La tierra temblaba y tú, con temor, abriste la cortina para ver hacia el exterior. Tus ojos se iluminaron, llenándose de aquella luz roja.

Sentiste como tu corazón comenzó a palpitar con mucha fuerza, como si fuera a escapar de tu pecho. Tus labios se separaron, dejando tu boca abierta.

Trataste de correr, o de hacer cualquier movimiento, pero estabas paralizada, tus piernas no respondían. Afuera, veías el volcán Brauquiana, a lo lejos. No entendías por qué... si las noticias habían dicho que su actividad había cesado. No entendías por qué... justo ahora, una nube de fuego se dirigía directamente hacia dónde estabas.

La impresión te había dejado en shock. Un evento así... no pudiste dar crédito a lo que ocurría. No supiste cuántos segundos o minutos pasaron, hasta que escuchaste el sonido del vidrio quebrándose. Intentaste gritar, pero el sonido quedó silenciado por las lenguas de fuego devorando tu cuerpo. Por algunos segundos, sentiste un inmenso calor quemando cada centímetro de tu piel, pero el dolor cesó casi al instante. Pronto, ya no podías ver nada, y tampoco escuchar o sentir nada.

Ya no había dolor... ya no había nada... ahora, lo único que había en tu mente era él. Su imagen llegó a tus pensamientos. El tiempo corría muy lento. Tenías miedo, pero ver su imagen era lo único que te reconfortaba. Ni siquiera sabías si estabas llorando... tan sólo... te habría gustado estar con él una vez más.

[Has muerto]