V. CAPUCHINA: Obediencia
DISCLAIMER: Este One-shot pertenece al reto #FebruaryFlower creado por Princess_Saremi. / Demon Slayer pertenece a Koyoharu Gotōge, publicado por la revista Shonen Jump y animado por el estudio Ufotable.
TEMÁTICA: Capuchina / Paraíso
PAREJA: Sanemi x Kanae
NOTA DE AUTOR: A parte de la temática de este reto dada por la autora, quise utilizar "Lenguaje de las flores" para encaminar mi trabajo. En internet hay muchísimos significados para la misma flor por lo que utilicé el más formal que encontré que pertenece al libro: "El lenguaje de las flores" de Kate Greenaway.
IV. CAPUCHINA: Obediencia.
Nadie plantó un esqueje ni esparció semillas de aquella peculiar flora, pero al pasar los meses, modestamente brotó de los suelos y en su búsqueda del sol, sus primeras hojas fueron poblando y se esparcieron por toda la pared a la cual se había arrimado. Cuando llegó la primavera, la enredadera ocupaba todo el muro que separaba la habitación de Kanae Kochou y el jardín de la Finca Mariposa. Y al tupirse con sencillas flores de un exótico color naranja intenso, aquel espécimen de capuchinas se convirtió en el orgullo de la mujer que habían elegido como dueña.
—No es una planta típica de Asia, más bien son originarias de América del Sur — comentó Shinobu, su hermana menor, mientras bebían el té. —En algún momento te dará frutos comestibles.
Kanae con ansias esperó ese momento, deseosa de probar los nuevos sabores que su planta le obsequiaría, si eran deliciosas, deseaba compartir su descubrimiento con todos sus amigos y conocidos, especialmente con Shinazugawa.
"Ven a visitarme por la tarde, tengo una sorpresa que quiero compartir contigo", envió por fin la Pilar de las Flores cuando estuvo segura de que las frutas de la capuchina alcanzaron el tamaño de una castaña y su color delataba su madurez.
Su cuervo llevó el recado a su destinatario quien, al escucharlo, frunció el ceño. Reclamó insistiendo que tenía mucho trabajo pendiente. Luego de un largo refunfuño, finalmente, confirmó su asistencia.
Era verdad su exceso de trabajo, pero eran raras las oportunidades que tenía para visitar a su compañera, que, aunque bulliciosa y exageradamente encantadora, su calidez y amabilidad hacían que el tiempo pasara rápidamente en un lapso de paz que no lograba experimentar ni siquiera dormido. Kochou trasmitía calma, fraternidad, olvido y perdón, perdón a sus pecados y a su violencia. Kochou era lo más cercano al paraíso que alguien como él podría alcanzar.
Por eso aceptó, y aunque no lo reconociese, dejó a un lado sus pendientes y dedicó le resto de su tiempo antes de la cita a preparar mochi, el cual luego diría que compró en el mercado para que ninguna de las hermanas lo tachara de lindo o gentil si supiesen que lo elaboró el mismo.
Llegó deseando ser puntual, pero después de todo Kanae no le había dado una hora exacta. Sin embargo, ella ya lo esperaba e la entrada de la Finca Mariposa.
—Bienvenido, Shinazugawa-san. Estoy muy contenta de que hayas aceptado mi invitación
—No tenía nada mejor que hacer, Kochou — respondió cortante. —Prometiste una sorpresa, ¿qué es?
—Vaya, vaya, que curioso estás hoy. Acompáñame por aquí.
La joven mujer le tomó de la mano para guiarlo por laberintosos caminos de su hogar. Normalmente, Sanemi era atendido en el recibidor principal o en la enfermería, pero ahora, lo llevaba a lugar diferente.
Sería vulgar y ofensivo, pero muy divertido, pensar que lo estaba llevando a su habitación. No, se regañó a sí mismo, Kanae no era ese tipo de chicas, ¿o sí?
Allí estaban, en el patio donde ella había colocado una manta sobre el pasto al pie de una enredadera de flores coloradas. Sobre la manta le esperaba una botella de sake, dos pequeños tokkuri y un plato lleno de unos frutos secos muy raros.
Inexplicablemente, su instinto le hizo odiar la planta imponente, le producía un nerviosismo inexplicable y si el pilar de las flores no hubiese estado a su lado, habría destrozado el espécimen.
—Quiero probar contigo estas frutas. Será la primera vez que las coma y quiero compartir contigo esta experiencia.
Sanemi la observó por unos segundos, intentando no pensar en los doble sentidos que podía interpretar en las palabras de la muchacha.
—¿Estás segura de que no nos envenenaremos?
—Shinobu dice que son comestibles, lo leyó en un libro. Desde que lo supe, esperé con muchas ganas este momento. Apuesto que serán muy dulces. Por favor, Shinazugawa.
El hecho de que la hermana menor de las Kochou lo garantizara, a él no le daba ni pizca de confianza, pero Kanae parecía estar tan ilusionada que finalmente aceptó.
Ambos se arrodillaron sobre la manta, la joven sirvió el sake por si acaso. Estaba nerviosa mientras su acompañante era indiferente. Eligieron cada uno los frutos que parecían más grandes y se los llevaron a la boca.
Inmediatamente lo escupieron tras unos segundos de haberlo mordido, incapaces de soportar el sabor áspero, y bebieron del licor para quitarse la sensación agria de sus paladares.
—Demasiado lío por esos bichos tan feos, Kochou
—Estoy realmente apenada — murmuró, su voz se quebró. —Debí haberlos probado sola yo primero. Perdóname, Shinazugawa-san, arruiné nuestra reunión.
En su mente, la dulce chiquilla había imaginado una escena distinta. Pensó en ella y en su compañero disfrutando de un exótico manjar dulce y crocante. Estaba decepcionada, sentimiento que no pasó desapercibido por el Pilar del Viento.
—Ni que hacerle. Traje algunos mochis; ya que estamos aquí, podemos compartirlos. Pero el sake no les sienta bien así que ve a preparar algo de té verde... y deberíamos quemar ese árbol tan feo, por si acaso.
Kanae rió, su voz de agua clara, renovó sus sentimientos de tranquilidad.
—Es una enredadera, no un árbol, y quiero verlo intacto cuando regrese con el té o te arrepentirás Shinazugawa-san.
Sanemi reafirmó su teoría. Kochou era lo mas cercano a la gloria que él podría alcanzar.
...
La katana se deslizó en movimiento ágiles y furiosos, cercenando cada rama, cada hoja y cada flor e la capuchina. Ahora estaba seguro de que debió haber obedecido a su intuición en su momento, incluso si Kanae se enojaba con el un par de semanas. Ahora estaba muerta.
Su sangre tibia y su belleza habían teñido aquellas flores de un espeluznante color carmesí sanguinolento.
"Esas plantas se comen a sus dueños".
Supersticiones, se dijo. Casualidades, se dijo.
La misma flor había crecido hermosamente sin que nadie la plantara en su hogar cuando su madre y sus hermanos murieron.
Y ahora Kanae: hermosa, muerta e inalcanzable.
Descargó su furia hasta acabar con la raíz de aquel brote. Por que era incapaz de llorar por los que había amado y por la que pudo haber amado. Por no haber sido capaz de salvarles. Por los momentos en el paraíso que no volvería a disfrutar. Nuevamente, solo violencia y rabia perpetua.
¡Hola!
Un poco oscuro. Y es que acá, las capuchinas las conocemos como canario o canastilla también y escuché esa leyenda de que cuando la flor alcanza su belleza máxima, su dueño muere, es como si se lo comiera para florecer. Es solo un mito, pero quise aprovechar.
Espero que les haya gustado esta nueva entrega. Esta vez es un SaneKana, espero no haber tenido mucho OCC ☹ pero es que Sanemi es tan complicado.
Por otro lado, quisiera saludar a Princess_Saremi, Umi_h0ney y Daiyo2 quienes se tomaron la molestia de comentar los capítulos anteriores. De verdad que me puse muy contenta cuando los leí y me recargó de energías para continuar este reto :D
Dios, mañana es cumpleaños de Shinobu y tengo un proyecto en mente desde hace mucho. Creo que es la oportunidad perfecta para publicarlo ya que vengo arrastrando muchas ideas que no me dejan vivir en paz. Es mejor que las exprese, así que trataré de darme el tiempo para publicarla.
Bye byee.
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