So Big/So Small
Y cuando ella se fue, todo se sintió tan grande, y yo me sentí tan pequeño.
Realmente no recuerdo mucho de ello, solo puedo recordar lo importante. Fue hace mucho tiempo atrás, cuando yo apenas sabía atar mis cordones, recuerdo como caminábamos todas las mañanas a aquel hermoso claro en medio bosque, cerca del río y tan lejos de los demás.
Yo era tan pequeño a su lado, y ella era tan alta como los árboles. Me dijo que ese lugar era especial, que aquí podría hacer todo lo que quisiera sin que nadie me lo negara. Yo era tan feliz, era un lugar muy hermoso en donde nos divertíamos por horas, sin cansarnos.
Y al caer el sol volvíamos a esa pequeña casa en la ciudad, en donde todos nos miraban extraño y mi madre sólo me decía que volteara. Nunca entendí porque nos miraban tanto, y cuando preguntaba ella decía que era por lo hermoso que era, que mi belleza atraía a las personas y eso sólo me hizo reír.
Creía que ella me decía la verdad, porque era mi madre, y ella lo sabía todo.
Todos los días íbamos a ese lugar sin preocuparnos, en donde nadie nos veía, y en donde nadie nos juzgaba. Pero entonces ella dejó de llevarme, en ese entonces no sabía la razón de ello.
Siempre que preguntaba ella decía que estaba ocupada, y fingí entenderlo, porque yo era un niño grande y los niños grandes saben cuándo no molestar a sus mayores cuando están ocupados. Al menos eso decía ella.
Fue una rutina verla partir hasta que volvía en la noche para cenar y me contaba cuentos a la hora de dormir, ya que al ser sólo dos no teníamos a nadie más que lo hiciera.
Un día ella volvió tarde, y yo estaba hambriento, pero ella estaba cansada así que comimos cereal ese día. Y el siguiente, y el siguiente a ese, y los siguientes que llegaron. Hasta que una mañana ella me levanto temprano, parecía emocionada, dijo que tenía algo que mostrarme, y yo no pude caber en mi emoción.
Íbamos a nuestro lugar especial otra vez.
Ella estaba muy feliz por mostrarme como estaba ese lugar, en lo hermoso que se había vuelto en nuestra ausencia, y sin pensarlo me vestí para subir al auto, esperando pacientemente hasta que llegamos a la entrada del bosque, iniciando nuestra caminata al costo de antes. Mi madre tomó mi mano y me guío por aquel sendero que conocía tan bien, lleno de flores y árboles tan altos... Como ella.
Al llegar, ella soltó mi mano dándome la oportunidad de ir a ver a los sapos a la orilla del río, siempre ame atraparlos para luego mostrárselos a mi madre, ella siempre se reía de ello diciendo lo gran pescador que era.
Hoy no había sapos... ¡Pero aún había flores! ¡Podía hacer una corona de flores como hacía antes!
Pero cuando voltee vi que mamá se alejaba, confundido corrí hacia ella llamando su atención. Ella volteó a verme, viendo a través de sus largos cabellos naranja como la agarraba de la esquina de su falda, no parecía escuchar lo que le decía.
Sonrió, y se agachó a mi altura.
– Cariño, quiero que te quedes aquí un momento – Dijo señalando hacia el claro detrás de nosotros -, iré a buscar algo.
– ¿Qué vas a buscar? ¿Puedo ayudarte? – Pregunté no entendiendo porque mamá tenía que irse.
– No, quédate aquí. – Pe detuvo por un minuto, mirando hacia las flores que estaban a un lado de nosotros antes de voltear a verme – ¡Piensa en esto como un juego! – Gritó llenándome de una extraña emoción – Sólo tienes que quedarte aquí hasta que vuelva, ¿Entiendes?
Yo asentí sin dudarlo – ¡Esto será tan divertido! – Grite saltando en mi lugar mientras ella me sonreía.
Ella entonces se fue, sin si quiera despedirse. Y yo sólo me quedé ahí... Viéndola alejarse.
Me sentí tan pequeño, en ese bosque tan grande.
No supe por un tiempo el porqué, pero asumí que era mi culpa, es decir, ella siempre dijo que estaba ocupada, teorice entonces que eso era mi culpa, e inevitablemente me sentí mal conmigo mismo. Creí que ella no había vuelto por mucho tiempo por culpa mía, y a pesar de que quería buscarla, nunca me moví, creyendo que si hacía caso a lo que me había ordenado ella volvería.
Jamás volvió.
Hasta hoy no sé cómo logre sobrevivir, aunque, si le preguntaban a él, diría que fue gracias a mi maldición. Aunque él suele llamarla bendición.
Pero si no fuera por ella, por esta maldición, tal vez mamá no se habría ido.
Y así pasaron los años, o al menos así los sentí. Había perdido la noción del tiempo hace mucho, pero los recuerdos seguían tan frescos como aquel día, tal como si todo hubiera ocurrido ayer. Mi ropa ya no me quedaba, y las rocas ya no eran tan grandes como antes. El dolor de mis pies había desaparecido hace mucho, y mis uñas eran tan duras que llegaban a lastimarme.
Había tenido que aprender que cosas podía comer y que no, aunque no comía tanto realmente.
A pesar de todo lo que tenía que hacer, yo miraba hacia el río cada día, siempre desde la distancia, siempre esperando a que ella volviera, nunca asumiendo lo peor, ni perdiendo la esperanza.
Porque lo único que quería es que ella volviera. Ver su sonrisa una vez más.
Finalmente algo había pasado, algo nuevo. Ella había vuelto, y yo estaba tan feliz, ella había regresado por mí. No podía verlo, pero la sonrisa que de seguro abarcaba mi rostro no parecía reflejar toda la emoción que tenía.
Y fue entonces cuando está decayó.
Aunque su cabello estaba más corto de lo que recordaba, sabía perfectamente que era ella, más no venía sola. Junto a ella estaba otra chica igual a ella, más pequeña y de largo cabello, y junto a ellas un hombre que nunca había visto, de brazos enormes y brillante sonrisa que parecía cargar un cesto.
Estaba confundido.
¿Quiénes eran ellos? ¿Por qué ella estaba con ellos? ¿Porque estaban riendo?
No podía entenderlo en un principio, en ese entonces agradecía estar en la cima de un árbol, en un punto donde no podían verme, para escucharlos sin que se dieran cuenta.
Y fue entonces cuando lo supe. Ella tenía una nueva familia.
Alguien nuevo con quien jugar, alguien nuevo con quien reír, alguien con quien compartir este lugar. Mi lugar especial, NUESTRO lugar especial. Se suponía que nadie más sabía de él, ¿Porque estaba con esas personas ahí, como si yo no existiera?
¿Porque no me buscas? ¿Porque estas con ellos? ¿¡Porque no me miras!? ¿¡PORQUE!?
En ese momento quería llorar, gritar, exigirle respuestas a todas aquellas preguntas que martilleaban sin cesar en mi cabeza. Pero me contuve, no queriendo que me viera, no queriendo que me escuchara llorar.
Y nuevamente, como hace tantos años atrás, la vi marcharse de este bosque con una hermosa sonrisa decorando su rostro, dirigida a aquella niña a su lado. Aquella sonrisa que alguna vez pinto miles de promesas en mi cabeza.
El tiempo pasó otra vez, y cada tanto la veía volver con ellos, con su hija y ese señor al que siempre se abrazaba. Y yo sólo me mantuve ahí, viéndola ser feliz en nuestro lugar especial, sin mí.
Al principio quise acercarme, queriendo hablarle, abrazarle. Tan sólo quería estar con ella.
Pero nunca me atreví. Tenía miedo, y fue ese miedo el que me hizo observarlos por un tiempo en las sombras a la espera de algo.
Más nunca supe que esperar.
Y como hace años, un día simplemente no volvieron. Y yo tampoco volví.
–... – Frente a mi estaba un hombre extraño, de cabello largo blanquecino con ropa negra encima, quien no paraba de mirarme desde el otro lado del río, y yo no sabía que decir o hacer ante esto.
Él fue quien hizo el primer movimiento acercándose a mí lentamente.
– Hola – Dijo moviendo su mano de un lado a otro mientras se inclinaba frente a la orilla del río desde el otro lado –, gusto en conocerte.
Me sonrió sin dejar de mirarme. ¿Tenía algo raro encima?
Mire hacia abajo examinando mi cuerpo arrodillado en la orilla en busca de algo que estuviera mal, pero no había nada raro. En realidad no llevaba nada encima que pudiera extrañar al hombre, mi cuerpo estaba cubierto de barro y suciedad, mis manos estaban lesionadas y mis uñas estaban demasiado largas, era todo lo que podía decir de mí, pero aun así no sabía que tanto me veía.
Sin notar nada voltee a verlo viendo como la expresión de su rostro cambiaba.
– ¿Puedes entenderme? – incline la cabeza ante su pregunta y luego asentí.
Él pareció calmarse y luego cambio su expresión antes de levantarse y caminar hacia mí por un camino de piedras que había en el río.
No fue hasta que se sentó frente a mí que me asusté.
– No, no, no, no, no, tranquilo. – Dijo levantando las manos y alejándose. – No te haré daño.
Eso no me hizo sentir menos asustado pero quise creerle, así que lo dejé acercarse, aunque esta vez se sentó más lejos que antes.
Hubo un pequeño silencio antes de que volviera a hablar.
– ¿Sabes tu nombre? – Asentí otra vez – ¿Puedes decírmelo?
Lo pensé por un momento, queriendo recordar como sonaba.
–... D-a... ni... – Fue lo que pude decir antes de que un ardor en mi garganta me detuviera, pero aun así lo intente otra vez –... Dani... el. – Finalice a pesar de lo extraño que sonó mi voz cuando lo dije, pero lo ignore felicitando me por decirlo.
El señor sólo asintió, aun teniendo esa expresión en su cara.
Luego de otro pequeño silencio, él se levantó caminando de nuevo por las piedras hacia la entrada del claro.
Un recuerdo golpeó mi cabeza cual rayo.
– ¡No!
El señor se giró en el momento justo en que corrí y lo rodee con mis brazos.
– ¡No! – Volví a decir ocultando mi rostro en su vientre no queriendo soltarlo.
No quería que se fuera. No quería que me dejara sólo, no como ella, no otra vez.
No otra vez. No otra vez. No otra vez.
Hubo un momento de quietud en donde no sabía que pasaba por la mente del alto sujeto de cabello blanco, pero lo que sea que fuera se fue justo en el momento en que sentí como si me elevarán del suelo.
Me tomo en sus brazos por debajo de mis piernas haciendo que me sujetara de su cuello, justo como ella lo hacía.
No recuerdo muy bien lo que me dijo, pero si recuerdo lo último que me pregunto.
– ¿Quisieras venir conmigo?
Y sin dudarlo, asentí. Dejando que me llevará en brazos hacia lo desconocido. Haciéndome sentir tan pequeño, en este enorme bosque.
Lo demás fue historia.
Todo lo que viene a mi memoria luego de eso son grandes muros bañados en oro y amables personas vestidas de blanco que siempre me daban dulces.
Fueron años los que tuvieron que pasar para entender que había pasado. Fueron años en los que fui de doctor en doctor los cuales trataron con todas mis heridas. Fueron años en los que Vlad estuvo ahí para mí. Cuidándome, entrenándome, amándome.
No como ella. No como ellos.
Me enseñó como abrazar lo que era, como aprovechar mis habilidades en su máximo potencial. Me dio la educación que me fue negada por tanto tiempo. Me entregó todo lo que necesite para crecer. Pero sobre todo, supo amarme por quien era.
Un halfa.
Supo guiarme a la verdad detrás de mí poder, a la razón de porque me dejaste.
Me dejaste porque era más grande que tú.
Me dejaste por ser diferente.
Intentaste deshacerte de aquello a lo que tenías miedo.
Yo era un Dios. Mientras tú eras nada, madre.
Y el destino parecía saludarme justo en este día, cuando te vi cruzar esa puerta, para saludar a tu viejo amigo de la universidad, junto a tu esposo, casi quería aplaudir ante la gran actuación de Vlad cuando los llevo hacia el interior del castillo. Siempre sereno manteniendo sus intenciones ocultas, invisibles ante todos. Ante todos menos yo.
Sin que me vieran fui hacia la biblioteca a sabiendas de que esa sería su última parada, y no estaba equivocado.
Al cruzar la puerta lo primero que notaste fue a un niño de espaldas a ti sentado en el sillón del lugar.
– ¿Quién es este jovencito? – Preguntaste.
No necesitaba voltear para saber la sonrisa desquiciada que tenía Vlad pintada en su rostro.
– Él es mi hijo. – Fue entonces cuando di la cara, revelando mi rostro a tu nueva familia – Daniel, te presento a los Fenton.
La expresión de terror que tenías en tu cara fue lo que logró pintar una sonrisa satisfecha en la mía.
– Es un placer conocerlos. – Dije haciendo una pequeña reverencia en signo de respeto, tal y como se me había enseñado.
Estaban encantados conmigo, y tú sólo podías callar, sabiendo que, si habrías la boca, darías a conocer todo lo que hiciste hace 13 años.
Todas las mentiras, las promesas, el exilio, y tu estúpido intento de desaparecer me de tu vida. Ese intento absurdo de intentar deshacerte de mí solo para iniciar una nueva vida con esas personas a las que llamas familia.
– Y felizmente esperé por ti – Dije mientras apretaba tu cuello bajo mi bota –, felizmente te vi marchar. – Voltee mi rostro observando los cuerpos sin vida de tu hija y esposo – Me hiciste sentir tan pequeño a tu lado – Volví a verla sintiendo la mirada de Vlad a mis espaldas –, en una casa tan grande.
Podía sentir sus quejidos bajo mi suela mientras rasguñaba mi pierna en busca de la libertad. Mirándome a los ojos en busca de compasión, mientras suplicaba en silencio.
– Desgraciadamente para ti – Agregue más presión a su cuello –, yo era demasiado grande para este mundo.
¡CRACK!
Y mientras la vida escapa de su cuerpo, pude sentir como aquel peso que atormento mi alma por años me abandonaba por completo, permitiendo me finalmente respirar.
Por qué aquella casa con olor a flores ya no se sentía tan vacía.
(...)
Este One-shot fue algo que hice a la rápida luego de escuchar la canción de haya arriba ↑↑
No más que la cambié con la canción de Drift Away para darle un toque más... ¿Oscuro? Por decirlo de algún modo.
https://youtu.be/XJWl7kU7XzY
Espero les haya gustado, este sería mi segundo intento en escribir Pompous Pep. El primero es un one-shot el cual AUN no he terminado por que el final sigue sin convencerme ¬n¬
Pero que lo acabo lo acabo, o dejo de llamarme Saku OwO
Que tengan un feliz día y no olviden cuidarse bien!
Los quiero~
Bye~
(Editado por que noté muchas incoherencias y soy perfeccionista :'v)
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