— Estás muy pensativo, Villito —, mencionó su hermana mientras le daba una probada a su taza de café. El recién nombrado quitó su vista de la ventana y observó a su hermana, quien obviamente esperaba que este le contara su problema.

— Lau... ¿tú sabes cómo terminaron realmente los padres de Simón? Monchi nunca me quiso contar toda la historia.

Laura tosió con falsedad. La mayor sabía que su hermano era una persona insegura, y entendía muy bien la razón de Simón al ocultarle eso, por otro lado sabía que si no se lo decían, las inseguridades se iban a incrementar aún más. Juan Pablo Villamil era todo un dilema.

— ¿Tú conoces a la esposa de Juan?

— Sí, estaba en la cena junto a él.

— Bueno, ellos se conocieron en el trabajo, creo que se llama Jimena y era la secretaria de Juan. Según tengo entendido tuvieron un romance en uno de los viajes de trabajo, y después de eso, Juan llegó a pedirle el divorcio a Juana —, Villamil no respondió. — Villa... ¿por qué tanta curiosidad con este tema?

— El día de la cena Juana estaba demasiado, pero demasiado enojada, y dijo algo como "todo es bonito al principio", no recuerdo muy bien sus palabras.

Su hermana sonrió de manera ladina y posó su manos sobre la de su hermano. — Villito... no quiero que pienses que a ustedes les va a pasar lo mismo. Simón y tú son muy distintos a Juana y Juan, ustedes tienen un amor sano, sin mentiras. Ese chico fue capaz de dejar el país para venir contigo, sin importarle lo que le fueras a decir. No creo que tire todo eso a la borda por alguien más.

— Pero si me ocultó lo de sus padres debe ser por algo...

— ¡Ay Villamil! Deja el drama, ese chico te ve como si fueras la octava maravilla del mundo y te va andar engañando —, Juan Pablo no respondió y optó por volver su mirada a la ventana.

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— ¡Perro! Ayer eras mi compañero de oficina y yo eres mi jefe, como cambian las cosas —, mencionó Isaza mientras se sentaba en frente del escritorio de su mejor amigo. Simón levantó su vista.

— No te voy a mentir, me agrada tener más poder que tú —, bromeó, haciendo que el más alto riera. Iba a responder, pero fue interrumpido por Angela, su nueva secretaria.

— Señor Vargas, ya están listos los papeles para la expansión, solo estaría faltando su firma y la de los abogados.

Simón aceptó los papeles con una gran sonrisa. Isaza observaba todo esto con detalles. — Te dije que me dijeras Simón, tenemos la misma edad —, comentó. Ángela rió.

— Perdón Simón —, mencionó. — Bueno, me retiro. Cualquier cosa me llamas.

— Sí, gracias Angela —, La chica le guiñó el ojo y se retiró de la oficina. Juan Pablo la siguió con la mirada mientras el contrario se dedicaba a poner su firma en cada papel.

— Es muy linda, ¿no? —, Simón lo miró y asintió restándole importancia a la pregunta, es decir, encontrar a Angela bonita no era nada nuevo. — Por lo que se ve esta soltera...

— No lo sé Isaza. No hablamos de su vida privada.

— Mmm, como le pediste que te llamara Simón, creí que tendrían una confianza de lujo —, insinuó. El mayor dejó los papeles a un lado y con una expresión seria se acomodó en su silla.

— ¿A que quieres llegar Juan Pablo?

— ¡Nada! —, respondió. — Es solo que me llama la atención que tengas ese tipo de confianza con ella porque...

— Porque mi papá engañó a mi mamá con su secretaria y se trataban de la misma manera —, interrumpió. — ¿Cuantas veces tengo que decirles que yo no soy mi papá? Es irónico, todos desconfían de mi, menos Villamil, quien se supone, debería pensar estas cosas.

— No lo piensa porque no se lo has dicho, digo, no es que crea que lo fuera a pensar pero... tú contado le has contado toda la historia, Simón.

Simón resopló. Su amigo tenía razón. — Isaza, estoy trabajando.

Juan Pablo asintió levemente entendiendo la indirecta: "Juan Pablo vete o voy a estallar". Se levantó de su asiento y luego de dedicarle una leve sonrisa se retiró de su oficina. Con Isaza fuera, Simón dejó caer todo su peso sobre la silla.

Simón tenía un miedo y ese miedo era ser igual que su papá.