Capítulo 4
Natalie Evans.
—Oriana deja de morderte el brazo — La rubia me hizo caso omiso y siguió haciendo lo mismo. Solté un suspiro y seguí con mi lectura, estaba segura que si veía que la ignoraba dejaría de hacerlo.
—Ese tipo lleva alimentándome a base de jugos, mi estómago necesita comida de verdad o moriré— Puse mis ojos en blanco, aquella chica era de verdad exagerada.
—Solo debes esperar a que el maldito de David regrese, y entonces te darán comida de verdad para que sigas con vida— Ella bufo con molestia al escuchar mis palabras, pero el lado positivo fue que al menos me hizo caso y dejo de morder su brazo aunque ya era algo tarde, pues había una marca algo grande en el.
—Oye, ¿No crees que él llega demasiado feliz? No lo conozco tanto como tú, pero a diferencia del primer día en que lo conocí, se nota menos intimidante — Me dijo ella. Cerré el libro al terminar mi lectura y pose mi vista en ella.
—Lo note, pero supongo que es debido a que tiene noticias de tu caso y son malas para ti, pero benéficas para él. — Sabía que podía existir otra razón para la felicidad de aquel tipo, pero preferí quedarme callada y no decirle nada; por que gracias a esa semana ya había conocido el carácter débil de aquella chica y estoy segura de que ella se pondría a llorar si le hablaba de la otra posibilidad.
—No me extraña que mi caso fracase — Dijo ella con tono decaído. Alce mi ceja derecha cuando vi como bajaba su cabeza y apretaba sus labios con fuerza.
—No deberías perder las esperanzas, tal vez la persona a cargo de tu caso sea mejor que el que se encargo del mío — Oster comenzó a negar y soltó una risita sarcástica.
—Lucille Britt es novata, recuerdo que se presentó en el colegio y no causo una muy buena impresión. — Me sentí mal por Oriana, si bien su carácter me llegaba a desesperar le había tomado más aprecio que a otras personas.
—Tranquila, algún día saldrás de aquí y podrás ver a tu familia — Sabía que decirle aquello le levantaría de alguna forma el ánimo; pero también sabía que mis palabras podían no cumplirse, pues nadie me garantizaba que ella saldría con vida o en buen estado, ¡Demonios! Ni siquiera sabía si David me mataría un día de estos.
—¿Tienes hermanos? — Me preguntó ella cambiando el tema, lo cual de cierta forma agradecí.
—Me parece curioso que me preguntes eso, mi desaparición es noticia aún después de un año y supongo que en el transcurso la prensa entrevistó a mi familia — Oriana se encogió de hombros mientras me dedicaba una sonrisa con inocencia fingida.
—Si soy sincera nunca preste atención a tu caso, yo ya te daba por muerta — No pude evitar reír ante sus palabras, era lógico que pensara aquello.
—Tengo una hermana que es dos años menor que yo — Le dije, ella asintió mientras me sonreía con lástima. —Te agradecería que no me miraras así, odio la lástima y más si va dirigida para mi persona — Ella aparto rápidamente su mirada. El silencio se apodero de aquella fría habitación, lo único capaz de escucharse eran nuestras respiraciones, aunque aquel silenció se vio interrumpido por el fuerte azote que dio la puerta. Cuando vi el rostro de David supe que estaba de mal humor, y yo sabía que aquello era sinónimo de pésimas noticias para nosotros; maldije en voz baja por nuestra mala suerte.
Oriana Oster.
—Maldita sea — Murmuró el rizado con frustración. Dirigí mi mirada hacia Natalie pero esta parecía nerviosa y si ella estaba nerviosa era algo de que preocuparse.
—¿Un mal día para ti? No sabes cuanto me alegro de que sea así — Mis ojos se abrieron con preocupación al escucharla decir aquellas palabras y mi respiración comenzó a volverse entrecortada al notar la fría y obscura mirada que le dedico aquel hombre a mi rubia amiga.
—No estoy de humor para tus estúpidas palabras y tu maldito sarcasmo, Natalie — Exclamo él con un tono de voz sombrío. David dirigió su mirada hacia mi y yo oficialmente contuve mi respiración debido al temor que aquel hombre de ojos marrones me provocaba.
—Deberías aprender de tu amiga de actitud nesciente —Le dijo a Natalie pero aún no apartaba su mirada de mí. Mentiría si dijera que la palabra con la que se refirió a mi no le ofendió, pero para mi mala suerte el miedo que me provocaba era mas grande que mi orgullo en esos momentos. Sentí la mirada de preocupación que me dirigió Evans.
—Eres demasiado parlero, David. — El semblante del mencionado se endureció todavía más y no pude evitar temer por mi amiga, aunque la mente se me ilumino y fue cuando entendí el por que ella se estaba comportando mas sarcástica que de costumbre; Natalie Evans intentaba que David desquitará su furia con ella y no conmigo, ella estaba intentando protegerme. Quise reír debido a los nervios que sentía; por una parte agradecía su preocupación por mí, pero otra quería que dejara de preocuparse pues yo tampoco quería que ella resultara herida.
—Acabas de hacer que mi carácter empeore, ahora escoge la forma en que te castigaré — En cuanto él pronunció esas palabras supe que Evans cumplió su cometido, logro que la atención de aquel hombre se dirigiera en ti totalidad hacia ella. La mire con ojos llorosos y ella solo me dedico una sonrisa con la que supongo que intentaba animarme.
—Sorprendeme — Fue todo lo que ella le respondió a David. Jamás había visto una sonrisa tan sádica como la que el estaba realizando en esos momentos, sin duda aquel hombre era la maldad andante. El de cabello rizado camino hasta la cama donde se encontraba esposada mi amiga. Su paso era lento pero firme y cada vez que daba un paso más cerca de ella yo sentía la impotencia más grande de mi vida.
David saco las llaves del bolsillo derecho de si traje color azul oscuro, tomo la muñeca de Natalie y le quitó las esposas. Lo siguiente que ocurrió paso demasiado rápido, David había tomado la rubia cabellera de mi rubia amiga y tiro de ella con bastante fiereza logrando que Natalie soltara un pequeño grito de dolor, acción que solo logro hacerlo sonreír aún más. Sentí como las primeras lágrimas caían por mis mejillas mientras veía como aquel hombre se la llevaba a rastras mientras aún sujetaba su cabello y le daba tirones cada cierto tiempo. La puerta se cerró pero para mi desgracia yo aún escuchaba los quejidos que Natalie, aunque cada vez los oía más lejanos. Cerré mis ojos con fuerza mientras apretaba mis puños, pude sentir como mis uñas se enterraban en mi piel pero el dolor no me importaba, estaba segura de que la rubia de ojos verdes estaría sintiendo un dolor peor al mío. No se cuanto tiempo dure llorando, solo se que mis lágrimas cesaron de un momento a otro, pero la preocupación nunca se fue.
Yo aborrecía con toda mi alma el silencio y en esos momentos desee que esto fuese una pesadilla y que mi madre me despertase como cada mañana lo hacía; pero para mi desgracia esto que estaba viviendo no era un sueño, era la maldita realidad; una realidad en donde Natalie Evans se había sacrificado por mi para que no yo sufriese un dolor físico como el que ella debía estar sintiendo en estos momentos.
Los minutos y las horas pasaron, yo no podía quitar mi mirada de la puerta y casi no parpadeaba; ansiaba ver a mi rubia amiga entrar por esa puerta, pero para mi desgracia solo entró David el cual tenía una sonrisa de falsa inocencia mientras que en sus manos llevaba una bandeja con comida.
—¿Dónde esta Natalie? — Mi voz salió temblorosa a la hora de hacer aquella pregunta; no sabía si por miedo, tristeza o enojo, aunque lo más probable que fuese una mezcla de todas esas emociones.
—Querida, hoy dormiras sola; Natalie se quedara esta noche en otra habitación ya que se porto demasiado mal — Dijo mientras dejaba un plato lleno de comida sobre mis piernas y me extendía un vaso con agua el cual tome con mi temblorosa mano libre.
—¿Ella esta bien? — Le pregunte pero este solo me ignoró y tomó la bandeja mientras caminaba de nuevo hacía la puerta.
—Dejare la luz encendida por esta ocasión. El plato y el vaso colocalos en el suelo y manaba que venga a despertarte me los llevare. Dulces sueños, Oriana — La puerta se cerró dejandome otra vez sola. Nunca pensé que llegaría a odiar tanto a una persona, pero David llego y con tan solo una semana se había ganado mi odio eterno. Cerré mis ojos mientras intentaba conciliar el sueño, pero no me era posible pues la imagen del rostro de Natalie me venía a la mente; sin duda aquella noche sería la peor de toda mi vida.
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