Capítulo 9

Natalie Evans.

Nunca fui una persona que se caracterizará por si buena paciencia, al contrario, todo el mundo me reclamaba por ser demasiado impaciente. Con Oriana estaba intentando cambiar aquello; principalmente porque notaba el cambio de actitud que ella estaba experimentando. Mi querida amiga de ojos marrones antes no era capaz de mirar fijamente al idiota de nuestro secuestrador, ahora lograba mirarlo de manera fija sin que los ojos se le pusieran brillosos debido al miedo que experimentaba.

Aunque en esos momentos, todo el avance de valentía que ella experimento estaba perdiendo fuerza. Mi cabeza dolía y podía sentir varias pulsaciones demasiado molestas en mis sienes; con mi mano libre intente hacerme un ligero masaje para que el dolor se aligerará, pero esto no era posible gracias a la respiración agitada de Oriana Oster.

—Si sigues respirando así juró que te arrojaré el día de mañana mi desayuno — Ella me miro apenada, pero aún así su respiración no se regularizó. Por una parte lograba entender aquel nerviosismo, pero con preocuparnos no ganaríamos nada; lo único que podíamos hacer era esperar a que el idiota hiciera de nuevo su entrada para que nos dijese de una vez por todas aquel misterioso trato.

—No puedo creer que seas humana— me dijo Oriana mientras intentaba calmar su respiración fallando en aquel intento. Yo sólo bufé y cerré mis ojos intentando que el dolor se esfumará.

—Maldita sea — Murmuré con frustración. La puerta se volvió a abrir y por esta entro David con aire superior. Quise golpearlo y así borrar aquella sonrisa burlona que comenzaba a expandirse en su rostro; aunque era obvio que no podía hacer aquello por más que lo desease.

—¿Acaso eres asmática?— Le preguntó a Oriana y esta simplemente lo ignoró, cosa que logro sacarme una sonrisa pese al tormento que mi cabeza estaba sufriendo en esos momentos. David me miro a mi esperando a que yo le respondiera; yo solo rodé mis ojos con frustración.

—No me mires a mi, tú la secuestraste; tú deberías saber si padece alguna enfermedad — El de cabello rizado me fulminó con su mirada mientras yo le dedicaba una mirada burlona. De un momento a otro la agitada respiración de Oriana se detuvo de manera abrupta, logrando que David y yo termináramos nuestro duelo de miradas.

—Estoy bien, solo fueron los nervios del momento — explicó ella. Sinceramente no lograba entender aquella reacción por unas simples palabras; es más, cuando se entero de que estaba secuestrada su reacción fue menor a la que había experimentado hace unos segundos.

—¡Apuesto que se estarán preguntando el porque de mis anteriores palabras! — Exclamó él con un tono fingido de emoción. Yo solo solté una leve risa sarcástica ganando la mirada de las otras dos personas en la habitación.

—Es obvio que si pensamos en eso, ¡Oriana casi sufre un infarto! — David entre cerro sus ojos con una molestia demasiado evidente y yo tuve el impulso de ponerme a reír como loca por sus estúpidas reacciones. Aunque debo decir que me extraño el hecho de que no me diera un golpe debido a mis palabras, tal vez y solo tal vez… Estaba tentando demasiado a mi suerte.

Lo cierto es que yo llevaba en ese estúpido lugar un año y casi dos semanas; algo que no cualquiera lograría. Usualmente cuando se reportaba una desaparición en Newark, el cuerpo de aquellos reportados era encontrado sin vida en algún callejón o en un río. Estaba segura de que si yo llegase a huir de aquel lugar todo el mundo se llevaría una gran sorpresa, y no podía culparlos porque yo también estaba muy sorprendida de estar viva todo ese tiempo; aunque tampoco podía negar que sentía cierta curiosidad con respecto a ese tema, mi mente no lograba procesar el porque David aún no me asesinaba.

—En esta ocasión voy a pasar tu forma de responderme, Natalie. Pero ya sabes que no suelo ser muy piadoso cuando ofrezco segundas oportunidades — David pronunció aquellas palabras con una voz demasiado tranquila, la cual ocultaba miles de emociones. Yo no era idiota, aquel hombre era un gran actor, podía pasar como el tipo favorito de todos y gracias a ello jamás alguien se atrevería a sospechar de él.

—¿De qué es el trato que mencionaste? — Pregunta Oriana con el mismo tono de voz con el que el rizado se dirigió a mi. David volvió a formar una sonrisa en su rostro al escucharla cuestionarle aquello.

—Mi trato es el siguiente. Yo les quito las esposas y les permito que andén libremente por este, su nuevo hogar; siempre y cuando me respeten y no me hagan enojar, porque de ser ese el caso habrá muchos problemas para ustedes — mi mirada se dirigió por inercia a la chica que estaba recostada en la horrible cama al lado de la mía. La mirada de Oriana Oster se encontraba iluminada, ella se encontraba feliz porque seguramente imaginaba que podríamos escapar; pero lo cierto es que ella aún no conocía a David, ese hombre no era tan idiotas como podía aparentar.

Meses atrás si él me hubiese propuesto aquello, tal vez yo hubiese sufrido la misma reacción que la de ojos marrones; pero para mi fortuna o desgracia esto no era así.

—¿No te da miedo que tomemos un cuchillo de la cocina y mientras duermas te asesinamos? — Le pregunte, y por primera vez no estaba utilizando el sarcasmo, todo lo contrario; en verdad no entendía aquel ofrecimiento.

—Mi querida Natalie — David se dirigió a paso lento hacia donde me encontraba y al estar parado a mi lado coloco su horrible mano sobre mi cabeza mientras le daba una leve caricia. Solo puedo decir, que en esos momentos tuve unas inmensas ganas de vomitar gracias a aquella acción. Pero como es de esperar, esto no le importó al rizado—. Lo cierto es, que aunque lleves más tiempo aquí conmigo aún te falta mucho por saber. Yo no suelo quedarme a dormir en este lugar, ¡no soy tan idiota!.

Mis ojos buscaron por instinto los de Oriana y cuando me tope con ellos pude notar que tenía la misma confusión que yo. Sin poder evitarlo mi boca se abrió, al igual que mis ojos; probablemente me veía más estúpida de lo normal pero eso era lo que menos me interesaba en aquellos momentos.

—Si la policía me viese como sospechoso, cosa que dudo ya que son unos idiotas; inmediatamente buscarían indicios en el lugar donde vivo. No soy estúpido, niñas— Escuche como él soltaba una risa llena de burla. Odiaba admitirlo, pero tenía mucha razón y lo maldecía por ello.

—Permíteme que dude eso— Le respondí en un murmullo. Para mi fortuna o desgracia este pareció no escucharme.

—Quiere decir, ¿qué en todo este tiempo usted no duerme bajo el mismo techo que nosotras? — Le preguntó Oriana. Entendía a la perfección su gran confusión. David se había encargado de hacernos creer que esta era su casa y ahora resulta que estábamos totalmente equivocadas.

—De hecho, me voy una vez que las dejo dormidas. Me despierto muy temprano solo para alistar todo antes de irme a trabajar y luego vengo aquí para darles una visita, porque se lo mucho que las aman — Una risa irónica sale de los labios de Oriana haciendo que yo me sorprendiera y que David se tensara ante aquello.

—Supongo que tienes mucha seguridad en que no vamos a escapar, cosa que es algo ilógica si tienes en cuenta lo mucho que odiamos estar en este lugar — David aparta su atención de Oster haciendo que yo casi soltara un suspiro de alivio. Este volvió a tomar su pose altiva mientras se separaba de mi apartando por fin su asquerosa mano de mi cabellera. El rizado nos dio la espalda y comenzó a caminar en dirección a la puerta.

—Estoy muy seguro que cualquier cosa que ustedes intenten será en vano. Las ventanas de ese lugar están muy bien reforzadas, por lo cual no podrán salir gracias a ellas; la puerta de la entrada se abre con un código el cual solo yo poseo y por si eso les parece poco, tengo cámaras en muchas habitaciones de este lugar así que si yo notara que intentan escapar vendré a darles un merecido castigo.

El odio que me provocaba aquel hombre aumentaba a cada segundo que se encontraba cerca de nosotras. Él solo buscaba darnos falsas esperanzas para luego matar cada una de ellas; al parecer no hacia daño físico en esos momentos; pero vaya que el emocional dolía mucho más. Al menos para Oriana, la cual ahora parecía apagada, por primera vez quise darle un abrazo a alguien, no me gustaba verla tan desaminada y más si tomábamos en cuenta que el rol de ella era de optimista mientras que yo era todo lo contrario.
Pude notar como sus ojos se cristalizaban y como su nariz adquiría en cada segundo transcurrido un tono mas rojizo. También pude ver como sus uñas se incrustaban en sus palmas; mi pecho comenzó a doler tanto o más que mi cabeza, la salud mental de aquella chica estaba en peligro y estaba segura de que eso solo lograba alegrar a David.

—Mañana será su primer día libres, esperó y no me decepcionen; no quiero castigarlas… O tal vez sí — David salió por la puerta dando un leve azote mientras podía escuchar como su risa se alejaba cada vez más del cuarto donde nos encontrábamos.

Mi mente no dejaba de maldecirlo una y otra vez, pero como dije antes; eso no lograba solucionar nuestros problemas.

—El lado positivo es que ya no tendremos que usar estas cosas— le dije a Oriana en un pobre intento de animarla, para mi sorpresa ella esbozó una leve sonrisa mientras dirigía su mirada a mi. Aún tenía rastros de querer llorar pero sabía que se estaba resistiendo a aquello.

—Al menos contigo a mi lado este encierro no es tan malo — Oriana cerro sus ojos mientras pronunciaba aquellas palabras.

El pecho me comenzó a doler cuando la escuche, inhale y exhale un par de veces para intentar tranquilizarme pues ya comenzaba a sentir como mis ojos se cristalizaban. Parpadee un par de veces para que las lágrimas se fueran; no era momento para llorar. Este día no estaba siendo el mejor, pues no solo tenía las palabras de David repitiéndose en mi cabeza; también estaba el hecho de que aún me sentía muy mal, solo esperaba que ya no hubiese más sorpresas por ese día.

Oriana Oster.

Abrí mis ojos lentamente intentando acostumbrarme a la luz que proyectaba aquella bombilla; una vez que me logre acostumbrar comencé a estirarme y no pude evitar hacer varias muecas de dolor al escuchar como mis huesos tronaban.

Quince segundos fue el tiempo en que pude reaccionar. Mire mi mano que antes de caer en mi sueño se encontraba esposada, sin embargo en estos momentos se hallaba libre. Solté un gemido de satisfacción mientras comenzaba a acariciar mi a dolorida muñeca.

—Deja de violar tu mano— Pegue un brinco al escuchar la voz de Natalie y desgraciadamente mi mala suerte apareció. Yo me encontraba en la orilla de aquella incómoda cama cuando brinque debido a las palabras de mi amiga, provocando que mi cuerpo fuese a parar al suelo.

Las risas que soltaba Natalie inundaron el lugar. Quisiera decir que su felicidad se contagio pero no fue así, en estos momentos yo no podía evitar soltar varias quejas debido al impacto que me lleve, vale, tal vez estaba exagerando pero enserio aquel golpe me estaba doliendo.

—Agradecería si en lugar de seguir riendo me ayudarás a ponerme de pie— Natalie siguió riendo pero aún así se puso de pie, me tendió la mano y me ayudó a ponerme de pie mientras yo acariciaba mi cabeza intentando aliviar el leve dolor que sentía.

—Bien, Oster; es hora de ver el resto de esta pocilga — Dijo Natalie una vez que había dejado de reír. Mi rubia amiga comenzó a caminar en dirección a la puerta mientras yo la seguía muy de cerca

—¿Crees que David siga aquí? — Le pregunté. Ella ni siquiera se giro a verme, silo se encogió de hombros y abrió la puerta.

—Si esta aquí me alegraría, tal vez pueda golpearlo — Me respondió ella. Le dedique una mala mirada pero ella no me prestaba la más mínima atención. Ambas salimos de aquel cuarto y comenzamos a recorrer un frío y oscuro pasillo. Solo rogaba no encontrarme con el rizado, pues sabía que Natalie cumpliría lo dicho y eso no era bueno para nosotras.

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