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Donde los dioses y los humanos conviven.





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Thor/Lubu

Todos los que conocían a Thor sabían que no era exactamente conocido por ser un tipo muy sociable, pero las cosas parecían haber cambiado considerablemente desde que Lubu se había mudado a su casa.

No era raro ver a dos figuras peleándose en el interior de su casa, cuando las ganas de pelear y hacer feliz al otro se hacían inevitables, con la consiguiente destrucción de habitaciones y muebles que perdían todo sentido.

Se escuchaban risas divertidas en cada ocasión, y muchos se preguntaban cómo podía ser esto posible. ¿Fue realmente el amor de un ser humano lo que lo cambió hasta ese punto?

-Si es cierto que una amenaza está por presentarse aquí en Valhalla, ¿por qué no demostramos nuestra fuerza?- Ofreció Lubu con una sonrisa, una que solo Thor era capaz de obtener.

Estaban muy unidos, los dos, y su unión muy fuerte se hizo evidente en particular por el cambio repentino en sus caracteres. Era asombroso cómo un fatídico encuentro había podido mejorar la existencia de dos temibles criaturas como ellos.

-Podríamos optar por un desafío.- Thor lo complació, con una sonrisa divertida en su rostro: -Con Mjöllnir puedo aniquilar a todos mis enemigos de un solo golpe, pero incluso con mis propias manos no sería una mala idea.-

-Es una linda propuesta.- Lubu rió una vez más, ignorando el alboroto que provenía de afuera de su casa.  Probablemente la supuesta amenaza estaba más cerca de lo que debería.

A Lubu le encantaban las propuestas de Thor, luchaba junto a él y contra él, pero también sabía muy bien que si no prestaba la debida atención, Brunhilde sería despiadada con él e incluso podría robarle su valquiria.

Y por mucho que no le gustara admitirlo, sin Randgriz no podía luchar contra entidades superiores, por lo que con un poco de esfuerzo tenía que mantener un mínimo de conciencia en las elecciones que tomaba en consideración.

-Por que no.-

Thor había vuelto su mirada hacia el paisaje más allá de la ventana, las nubes en el cielo se volvían más oscuras.

-¿Estás listo para ser humillado?-

-¡Ah! ¡Como si este destino estuviera destinado para mí! Veremos quién seráel mejor de nosotros, Thor.-








Adàn/Eva

-Estás herida.-

-No es nada, amor, tranquilo.- Eva se miró el dedo sangrante, con una cálida sonrisa en los labios: -Es sólo un rasguño.-

Últimamente se había vuelto más torpe que de costumbre, pero la misma Eva era consciente de que su falta de atención se debía a la excesiva cercanía con su amado Adán.


Desde que los dioses los expulsaron del Edén y tomaron la decisión de vivir en la Tierra, el corazón de la joven nunca había latido por el miedo. ¿Por qué debería hacerlo después de todo?  Con Adán a su lado no hubo adversidad que no pudiera afrontar.

Pero hacerlo feliz y ver la sonrisa en sus labios era el mayor deseo de Eva.  Para ello había decidido prepararle su plato favorito, una tarta de manzana, pero al pensar en el rostro etéreo de su marido, la hoja del cuchillo le había arañado levemente el anular izquierdo.

En realidad no era nada serio, pero Adán parecía pensar lo contrario.

-Déjame ver.-

Eva se sonrojó cuando vio que Adán tomaba su mano con cuidado.

Su amado siguió observando el corte con especial atención, y luego se alejó por unos momentos y tomó un pequeño paño para limpiar la herida y evitar que alguna molesta infección pudiera causarle alguna molestia a su Eva.


-¿Está un poco mejor?- le preguntó con extrema dulzura, después de haber vendado su dedo y presionado suavemente sus labios en el punto donde debería estar la herida.

-Dicen que los besos son una excelente cura.- afirmó en un momento Adán, inocentemente, mientras el rostro de Eva se ponía cada vez más rojo.

-Es la primera vez que escucho algo así.- se rió entre dientes, la felicidad que no había desaparecido de su alma ni por un momento: -No sabría qué hacer sin ti.-










Poseidón/Sasaki

-Eres la persona más perezosa del universo.-

Poseidón miró con cierto fastidio a Sasaki revolcándose en las mantas y escondiendo la cabeza bajo las almohadas, sin saber que el calor de aquel dia atormentaba a su compañero.

No era difícil entender que Kojiro Sasaki era un caso perdido, pero no todos tenían la paciencia para esperar el despertar de su amado.


Poseidón permaneció inmóvil durante unos segundos, luego se levantó de la cama.

-¿Entonces esta es tu decisión?-

-...mh... cinco minutos...-

Evidentemente Sasaki acababa de firmar su sentencia, porque Poseidón se dirigió a la cocina, sin mirar atrás.


Kojiro, por otro lado, abrió su ojo derecho, adormilado, tratando mientras tanto de entender qué estaba haciendo el otro.

Probablemente estaba ideando un plan para matarlo, pero si Poseidón hubiera entendido lo bueno que era dormir sin preocupaciones, ciertamente no se habría comportado de esa manera.

"Todavía serán las seis de la mañana..."


Pensó el japonés, buscando una posición más cómoda para continuar con su siesta. Apenas contuvo un bostezo, sin darse cuenta de los pasos que se acercaban a él con particular prisa.

Sí, definitivamente dormir era hermoso, aunque las pesadillas hubieran podido interrumpir esa paz absoluta en la que tanto se abandonaba.

Quizás esa también fue la razón por la que acababa de tener la sensación de ser bañado por una ola de agua helada-


-¡AAAH! ¡ME ESTOY AHOGANDO!- Kojiro aún mantenía los ojos cerrados, pero tiró las mantas al aire: -¡POSEIDÒN, AYÚDAME!-

-No te estás ahogando, idiota. Cálmate.-

Kojiro se levantó de un salto, empapado de pies a cabeza.

Aunque era un día bastante caluroso, el agua estaba helada y Kojiro temía morir por segunda vez, esta vez a manos de quien se suponía que lo cuidaría por toda la eternidad.


-P-Poseidòn… ¡¿por qué lo hiciste…-?!-

-Así aprendes a no escuchar lo que digo.-

Poseidón le arrojó una toalla, mientras que con su mano derecha aún sostenía firmemente el recipiente que había usado para arrojarle agua.

-Y ahora vámonos, ya es tarde y no voy a volver a perder el día.-

Sí, cuando quería Poseidón podía ser más delicado de lo que debería, pero apreciaba la compañía de Kojiro más que cualquier otra cosa. Pero en lugar de admitirlo, habría atentado contra la vida del otro sin dudarlo.















Hércules/Jack

-Es una noche hermosa, ¿no te parece?-

-Contigo todo se vuelve aún más hermoso.-

Las mejillas de Hércules se sonrojaron por quinta vez en ese día lluvioso, su corazón latía con fuerza ante cada cumplido o dulce palabra pronunciada por su amado humano.


Uno de los muchos talentos de Jack era hacerlo sentir cómodo, incluso cuando no era estrictamente necesario.

Con una caricia, un beso, un abrazo, Jack el Destripador fue capaz de hacerle sentir el dios más afortunado de todos.

Le alegró notar que, con el tiempo, Jack había comenzado a abrirse a los demás y había dejado de ser tan formal con él.  Ahora que eran pareja oficial, podían expresar fácilmente sus sentimientos sin ser juzgados.

Y fue gracias a esa confianza adquirida que Jack accedió más tarde a irse a vivir con él.

Y Hércules estaba feliz por esto.  Realmente feliz.

-No hay necesidad de exagerar...-

-No estoy exagerando en absoluto, my love.- Jack suavizó su mirada mientras se giraba hacia él, con una humeante taza de té presionada ligeramente contra sus labios: -Es mi trabajo hacer que el hombre más importante de mi vida se sienta amado.-

El hombre más importante de mi vida.

Hércules tenía miedo de morir por el demasiado amor que recibía todos los días.


-También recibo demasiado amor, Jack.- Hércules se acercó lentamente a él, acariciando suavemente su mejilla. Jack inclinó un poco la cabeza para apreciar más ese agradable calor, como un gato ronroneando tan pronto como recibe la atención adecuada.

-¿Qué he hecho yo para merecerte a mi lado?-

Jack se apartó un poco, comenzando a contar con los dedos con un aire fingido y pensativo.

-Me salvaste la vida, me abriste los ojos.- un dedo, dos dedos: -Entendí lo que significa estar rodeado de gente que te ama, como cuidarme. Pero sobre todo, gracias a ti entendí lo que significa amar.- los dedos de la mano izquierda estaban todos hacia abajo.

- Puedo continuar si quieres. Hay otras razones que me empujan a permanecer a tu lado y amarte.-

-Me siento honrado.- el corazón de Hércules dio otro salto mortal: -Dame el gusto de escucharlos, si es posible.-

Y mientras la lluvia caía sin cesar, Hércules y Jack seguían envueltos por ese hogar seguro y acogedor, una de las tantas demostraciones del profundo vínculo que tanto los unía.










Raiden/Thrud

Thrud sintió que su corazón latía salvajemente, sus mejillas ardían como el fuego en la chimenea que calentaba sus cuerpos.

La valquiria nunca hubiera pensado en encontrar un día a un hombre que fuera capaz de respetarla y amarla como ningún otro. Se sintió extremadamente afortunada de haberlo conocido, de haber tenido la oportunidad de conocerlo a pesar de que su primera impresión no fue la mejor.

Ella había pensado que Raiden era un mero mujeriego, pero durante el Ragnarok le había dado pruebas de que había mucho más escondido detrás de esa máscara de seguridad y fuerza.

Él era el hombre de sus sueños, el único que no se inmutaba al verla. Se había enamorado de ella y esta conciencia hizo que el corazón puro de Thrud latiera aún más.

Abrió levemente los ojos, mirando a su amado con una sonrisa en el rostro: era realmente afortunada de haber tenido la oportunidad de conocerlo.

-Buenos días, amor.-

Raiden le sonrió cuando despertó de su sueño, y Thrud no pudo evitar sentirse aún más feliz.

-¿Por qué te levantaste tan temprano hoy?- susurró ella en voz baja, permaneciendo abrazada a él. Raiden nunca había sido exactamente un madrugador.

-Porque ahora tengo la oportunidad de dormir al lado de tanta belleza. A tu lado puedo descansar como quiera.- Raiden rió un poco, y Thrud se sonrojó de nuevo, como una niña en las garras de su primer amor.

-Como de costumbre siempre exageras.- murmuró la valquiria, y luego miró a Raiden durante unos segundos. Sus labios se posaron sobre los del otro, quien le devolvió el beso con deleite.

Extrañaba a sus hermanas, pero Thrud también sabía que en compañía de su Raiden, no podía sufrir de soledad ni por un solo momento.















Buddha/Zero

-Según las instrucciones, también debo llevar algunos ingredientes para la decoración...- Zero se mordió el labio, pensativo.

Antes de eso, nunca había puesto las manos en la estufa, pero si tenía éxito en su intento, Buddha sería feliz y Zero quería hacerlo feliz.

Hacer una tarta de cerezas no tenía por qué ser difícil, y estaba convencido de ello. Miró por enésima vez la lista de ingredientes frente a él y luego asintió con determinación.

Él podría hacerlo.

Y estaba bastante convencido de ello, sobre todo porque al cabo de unos veinte minutos había conseguido terminar su trabajo.

-¡Lo he hecho! Ahora solo tengo que pensar en el resto.- miró a su alrededor apresuradamente, mirando su reloj de vez en cuando.

Buddha probablemente regresaría a casa pronto, pero tendría tiempo para mostrar sus nuevas habilidades culinarias.

-Ya volví.- Zero se encontró con Buddha después de diez minutos, y notó con placer que estaba muy alegre; ver a su amigo Kintoki debe haberlo hecho muy feliz.

-¡Buddha-chan!- el pequeño dios se le acercó con una gran sonrisa en los labios, tarta de cerezas en mano. Por suerte, se las había arreglado para decorarlo, y la apariencia parecía atractiva, también porque Buddha no parecía apartar la vista de su trabajo.

-¿Lo cocinaste tú?- Buda no pareció particularmente sorprendido, tal vez más conmovido. Era difícil de decir, sobre todo porque mientras tanto devoraba dulces sin control y con dificultad lograba pronunciar una oración con un significado completo.

-No es perfecto, pero espero que les guste...! Haz tanto por mí, Buddha-chan, era lo mínimo que podía hacer.- Zero no lo miró. Sus mejillas estaban tan rojas que Buddha inmediatamente comparó su rostro con una exquisita manzana caramelizada.

Puso una mano en su cabello, ya Zero le gustó mucho ese contacto. Cerró los ojos y se dejó llevar por esas preocupaciones.

-Tengo que darte las gracias.- Buddha le sonrió, depositando un beso en la frente de Zero.

Para ambos, vivir juntos había sido una de las decisiones más sensatas.










Hades/Qin

-Siempre estás tan ocupado.- Qin miró con curiosidad los documentos que Hades había estado leyendo durante más de media hora con evidente cansancio: -¿Por qué no te tomas un descanso?-

El emperador no podía entender por qué su novio aún no había renunciado a su trabajo, pero lamentablemente sabía que no obtendría toda su atención hasta que terminara.

-Últimamente los compromisos han aumentado visiblemente.- murmuró Hades, dándole una mirada sucia.

-Pero tomarse un tiempo libre no hace daño a nadie.-

-Este es el problema.- Hades dejó unas hojas, volteándose hacia él con la silla: -¿Quién fue el motivo principal de todo esto?- preguntó, señalando el escritorio lleno de formularios para leer y llenar.

Qin inclinó ligeramente la cabeza hacia un lado, con un aire fingido de inocencia: -La próxima vez te ayudaré a organizarte, si quieres.-

-Como si realmente lo quisieras.- susurró el dios del Inframundo con cierta decepción. Ese humano tarde o temprano lo volvería loco.

-Y todavía no entiendo por qué estás tan enojado conmigo. Yo no hice nada.- Qin continuó protestando, como si eso ya se hubiera convertido en una cuestión de estado: -No parecías tan molesto anoche en la cama.-

-¡¡¡Eso es suficiente!!!- Hades se levantó de un salto, completamente avergonzado y mentalmente agradeciendo que nadie en esa habitación pudiera estar involucrado en esa conversación incómoda.

-Espérame en la habitación, pronto lo discutiremos como es debido.-

-Oh.- Qin sonrió con picardía: -Así que te esperaré.

Inicialmente Hades no entendía la razón de la felicidad del otro. Fue solo cuando lo vio dirigirse a su habitación de pasada que entendió sus verdaderas intenciones.

-Ese maldito ha malinterpretado totalmente mis palabras.- Hades se pasó una mano por el pelo, derrotado - ¿acaso era él quien se había expresado mal?

Pero fuera lo que fuera, Qin había ganado una vez más.








Odìn/Nostradamus

-¿Ahora vámonos?-

-No.-

-¿Y ahora?-

-No.-

Nostradamus dejó de caminar por la habitación, cruzándose de brazos y mirándolo con aire de reproche: -¡Me prometiste que iríamos a ver las estrellas juntos!-

-También puedes observar las estrellas desde aquí si lo deseas.-

Odín miró impasible al profeta, que parecía estar al borde de la histeria.

Las promesas no se iban a romper, y Odín nunca se había tomado la molestia de cumplirlas, pero no podía salirse con la suya, todavía no. Nostradamus tuvo que entender que no había que marcar ciertos límites, pero era evidente que no tenía intención de eclipsar su curiosidad para satisfacer sus caprichos.

-¡No es lo mismo, y lo sabes muy bien!- Nostradamus lo miró a los ojos, molesto: -Pero déjame adivinar, tienes cosas más importantes que hacer, ¿no?-

-Quizás.-

-¡Esto no es una respuesta!- Nostradamus se acercó a él, señalándolo con el dedo: -¡Me lo prometiste!-

-Hace tres días estuviste a punto de desatar una catástrofe. ¿Tienes idea de lo irresponsable que eres? -

Nostradamus parpadeó, desconcertado: -¿De qué hablas?-

De acuerdo, tal vez no debería haber estado explorando el laboratorio de Beelzebub y jugando con una de sus muchas creaciones sin tener cuidado, pero solo quería divertirse un poco. Sin embargo, no había provocado ninguna catástrofe y, además, había ido a explorar otros lugares, por lo que no podía entender por qué Odín estaba tan enojado.

"No será que..."

-Aaaah.- Nostradamus sonrió ampliamente, como si acabara de llegar a la conclusión de un caso sofisticado.  Odin levantó una ceja ante este comportamiento.

-¡Ahora se explican muchas cosas!  Estabas preocupado por mí, ¿verdad?  No iba a volver a casa y pensaste que Beelzebub me había hecho algo. Estabas a punto de cometer un asesinato en mi honor.- por un momento, Odín vio aparecer las estrellas en los ojos de Nostradamus, quien parecía feliz como siempre: -Debes amarme tanto si reaccionaste de esa manera.-

-¿Terminaste de decir tonterías?- Odín dejó de mirarlo.

-Si de verdad te importa, iremos a ver las estrellas- añadió, mientras Nostradamus reía victorioso.

No escuchar esa risa molesta en esos dos días había sido insoportable, pero Odín nunca lo admitiría.











Apolo/Simo

-Hoy es un día hermoso.- murmuró Simo, sorprendiéndose de lo maravilloso que estaba el cielo.

Últimamente el sol parecía estar más brillante que de costumbre, y el finlandés no pudo evitar preguntarse qué podría hacer tan feliz a Apolo. Por otro lado, era el dios del sol, y no era raro ver al sol cambiar de brillo según el estado de ánimo del dios griego.

-Como todos los diás, después de todo.- asintió una voz detrás de el. Sintió dos brazos envolver su cintura y acercarlo en un abrazo.

-¿No te preguntas por qué?-

-¿La razón?- Simo lo miró desconcertado, tratando de pensar detenidamente en las razones que empujaban a su amado a ser tan despreocupado: -¿Hoy es una fecha importante?-

-Sí, es una de las fechas más importantes de mi vida.- Apolo le dedicó una de sus sonrisas más brillantes: -¿Te gustaría una pista?-

-Mh...- no quería sonar egoísta, pero tenía la sensación de que él estaba involucrado. No podía ser su cumpleaños, y mucho menos el aniversario de cuando se conocieron, pero...

-Hoy llevamos exactamente un mes viviendo juntos.-

Apolo se rió con satisfacción por la respuesta que obtuvo.

-Tenía miedo de que lo olvidaras.-

-¿De verdad vivir conmigo te hace tan feliz?- preguntó el francotirador después de unos momentos de silencio, sintiendo su corazón latir alocadamente. Apolo casi pareció ofenderse por sus palabras, adoptando una expresión que Simo encontró bastante divertida.

-¡Por supuesto! ¿Por qué no debería ser así? Tener el placer de vivir al lado de una perfección como tú es el mayor honor que podría recibir.-

Simo sintió que le ardían las mejillas, pero no dijo nada. Escondió su rostro en el pecho del otro y disfrutó del calor que ese abrazo le otorgaba.

No podría pedir nada mejor.










Shiva/Nikola

-¿Y esta música?-

Cuando Nikola salió de su laboratorio, vio con asombro como Shiva bailaba sin parar en la sala de su casa. Irradiaba alegría y nunca dejaba de reírse divertido.

-¡Vamos, ven a bailar también!- Shiva dio unos pasos hacia delante, luego unos pasos más hacia atrás. Era asombroso cómo podía mantener su atención a pesar de que sus ojos estaban en él.

-Ya hemos hablado de ello. No soy muy bueno bailando... - sin mencionar que no tenía ningún tipo de talento para nada en el arte. Para Nikola el mundo de la ciencia siempre había significado mucho;  había estado rodeado de cálculos y experimentos, principales objetos de su interés, pero con Shiva esas pasiones suyas quedaron en un segundo plano por unos momentos.

A Nikola le encantaba verlo bailar y deseaba con todo su corazón hacer lo mismo, pero desfigurar a su dios no le interesaba en absoluto.

-Nadie nace preparado. ¡Te enseñaré!-

Antes de que pudiera responder, Nikola se encontró apretando suavemente dos manos de su compañero, mientras que este último nunca perdía la oportunidad de aumentar los pasos de baile.

-Tienes que seguir mis pasos y sentir la música corriendo por tus venas, volverte uno con la música.-

Nunca había escuchado un discurso así, pero había una razón por la que Nikola se había enamorado perdidamente de la deidad hindú: era su opuesto, un dios bastante amable que inmediatamente se había mostrado amistoso con él.
Al cabo de unos meses Shiva le había propuesto mudarse a vivir juntos, y él había aceptado con gran entusiasmo, ignorando el bochorno inicial que lo embargaba desde tiempos inmemoriales.

Nikola se concentró aún más, sus piernas ahora sintiendo el poder de la música dance. Nunca había visto algo tan divertido en toda su vida.

-¡Está bien! ¡Sigue mi ritmo y mejorarás rápido!-

Nikola solo asintió, su rostro en llamas y su cuerpo que ahora se dejaba llevar al ritmo impuesto por Shiva.

Con Shiva a su lado, Nikola sabía que sus días serían cada vez más agitados, pero no parecía ser un problema.










Ares/Leonidas

Leonidas no había perdido un segundo, había empacado sus maletas dentro de la primera habitación que había visto y de inmediato se dispuso a ver qué se escondía en lo que parecía ser un sótano.

-¡Hey, espera! ¡Primero tienes que ordenar tus cosas! -

La voz de Ares ya sonaba lejana cuando cruzó la puerta y se encontró frente a una especie de pequeño museo. Las paredes estaban ocupadas por pinturas y el centro de la sala por varias estatuas, y todos esos elementos tenían un factor común: el tema principal era precisamente Ares, el dios de la Guerra.

-¿Has guardado todas estas obras?- preguntó Leonidas con los ojos chispeantes en cuanto escuchó los pasos del dios detrás de él.

-Qué puedo decir...- Ares simuló toser: -Algunos humanos poseen un talento inconmensurable, y muchos de ellos habían decidido utilizarlo para crear obras que pudieran rendirme homenaje.  Mantenerlos es una obligación.-

-Entiendo.- Leonidas siguió mirando a su alrededor, con una gran sonrisa en los labios: -Esta gente debería sentirse muy afortunada. ¡El fruto de su devoción se encuentra en la morada del dios Ares!-

Ares dejó escapar una sonrisa ante esas palabras. Leonidas fue extremadamente sincero, y ese elogio solo alimentó su ego.

-Mi intención es conservar aquí también algunas obras en tu honor.-

Leónidas se volvió hacia él, sorprendido.

-¿Cómo?-

-Ahora que hemos iniciado una relación, es necesario que los mortales le hagan más justicia a tu figura. Y obras similares merecen ser exhibidas aquí.-

Leónidas de repente se quedó en silencio.

-¿Algo no te convence?- preguntó Ares de inmediato, perturbado por ese silencio.

-No, no es eso.- Leonidas volvió a sonreír: -La idea me conmovió. Estar a tu lado... ¡No podría pedir algo mejor!-

-Umh, estas exagerando...-

Ares miró hacia otro lado, sin saber qué más decir.

Leonidas pudo hacerlo sentir como en casa como ningún otro.











Loki/Rasputin

-Si te rindes, te daré un final rápido e indoloro.-

Rasputín se mantuvo alerta, mientras que Loki por su parte permaneció detrás del sofá de terciopelo rojo que los separaba.

-¡Oh vamos, no me digas que estás ofendido!-

-¿¡Tienes idea de lo que hiciste!?-

"En realidad no."  pensó Loki, quien seguía diciendo tonterías al mismo tiempo. En resumen, ¿cómo podía Rasputín esperar que recordara todas las malas pasadas que le había jugado en el curso de su convivencia?

-No está tan mal.-

-¿Ah verdad?- Rasputín señaló la cocina con exagerada exasperación: -¿Te dice algo?-

Loki miró primero a la cocina, luego a Rasputín. Todavía no entendía.

-¿¡Dónde están todas las botellas de vino!?- exclamó en un momento el ruso, luego de darse cuenta de que ni siquiera Loki estaba al tanto de lo que había hecho.

-¿Estás realmente ofendido por el vino?  Oh, vamos.- Loki puso los brazos detrás de la cabeza con indiferencia: -Pensé que la cerveza y el vodka eran de tu agrado.-

-Sí, pero el vino también es un componente importante de mi día a día.-

-Tienes razón, la aleatoriedad es un auténtico fastidio.-

-Especialmente si hay un dios de los engaños en el camino.-

-No seas tan cruel. Te ayudaría si recuerdas dónde escondí todo ese vino.-

-Date prisa en recordar.- murmuró Rasputín, quien había comenzado a maldecir en su idioma nativo después de decir esa oración.

Loki se rió. Vivir con él fue muy divertido.









Susanoo/Okita

La altura nunca había sido una molestia tan grande, pero desde que Susanoo lo había hospedado, las cosas parecían salirse de su control.

Okita se sentó por enésima vez en el césped, con los brazos cruzados y con un puchero que representaba toda su decepción.

¿Por qué se construyó esa casa como si fuera exclusivamente para gigantes?

"No puedo rendirme así."

Ahora era imposible pretender tomar un refrigerio, porque los estantes tenían dos metros de altura y Okita no podía esperar alcanzarlos de puntillas.

-Tal vez si tomo esto...-

Arrastró una de las sillas al lugar designado y se paró en ella sin contemplaciones. Los brazos apenas podían alcanzar un estante donde se suponía que se almacenaba el ramen.

-Puedo hacerlo.- se las arregló para conseguir el ramen después de otro minuto, y para Okita eso fue una victoria triunfal. Finalmente pudo estar satisfecho.

-¡La próxima vez tendré que...-!-

No sabía lo que había pasado.

Solo supo que en un segundo se encontró cayendo de su silla, y que en el segundo siguiente se encontró en los brazos de Susanoo quien lo observaba atónito.

-Lo que hiciste es peligroso.- dijo el dios con tanta sencillez como para poner nervioso al japonés.

-¡Todo esto no hubiera pasado si hubieras dejado mi ramen en la mesa!- protestó Okita, aunque con un poco de satisfacción.

En esa casa todo parecía demasiado complicado, pero al menos había logrado no dejar caer el ramen y salvarlo de un destino trágico.












Beelzebub/Kintoki

-Los dulces pueden mejorar tu estado de ánimo, ¿sabes?-

-No necesito tomar todos esos azúcares, gracias.-

Kintoki observó distraídamente a Beelzebub hurgar en algunos documentos mientras continuaba comiendo algunos dulces que Buddha le había dado unas horas antes.

En el pasado nunca había sido un gran amante de los dulces, pero su mejor amigo había logrado convertirlo en poco tiempo.

-Trabajar demasiado duele, ¿nunca te lo dijeron?- suspiró Kintoki: -¿Qué tienes en mente esta vez? Sabes que no me vuelve loco discutir contigo.-

-Unos meses antes demostraste lo contrario.-

-Ahora que estamos juntos, no parece sensato atentar contra tu vida.- señaló con obviedad el cazador de demonios, recostándose en el sofá para encontrar una posición más cómoda.

-Si no quieres que eso suceda, puedes cerrar los ojos y fingir que no pasó nada.-

-Así que estás tramando algo en serio.- Kintoki entrecerró la mirada, sin notar la pequeña sonrisa en los labios de Beelzebub.

-No te aseguro nada, pero es posible que pronto lo descubras.-

-¡Como si pudiera permitir tal cosa!-

Al principio, Beelzebub siempre había considerado a Kintoki como una verdadera molestia, una molestia que necesitaba ser eliminada. Pero luego se dio cuenta de que su compañía era más llevadera de lo que pensaba, por lo que encontró un interés genuino en pasar los días a su lado.

Por supuesto, sus planes tenían el mayor riesgo de hacerse añicos, pero después de todo, el equilibrio que se había creado entre ellos lo divertía mucho.

-Veamos si puedes detenerme esta vez.-

Sí, en general no estuvo tan mal tener a Kintoki al lado.
















¡Ahora que soy libre, puedo actualizar tantas veces como quiera!

Estoy feliz, sobre todo porque tengo tantas historias en mente que me gustaría escribir y publicar.

Sin mencionar que estoy emocionada por la próxima segunda temporad - ¡es un sueño!

Dicho esto, espero que hayan disfrutado el capítulo♡


- LadyFraise💜

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