tengo lastimado y no me ayuda, trato de nuevo y no puedo. Veo que se son tres hombres cuando al fin se muestran, me paralizo por lo horrendos que están, mi respiración está entrecortada por correr y ahora se acelera más, el corazón lo siento en la garganta, la boca la tengo reseca. Los borrachos se acercan sin prisa, lo más probable porque vieron que no pude moverme o hacer un movimiento. Pero veo que uno se está acercando más rápido y lo único que hago en gritar.

Ellos se acercan más, mis ojos me arden y empiezan a humedecerse de nuevo.

-Disfrutarás mucho de esto, linda - dice el que se está acercando más a mí.

-No, por favor -digo entre el llanto.

Cada vez está más cerca.

-No, por favor -repito cuando está por agarrarme-. No, por favor -está por tocarme, suelto un sollozo.

-Sé que te gustará, Sarita -acerca su mano a mi rostro.

No...

No...

-¡No! -grito, removiéndome.

-¡Ey! -grita alguien, sosteniéndome los brazos, me remuevo en ellos- ¡Despierta! -me sacude los hombros esta vez- ¡Despierta!

Rápidamente, abro los ojos con la respiración agitada.

Los ojos me arden y me ciega la luz repentina.

Intento localizar dónde me encuentro, mas las lágrimas no me ayudan.

¿Dónde estoy?

-Ey -dice otra vez esa voz, volteo rápido a donde la escucho, pero cierro los ojos por una punzada en la cabeza.

-Ay -pronuncio al sentir otra más fuerte.

-¿Estás bien? -pregunta otra voz.

Abro los ojos esta vez poco a poco y miro a mi alrededor.

Veo a dos personas, uno es un hombre moreno de cuerpo fornido, con los ojos negros más oscuros que he llegado a ver en mi corta vida, está sentado en una esquina y me mira con una cara seria, luego miro a la derecha y está otro hombre, él me mira con una expresión como de... ¿Fascinación? Sí, creo que es esa palabra, pero no estoy segura. Tiene un sombrero como esos que usan los magos, ojos marrones, tez blanca y una vestimenta un poco extravagante.

Rápidamente miro mi cuerpo, aún cargo mi pijama, suavizo un poco el gesto sabiendo que no amanecí de nuevo desnuda, sigo recorriendo con la mirada y noto que tengo unas cobijas en mis piernas, también noto que estoy en una cama, y en donde nos encontramos estos señores y yo es como una clase de habitación, mas la noto un poco diferente, un poco... extraña.

Sigo mirando en silencio, tratando de recordar en dónde estoy y, la más importante interrogante en mi cabeza es:

-¿Cómo llegué aquí? -pregunto para sacarme de una vez la duda, miro con desconfianza cuando el moreno de la esquina se acerca a la cama.

-No vamos a hacerte daño... -asegura el hombre de sombrero al notar mi mirada, él deja la frase al aire para que (supongo) le diga mi nombre, pero no lo hago y pregunto:

-¿Quiénes son ustedes? -el de sombrero vuelve a darme esa mirada de hace un rato y la dirige luego al moreno, que ya está a su lado.

-No sabe quiénes somos -comenta con un poco de sorpresa, vuelve a mirarme-, es impresionante.

-Les hice una pregunta -digo al ver que se quedan solo mirándome- ¿Quiénes son ustedes? -pregunto otra vez con la voz arisca.

-Si nos dices quién eres tú podemos decirte nuestros nombres -sugiere el hombre fornido en un tono grave, vuelvo a verlos con desconfianza, él suspira-. Si colaboras responderemos todas tus dudas -añade.

Lo miro de arriba abajo, tratando de ver un gesto falso o para ver si miente, pero no encuentro nada. Paso mi vista ahora al de sombrero, me que regala una sonrisa que parece honesta.

Los dos están esperando por mi respuesta, así que trato de relajarme un poco, respiro hondo y les respondo:

-Me llamo Sara.

Los hombres se miran entre sí, dejándome un mal sabor de boca, trago la poca saliva que tengo, notando tengo la garganta seca, vuelven la mirada hacia mí, son tan intensas que me incomodan.

-¿Eres Sara Williams? -pregunta el hombre de sombrero.

Abro la boca para contestar que sí, pero no pronuncio ninguna palabra al procesar el apellido.

Christian es quien firma Williams, no yo. O bueno, ya no en el aspecto sentimental, legalmente lo puedo cambiar al cumplir los dieciocho.

Ya no quiero estar ligada a alguien que casi abusa de mí, intento no estremecerme al recordar la escena o su rostro, ese que tantas veces le vi besar a mamá y viéndola con ojos de amor...

-Sara -llama el moreno ante mi silencio, sacándome de mi lado oscuro. Lo miro- ¿Eres Sara Williams? -pregunta esta vez él.

-¿Por qué? -contesto con una pregunta, evasiva.

-Es solo para confirmar algo -contesta.

-¿Confirmar qué? -pregunto cuidadosa.

-Esta mañana apareció un anuncio en el periódico -contesta el Señor de sombrero, asiento para que prosiga-. Dice que ha desaparecido una chica llamada Sara Williams. No tiene foto, solo un bosquejo de cómo debe ser físicamente -me tiende un papel y lo agarro.

Lo leo en silencio:

Persona desaparecida a las 05:39 de esta mañana.

Su nombre es Sara Williams, esta mañana su padre, el Señor Christian Williams, fue a ver cómo se encontraba de la fiebre que tenía desde la noche anterior y, cuando fue a su habitación "Sarita" como le dice su padre, no estaba en ninguna parte.

Aprieto los labios al leer eso, todo eso es una repulsiva mentira echa por Christian, me da más repulsión al ver el nombren "Sarita" en aquel papel, a partir de hoy odio ese apodo.

-¿En qué parte está el bosquejo de cómo es la chica? -pregunto al aire sin despegar mi vista del periódico.

-Voltea la página -dice creo que el de sombrero.

Hago lo que dice, al voltear la página encuentro un dibujo en blanco y negro de una chica con el cabello largo, facciones tiernas, sonrisa alegre y en los ojos una diferencia de tonalidades de negro con gris y blanco para caracterizar mi anomalía.

No voy a mentir, el imbécil de Christian supo cómo describirme, pero no es una exacta copia de mí, el que hizo el dibujo aún le falta práctica con las manos para dibujar.

Sigo analizando todo lo que dice ese papel, hay una parte donde coloca una recompensa por encontrarme, arrugo el gesto ante eso.

¿Para qué diablos me quieres devuelta, Christian? ¿Para qué?

En serio que no entiendo para qué me quiere devuelta el que creía que era mi padre, o qué intensiones tiene si me encuentra, nada de lo que dice tiene sentido, además de que es una mentira que se nota a la primera que es muy falsa, el hombre nunca fue bueno para inventar historias.

Ni en la más remota locura vuelvo con él, quién sabe qué es lo que quiere hacer, además de que ya me estoy haciendo una idea.

-Sara -llama otra vez el hombre fornido, levanto la mirada-, necesitamos que nos des una respuesta -me dice- ¿Recuerdas algo ocurrido con lo de anoche? -hace otra pregunta cuidadoso al ver que no digo nada.

-Yo también necesito respuestas -digo con un enojo tan repentino que me sorprendo.

Supongo que los sucesos en la vida en verdad marcan cambios en una persona, porque yo nunca en vida he dirigido la palabra a alguien así como lo acabo de hacer...

Sacudo la cabeza para volver a mi realidad.

-Les contestaré lo que quieren saber -le digo acomodándome lento en la cama-, pero ustedes también me deben respuestas. Así que, si no me dicen quiénes son y cómo... -carraspeo por mi garganta seca- cómo demonios llegué a aquí con ustedes no contestaré nada -hago una breve pausa analizándolos de arriba abajo-. Ya saben mi nombre. Ahora díganme los suyos.

-Te contestaremos -dice el de sombrero, asiento para que continúe al verlo titubear-. Solo danos un momento -alzo una ceja-, solo unos minutos para hablar con mi compañero, ¿sí?

No me convence mucho, desde anoche creo que desarrollé una desconfianza a los hombres, no sé si es posible pero yo lo siento así.

Pero si quiero respuestas tendré que ceder aunque sea en esa petición.

Suspiro y asiento que acuerdo, ellos comparten una mirada, se levantan de sus sillas y veo cómo dejan la habitación tras cerrar la puerta.

Suelto el primer bostezo del día, o tarde, o noche, en realidad ni sé qué hora es, pero suelto un bostezo y me estiro un poco, aunque eso hace que me duela el cuerpo, y el alma.

Trato de pararme de la cama para inspeccionar el cuarto, siento todavía un dolor en la entrepierna, no tanto como las últimas veces pero aún sigue ahí de recuerdo.

Tomo una respiración profunda, me muevo más despacio para que no me duela tanto y, al momento que pongo el pie izquierdo en suelo frío, siento una punzada, noto que en éste tengo una la venda y tras una leve punzada al tratar de pararme me hace recordar que en algún momento me esguincé el tobillo, cierro los ojos por el dolor, y con cuidado vuelvo a acomodarme en la cama, apoyando mi cabeza en la cabecera de la misma.

Suspiro en frustración. Tratando de procesar todo lo de ayer. Y también otras que no recuerdo muy bien después de irme de esa casa.

Vuelvo a suspirar.

De esta pesadilla no me puedo salir ni arreglarla, solo tendré que aprender a sobrellevar lo ocurrido, aunque duela.

¿Cómo ocurrió todo esto? ¿Nathan desde siempre había tenido mala intenciones conmigo y yo como una estúpida nunca me di cuenta? ¿Desde cuándo Christian tenía planeado eso que me contó al momento de casi violarme?

Violarme. Esa palabra me hace estremecer el cuerpo.

Y lo peor (sé que he dicho mucho esta palabra pero es verdad) es que es verdad, porque sí fui violada. No por mi supuesto padre, sino por el chico que pensé que le gustaba. Y al parecer no una vez sino cinco en una sola noche.

Ahora que lo veo en otras circunstancias, tal vez no estaría viva.

Cosa que me da rabia, no, me da impotencia es que se hiciera el descarado y fuera a mi casa, que dijera que le gustara, que jugara conmigo y después me usara.

Los acontecimientos vienen como muchos flas en mi cabeza obteniendo punzadas en ella, es mucho que procesar para solo un día, mucho que sobrellevar, mucho... solo son muchas cosas.

A las que tendré que aprender a vivir a mis catorce.

Solo tengo un par de cosas claras:

No todo es lo que parece.

Nathan me ha violado, y lo odio por eso.

Christian no es mi padre y a partir de ahora es un desconocido.

Y lo último que volveré a ser será esa niña ingenua de antes.

Escucho la puerta abrirse haciéndose ver los hombres que estaban conmigo cuando me desperté y, antes que pregunten otra vez si soy esa chica en el periódico alzo un poco la voz y les digo:

-No soy esa chica quien buscan -miento mirando la página-, pero espero que donde esté se encuentre bien y en paz -me sincero con una sonrisa triste que borro al confrontar sus miradas-. Yo soy Sara Miller, y para serles sinceros, así no me inspiren confianza -hablo sin pelos en la lengua- les digo que no recuerdo lo que ocurrió anoche

Aunque eso último sí es cierto...

🎪🎪🎪

-Eso fue todo lo que ocurrió - termina de decir el moreno.

-De acuerdo, gracias por la información -contesto procesando todo.

-Te dejaremos un rato a solas para que pienses los hechos -menciona el de sombrero.

-Gracias, eh...

-Harry -completa con una sonrisa.

-Harry -repito con un asentimiento de cabeza, miro al hombre fornido- no soy buena para recordar nombres.

-Te comprendo -dice él-. Soy Mariano -vuelve a presentarse por si acaso.

-Gracias, Mariano -agradezco con una débil sonrisa.

-Bueno -dice Harry cuando se levanta junto a Mariano-, te dejaremos descansar -asiento- nos vemos más tarde, Sari...

-No me digan Sarita -digo con una nota agria en mi voz- solo Sara... por favor -pido, tratando de ser lo más amable posible.

-Sara -repite cuando están por salir de la habitación, asiento de nuevo en agradecimiento-. Bueno, nos vemos, Sara.

-Hasta luego, princesa -se despide el serio Mariano.

-Espera, ¿Princesa? -pregunto con el ceño levemente fruncido.

-Sí -contesta con simpleza cerrando la puerta, dejándome con la palabra en la boca.

Arrugo la nariz ante la mención de un apodo en tan solo las pocas horas que estoy aquí, mas sacudo la cabeza para disipar la interrogante... por ahora.

Bueno, les cuento tal cual me lo dijo Mariano al preguntarle cómo llegué aquí:

-Yo estaba con Ricardo, él es un chico de aquí -aclaro antes de que pregunte-, íbamos saliendo del bar que estaba en esa esquina donde te encontrabas, fuimos caminando hasta que yo escuche unos llantos, más como... como unos murmullos, así que él fue a averiguar qué tanto era lo que sonaba a esas horas de la noche. En cuanto salimos a ver de dónde provenían los murmullos, encontramos a una chica... bueno a ti tendida en el suelo y... -carraspeo- vimos a un hombre enzima de tu cuerpo.

»En cuanto vimos tal acto fuimos a ver qué podíamos hacer ante esto -rasco mi nariz con un poco de fastidio-, los hombres no estuvieron muy contentos de la interrupción de sus planes, trataron de agarrarnos a golpes. Pero fuimos más rápidos y supimos cómo controlar la situación, mientras Ricardo estaba reteniendo como pudo a dos borrachos yo estaba quitando al que te tenía agarrada... el hombre no te quería soltar por lo que tuve que usar la fuerza y noquearlo a un lado y ayudarte, en ese momento fue que me di cuenta que no te movías, llegué a pensar que ya habíamos llegado tarde, hasta que cuando te vi más de cerca me percaté que todavía respirabas, pero no reaccionabas.

»Antes de traerte acá, dejamos a los borrachos en esa esquina inconscientes, solo así pudimos sacarte de ahí. Esto no está lejos de donde te encontramos, fuiste reaccionando poco a poco a la medida que te cargaba, pero solo balbuceabas palabras que no entendía mucho. Cuando llegamos aquí notamos tu tobillo un poco hinchado, así que decidimos curarlo, nos sorprendimos que al limpiarlo y ponerle la venda tampoco te hayas despertado. Te dejamos en esta habitación libre esperando que despertaras...

-Hasta que te despertaste y parecías policía en plena sala de interrogatorio -bromeó Harry, que ni a Sara o a mí nos gustó su chiste.

Ahora que lo noto, Mariano no me ha dicho con exactitud qué es este lugar, ni cuánto tiempo llevo aquí.

Tendré que preguntarle cuando vuelva.

Recordar sus palabras me hace aviva otra vez los recuerdos, pero unos todavía no están muy claro, lo que no se desvanece de mi mente es la violación, el miedo, la rabia...

Lo que me contó en verdad que no me llega a la cabeza muy bien, lo último que si recuerdo es que había salido corriendo para que Christian no me encontrara, para que no me hiciera daño.

Y ahora estoy peor, porque no puedo volver y prácticamente estoy varada en la nada cuando me vaya de aquí.

Cuando vuelva Mariano tengo que agradecerle de nuevo, de no ser por él, tal vez sí estuviera muerta.

Más de lo que me siento...

Cierro los ojos para no derramar las lágrimas que amenazan por salir ante un recuerdo fugaz y borroso, ocasionando una punzada en mi cerebro. Eso es lo único que veo en mi mente ahora: recuerdos borrosos. Pasan tan velozmente que unos me duelen y otros no los entiendo, escucho voces distorsionadas, gritos, llanto...

Abro los ojos al sobresaltarme por escuchar el chirrido de una puerta, volteo mi mirada a esa dirección y veo a un chico joven entrando. Detallándolo rápidamente, veo que es un poco mayor que yo, tez blanca, su cabello es... raro, pero en el buen sentido, creo. Lo tiene desordenado levemente y es de un color entre anaranjado... ¿O es rojo? No estoy muy segura ahora, veo que en las puntas de éste también tienen unos toques de amarillo, aparenta como si fuera una hoguera de fuego intenso.

-¡Genial! Estás despierta -me dice con una sonrisa al notar que lo miro, en ese momento en que se acerca a mi noto sus ojos color ámbar, arrugo mi rostro por no entender nada, mas lo relajo al sentir una leve punzada en la cabeza.

-¿Quién eres tú? -pregunto a la defensiva luego de que el dolor disminuyera, aislándome un poco más atrás de la cama al notar que se sienta en la orilla de la misma en vez de en una de las sillas.

-El que te ayudó a estar en este lugar -responde con una sonrisa de orgullo.

-Ah, Ricardo -menciono sin ninguna emoción en mi voz, él arruga sus pobladas cejas.

-No me digas Ricardo -dice con un tono de fastidio mas pronto vuelve su sonrisa de antes- mejor dime Fuego.

-¿Fuego? -pregunto con una ceja alzada.

-O Ricky -agrega.

-Ricky lo entiendo pero, ¿Por qué fuego? -pregunto con una repentina curiosidad.

-Luego te cuento -vuelvo a arrugar el rostro-. Ahora es mejor que comas, debes de tener hambre, ¿no?

Lo considero, a decir verdad con todo lo que estoy procesando en un día no me ha llegado la idea de tener comida en mi estómago, pero ahora que lo veo es mejor comer un poco para recomponer fuerza.

-¿Princesa? -dice Ricky, volteo a verlo con ceño fruncido.

-¿Por qué me dicen princesa? -pregunto para quitarme la duda.

-Luego te digo -dice.

-¿Por qué no contestas mis preguntas? -hago otra pregunta- Y no digas "luego te cuento" -añado con una mirada filosa, pero él esboza una pequeña sonrisa y dice:

-Luego te cuento -de impulso, le doy con la almohada, ocasionando que se ría, quitándome la almohada, me acomodo de nuevo para verle-. En vez de princesa debería de decirte fiera, porque desde que llegué has estado a la defensiva -dice con un risa, se acomoda y apoya su cabeza en uno de sus manos-, y yo que quiero ser tu amigo. Me duele, ¿Sabes? -añade con un mohín, trato de verle con una cara seria, pero sin querer me sale una leve sonrisa, él esboza una-. Bueno, con esa sonrisa me basta, fiera.

Mi pequeña sonrisa se borra y entrecierro los ojos negando con la cabeza, mas luego trato de no reírme por una mueca repentina de su parte.

-Te traje esto -dice al sentarse en una de las sillas.

-Gracias -digo al tenerlo en mis manos un plato frutas que se ven frescas y un vaso de agua.

Pruebo primero una uva y al metérmela en la boca me doy cuenta que sí tengo hambre. Tomo agua por lo reseco de mi garganta y bueno a probar las frutas.

No creo que este plato me llene del todo, pero un buen gesto de Ricardo que me haya traído esto.

-¿Te quedarás? -pregunta él repentinamente, haciendo que lo mire con una mueca.

-¿Quedarme? ¿A qué te refieres con eso? -pregunto al tragar el pedazo de frutilla.

-En que si te quedaras aquí -me dice pero no comprendo del todo. Suspira-. A ver, vamos a ser más claros, ¿vale? -asiento- Te pregunto, princesa, ¿Te quedarás aquí en el circo?

¿Escuché bien lo que dijo?

Iba a contestarle, pero mi atención pasa de él a la puerta cuando se abre y hace ver a Mariano y Harry aparecer en ella.

Arrugo la cara en desconcierto, miro a Mariano y al encontrar su mirada le pregunto:

-¿Por qué no me dijiste que estoy en un circo?

¡Hola a todo el mundo! ¿Qué tal han estado?

Hoy en mi cumpleaños les traigo un nuevo capítulo 🎪🤹🏻, espero que lo disfruten ✨

Quiero aclarar que, como Sara prácticamente cayó desmayada en el último capítulo, en el principio de éste es un sueño mezclado con lo último que vio, por eso es que unas palabras son diferentes.

Pero bueno, les pregunto: ¿Qué les gustó del capítulo? ¿Qué creen que podría pasar en el próximo? Díganlo en los comentarios, amo leerlos.

Ya conocimos a Mariano, Harry y Ricky o, como le gusta que le digan: Fuego🔥.

¡Arde, precioso, arde! (Nah, mentira😂😂)

Ya veremos pronto el porqué de su apodo...

¿Qué pasará? ¿A Sara le aclararán las cosas o se quedará con la duda?

Solo lo sabremos hasta que vuelva a publicar 👀

Pero en fin, no haré esto tan largo para no aburrirlos, solo quería agradecerles por darle a apoyo y amor a esta historia, espero que se queden hasta el final y vivan esta locura conmigo.

Los quiero mucho 🖤🎪

¡Hasta la siguiente presentación 🖤!

R🌹

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