Otto.
La idea llevaba semanas rondando en la mente de Sana, un pensamiento constante que llenaba su pecho de emoción y nerviosismo: quería pedirle matrimonio a JiHyo. Después de ocho años juntas, Sana sabía con certeza que JiHyo era su compañera para siempre, su otro pedazo de alma, su todo. Y quería que lo supiera de la forma más especial posible.
Para planearlo todo, Sana reunió a sus mejores amigas: NaYeon, Momo, JeongYeon y DaHyun. El grupo se reunió en la cafetería favorita de Sana y JiHyo, hablando en voz baja para que los detalles no se filtraran. Momo fue la primera en dar ideas, sugiriendo una cena romántica. NaYeon propuso que incluyeran un momento simbólico, algo que significara mucho para ambas. Fue entonces cuando a Sana se le ocurrió la idea perfecta: recrear la noche en la que le pidió a JiHyo que fuera su novia, frente al mar.
—Es un lugar muy especial para nosotras —dijo Sana, con una sonrisa nostálgica—. Fue donde todo comenzó, y quiero que sea también donde comience el resto de nuestras vidas juntas.
Los días previos al gran momento estuvieron llenos de preparativos. NaYeon y Momo ayudaron a decorar el lugar de la cena, una pequeña terraza privada iluminada con luces cálidas. JeongYeon se encargó de elegir la música: una lista de canciones que habían marcado momentos importantes en su relación. DaHyun, por su parte, ayudó a Sana a encontrar el anillo perfecto: un diseño elegante con un pequeño rubí, el color favorito de JiHyo.
Mientras tanto, Sana se aseguró de que todo en casa estuviera en orden. Twiilight, Pinkie y el pequeño hamster Spike fueron mimados con nuevas mantitas y juguetes, para que estuvieran entretenidos mientras ella y JiHyo salían. Aunque JiHyo no sospechaba nada, Sana la notaba curiosa. Cada vez que recibía una llamada o mensaje de sus amigas, JiHyo la miraba de reojo, pero no preguntaba. Sana solo podía sonreír; pronto sabría todo.
Finalmente, llegó el día. Sana le dijo a JiHyo que habían planeado una cita especial para relajarse después de semanas de trabajo y estudios intensos. JiHyo, emocionada, se arregló con esmero, eligiendo un vestido blanco sencillo que resaltaba su piel morena. Sana, al verla, sintió que su corazón se aceleraba. Era hermosa, y pronto sería su esposa.
—¿Lista para nuestra cita, amor? —preguntó Sana, ofreciéndole la mano.
—Siempre lista si es contigo —respondió JiHyo, tomando su mano con una sonrisa radiante.
La cena fue perfecta. La terraza estaba decorada con flores, velas y un mantel blanco que resaltaba los detalles románticos. Sana y JiHyo disfrutaron de una comida deliciosa mientras hablaban de recuerdos y anécdotas compartidas. Sana notaba cómo los ojos de JiHyo brillaban con cada palabra, y eso solo reforzaba su decisión.
—Esto es tan bonito, Shiba. Gracias por todo —dijo JiHyo, tomando suavemente la mano de su alfa—. Me haces tan feliz.
Sana sonrió, pero su corazón latía con fuerza. Aún quedaba lo mejor por venir.
—Tengo una sorpresa más, Hyo. ¿Me acompañas? —preguntó Sana, levantándose y ofreciéndole la mano.
JiHyo, intrigada, asintió sin dudar. Juntas, caminaron hacia la playa cercana, donde las olas rompían suavemente contra la orilla bajo el brillo plateado de la luna. JiHyo recordó de inmediato la primera vez que estuvieron allí, ocho años atrás. Su corazón se llenó de nostalgia y amor.
—¿Recuerdas este lugar? —preguntó Sana, girándose para mirarla.
—Por supuesto. —JiHyo sonrió, sus ojos comenzando a brillar con lágrimas contenidas—. Aquí me pediste que fuera tu novia.
Sana asintió, sacando una pequeña caja del bolsillo de su abrigo. Su corazón estaba a punto de explotar, pero sus palabras salieron claras y sinceras.
—JiHyo, han pasado ocho años desde esa noche, y cada día contigo ha sido un regalo. Me haces la persona más feliz del mundo, y no puedo imaginar mi vida sin ti. —Sana se arrodilló frente a JiHyo, abriendo la caja para mostrar el anillo—. ¿Te casarías conmigo? ¿Serías mi esposa, mi omega, para siempre?
JiHyo no pudo contener las lágrimas. Se llevó las manos al rostro, asintiendo repetidamente antes de decir, con la voz temblorosa:
—¡Sí, Sana! ¡Claro que sí!
Sana se levantó, colocando el anillo en el dedo de JiHyo antes de envolverla en un abrazo lleno de amor. Las lágrimas de ambas se mezclaron mientras reían y se besaban frente al mar, el mismo lugar donde todo comenzó.
—Prometo cuidarte siempre, Ji. A ti, a Twiilight, a Pinkie, y hasta a Spike, aunque me robe mi comida —bromeó Sana, haciendo reír a JiHyo.
—Y yo prometo seguir amándote cada día más, Shiba. Somos una familia, y no podría pedir algo mejor.
Esa noche, bajo el cielo estrellado y con el sonido de las olas como testigo, Sana y JiHyo comenzaron un nuevo capítulo en su historia de amor. Un futuro juntas, completo y perfecto, como siempre lo habían soñado.
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