XVI. MARGARITA: Inocencia y Alegría
DISCLAIMER: Demon Slayer pertenece a Koyoharu Gotōge, publicado por la revista Shonen Jump y animado por el estudio Ufotable. / Este One-shot pertenece al reto #FebruaryFlower creado por Princess_Saremi, el cual ya terminó el 29 de febrero, pero yo deseo acabarlo, aunque me tome todo el año.
TEMÁTICA: Margarita / Atardecer
PAREJA: Giyuu x Shinobu (AU Escolar)
NOTA DE AUTOR: A parte de la temática de este reto dada por la autora, quise utilizar "Lenguaje de las flores" para encaminar mi trabajo. El significado que utilicé pertenece al libro: "Le Langage des Fleurs" de Vanessa Diffenbaugh.
XVI. MARGARITA: Inocencia y Alegría
Ni un huracán causaba tanto desastre en un lugar como ella cuando utilizaba la cocina.
Pero por fin, luego de casi una semana de practicar por las noches, lo había conseguido. Luego de dos intentos fallidos de preparar cup cakes, cinco recetas fracasadas de galletas y cuatro miserables intenciones de pastel.
Orgulloso, alto y esponjoso; un apetitoso pastel de manzana y canela reposaba sobre una bandeja de metal listo para ser decorado, inflando el pecho de su creadora con el orgullo de toda repostera novata en su primer triunfo.
«Pastel atrapa novio», lo llamó en su mente y sonrió boba preguntándose qué comentarios haría él, luego de dar el primer bocado a su creación.
"Kochou-san es muy femenina y tierna", o tal vez "Kochou-san cocina muy bien".
—Ara ara ̴ —la melodiosa voz de Kanae a sus espaldas, recogiendo algunos trastes para lavarlos la hizo saltar asustada cual gato travieso. —Por fin te salió bien, Shinobu-chan. En hora buena.
La muchacha asintió apenada intentando cubrir su postre con su cuerpo para que su hermana no lo examinara mucho. Se había puesto colorada de vergüenza.
Lucía encantadora vistiendo un delantal rosa con holanes de encaje blanco y el rostro pálido por la harina que voló, seguramente mientras la cernía; que le recordó a sí misma la primera vez que se enamoró hace algunos años y pidió ayuda a su madre para preparar galletitas.
«Tan inocente», pensó la joven mujer, reviviendo las emociones de ilusión y ternura que experimentó en ese entonces.
Decidió molestarla un poco más. Solo por curiosidad y sana diversión de hermana mayor.
—¿Para quién es? ¿Acaso para Douma-san?
La expresión nerviosa de Shinobu instantáneamente se convirtió en una de fastidio.
—Si fuera para ese lunático; tendría veneno, Onee-san. —respondió mientras buscaba una salida rápida pues no quería contar quien era la persona ni el porqué de su decisión de entrar a la cocina. —Solamente me dieron ganas de aprender algo de repostería y mañana le invitaré un trozo a mis amigos y a los profesores en la academia.
—Ya veo... en ese caso podrías decorarla sólo con cobertura de chocolate y trozos de nuez. Es simple, pero combinará bien. —finalizó Kanae mientras empezaba a lavar parte del gran tiradero de platos y utensilios de repostería sucios.
Conocía tan bien a Shinobu como para saber que miente. Estaría atenta a sus acciones al día siguiente con el fin de descubrir quién era la persona que había motivado a su hermanita a esforzarse tanto.
La mezcla de manzanas y canela calientes olía delicioso y casero, a diferencia de la peste a quemado de días anteriores. Quizás luego, le pediría la receta para prepararle uno a Shinazugawa.
...
Los tres chicos amontonados en círculo para esconder algo, llamaron su atención durante el descanso, así que se acercó a ellos.
Como aparentemente no notaron su presencia al acercarse, Shinobu se abrió espacio entre ellos, integrándose a su grupo. Los encontró... ¿comiendo?
—Buenos días. —saludó cantarina produciéndoles que casi se atragantasen con el trozo de pastel que compartían. —¿De dónde sacaron el pastel? Se ve muy apetitoso.
Tanjirou, quien fue el primero en reaccionar, partió su porción a la mitad y entregó uno de los pedazos a su senpai.
—No los dio Tomioka-sensei. — afirmó mientras recordaba que más bien Inosuke se lo había casi quitado luego de fastidiarlo un buen rato. —Tenía como tres tajadas.
—Ya veo. —respondió Shinobu probando la rebanada del delicioso postre de chocolate. —No me imagino al profesor preparando algo tan delicioso.
Zenitsu resopló indignado.
—Él no. Seguro que lo hizo su hermana mayor. Tsutako-san es muy linda, los vi haciendo compras en el supermercado un día, parece que a él le gusta comer "bien". Seguro que cuando Tomioka-sensei se casé buscará a una mujer que sea tan buena repostera como su hermana.
—¿Habrá alguna loca que quiera casarse con un sujeto tan cool y callado como él? —agregó Inosuke terminando de comer su tajada para intentar quitarle la suya a su rubio amigo de un mordisco.
—Lo dudo... —la joven sonrió triste. Ella a duras penas sabía ponerle mermelada a un pan.
...
Shinobu llegó a la academia muy temprano aquel día, pero no fue hasta la hora de descanso que sacó de su bolso un contendedor con varias tajadas de su pastel e invitó a sus amigos de grado una porción.
Les dio unas rebanadas a Mitsuri y Obanai. Estaba de tan buen humor que incluso le alcanzó una a Douma antes de abandonar su salón.
—Es muy amable de parte de Shinobu-chan invitarnos pastel, pero... —reflexionó su amiga antes de terminar de saborear su porción. —Presiento que trama algo.
—Claro que no ̴—canturrea Douma, muy contento. —Shinobu-chan es muy linda y considerada, es por eso.
Pero por supuesto que la muchacha bajita tramaba algo, Mitsuri la conocía muy bien para saberlo.
Aunque los apreciase, convidar el dulce a sus amigos era solo una fachada para no ser evidente de que su único interés era ver la cara de sorpresa y complacencia de su maestro luego de probar su sazón y escuchar sus halagos.
Se moría de ganas por compartir con él, sí. De que supiera que ella es amable y dulce en el fondo, además de buena cocinera. Pero no quería que se sintiera especial ni descubriera su predilección por él o pensara que lo hacía para complacerle.
Por ello, continuó revoloteando por el plantel mientras repartía rebanadas de torta, guardando la porción más grande y apetecible para el ultimo destinatario que de seguro almorzaba solo, escondido por algún lado.
...
—No sabía que Shinobu-senpai se le diera tan bien la repostería, Kanao-chan —halagó Tanjirou tras el primer bocado.
—Yo tampoco sabía... —susurró su compañera, mientras examina con desconfianza su ración, recordando que hace unos días, mientras merodeaba en la madrugada en la cocina de su hogar buscando algo de comer, encontró en el horno el pastel más horrible y desabrido del mundo.
Luego de probarlo y hastiarse con su marcadísimo sabor a yemas, juró no volver a comer nada que tuviese migajas por un buen tiempo.
El grupo la contemplaron asombrados, pues aun no se animaba a dar probada alguna.
—Si no te lo vas a comer; ¡Dámelo! —ordenó Inosuke refunfuñando. —que mi tajada es más pequeña que la de Monitsu.
—Son iguales. —reclamó Zenitsu.
La chica entregó su trozo a su escandaloso compañero, quien lo devoró rápidamente.
—Kanao-chan, podemos compartir el mío si quieres. —le ofreció su pelirrojo amigo, acercándole la rebanada para que pueda morderla.
La chica asintió embelesada antes de dar un mordisco pequeño.
El suave sabor de la combinación de manzanas y canela con una crujiente cubierta de chocolate inundó su paladar. A partir de hoy sería su sabor preferido. Y agradeció a su hermana mayor pues debido a su loco experimento, compartía un momento especial con el muchacho que le gustaba.
Tal vez, le pediría la receta luego.
...
—Por favor sírvase, Rengoku-sensei. —dijo la sonriente muchacha mientras ofrecía una tajada de pastel al profesor de Matemáticas. —Espero que les agrade.
Rengoku, Tenguen, Himejima y Shinasugawa agradecieron con un movimiento de cabeza la atención y se dispusieron a probar.
Aunque el plan original había sido dirigido exclusivamente al docente de Educación Física, ver a sus demás profesores y a sus amigos contentos por el detalle, la conmovió... Tal vez debería hacer cosas así mas seguido.
Ser generosa se sentía bien.
Pero no por eso, dejaba de sentirse decepcionada. El descanso casi acababa y había buscado por todos los rincones de la academia a Giyuu, pero o él se escondió muy bien, o simplemente no estaba; que era lo más probable.
Pues lo había rastreado por todos los lugares que le gustaban: Aulas vacías, pasillos solitarios, azoteas desérticas, el bloque abandonado, depósitos olvidados por Dios y en los armarios del conserje.
El último lugar donde finalmente podía estar, en la sala de profesores junto a sus colegas. Oficialmente si no estaba allí, no estaba en el instituto.
Por si acaso, finalmente se animó a preguntar ideando rápidamente una artimaña.
—¿No está Tomioka-sensei merodeando por aquí? —movió su cabecita en todas direcciones, como buscándolo por los rincones. Tal vez la vio venir, y se escondió bajo un escritorio. —Lo he visto muy triste estos días escondiéndose por ahí y quería animarlo un poco.
—Es muy dulce de tu parte, Kochou-san. —respondió Himejima-sensei. —Pero Tomioka-san pidió permiso hoy.
«Mierda...», maldijo Shinobu en su mente. Tanto alborota para nada.
—Ya veo... ¿Estará enfermo?
—Ni idea con ese idiota— masculló Sanemi. —El único que conoce los detalles es el director.
—Comprendo. —finalizó la joven y afortunadamente, su tono de desilusión pasó desapercibido por el grupo de maestros. Se despidió de ellos con una respetuosa venia y se retiró.
—¡Sabroso!
...
El timbre resonando anunció el final de las actividades en los clubes.
Las muchachas que formaban parte del club de farmacéutica se despidieron cariñosamente de su presidenta.
—Shinobu-senpai, ¿Puedo ayudarte con la limpieza?
—Ara ara ̴ Aoi-chan, es muy amable de tu parte. Pero no te preocupes, estaré bien. Por favor adelántate con Kanao-chan.
La niña asintió decidida, sintiendo que más que una petición amable, era un voto de confianza de Shinobu para que cuidara a su hermana; le gustaba verse así misma como una aprendiz de la mayor.
Se marchó a busca a su mejor amiga.
El desorden que había quedado luego de la práctica no era mucho, realmente. Pero la joven se tomó mas tiempo y realizó la tarea con calma, desganada y cabizbaja. Quería estar sola por un rato.
Era tonto que se sintiera de esa forma solo por un incidente, sin embargo, de verdad en su corazón deseaba que él probara su comida y le dijera que era deliciosa. Podría incluso sonreír como cuando comía salmón y rábanos.
Suspiró hondo y terminó de acomodar los últimos tubos de ensayo en un librero.
Sólo había quedado una tajada, la más grande y especial. Tendría que comérsela ella pues no podía guardarla para mañana o se echaría a perder. Podría repetir esta noche u hacer otra trota "atrapa novio", aunque no le había conseguido más que las escabrosas insinuaciones de Douma.
¿Pero y si ya no le salía bien?, además de que sería muy obvio para todos... tendría que esperar un par de semanas para volver a intentar. ¿Y si en ese tiempo Tomioka-sensei conocía a alguien y se enamoraba? No, eso sí era exagerar.
Solo quedaba esperar o cambiar de estrategia.
Echó llave a la puesta del aula y dispuso a regresar a su casa. No quedaba nadie en los pasillos ni en las otras clases y los colores naranjos y violetas del atardecer iluminado la instalación, creaba un ambiente ligeramente fantasmal que llenaba su cabeza de inquietud que la motivó a salirse rápido del edificio.
Afuera, sin embargo, el espectro solar era deslumbrante y mágico.
Atravesó el patio deportivo ya sin apuros, disfrutando del sol al ocultarse tras la montaña en un maravilloso espectáculo. Pronto llegó al jardín y decidió desviarse.
Tal vez podía tardar un poco más y contemplar el cielo cómodamente una de las bancas de madera, rodeada de centenares de margaritas en plena floración.
Todo era paz y luz y...
—¡Achu!
—Salud...
—Gracias. —respondió el profesor, recuperando el aliento mientras aleja un pañuelo de su rostro.
Shinobu gira su rostro y se sorprende la buena suerte que tiene.
—No se supone que hoy tenía permiso para faltar.
—Solo era en la mañana, en la tarde vine a trabajar normalmente.
—¿Acaso no estás enfermo?
Tomioka le devolvió la mirada. No es asunto de la muchacha, pero lo dirá igual pues si no lo dice, siente que explotará de felicidad.
—El esposo de mi hermana está de viaje, y me pidió que la acompañe a su cita médica... Está embarazada.
En la mente de Shinobu, se crea la imagen de su maestro, guapísimo, jugando con un niño precioso de cabellos negros y ojos azules muy profundos, iguales a los suyos. Ambos sonríen y se ven muy felices y tiernos.
Quisiera abrazarlos a ambos, por que está segura de que algún día, ese pequeño también será su sobrino.
—Serás un tío encantador, sensei.
—¿Qué?
—¿Qué?
—Dijiste algo.
La chica niega y agradece su muy buena suerte, pues ahora tiene la excusa perfecta.
—La felicidad te hace escuchar cosas, Tomioka-sensei. —se descuelga la mochila, de ella saca un contenedor y una servilleta. Y sirve una rebanada de torta de manzana y canela, cubierta de chocolate y nueces; la más grande, especial y última. —Por favor, pruébala. Te la mereces por ser un "tío primerizo".
Giyuu la recibe y tras un discreto "gracias", da el primer mordisco.
Los matices naranjas y violetas del crepúsculo bañan de calma, inocencia y alegría a un solitario profesor y su escandalosa estudiante. Una suave brisa de viento bambolea las margaritas que los rodean.
—Está deliciosa.
FIN
Lloré escribiendo esto.
Basado en echos reales de mi vida universitaria, por eso tantos recuerdos hermoso de cuando era tierna e inocente :p
El pastel atrapa novios existe. Primera trampa que le puse a cierto michi que lee por ahí esta historia :v
Bye bye
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