Capítulo 5

Oriana Oster.

—Oriana— Escuche una suave voz murmurando mi nombre pero preferí ignorarla y seguir durmiendo, aunque la voz no era lo único que me incitaba a despertar, también era consiente de como recibía leves empujones. Fruncí mi ceño y solté un fuerte bufido. —eres peor que mi hermana, ¡Maldita sea, despierta! — Forcé mis ojos a abrirse al reconocer aquella voz al fin. Tarde un poco en que mi vista se acostumbrará a la luz artificial pero cuando me acostumbre miré directamente a Natalie la cual se encontraba arrodilla frente a mi incómodas cama. Anoche creí que ya me había quedado sin lágrimas, pero al ver a mi querida rubia amiga en aquel estado. Sus brazos se encontraban llenos de rasguños leves pero también había algunos cortes que se notaban demasiado dolorosos. Lo que más me dolió fue ver su mirada verdosa con restos de lágrimas.

—Tranquila, ya paso — Me murmuró ella mientras limpiaba mis lágrimas. En esos momentos me sentí más estúpida de lo normal, ella se encontraba animándome a mí cuando debería ser al revés. Quise decirle algo pero las palabras no querían salir y lo único que se escuchaba de mi parte eran mis sollozos.

—¿Te duele? — Le pregunte pero casi de inmediato supe que el preguntar aquello era patético, aunque ella pareció ignorarlo y solo me dedico una sonrisa; cuando sus labios se abrieron para darme una respuesta la puerta de la habitación se abrió y un sonriente David entro por ella. Mi cerebro hizo clic, Natalie me había dicho que la puerta siempre estaba abierta y ella había tenido la oportunidad de huir y sin embargo no lo había hecho y sospechaba que la razón era yo; una vez más Natalie Evans había pensando en mí antes que en ella misma.

—Bien, Natalie querida vuelve a tu cama, ya que debo esposarte — Natalie se incorporó y fue que por primera vez en su nuevo atuendo; antes llevaba unos pantalones desgastados y sucios además de una playera color negro en las mismas condiciones y su nuevo atuendo era un vestido corto de color azul el cual hacia resaltar su blanca piel pero se que el objetivo de David no era relucir la belleza de mi amiga; su principal objetivo era hacerle recordar todos sus golpes debido a que esa diminuta prenda hacia ver todos y cada uno de ellos a la perfección. La rubia se dirigió a donde David le indicó y este la esposo, el rizado en ningún momento borro su estúpida sonrisa del rostro. — Bien chicas, deben saber que hoy llegaré tarde. Oriana querida —quise vomitar ante sus apodo — se que tu hambre es voraz pero tendrás que resistir un par se horas más.

—No tengo hambre — Le dije en un murmullo y él me miro con la ceja alzada. Mi declaración hubiese sido convincente de no ser por que mi estómago comenzó a sonar, casi como su dos leones estuviesen peleando dentro de este. Escuche la risa de mi amiga, lo cual me hizo sonreír de manera leve.

—Bien, me voy. Regreso más tarde — El hombre se retiro del lugar a paso rápido. Cuando la puerta se cerro pude escuchar como Natalie soltaba un quejido de dolor.

—Pensé que jamás se iría — Murmuró ella intentando no hacer relucir el dolor que seguramente estaba pasando. — Aunque en serio lamento que no dejara el desayuno. — Quise hacer un drama al descubrir que esas palabras eran demasiado ciertas, el idiota se fue y no nos dejó su maldigo jugo que llevaba tomando por una larga semana al cual ya había logrado acostumbrarme.

—Tranquila, las horas pasarán rápido — Mentí. El silencio se apoderó de nosotras y por primera vez en el transcurso de la semana, yo no sabía que decir para que ella se mantuviera hablando de manera animada conmigo. Mi mente no paraba de recriminarme el hecho de ser tan débil y que gracias a eso una buena persona que ya había sufrido lo suficiente, solo estaba siendo cada vez más herida debido a mí.

—Deja de culparte.— Posee mis ojos en ella pero Evans no me miraba, ella solo mantenía sus ojos cerrados—. Llevamos conviviendo por una semana, conozco tu cara cuando estas sintiendo culpa y no entiendo el porque. Yo decidí defenderte y no es debido a que crea que eres débil, es solo que no podría vivir sabiendo que saliste herida y yo pude ayudarte.

—¿Porqué decidiste defenderme? — Sabía que mi pregunta era algo absurda pero necesitaba saberlo, no cualquier persona antepone la seguridad propia por la de otra persona.

—Me recuerdas a mi hermana — Me dijo ella y pude distinguir como su voz se quebraba.— Ella y yo siempre peleábamos, yo la consideraba demasiado curiosa y odiaba que ella no pudiese defenderse… No fui una buena hermana, a ella le hubiese gustado que yo la defendiera de todos aquellos que llegaban a herirla y yo prefería preocuparme solo por mí — De un momento a otro la voz de ella se quebró y juró que de no ser por las esposas ya la estuviese abrazando—. Te ganaste mi cariño en estos últimos días y tu actitud llega a recordarme demasiado a mi hermana, no puedo permitir que también a ti te lastimen — Término de decir ella. Sonreí al escuchar aquellas palabras, yo siempre había ansiado una hermana y al parecer algo bueno había resultado de que aquel loco me hubiese secuestrado; había conocido a Natalie Evans, una chica que era más sarcasmo que persona y que podía llegar a parecer un tempano de hielo pero al final sólo era una chica como cualquiera otra, con las mismas inseguridades pero con un gran valor y coraje que muchas otras quisiéramos tener.

—Gracias.— Le dije.

—No tienes nada que agradecerme— Me respondió ella en un murmullo. Ambas volvimos a quedar en silencio y cuando quise volver a hablar y volví a mirarla, note como ella estaba profundamente dormida, sonreír de manera inconsistente y también cerré mis ojos; tarde en conciliar el sueño, pero lo logre.

Lucille Britt.

—No gana nada con molestarse. — Me dijo mi compañero ganándose una mala mirada de mi parte, él solo alzó sus manos en señal de paz.

—¡Esa chica solo me hizo perder el tiempo!.— Grite llena de frustración. El día anterior habíamos visitado a aquella chica que unía ambos casos y todo había resultado un desastre.
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“Azael toco la puerta con insistencia, yo me encontraba detrás de él. Pasaron alrededor de cinco minutos la puerta se abrió dejando ver a una chica pelirroja de mediana estatura y ojos verdes.

—¿Se les ofrece algo? —Nos preguntó ella con extrañeza.

—Señorita Willson. Soy la agente Lucille Britt y soy la encargada de llevar el caso de la recién desaparecida Oriana Oster.— Una sonrisa se formó en el rostro de aquella chica y pude apreciar como se le formaban un par de hoyuelos en sus mejillas al realizar aquél gesto. Y a pesar de aquel gesto sentía que algo no me cuadraba con ello.

—¿Saben algo sobre ella?—. Azael negó de manera energética y la chica pareció reparar por primera vez en mi compañero. —En ese caso, ¿qué necesitan de mí?.

—Señorita ¿Se encuentran sus padres? — Preguntó mi compañero y la chica negó mientras desviaba su mirada.

—Vivo sola. — Abrí mi boca en forma de O al escuchar aquello, la chica parecía no tener más de veinte años y el hecho de que ya viviese sola en su propio apartamento. Preferí no seguir indagando sobre la vida personal de esa chica así que preferí volver al tema central.

—¿Conoce el caso de la señorita Natalie Evans?. — Sabía que toda la ciudad de Newark estaba enterada de aquella desaparición pero quería ver que tal honesta era aquella chica.

—Ella era mi mejor amiga. —Azael asintió mientras tomaba su celular y accionaba la grabadora de este.

—¿Qué más podría contarnos sobre ambas chicas?. — La pelirroja se tenso un poco lo cual me hizo concentrarme aún más en todas sus expresiones corporales.

—El caso les trajo hasta mi debo suponer. —Nos dijo ella y mi compañero y yo asentimos.

—Es algo raro el saber que usted era amiga de ambas, primero de la joven Evans y luego de la señorita Oster. — Le dije yo y ella se encogió de hombros.

—Los sujetos del colegio molestaban constantemente a Oriana, por eso me acerque a ella. — Nos explicó.

—¿Esta diciendo que no tiene nada que ver respecto a ambas desapariciones? —Le preguntó Azael negó la chica asintió. Aquella pregunta fue demasiado estúpida para mí, un secuestrador jamás revelaría nada y eso incluye a los cómplices suma aquella chica no se notaba muy intimidante había algo que no me cuadraba en ella; aunque tal vez debido al estrés que estaba sufriendo yo exageraba.

—Es lo que intento decirles. — Azael y yo compartimos una rápida mirada, él estuvo a punto de detener la grabación pero le indiqué que no lo hiciese.

—Ese caso es muy complicado y delicado, señorita; si supiese algo le agradecería totalmente el que nos informase. Le dije.

—Se que ustedes buscan de manera desesperada a ambas y es frustrante el no saber nada. — Mi compañero asintió pero algo me decía que ya había dejado de prestar atención, debido a que había comenzado a golpear el suelo con su zapato de color negro; gesto que realizaba cuando comenzaba a exasperarse.

—Solo queremos que esas chicas regresen con sus familias. — Le respondí con total sinceridad y ella se mordió su labio inferior aunque creía que esa opción se debía al hecho de que ella ya no vivía con sus padres y tal vez ya no tuviese buena comunicación con ellos.

—Espero pronto sepan donde esta Natalie y donde esta Oriana. — Vi sinceridad ante aquellas palabras dichas por la pelirroja, supongo que mi paranoia era demasiado grande pues aquella chica demostraba preocupación por ambas chicas. Solté un suspiro al saber que mi tan esperado avance había resultado un fraude y había acabado donde mismo.

—También lo esperó. — Ella asintió y volvió a meterse a su apartamento. Azael y yo nos giramos dispuestos a caminar de nuevo a la oficina pero la voz de la chica nos detuvo.

—Ya vera que sí, el compañero que tiene a su lado la ayudará, Natalie y Oriana regresaran; o eso esperó. — Dicho eso ahora si cerramos la puerta. Le dirigí una rápida mirada a mi compañero pero este se encontraba guardando la grabación cosa que me pareció absurda pues no tenía nada en especial, aún así no le dije nada. Comencé a caminar dejándolo atrás pero pasados unos segundos este logro estar a la par mía.”
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—Ya tendrás algún avance, solo debes tener paciencia. — Me dijo Azael en un intento fallido por animarme.

—Eso espero, quisiera encontrar a esa chica con vida; cada día que pasa puede estar más cerca de la muerte y no quiero que algún día alguien reporte el haber encontrado su cuerpo. — Azael se encogió de hombros y yo solo pude soltar un suspiro.

—Mañana será otro día y puedes ir a revisar el lugar donde ambas desaparecieron. — Él tenía razón así que solo agite la mano en modo de despedida mientras el caminaba hacía la puerta principal de la oficina dispuesto a irse debido a que la jornada laboral había terminado.

—¿Podrías pasarme la grabación de la señorita Willson?. —Le pregunte antes de que saliera por completo y me dejara sola. Azael fruncido el ceño pero pasados unos segundos me dedico una sonrisa y asintió; le dije un leve gracias y esta vez si se fue. Una vez que estuve sola solté mi cabello azabache y este callo por mis hombros; me hice un leve masaje en el cuero cabelludo en un intento de relajarme pero el estrés no se largaba de mi. Yo solo quería encontrar a Oriana Oster antes de que fuese demasiado tarde para ella si es que todavía se encontraba con vida y si era así yo haré todo lo que este en mis manos para encontrarla y poner a su secuestrador tras las rejas. Cuando por fin logre calmarme mi celular comenzó a vibrar en el bolsillo de mis vaqueros; cuando lo saque vi que era un mensaje de Azael, más específicos el audio del pequeño cuestionario hecho a Brooke Willson. Deje el celular sobre mi escritorio mientras recogía el resto de mis cosas dispuesta a irme a descansar; Azael tenía razón, ya mañana sería otro día y a como de lugar yo encontraré algo que me sirva para resolver aquel caso.

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