✿Same and different✿
♡Donde los humanos y los dioses son de la misma raza y tratan de llevarse bien♡
꒰⑅ᵕ༚ᵕ꒱˖♡♡˖꒰ᵕ༚ᵕ⑅꒱
Thor/Lubu
El mundo siempre había sido un aburrimiento mortal, una gran molestia con la que tendría que vivir durante muchos siglos. Nadie era fuerte, nadie era realmente digno de desafiarlo, de luchar contra él de frente, pero ese día había llegado.
El día que conoció a su rival perfecto.
Thor lo había vislumbrado una vez durante uno de sus entrenamientos - el extraño se había atrevido a entrar en su lugar favorito para poner en juego la fuerza de Mjöllnir, abandonado cerca de Valhalla -, y había visto a ese verdugo desde la imponente zona arrojar su lanza al cielo y desgarrar se abre con un solo movimiento. Aprendería a conocerlo, a amarlo. Especialmente ese nombre que llevaba con tanto orgullo.
Lubu Fengxian.
Un humano convertido en una divinidad. Fue increíble, pero era evidente que su valía había sido reconocida.
-Han pasado siglos desde nuestro primer encuentro.- con una risa de combate divertida y asentimiento, Lubu desató su mejor disparo, alcanzando al titán que se atrevía a acercarse a ellos. Thor se rió, un evento que solo sucedió cuando Lubu estaba a su lado.
-Ser una deidad tiene sus propias ventajas, después de todo. Luchar por la eternidad al lado, hasta el límite de nuestras fuerzas, es definitivamente mejor que un poema patético.-
-¡El sueño de todos los hombres!- Lubu siguió luchando y matando, como si eso fuera en realidad un juego donde no se permitían reglas, el deseo de un niño que anhelaba convertirse en el más fuerte.
-Nunca terminan.- Thor vio a los Titanes acercándose cada vez más a las puertas de Midgard, pero en lugar de aburrirse por este evento, una de sus sonrisas más inquietantes desfiguró su rostro, haciendo temblar de miedo a los soldados que intentaron quedarse adentro .su paso.
Con Lubu todo fue mucho más divertido.
-Si no terminan, tal vez no sean tan malos. Serán nuestra oportunidad perfecta para seguir divirtiéndonos, al menos por un tiempo más.- Lubu agarró su arma con firmeza, sus afilados dientes blancos brillando bajo la abrasadora luz del sol.
Al mismo tiempo, Thor hizo lo mismo. Una larga serie de rayos letales y cegadores del Mjöllnir. El dios del trueno, junto con su compañero de mayor confianza, también se preparaba para entrar en el corazón de la batalla.
-Si no te apuras, podré vencerte una vez más, Lubu.-
-No estar tan seguro.- continuó Lubu con una sonrisa indomable, aceptando abiertamente su desafío: -Te haré comer el polvo.-
Y bajo los golpes mortales de los dos amantes, los enemigos no pudieron hacer otra cosa que ser aniquilados. Convertirse en cenizas, nada absoluto.
Porque frente a la fuerza brutal de Lubu y el inmenso orgullo de Thor, nadie podría tener ninguna posibilidad de victoria.
Adàn/Eva
-¡La Madre de los Dioses está aquí!- gritaba alguien, el rumor de la habitación pronto se transformó en un silencio solemne.
Eva se sintió casi avergonzada cuando vio que los dioses presentes la miraban con profunda admiración. Era amada y respetada, cualquiera haría lo que pudiera para mantener esa sonrisa angelical en su rostro.
-Dime. ¿Ha vuelto Adàn?- preguntó la dulce voz de la diosa tratando de ocultar su profunda preocupación. Últimamente el Valhalla estaba en peligro y Adàn se había ido a correr en ayuda de sus hijos. Ella habría hecho lo mismo si tuviera poderes notables, y esa era precisamente la razón de su tristeza.
-No, lamentablemente hace horas que no sabemos nada de él.-
Todos estaban preocupados, era evidente, y movidos por un acto de profundo amor tanto hacia sus hijos - todos los dioses merecían ser considerados tales, una gran familia - Adán decidió ir a ayudarlos por propia iniciativa.
Por eso Eva había decidido a su vez ir a buscarlo.
Con una sencilla capa blanca, cubrió su rostro con la capucha y deambuló por las calles aisladas hasta llegar a una plaza llena de cadáveres. Si eran demonios, no pudo determinarlo con certeza, pues Eva en lugar de asustarse, emitió un sonido de sorpresa al ver la figura de su amado encima de uno de ellos, la mirada azul y vidriosa volteada hacia el cielo.
-¡Adán!-
-¿Eva?- el Padre de los Dioses pareció volver a la realidad, completamente distraído al ver a su amada en tal lugar: -¿Qué haces aquí?-
-¡Oh Adàn, estas bien!-
Eva le echó los brazos al cuello e inevitablemente los dos cayeron al suelo, arriesgándose a ensuciarse con la sangre de sus oponentes.
-¡Todos estábamos preocupados por ti, teníamos miedo de que te hubiera pasado algo!- Las mejillas de Eva amenazaban con bañarse en lágrimas de felicidad. Finalmente pudo volver a abrazar a su amada con la certeza de que no corría peligro. Era muy fuerte, nadie lo hubiera dudado, pero su corazón puro y sincero escondido bajo una máscara de aparente indiferencia podía ser un arma de doble filo.
-Eva, no hay que preocuparse hasta este punto.- Adàn la abrazó, acariciando su cabello con la debida dulzura: -Pero venir aquí fue un riesgo, no lo hagas más. No quiero que te pase nada.-
Solo imaginar a su Eva sufriendo por su imprudencia hizo que el corazón de Adán temblara de dolor.
Eva le sonrió, sus ojos ligeramente rojos por el grito silencioso que se había permitido.
-El último de mis deseos es que te preocupes. A partir de ahora velaré por ti con todas mis fuerzas, estando atento. Esta es una promesa que puedo cumplir.-
Poseidón/Sasaki
-¿Por qué desapareciste?-
Todos describían a Poseidón como una deidad sin corazón y arrogante y en cierto sentido era cierto - Kojiro al principio entendió la complejidad de esa alma tormentosa, pero cuando supo conocerlo descubrió que el dios griego realmente podía tener sentimientos.
Kojiro apenas se rió al ver la preocupación en el rostro del rubio, quien inmediatamente pareció mirarlo mientras su risa resonaba en sus oídos.
-¿Qué te parece tan divertido?-
-¡Absolutamente nada! Pero verás, esta es una expresión que nunca veo muy presente en tu rostro.-
Poseidón resopló, apartando la mirada por un momento. Sasaki Kojiro logró ser tan irritante como sus primeros días de amistad, lo que debería haberse traducido mejor en "los intentos desesperados del dios Kojiro por conquistar al impasible dios del mar.
-Sé serio por una vez, por difícil que sea. El Ragnarok se llevará a cabo pronto y tu preferiste desaparecer en el aire.-
Sin decirme nada. El ego de Poseidón no le permitió pronunciar en voz alta esa última frase.
-El Ragnarok...- ahora fueron los ojos oscuros de Kojiro los que se tornaron melancólicos: -¿De verdad tenemos que lidiar con la aniquilación de la humanidad?-
A diferencia de muchos otros dioses, el dios japonés se opuso absolutamente al exterminio de aquellas criaturas imperfectas e increíblemente maravillosas. Se había encariñado con ellos, los había mirado de lejos y con el corazón rebosante de alegría.
Amaba recibir sus ofrendas y amaba verlos seguir sonriendo especialmente en los momentos de dificultad, levantándose con la frente en alto para enfrentar las adversidades de la vida, pero la voluntad de los demás dioses no podía resistirse sin sacrificios.
Lo había hablado con Poseidón y aunque él mismo le había dicho que consideraba a los humanos como meras hormigas insignificantes, de alguna manera había respetado su opinión.
-El Ragnarok es inevitable. El ser humano ha pecado demasiado, especialmente hacia nosotros. Merecen ser exterminados, desde el primero hasta el último.- Poseidón se acercó a él: -Esta es la razón que te impulsó a alejarte de mí, ¿no?-
Sin darse cuenta, Poseidón había expresado su certeza. Su miedo, tal vez.
El mundo sin Kojiro podría haber sido tan desconocido que se hundió en un abismo de angustia y aburrimiento total.
-No, nunca podría alejarme de ti.- Kojiro tomó su mano y el otro pareció no decir nada al respecto: -Yo nunca podría hacer tal cosa.-
"Pero podrías hacerlo."
Poseidón le devolvió el apretón de esa cálida mano con evidente necesidad. Nadie quitaría a Kojiro, el dios con un corazón de oro que todos amaban y respetaban. Incluso a costa de aniquilar a esos hombres que tanto amaba, Poseidón se aseguraría de que no tuviera ningún tipo de competencia.
Solo él podía dejarse cautivar por esa sonrisa sincera y ardiente. Nadie más.
Hércules/Jack
-Hércules, el héroe que realizó los doce trabajos logró convertirse en dios y demostrar su valía. Final digno de una obra del muy talentoso dios Shakespeare.-
-Jack.-
Hércules observaba al dios que tenía delante con los músculos tensos, pero sin blandir su arma. Sabía que Jack no tenía intenciones hostiles, al menos no esta vez, pero su presencia lo ponía nervioso.
Muchos habrían pensado que era miedo, después de todo, Jack era uno de los dioses más crueles que existían, pero era evidente que otro sentimiento acechaba el corazón del semidiós griego.
-¿Por qué me convertiste en divinidad?-
Todo había sucedido tan rápido. Solo recordaba una mano que lo agarraba y le ordenaba en silencio que devolviera el apretón mientras Hércules se arriesgaba a perder la vida debido a la última prueba fatídica. Había agarrado esa mano sin pensar demasiado, y antes de desmayarse había visto el rostro de Jack en las llamas de un fuego lento y extremadamente doloroso.
-Pensé que me habrías recibido con mayor entusiasmo.-
Un destello de loca satisfacción apareció en sus ojos, pero en esos iris heterocromáticos había un sentimiento diferente, en marcado contraste con esa crueldad. ¿Se trataba realmente de amor?
-Responde a mi pregunta por favor.-
"Ah, puede ser amable incluso cuando está enojado. Amazing."
-Verte arder no era mi intención. No creo que hubiera podido soportarlo, por mucho que me guste el color de la desesperación.- Jack se llevó la mano a la mejilla derecha. Lo amaba mucho, estaba obsesionado de él, desde que lo había visto realizar actos heroicos por primera vez, desde que se había hecho famoso entre los mismos dioses y desde que había tenido la oportunidad de conocerlo en persona.
-Y ahora podrías cumplir tu mayor sueño. ¿No era tu deseo ayudar a los demás, siguiendo tu ideal de justicia, mi querido dios?-
Jack siguió siendo cortés, sin mencionar que lo había llamado "dios" a proposito: después de todo, Jack no había cambiado en absoluto en todos esos años. Era verdaderamente la reencarnación del mal.
-Entiendo tu deseo.- de verdad, él lo entendió: -Pero ¿realmente esta es la única razón?-
Jack nunca le haría un simple favor, lo conocía. Más que un dios falsamente benévolo, parecía un demonio de garras afiladas listo para arrancarle el alma.
-Eres muy perspicaz.- Jack dejó escapar una risa divertida, una que solo podía dedicar a Hércules.
¿Qué tenía de malo ser egoísta? Básicamente todos lo eran, desde humanos hasta dioses, desde demonios y valquirias.
-"Muy rápido para los que tienen miedo. Muy largo para los que se quejan. Muy corto para los que celebran. Pero, para todos los que aman, el tiempo es la eternidad."-
Tener a Hércules solo para él no lo hacía en absoluto diferente de los demás sino sólo más peligroso, porque lo guiaba un sentimiento tan vivo que le daba el pretexto de hacer cualquier cosa.
Sí, cada color que envolvía a su amado era definitivamente la perfección.
Raiden/Thrud
-Acabo de convertirme en una deidad y todos me miran como si fuera una niña que tiene una muñeca nueva.-
Thrud resopló, sin hacer demasiado esfuerzo por ocultar su incomodidad con miradas frías dirigidas a aquellos que obviamente no conocían la palabra "privacidad".
Se sentía como una estrella de cine que soñaba con momentos de paz, que le habían sido negados debido a los dioses que aparentemente estaban muy interesados en hacerse pasar por periodistas en busca de una primicia intrigante.
-Lamentablemente esto es normal. Cuando Simo comenzó su relación con Apolo, nunca tuvo un momento de paz.- Raiden le estrechó la mano, y Thrud realmente disfrutó de ese contacto íntimo. Se sintió protegida.
-Nadie puede pensar exclusivamente en su propia vida, es algo desconcertante.-
-"El dios Raiden se enamoró de la valquiria humana a la que desafió durante el Ragnarok". Me duele decir esto, pero esto es suficiente para llamar la atención de cualquier panteón.-
Intentaron caminar rápido, pero las miradas indiscretas parecían aumentar. Raiden se habría dirigido a ellos sin dudarlo para advertirles que su paciencia no era para nada comparable a la de Simo o Jack, pero no quería que su amada se agitara más de lo debido.
Thrud era una mujer fuerte, pero aún tendía a ocultar sus debilidades. Raiden la amaba mucho, haría cualquier cosa para hacerla feliz, incluso a costa de respetar cada una de sus decisiones, silenciosas o directas.
-Envidio que estés tan callado, deberías transferirme tu inmensa fuerza de voluntad. Me siento observada, y tengo la sensación de que alguien puede tener algún extraño plan para meternos en problemas.-
-Esta fuerza de voluntad es resistente precisamente porque a mi lado tengo la oportunidad de tener una mujer perfecta como tú.-
Thrud se sonrojó y desvió la mirada, pero una sonrisa apareció en sus labios: -Si los demás dioses están interesados en nosotros, es sin duda por tu belleza.-
-No digas tonterías, es por tu perfección que nos siguen.-
Los dos amantes eran tan perfectos que el mundo que los rodeaba se convirtió en un lugar acogedor y surrealista por lo magnífico que era. Si hubieran entendido que todos estaban encantados con su amor genuino sin importarles alguna excusa superflua, tal vez no se hubieran mostrado tan reacios a ser mirados con profunda admiración y envidia.
Buddha/Zero
-Tu templo está demasiado vacío.
-¿Eh?-
-¿Alguna vez has pensado en llenarlo de dulces? También para darle un poco de color.
Zerofuku había sido una divinidad durante milenios y había estado ayudando a los seres humanos desde que podía recordar a diferencia de muchos otros que insistían en considerarlos como criaturas inferiores, pero era la primera vez que un hombre que se había convertido en un dios entraba repentinamente en su templo, como si siempre lo hubiera sabido.
Buddha se había vuelto particularmente famoso en Valhalla debido a su carácter egocéntrico y algo inusual, pero Zero sabía que debía ser una persona hermosa. Los hombres sonrieron en su presencia y esta fue una confirmación más que adecuada.
-Lo siento, nunca pensé en abastecerme de dulces. De hecho, podría haberlo hecho durante mucho tiempo. Tal vez a los niños les gusten mucho y...-
De acuerdo, Buddha definitivamente no lo estaba escuchando.
Lo vio masticando unos dulces y mirando al techo con insistencia, con una mirada tan seria que Zero casi se asustó.
-Paso algo...?-
Buddha se volvió hacia él, señalando un punto preciso sobre él.
-Seria perfecto.-
-Perfecto que?- definitivamente Zero no estaba entendiendo nada.
-Para esconder dulces. Creo que el techo es el lugar ideal para esconderlos si quieres hacer felices a los niños.
La sonrisa de Zero se ensanchó. ¡Oh, todo estaba claro para él ahora!
-¡Buddha-chan, realmente tienes un corazón de oro!- admitió con cierta confianza, pero el otro no pareció molestarse. De hecho, a estas alturas Buda debe haberse acostumbrado a ese entorno ya la presencia del pequeño dios.
-Pero, no entiendo.- Zero parpadeó un par de veces. Algo no estaba bien.
-¿De quién debo esconder tantos dulces?-
Buddha sonrió. Tanto es así que Zero vislumbró sus dientes muy blancos, lo que le pareció increíble teniendo en cuenta la cantidad de dulces que tenía que comer por día.
-De mí, por supuesto.-
-¡Pero no puedes comer esos dulces si están guardados especialmente para otros! Y entonces, ya que fuiste tú quien me sugirió un escondite similar, ¿no deberían desaparecer de todos modos?-
Silencio.
-Dime la verdad, esta es una técnica tortuosa para que me quede sin dulces. ¡Es un plan realmente horrible!- lo acusó Zero con las manos en las caderas, tratando de asumir una actitud poderosa.
Pero no pareció funcionar, porque Buddha se echó a reír con tanta espontaneidad que el eco de su voz resonó por todo el templo y su mano estaba sobre su estómago, como tratando de contener esa carcajada instintiva.
-¡Eres muy divertido, pequeño Zero!-
Zero estaba aún más ofendido. Era bajo y era inútil negarlo, pero no era un niño y por lo tanto Buddha no tenía derecho a llamarlo "pequeño".¡Era más grande que él!
"Pero espera. ¡¿Cómo sabes mi nombre-?!"
Hades/Qin
-Acepta mi propuesta y vayamos a cenar juntos.-
Fue realmente inesperado. Sobre todo porque Qin Shi Huang estaba convencido de que esas palabras deberían haber salido de su boca tarde o temprano, y no las del dios del que se había enamorado tanto.
-No recordaba que fueras tan atrevido, Rey del Inframundo.-
Aunque una risa divertida escapó de sus labios, Qin no sabía exactamente qué decir. Tenía la esperanza de que su deseo se hiciera realidad pronto, y como deidad, bien podría hacer algo al respecto, pero...
-Ahora que ya no tengo ningún asunto burocrático que terminar, me parece lo mínimo que puedo hacer después de interminables meses de negativas por mi parte.-
-¡Y te diste cuenta! ¡Si alguien más hubiera estado en mi lugar, ya te habrían abandonado!-
-De hecho, no eres "alguien más".-
Debió estar enojado con Hades, porque después de todo lo había hecho esperar ese momento durante meses, años, pero ver su sonrisa hacerla aún más hermosa y brillante le jugó una mala pasada. El pensó que se enamoraba de él cada segundo que pasaba.
-Soy el inimitable Qin Shi Huang. ¡Todos querrían una cita conmigo, incluso mis propias gente!-
-Gente que en más de una ocasión se han arriesgado a perder la vida precisamente por la ira de la divinidad que tanto se empeñan en venerar.-
Qin casi tanto como su mal sentido de la orientación poseía una mala memoria, y no podía recordar todos los daños causados a su propia gente. Muertes, sangre, pueblos destruidos...
-No recuerdo nada en particular.-
-Una vez destruiste un pueblo porque habían comenzado a adorar un pedazo de meteorito que cayó del cielo y se olvidaron de hacerte las ofrendas debidas.-
"Oh. Realmente sucédio?"
Pero todavía no parecía del todo convencido. Hades suspiró derrotado.
-¿Ahora vámonos? Tengo que enmendar todo el tiempo que no pasé en su compañía.-
-Me parece obvio.- Qin se cruzó de brazos, pero le devolvió la sonrisa.
Casi había olvidado por qué se había sentido ofendido hace unos momentos. Algún tipo de milagro debe haber ocurrido, ¿qué podía saber él al respecto después de todo?
-¡Vamos a llenarnos la barriga de manjares!- gritó entre risas y otras, haciendo que Hades sacudiera la cabeza mientras lo observaba atentamente.
Qin Shi Huang definitivamente era un niño.
Odìn/Nostradamus
-¿Qué haces aquí, Nostradamus?-
Cuando Odín entró en la habitación, miró con fastidio al joven dios que hurgaba en su inmensa biblioteca sin ningún problema. Sus cuervos lanzaban insultos a los insolentes que se habían atrevido a entrar sin previo aviso, pero cuando vieron que "esos insolentes" era Nostradamus dejaron de gritar.
Ese dios era realmente impredecible y terrible, mucho peor que Loki.
-¡Odinooo! ¡Por fin llegaste!- Como si recién notara su presencia en ese momento, Nostradamus caminó hacia él con un libro en la mano. Tenía una sonrisa en los labios y sus ojos brillaban con luz propia, pero con un ojo más discreto cualquiera se habría dado cuenta de que detrás de esa máscara de inocencia se escondía la divinidad más egoísta del Valhalla.
-Pensé que estabas encerrado en el BiFrost.-
-¡No, volví hace apenas un par de horas! Ese viejo sabe ser cruel cuando quiere, pero me enteré que alguien me ha interceptado, por eso me perdonaron~.-
-Te necesito. No puedes permitirte el lujo de involucrarte en oraciones tan estúpidas.-
-¡Eres tan cruel!- Nostradamus resopló levemente, encontrándose con la fría mirada de Odín: -Después de todo, me amas, lo sé.-
-En vez de seguir diciendo estas tonterías, sígueme.-
-Vaya...~¿Y qué querría el gran Odin de una deidad miserable como yo?~-
A pesar de todo, Nostradamus no podía negar que estaba particularmente sorprendido por ese comportamiento. El hecho de que los cuervos hubieran dejado de balbucear insultos durante unos minutos era bastante extraño.
-Debes ser uno de los participantes del Ragnarok.-
-El Ragnarok… ¿no es el torneo donde humanos y dioses compiten en enfrentamientos a muerte?- Nostradamus sonrió divertido, una loca curiosidad presente en su mirada: -Interesante. Muy interesante~.-
-Tan extremadamente molesto como eres, tu fuerza es evidente. Ya hablé con Zeus sobre esta decisión y estuvo de acuerdo, prometiendo no encerrarte dentro del BiFrost mientras concedas una derrota a la humanidad.-
-¿De verdaaad?~- Toda esa situación fue muy graciosa. Honestamente, en realidad nunca le había importado mucho la humanidad y si participar en ese tipo de pelea mortal le llamaría la atención de Odín, también participaría con los ojos cerrados: -¿Y qué gano yo con eso?-
Odín se acercó lentamente a él, con las manos detrás de la espalda. El corazón de Nostradamus sin darse cuenta comenzó a latir aceleradamente, como si quisiera escaparse de su pecho. Se había enamorado del viejo sin evitarlo y ahora debía afrontar las consecuencias.
-¿Qué es lo que quieres exactamente?- le susurró al oído. Nostradamus no pudo evitar temblar y ciertamente no por el miedo o el aura poderosa que rodeaba a Odín.
El dios más fuerte del panteón nórdico lo observaba con atención, como si ya supiera lo que iba a esperar. Por otro lado, Odin era el dios del conocimiento por una razón.
-¿Qué quiero? Estás arriesgando mucho dándome toda esta libertad de elección.- Nostradamus fingió pensar en ello, sus ojos claros y brillantes como estrellas que seguían brillando con mayor intensidad: -Cásate conmigo y lucharé exclusivamente por ti.-
Ser insolente nunca había sido tan bueno.
Beelzebub/Nikola
-¿Se puede ser más idiota?-
-Shh, ¡cállate! Es por el bien de la ciencia, no podemos permitirnos ningún tipo de error.-
Un dios, un demonio y un humano. Sonaba como el comienzo de una broma.
Nikola observó con curiosidad al hombre llamado Edison construir algo, y aunque no podía negar que había un talento considerable en él, todavía había algo que no lo convencía. Llevaba días observándolo y por ello había decidido bajar a la Tierra para ver por sí mismo qué estaba pasando.
-Lamentablemente, me temo que Edison está haciendo un mal uso de sus propios inventos.-
-¿Y cómo lo sabes, fue tu amada ciencia la que te lo dijo?- Beelzebub con sarcasmo y frialdad miró hacia otro lado, preguntándose qué había hecho mal en realidad al encontrarse en compañía de un dios exuberante en el mundo de los hombres, de todos los lugares.
-En cierto modo, podemos decir que sí.- Tesla entrecerró la mirada, no del todo convencido. Sí, Edison debe haber sido un tipo muy turbio.
-Si vas a seguir perdiendo tiempo con estas tonterías, me voy.-
-¡No, no puedes irte!-
Beelzebub estuvo a punto de tropezar cuando el dios Nikola lo tomó firmemente del brazo, arriesgándose a ser escuchado por Edison, quien mientras tanto estaba a punto de terminar su trabajo.
-Definitivamente está tramando algo, ¡no podemos dejar que lo haga!-
-¿Y qué quieres que me importe?-
Beelzebub odiaba a la deidad que se hacía llamar Nikola Tesla, con cada fibra de su ser.
Odiaba su risa, su ciencia y sus propias mejillas que se pusieron calientes y rojas por la corta distancia entre ellos.
El rostro de Nikola estaba a centímetros del de el, y su corazón contra viento y marea comenzaba a latir como un tambor.
No, no podía enamorarse, no-
-Ayúdame y te prometo que te dejaré en paz.- aunque dijo esas palabras, su voz sonaba decididamente triste.
Beelzebub suspiró, finalmente dándole una mirada: -¿Por qué me llamaste a mí, entre todos?-
-Porque eres un demonio y puedes ayudarme a interceptar el mal presente en su alma.-
El demonio volvió a mirar a Edison, impasible. Tesla debió haber nacido con algunas neuronas menos, o no podía explicarlo. ¿Cómo podía realmente pensar que este ser inútil podría representar una amenaza para alguien?
-Podrías llamar a alguien más- siseó, pero dio un paso adelante: -Paciencia, yo me encargo de esto aquí. Lo someteré a uno de mis experimentos.-
Nikola sonrió, su corazón temblaba de emoción. Beelzebub estaba trabajando en un invento y acababa de mencionarlo.
-¿Yo también puedo participar?-
Lástima que no tenía la menor idea de la verdadera naturaleza de los experimentos con los que se enfrentaba el demonio.
Apolo/Simo
Apolo nunca planteó realmente el tema de entablar una relación con alguien que no sea un dios.
Por mucho que encontrara a los humanos como criaturas repugnantes que solo tenían que arrastrarse ante los dioses como muestra de gratitud por darle algo tan importante como la vida, no podía negar que había tenido la suerte de conocer a alguien que lo hizo darse cuenta. que, bueno, tal vez no todos eran tan malos.
Jacinto fue uno de ellos. Había pasado algún tiempo con él y se habían hecho amigos. Nadie podría saber qué impulsó al dios sol a descender a la Tierra más de lo que debería, y probablemente nadie lo averiguaría jamás. Y al igual que hoy, su secreto no sería escuchado.
O eso pensó.
-Tú deberías ser Jacinto.-
Si Apolo hubiera sido humano, probablemente habría caído de rodillas. Una belleza tan fría como el hielo estaba a solo unos metros de él, ojos igualmente fríos que miraban a Hyacinth con lo que podría haberse confundido con superioridad.
Pero Apolo sabía que Simo nunca sería capaz de manifestar tal sentimiento. Pero entonces, qué-
Lo vio acercarse aún más a Jacinto y murmurarle algo. Parecía molesto, y su comentario parecía ser correcto cuando vio que el joven príncipe tartamudeaba algo, se inclinaba y se iba.
-¿Qué pasó?- normalmente se habría enfadado, pero ver a Simo más enfadado que él lo había sorprendido.
Recién en ese momento Simo cruzó el brazo, y Apolo se sintió abrumado por esa espesa y fría ira que también estaba dirigida a él. ¿Qué había hecho?
-Entrar en una relación con un ser humano es inadmisible. Pensé que los despreciabas más que a nadie.-
Evidentemente, contra todas sus expectativas, la noticia había dado la vuelta al Valhalla.
-No estamos juntos, al menos dame el tiempo para conocerlo!-
-¿El dios Apolo que respeta el tiempo de los demás? Parece broma.- pero contrario a las palabras pronunciadas, Simo que ya no lo miraba relajó los hombros.
Apolo abrió la boca para decir algo, pero por primera vez en su milenaria existencia no supo qué decir.
"Simo está celoso?"
Ares/Leonidas
-Tienes muchos soldados contigo.-
-Sí.-
-Y tienes mucha experiencia en batalla.-
-Soy el dios de la guerra por algo.-
-¡Así que la próxima vez luchemos juntos!-
Ares pensó en ese breve discurso incluso después de días, sosteniendo la empuñadura de su espada con cierta firmeza. Era cierto que el Valhalla a menudo enfrentaba peligros cada vez mayores, como era cierto que no podían evitarse tan fácilmente, pero entonces, ¿por qué se sentía tan presionada?
Ver a Leonidas luchando ferozmente contra abominables criaturas que amenazaban con salir del Bifrost sin ningún temor era un espectáculo muy... peculiar.
Sin importar quién era el idiota que había decidido destruir el Bifrost, no podía negar que se sentía extraño al verlo hundir su amada espada en las entrañas de sus enemigos, a diferencia de la suya que lucía inmaculada ya que le faltaba una gota de sangre.
-¡Ares, ven aquí o te perderás toda la diversión!-
Entendió su impaciencia, en cambio si Lubu y Thor hubieran llegado lo habrían arruinado todo con sus fuertes ganas de pelear sin ningún impedimento.
-¡Está bien, está bien!- pero sus piernas simplemente no querían moverse.
Leónidas se volvió hacia él una vez más, casi instintivamente, y aunque llevaba puesto el casco, Ares pudo ver que sus ojos se velaban por la sorpresa.
-¡Detrás de ti!-
No quería quedarse atrás. No quería ser considerado una deidad que no merecía su título, denigrado por todos.
No quería que Leónidas lo repudiara como guerrero y amante.
Quizás esa fue la razón que lo impulsó a mover mecánicamente su brazo derecho para golpear al oponente y cortarlo en dos. Con orgullo vio los ojos de Leonidas brillar con asombro, como si acabara de presenciar un espectáculo adorable.
-Fue una toma maravillosa, ¡ni siquiera tuviste que darte la vuelta!-
Leonidas se rió con ganas, completamente complacido de ver que la destreza de Ares superaba con creces la suya. Porque para él era así: Ares era un ejemplo a seguir y tardaría siglos en siquiera aspirar a alcanzar su nivel.
Era prácticamente un dios impecable. La perfección en persona, aparte de Poseidón.
"¡Y todavía no has visto nada!", exclamó Ares con una sonrisa en los labios mientras se acercaba al otro con el corazón acelerado.
Sin saberlo, Leonidas fue el dios que le dio coraje, más que nadie. Arruinaría su propia existencia solo para que sus oídos escucharan el sonido de esa maravillosa risa nuevamente.
Una carcajada de total admiración dirigida exclusivamente a él.
Loki/Rasputin
-¡Buddha es realmente molesto!-
Loki apretó los dientes y frunció el ceño a todos los que se cruzaban en su camino. Rasputín se abstuvo de hacer comentarios precisos sobre esa reacción que le pareció bastante excesiva, pero decidió no decir nada.
-Buddha siempre ha simpatizado con los seres humanos. ¿Ese viejo cree en serio que querrá pelear por nosotros los dioses?-
-¿Qué dijiste?- Loki lo miró fijamente, una luz siniestra presente en su mirada aunque no estaba dirigida a él.
-Creo que está claro cómo resultará todo esto: cuando Buddha entre en la arena, lo hará en defensa de la facción humana. Probablemente sea parte del plan de aquella Valkyrie.-
Rasputín no era exactamente un dios impulsivo ni nada por el estilo, pero ya estaba esperando la llegada de una ronda sangrienta debido a esas palabras. Claro, nunca dejaría a Loki solo, era estúpido pensar que podía vencer a Buddha sin recibir repercusiones a cambio, pero fue divertido imaginar el comienzo de una pelea mortal fuera del Ragnarok.
-Si este es el caso, significa que hasta esa insolente Brunhilde le pagará por esta afrenta.-
-Mmh.- Rasputín lo observó atentamente: -Creo que tendrás que esperar mucho tiempo si te conviene.-
-¿A qué te refieres?- Loki alzó una ceja con frustración. ¿Cuántas cosas le ocultaba Rasputín, exactamente? ¿Desde cuándo se invirtieron sus roles?
-Creo que Buddha durante su lucha tendrá mucha mala suerte y se encontrará en dificultades. Eso es todo.- dijo con una sonrisa divertida impresa en los labios. Loki lo hubiera matado pero en cuanto lo vio sonreír así, su ira también se fue al olvido y sonrió.
-Sería una pena no verlo morir por mi mano, pero reconozco que me interesa este cambio de eventos~.-
-Tendrás una gran satisfacción, te lo garantizo. Buddha tiene bastantes enemigos al fin y al cabo.- Rasputín se tumbó junto a un árbol y se llevó a los labios la copa de vino medio vacía. Un poco de diversión finalmente traería algo de movimiento en esos días tan monótonos.
-Lo aceptaremos en un par de horas. Sabes, lograste recuperar mi humor.~- Loki le sonrió con picardía, y Rasputín le devolvió la sonrisa con igual complicidad.
-Podría hacerte el dios más feliz de este mundo si decides acostarte conmigo antes de esta estúpida sexta ronda.-
Susanoo/Okita
-
¿Por qué no quieres pelear conmigo?-
Okita no parecía estar molesto ni nada, solo sorprendido al descubrir que sí, aunque Susanoo era una deidad extremadamente poderosa, no tenía intención de pelear con nadie fuera del Ragnarok, especialmente si alguien era un dios.
-Porque no tendría sentido.-
-Un entrenamiento no puede tener sentido, incluso para aquellos que no son humanos.- Okita se acercó a él, ignorando el hecho de que mantenía los ojos cerrados y que probablemente ya había dejado de escucharlo.
De hecho, no recibió respuesta y probablemente alguien más pensó que estaba dormido.
-Sería una total pérdida de tiempo para ti.-
-Vamos a intentarlo.- Okita llevó su mano a la empuñadura de la katana, con una sonrisa en los labios, una de esas que dejaba escapar cuando anhelaba una pelea por venir: todo tu potencial.
Por mucho que esos discursos hubieran conmovido a Susanoo de unas semanas antes, el dios permaneció completamente inmóvil ya merced de sí mismo.
Okita no apartó la mano de su katana, pero la perplejidad volvió a ser evidente en su rostro.
-Ya no te reconozco. ¿Qué te ha pasado?-
-Digamos que mi último encuentro con mi hermana no fue el mejor.-
-¿Tu hermana?-
En realidad tenía sentido ahora.
Okita sabía lo que Susanoo había estado haciendo milenios atrás, no eran amigos en ese momento y apenas se hablaban, pero también sabía que el otro había tratado de calmarse y lo había logrado. Estaba comprometido, y todos lo habían notado, así que el menor pensó que bueno, lo que sea que pasara entre Susanoo y Amaterasu debía ser desagradable.
-No te culpo. Discutir con alguien querido no tiene que ser exactamente lo mejor.-
Okita se sentó a su lado, sin decir nada más.
El silencio, por una vez, habría beneficiado a ambos dioses. Los habría unido indisolublemente, incluso más y más que cualquier otro.
-Supongo que para cualquier cosa puedes hablar conmigo con total tranquilidad.- Susanoo lo miró fijamente, como si quisiera decir algo pero se abstuvo de hacerlo.
-Y yo supongo que tengo que agradecerte.-
No era exactamente lo que quería escuchar, pero esa respuesta fue más que suficiente para él.
¡Hola a todos! Antes que nada, pido disculpas si no actualicé esta historia el mes pasado, pero estoy bastante ocupada con la universidad, así que intentaré actualizar las publicaciones de mis historias con la más alta calidad.
Como habréis notado en este capítulo, cambié un par de cosas: puse la pareja Beelzebub/Nikola Tesla porque me convence más y en consecuencia quité las partes dedicadas a Shiva y Kintoki (no pienso en naves con ellos así que por si acaso déjame saber tu opinión).
Además, en estos días seguramente publicaré dos historias, una sobre Beelzebub y Nikola y otra sobre Odin y Nostradamus, por lo que para los interesados los invito a mantenerse actualizados!
¿Y queremos hablar de estos dos seres perfectos? Los amo 🛐💕
- LadyFraise💜
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