𝘁𝗿𝗲𝘀 ; ¿fui tolerada todo este tiempo?

¡𝗖𝗔𝗣𝗜𝗧𝗨𝗟𝗢 𝗧𝗥𝗘𝗦!
¿fui tolerada todo este tiempo?
❝En la vida, aprendes lecciones. Y a veces las aprendes de la manera difícil. A veces las aprendes demasiado tarde.❞
──Taylor Swift─

narrador omnisciente pov
📍 París, Francia
12 de febrero, 2022

EL SUSPIRO DE KATHERINE ROMPel silencio de su habitación, cargado de un dolor que parecía no tener fin. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, arrastrando el rubor que minutos antes había aplicado con cuidado. El teléfono resbalo de sus manos temblorosas y cayó al suelo con un golpe seco, tan frio y vacío como el hueco que ahora sentía en su pecho.

Sabía que algo iba mal en su relación, lo había sentido desde hace semanas. Pero enfrentarlo, descubrirlo de la manera que lo hizo, era algo que jamás imagino “¿Por qué por teléfono?”, pensó, mientras sus manos temblaban y el mundo a su alrededor parecía venirse abajo. Su corazón estaba hecho pedazos, y la certeza de que Bryce, su novio —exnovio ahora —, nunca la había valorado, la atormentaba.

Con otro suspiro, cayó sobre el pequeño sofá detrás de ella. Su rostro, ahora empapado en lágrimas, reflejaba su alma rota. Cada segundo que pasaba intensificaba el dolor en su pecho. Todo lo que creía sobre el amor, todo lo que había construido con Bryce, se desmorono enfrente de ella con unos cuantos mensajes.

Un 18 de diciembre, su cumpleaños, Bryce decidió que ya no podía tolerar su relación. No fue la infidelidad lo que la devastaba, sino las preguntas que ahora la consumían ¿Por qué lo hizo? ¿Fue culpa mía? ¿Hice algo mal?

El teléfono vibraba en el suelo, interrumpiendo sus pensamientos con notificaciones constantes. Mensajes. Llamadas. Era Bryce. La insistencia de su nombre iluminado en la pantalla solo alimentaba su enojo. “¿Por qué arreglar algo que ya no tiene solución?”, pensó, apretando los puños. “¿Cree que esto es como reparar un control remoto descompuesto? Algo roto no siempre se arregla.”

La cabeza de Katherine comenzó a doler. Cerro los ojos con fuerza, intentando calmar su respiración. Pero la calma no llegaba. Bryce ya estaba construyendo otro mundo, otro fututo, y ella ya no formaba parte de él. Era como si la hubiese borrado de su historia sin más.

Sabía que se merecía mas, que su amor debía ser celebrado y correspondido. Pero Bryce nunca lo hizo. Katherine había dado todo de sí, convirtiéndolo en el centro de su universo, en su templo. Ahora entendía que todo fue en vano. Ella siempre daba todo por los demás, pero al final, solo era tolerada.

Las lágrimas seguían cayendo, dejando ríos negros de rímel bajo sus ojos. Miro su teléfono en el suelo, cuya funda transparente mostraba una foto de ella y Bryce en su quinta cita. Ese recuerdo solo profundizaba la herida.

Cada respiración era un recordatorio de que su relación ahora era un recuerdo, cenizas de algo que Bryce mismo había incendiado. El peso de la traición la aplastaba. Katherine paso una mano por su cabello, buscando consuelo en vano. No había paz para ella en esa noche.

Unos golpes suaves en la puerta la sacaron de sus pensamientos. Se incorporó rápidamente, limpiándose las lágrimas, aunque el rojo de sus ojos y la hinchazón eran imposibles de ocultar.

¡Micaela! ¡Dame, se enfría la comida!⸻La voz de Mateo, su hermano, llego desde el otro lado. ⸻ ¡Cállate, Mateo! Tal vez está dormida⸻ susurro Ciro, su hermano menor.

Katherine respiro profundo, intentando regular su voz antes de responder.

¡Ya voy¡ ⸻ dijo, aunque un ligero temblor traiciono su esfuerzo. Por suerte, escucho a sus hermanos alejarse por el pasillo.

Se levantó tambaleante y camino al baño. Al mirarse al espejo, apenas reconocía a la chica frente a ella. Sus ojos estaban hinchados y sin brillo; su rostro, pálido y marcado por las lágrimas. ¿Dónde estaba la sonrisa que tanto le había costado construir? ¿Dónde estaba la Katherine que había aprendido a quererse a pesar de sus inseguridades?

Abrió el grifo y dejo que el agua helada refrescara su piel. Lavarse la cara le dio un momento de calma, aunque fuera efímero. Sus padres siempre habían desconfiado de Bryce, y ahora entendía por qué. “Cuida tu corazón, Mica”, le repetía su mama. Pero ella, ciega por el amor, no quiso escuchar.

Se miró una última vez en el espejo y volvió a salir del baño. Su teléfono seguía tirado en medio de la habitación, pero ya había dejado de sonar. No pensaba recogerlo. Bryce había terminado con todo, y aunque doliera, ella necesitaba aprender a seguir sin él.

Bajo las escaleras con las piernas temblorosas, esforzándose por mantener la compostura. Cada escalón era un recordatorio de su realidad, del capítulo que había comenzado contra su voluntad. Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo, pero Katherine sabía que no podía derrumbarse frente a su familia. No esa noche.

Bajo el último escalón y esbozo una sonrisa falsa, pero convincente, al ver a sus hermanos menores parados cerca de las escaleras. Thiago la miro extrañado, como si pudiera ver a través de su fachada. Pero Katherine desvió la mirada aferrándose a la única certeza que le quedaba: por ahora, fingir era suficiente

⸻¿Estás bien, Mica? ⸻ Su tono era suave, pero la preocupación en sus ojos era evidente.

Katherine esbozo una sonrisa tensa, más para tranquilizar a Thiago que por convicción propia.

⸻Sí, estoy bien. Solo estaba descansando un poco. ⸻ Forzó un tono despreocupado, aunque la grieta en su voz amenazaba con traicionarla.

Mateo, menos perceptivo que su hermano mayor, parecía más interesado en la comida que en el estado emocional de su hermana mayor.

⸻Pues apúrate, que mama se va a enojar si dejamos que se enfrié todo.

Katherine asintió y camino hacia el comedor, con pasos lentos pero decididos. Era extraño como la rutina seguía su curso cuando su mundo interior se desmoronaba. La mesa estaba llena de platos típicos de esa época del año: sopas, pan recién horneado y carnes recién horneadas.

Se sentó junto a Ciro, su hermano menor, que le dio un leve codazo en señal de complicidad. Al ser el más pequeño de los cuatro hijos de Leo Messi, siempre había sido el más cariñoso, el que entendía sin necesidad de palabras. Aunque no sabia que pasaba exactamente, Ciro sentía que algo andaba mal.

⸻¿Segura que estas bien? ⸻ susurro, lejos de los oídos de los demás.

Ella asintió, evitando su mirada, y tomo un sorbo de agua para calmar el nudo en su garganta.

⸻Estoy bien, en serio. No te preocupes por mí. ⸻ Su voz sonaba más firme ahora, casi convincente.

La cena transcurrió entre risas y conversaciones familiares, pero para Katherine todo era un eco distante. Se forzó a participar, a sonreír cuando era necesario, a asentir en los momentos adecuados. Sin embargo, su mente volvía constantemente a los mensajes de esa desconocida exponiendo la infidelidad de Bryce por fotos, videos y capturas de pantalla, al sonido seco del teléfono contra el suelo, a las palabras que le habían puesto fin a su relación.

Cuando la cena finalmente termino, se ofreció a recoger los platos. Necesitaba estar sola, aunque fuera unos minutos. Mientras lavaba los utensilios, el ruido del agua corriendo y el clink de los vasos le ofrecieron un momento de paz, una pausa para procesar su dolor.

Su madre entro a la cocina poco después, secándose las manos con un paño.

¿Todo bien, Mica? ⸻ Pregunto con ese tono que combinaba interés y sabiduría maternal.

Katherine no pudo evitar ver a su madre. Durante un instante, su máscara de fortaleza amenazo con caer.

Si mamá. Todo bien.⸻ La mentira salió automática, como un reflejo.

Pero su madre no se dejó engañar. Se acercó y coloco una mano sobre su hombro, firme y reconfortante.

Sabes que puedes hablar conmigo, ¿verdad? Lo que sea, cuando sea.

Katherine trago saliva y asintió lentamente. No estaba lista para hablar, no todavía. Sin embargo, este gesto le dio un mínimo de consuelo, una chispa de esperanza de que eventualmente estaría bien.

Cuando Katherine subió nuevamente a su habitación, la quietud le dio la bienvenida como un eco de su propio vacío. El teléfono, aun en el suelo, parecía emitir un aura de frialdad, como si también fuera culpable de su sufrimiento. Lo ignoro deliberadamente y, en lugar de recogerlo, se dejó caer en la cama, mirando al techo.

Cerro los ojos, pero no encontró paz. En su mente, las palabras de Bryce resonaban como una melodía amarga. Intento reconstruir cada momento, cada discusión, cada pequeño gesto que pudo haber pasado por alto. ¿Fue cuando dejo de mandarle mensajes por la mañana? ¿O cuando sus besos comenzaron a sentirse más mecánicos?

Katherine apretó los puños contra el colchón, como si eso pudiera anclarla al presente. Recordó algo que siempre le había dicho su profesora de literatura: “En los momentos más oscuros, uno se descubre a sí mismo. Aprende a escuchar lo que siempre ha ignorado.”

Se levantó de golpe. Sabía que quedarse atrapada en su mente no la llevaría a ninguna parte. Camino hacia la ventana y la abrió, dejando que el aire frio de febrero le acariciara el rostro. Afuera, las luces de los postes de luz tildaban con indiferencia, ajenas a su dolor. Las risas de los vecinos flotaban en el aire, un recordatorio de que el mundo no se detenía por nadie.

En ese momento sintió una punzada de ira. Bryce había seguido con su vida. ¿Por qué ella no podía hacer lo mismo? Cerro la ventana con fuerza, como si eso pudiera acallar los pensamientos que la atormentaban.

Se acercó al pequeño escritorio junto a su cama y abrió el cajón. Allí estaba un viejo diario que no tocaba desde hacía años. Paso las hojas amarillentas, encontrando fragmentos de una Katherine más joven, llena de sueños y esperanzas. Sus palabras eran inocentes, casi ingenuas, pero le recordaron algo esencial: había sido feliz antes de Bryce. Podía serlo de nuevo.

Tomo un bolígrafo y, en una hoja limpia, escribió con firmeza:

“Hoy comienza mi historia sin ti. No sé cuánto tiempo me llevara sanar, pero sé que lo hare. Y cuando lo logre seré más fuerte. No por lo que me hiciste, sino por lo que decidí hacer conmigo misma.”

Guardo el diario y se giró hacia su cama. Las lágrimas seguían ahí, amenazando con salir, pero no las rechazo. En lugar de eso, dejo que cayera libremente, como una liberación necesaria. Cada lagrima era una despedida, no solo de Bryce, sino de la versión de ella que había permitido ser menospreciada.

Encontró su teléfono aun tirado en el suelo. Lo levanto con cuidado, como si tocarlo pudiera avivar nuevamente el dolor. Al desbloquearlo, las notificaciones de Bryce seguían ahí, brillando como un recordatorio constante de lo que había perdido.

Sin pensarlo demasiado, abrió los mensajes. Su vista se detuvo en las palabras del último mensaje de Bryce.

“Lo siento, Katherine, pero ya no puedo seguir con esto. Te amo, pero no de la manera que tú necesitas.”

Tomo el mismo diario y el bolígrafo. Había aprendido que escribir era una forma de sanar, de ordenar el caos interno. Con mano temblorosa, comenzó a escribir lo que sentía, sin filtro, sin miedo.

“Hoy entendí que amar a alguien no siempre significa ser amado de vuelta. Y aunque duele, sé que este no es el final de mi historia. Es solo un capitulo, uno que voy a superar, aunque ahora parezca imposible.”

De pronto, su estómago gruño, recordándole que no había comido casi nada en la cena. Katherine rio suavemente, sorprendida de que incluso en medio del caos su cuerpo aun tuviera necesidades tan simples. Se limpió el rostro con la manga de su suéter y salió al pasillo en busca de algo que la reconfortara, aunque fuera una taza de té caliente.

Al llegar a la cocina, se encontró con Mateo, que revolvía un plato de sobras.

¿No podías dormir?⸻ Pregunto el, sin mirarla, pero con un tono que dejaba claro que sabía más de lo que decía.

No tenía hambre antes. Ahora sí.⸻ Respondió ella, evitando entrar en detalles.

Mateo le tendió el plato sin decir nada más. Y en ese acto sencillo, Katherine sintió algo que había olvidado en su relación con Bryce: el calor de un amor genuino, uno que no pedía nada a cambio.

Tomo el plato y sonrió, esta vez con sinceridad.

“Quizás no estoy sola después de todo,” pensó mientras se sentaba junto a su hermano menor.

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