CAOS

Es medio día, el calor avasallador del inminente verano se asoma por la costa, pero la humedad es lo suficiente fuerte para sofocarme, la temperatura es alta y el lugar en el que estoy no lo mitiga, estoy muy por debajo del suelo, es un desnivel bastante curioso de mi casa, casi sería el escondite perfecto excepto porque papá lo usa para guardar sus herramientas del taller; siempre puedes ver tornillos, arandelas y demás cosas regadas en ese lugar, y claramente no podía faltar un colchón cómodo y desgastado.

El ventilador no hace más que tirar aire caliente, me siento débil, mis párpados se cierran y quién soy yo para evitarlo. Mientras la demás gente odia dormir con calor yo sí que puedo hacerlo.

Al momento que decido que es hora de tomar una pequeña siesta, me coloco los auriculares y el sonido estridente se cuela por mis tímpanos, al inicio causa molestia, pero después me habitúo al vibrar constante de los gritos y los instrumentos. El constante bum, bum, bum en mis oídos me está arrastrando a la vigilia, una parte de mi tiene ganas de entregarse a Morfeo y la otra sabe que tiene que cuidar la casa porque es jueves y jueves significa "Padres no disponibles".

Para evitar dormirme —porque sé que no debo hacerlo—, me siento en la cama y empiezo a cantar. No canto bien, pero canto con sentimiento, así que le doy rienda a suelta a mis gritos de banshee. De pronto empiezan a llegarme mensajes de mi amigo Isra, dice que se siente raro y le preguntó por qué, quizá le dio un golpe de calor.

Tengo las piernas en posición de mariposa, empiezo a moverlas de arriba y abajo porque no me responde, me muerdo el dedo pulgar arrancándome los pellejitos, sigue sin responder. Me enojo porque no se vale preocupar a la gente y después dejarla pendiente.

Cuando me pongo de pie el suelo tiembla y tengo que cuidarme la cabeza. Mi teléfono suena "Ding", es Isra quien me ha mandado un mensaje mal escrito, pero estoy segura que dice que no salga. ¿Acaso no sabe que es más peligroso quedarse en casa? Aprovecho el espacio del desnivel para echar un vistazo a la calle y veo gente corriendo de un lado a otro.

Me muerdo el labio y decido salir de mi escondite, le envío un mensaje a Isra diciéndole que está loco, que seguro el epicentro del temblor se dio cerca del caribe. Subo las cortas escaleras, la casa se siente acalorada, no hay señal de que mamá haya regresado y papá por lo visto planea pasarse todo el día con los amigos.

Salgo y nuevamente mi celular suena.

«NO SALGAS»

Fue cuestión de segundos, de eso estoy muy segura.

Bruscamente una fuerte explosión ilumina todo el lugar, la onda de expansión me alcanza salvajemente tirándome hacía atrás provocando que me golpee la cabeza con la puerta, pero la luz emitida por la explosión no me devuelve del todo la visión. Con mucho esfuerzo busco el picaporte de la puerta y entro a mi casa con mi corazón latiendo desbocado y nervioso.

Cierro y abro los ojos ajustando mi visión, pero me siento mareada a causa del golpe. Marco a los teléfonos de mis padres y la llamada no entra, es evidente que la señal se ha caído. Trato de convencerme en que quizá se trata de un accidente en una planta de luz e incluso que fue provocado por el intenso calor, a estas alturas las teorías van y vienen en mi cabeza.

Me dirijo a mi habitación de la planta alta, entro al baño para echarme un poco de agua en la cara, ni siquiera me reconozco en el espejo, sigo mareada y sé que ya no es por el golpe, tengo un ataque de ansiedad. Me recuesto en la cama y practico mi respiración, saco las pastillas de la mesita y las mastico ignorando el amargor.

Abro los ojos y es evidente que me quedé dormida, a lo lejos escucho el ruido de la sirena de las patrullas. Estoy bañada en sudor y me cambio la ropa, bajo las escaleras y tomo valor salido de lo más recóndito de mi ser.

Salgo al exterior y es puro desconcierto, la gente corre de un lado a otro, un señor corre sin mirar quien pasa cerca de él y termina golpeando el hombro de otro señor quien a mentadas le dice hasta de lo que se va a morir.

Antes de que pudiera preguntarle algo a alguien, nuevamente nos toma desprevenidos otro temblor, los gritos se intensifican cuando de la nada un enorme halo de luz cruza el cielo, ilumina todo como si de un gran foco de luz blanca se tratara, con dificultad me percato de que todos a mi alrededor se cubren los ojos.

Se termina el espectáculo de luces cuando en su lugar, una enorme y colosal criatura blanca aparece justo ahí donde estaba el halo de luz, parece tener alas detrás de él, se asemeja a un gigantesco robot con la excepción que se encuentra suspendido en el aire, de pronto alza el enorme báculo dorado de su mano y en su centro hay un ojo cerrado que al abrirlo empieza a disparar halos de luz blanca en todas direcciones.

Lo siguiente de lo que soy consciente es que estos provocan explosiones a su paso. Mi cabeza me taladra y siento que mi corazón va a salirse de su lugar. No me cruza por la mente salvaguardarme, me quedo ahí de pie mirando con horror lo que aquella criatura está provocando.

Mi celular suena, mis manos tiemblan y con dificultad logro abrir el mensaje.

Nuevamente Isra me indica que no salga, lo que el ignora muy a su pesar es que prácticamente estoy fuera de casa. El enorme ángel extraterrestre deja de disparar y un enorme sonido nos alerta a los sobrevivientes que esto es el apocalipsis. El sonido de una trompeta llega calándonos los huesos, la vecina a lado de mi casa empieza a rezar, la miro en desespero indicándole que esto no es obra de dios, ni siquiera de un demonio.

A los pocos segundos de un breve silencio vuelve a resonar la trompeta. Es atroz, nos carcome la incertidumbre, tengo miedo, mis manos tiemblan como la gelatina de mamá y ahora la extraño más que nunca, mil preguntas se arremolinan en mi cabeza ¿Estarán bien? Ni siquiera soy capaz de salir corriendo en un intento de constatarlo.

Los pies no me responden, sorpresivamente aquella criatura se separa más del suelo y sobrevuela las casas, no está muy cerca de casa, pero es lo suficientemente inmenso para que todos nos diéramos cuenta de su presencia. Puedo sentir el miedo en toda la gente que está corriendo en el lugar, no sé si busca huir, lo que sí sé es que están llamando mucho la atención.

—¡No corran! —grito en vano.

El ángel una vez más alza su báculo, cierro los ojos y aprieto los dientes, sé que va a doler, sé que gritaré, pero será rápido.

Abro los ojos tras unos segundos y puedo ver el ángel justo frente a la casa, estoy temblando de más y siento que el pecho me duele horrores, el medicamento no me está ayudando, me estoy ahogando y la voz no me sale cuando del interior del ángel sale una criatura de piel grisácea y ojos enormes, no tiene pupilas, pero sé de qué se trata.

Tengo muchísimo miedo, estoy sentada apoyada de la puerta de madera cuando este da un paso cerca de mí, se acuclilla analizándome. Quiero gritar, pero los labios me tiemblan tanto, en algún momento siento que me haré pipi del susto. Esto es demasiado para procesarlo con la mente abierta.

La criatura se aproxima a escasos centímetros de mí y de la nada los mensajes empiezan a llegar en mi celular, no soy capaz de apartar la mirada de esos grandes ojos negros, me reflejo en ellos, pero desconozco que clase de sentimientos cruzan por su rostro.

«Ding» «Ding» «Ding» «Ding» «Ding»

Se acerca más y explota.

***

Abro los ojos y tengo ganas de vomitar, mi cabeza me taladra, mi corazón late como loco y a los escasos segundos me doy cuenta que estoy en mi cama. Tomo mi celular por inercia y no hay mensajes, ni uno solo.

¿Acaso era un sueño? Me veo al espejo de cuerpo completo y tengo un vestido azul, uno que no usaba en el evento apocalíptico, así que seguro era un sueño.

Bajo las escaleras y no veo a mis padres, algo en mi cabeza me dice que estoy siendo demasiado paranoica así que me apresuro a salir a la calle, la gente va y viene sin ningún problema, cruzo la calle y veo a Isla afuera del edificio de departamentos para estudiantes, en su mano tiene una guitarra que no toca.

—Isra —saludo, la mirada de Isra está sobre el suelo, pero tiene una sonrisa en su rostro—. Isra —repito sin éxito alguno—. ¡Isra! —aplaudo para tomar su atención.

—Ah, perdón ¿Qué tal? —saluda mientras sonríe. Suspiro en alivio.

—Soñé algo súper extraño, aunque no recuerdo muchos detalles —digo tratando de recordarlo—. Si quieres te cuento —echo el anzuelo para generarle curiosidad, pero Isra ya no me ve, él ha regresado a la misma posición de hacía unos minutos.

—Isra —llamo de nuevo y no reacciona, repito el mismo patrón.

—Ah, perdón ¿Qué tal? —recibo en respuesta y la piel se me eriza.

Mi corazón empieza a latir con fuerza, rápido mientras siento que el oxígeno se me agota, me alejo de él al notar que automáticamente regresa a la misma posición en la que lo encontré. Corro lejos de él viendo que la gente sigue caminando, me detengo frente a ellos, pero ellos siguen avanzando como si yo fuese un objeto al que hay que evitar.

De pronto se escucha un gran estruendo, la música resuena por todos lados e intento encontrar la fuente guiándome por mis sentidos, me detengo en seco cuando escucho la letra de la canción, los escalofríos me recorren desde la punta de mis pies hasta mi espina dorsal, se trata de la misma canción que escuché en mi sueño, me sudan las manos y ahora estoy convencida de que no se trató de un sueño.

Las lágrimas corren por mis mejillas y empiezo a correr intentando evadir mi realidad, pero mientras más avanzo más me percato de que no hay más personas, las únicas personas que he visto al salir de casa parecen que le dan vueltas a la manzana una y otra vez.

Cuando quiero correr de vuelta a casa, me percato que es de día y no es la temperatura correcta.

No tengo calor.

Miro mis pies y no hay ninguna sombra proyectándose sobre el pavimento. Mi cabeza me duele demasiado, los ojos me punzan, tengo náuseas, es demasiado lo que tengo que procesar. Corro de vuelta con Isra, no estoy sudando y no tengo calor, mi cuerpo no reconoce esta temperatura, este sol no quema.

—Isra —musito despacio sabiendo que el no va a responderme y lloro.

Con los labios temblorosos, alzo la vista intentando ver el falso sol y lo único que veo es a una criatura que no es de este mundo mirando fijamente sobre su maqueta. Chilla y el sonido es aterrador, coloco las manos sobre mis oídos en señal de protección y grito en respuesta sin apartar la mirada, es un grito cargado de miedo y terror.

Y ocurre nuevamente.

Explota.

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