✿First date✿

♡Donde humanos y dioses tienen su primera cita.♡


                                     

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Thor/Lubu

-Este lugar es inmenso.- señaló Lubu con cierta curiosidad, mientras Thor lo acompañaba hasta el corazón de su palacio.

De hecho, desde que volvió a la vida había pasado sus días peleando con Thor y al final de otra pelea más, cuando el dios le pidió que lo siguiera, simplemente se sorprendió.

-Cuando te acostumbras, no es tan grande.- respondió Thor, sin dejar de caminar frente a él, sus iris dorados brillando por la felicidad.

No era muy práctico en esas cosas, pero una primera cita funcionaba invitando a cenar a tu pareja, ¿no?

Los mortales eran seres vivos bastante exigentes, pero Lubu era diferente a todos ellos y por eso Thor tuvo que elegir cuidadosamente los movimientos a realizar.

-¿Especialmente si conoces a personas que te importan?~-

Una voz salió de detrás de sus hombros y cuando Lubu se volvió hacia el recién llegado con un pequeño gruñido, Loki aplaudió varias veces con una sonrisa estúpida en los labios.

-¡No puedo creerlo, Thor! ¡Yo no te hice tan audaz! ¡Invitar a salir a un humano no es tarea fácil!-

Thor también se volvió hacia él, pero si antes sus iris dorados brillaban de felicidad, en ese preciso momento brillaron en lugar del puro deseo de cometer un asesinato.

-Me pregunto qué haría el viejo si descubriera todo esto...- Loki simuló una expresión de pura tristeza: -Nah, te compadezco. Después de todo, el amor no es algo que se pueda evitar tan fácilmente.-

-¿De qué balbuceas?- casi le grita Lubu, con una mirada que podría haber hecho temblar a todos los habitantes del Valhalla. No le gustaba nada la presencia del dios de los engaños.

Quizás la situación hubiera empeorado, quizás Loki hubiera seguido molestándolos con sus juegos o quizás Thor y Lubu hubieran encontrado una excusa para matarlo, pero unos pasos se acercaron después de menos de dos minutos y una figura amenazante se les unió en la gran sala.

-¿Qué sucede?- Odín, impasible, los escrutó uno a uno. Con cierta arrogancia se detuvo sobre todo a escudriñar al temible guerrero chino que no entendía en absoluto lo que estaba pasando.

Thor estaba empezando a entender que debería cancelar la cita sorpresa que había arreglado para Lubu en el instante en que vio emerger otra figura detrás de su padre.

-Lubu, ¿estás aquí? ¡Esta es una sorpresa muy agradable!-

Michel Nostradamus sonrió, pero Thor solo quería alejarse lo más posible de todos ellos y continuar con su plan.

En un día tan extraño, probablemente debería haber seguido peleando con Lubu.













Adán/Eva

-Umh… ¡tienes un cabello realmente hermoso!-

Eva nunca se había sentido tan avergonzada en toda su vida.

Había mirado a su alrededor con cierta agitación, y en algún momento en cambio había terminado por volver la mirada hacia el plato lleno de delicias que le ofrecían.

-Gracias. Sin embargo, tu cabello es aún más hermoso, y eso es un hecho, mi querida Eva.

Eva se puso totalmente roja.

Era una cita y tenía que quedar bien, al menos intentarlo, pero de lo único que era capaz era de tartamudear o cambiar de tema.

-Todo esto… simplemente no tenías que hacerlo…- murmuró solo un poco. Adán estaba haciendo demasiado por ella, pero esta vez fue superado.

En realidad no era la primera vez que tenían la oportunidad de salir juntos a gritarle al mundo que estaban juntos, pero hacía siglos que habían iniciado esa especie de tradición en la que Adán la invitaba a una cena a la luz de las velas.

-Para rendir homenaje a tu belleza.- le había reiterado en más de una ocasión, como lo había hecho unos segundos antes, haciendo de su rostro uno con las manzanas rojas que estaban colocadas en una canasta en el centro de la mesa.

-Pasa algo?- se oyó preguntar de repente.

-¡Por supuesto que no!-

-Dejaste de hablar.- dijo Adán, frunciendo el ceño. Al ver a su amada tan roja, temió que ella hubiera contraído una enfermedad y se la estuviera ocultando.

-Si no te sientes bien, podemos ir a casa y...-

-¡No, estoy bien, lo digo en serio!- Eva asintió varias veces a su propia declaración, comenzando a comer la ensalada y los tomates en su plato.

-¡Solo estaba preocupada, eso es todo!- exclamó entre bocado sonriéndole. Preocupar a Adán era lo último que quería.

-Tengo que admitir que estoy bastante preocupado.- lo escuchó murmurar: -Sabía que te gustaría este restaurante, pero una parte de mí no creía que fuera posible.-

-¡Y una vez más lo adivinaste!  Mi amor, cada vez que logras satisfacer mis necesidades. Nunca podría haber pedido algo mejor.-

Eva sonrió, dejando el tenedor en el suelo para levantarse y presionar sus labios en la frente de su amado, quien quedó atónito ante este gesto.

-Me siento tan afortunada de tenerte a mi lado. Por eso, nunca olvides que te amo con todo mi ser, Adán.-











Poseidón/Sasaki

Kojiro observó a Poseidón con asombro.

Por supuesto, el dios de los mares nunca había sido exactamente sociable y de muchas palabras, pero el espadachín se encontró pensando que era decididamente antinatural que el otro lo mirara sin decir nada.

Poseidón tenía las mejillas rojas, pero si no fuera por ese pequeño detalle, tal vez alguien más hubiera aparecido como el temible tirano de los mares con un corazón tan frío como el hielo. En cambio, contra todo pronóstico, Kojiro se había dado cuenta de que en esa ocasión había algo totalmente diferente en él.

-Pasa algo?- preguntó preocupado.

Kojiro recibió solo un gruñido como respuesta.

-No estoy precisamente acostumbrado a verte tan callado.-

"O que no me insulte." el japonés, sin embargo, prefirió no expresar sus pensamientos.

-En lugar de seguir balbuceando, déjame pensar un momento.-

-¿Eh?-

Mientras tanto, Poseidón tenía la mente alborotada.

En resumen, cuando le contó a Hades sobre sus sentimientos por el espadachín, su hermano lo llenó de consejos sobre cómo debía acercarse a él y había funcionado. 

¿Pero hacerlo oficial? ¿Podría una simple oración realmente haber puesto patas arriba toda su relación?

A veces pensaba que Hades era demasiado sentimental.

-Llevamos un par de meses saliendo con hoy.- dijo Poseidón concentrado.

-¡Exactamente! Realmente tienes buena memoria.- Kojiro le sonrió, gratamente sorprendido de que su compañero lo hubiera recordado.

-Pero no hicimos nada.-

El rostro de Kojiro de repente se quedó perplejo.

-Creo que me estoy perdiendo.-

-A qué me refiero.- Poseidón trató de ignorar lo que había dicho: -Es que aún no ha habido cita.-

-Una cita...-

Para Kojiro fue como si hubiera recibido una descarga eléctrica de uno de los experimentos de Nikola.

¿Cómo puede ser tan estúpido? Poseidón había intentado por su propia voluntad invitarlo a una cita romántica y ni siquiera se había dado cuenta en lo más mínimo.

-Esto es... vaya, de verdad me estás pidiendo una cita oficial.- masculló.

Por el rabillo del ojo, tuvo la impresión de que las mejillas de Poseidón se habían puesto más rojas de lo que deberían.












Hércules/Jack

Hércules se despertó de repente, una pequeña mueca al sentir que el otro lado de la cama estaba vacío.

Jack siempre había sido mañanero, pero Hércules aún temía que su amado no se estuviera cuidando como debía. Tenía miedo de que la culpa por quitarle la vida lo destruyera.

Sin embargo, cuando se levantó para buscarlo, notó pétalos de color púrpura en el suelo que daba a la habitación.

-¿Y estos de dónde vienen?- se preguntó sorprendido, decidiendo entender a dónde podrían conducir.

Al llegar al pasillo, encontró una nota entre ellos, que decía explícitamente "sigue los pétalos."

-Esta es la caligrafía de Jack.- razonó, con el corazón latiéndole como un loco.  ¿Podría haber planeado algo? Una de sus maravillosas sorpresas?

Era asombroso cuánto amor era capaz de darle el inglés sin esperar nada a cambio.

Ese tipo de aventura pareció durar unos minutos más, hasta que Hércules llegó a la sala de estar que había sufrido una gran modificación.

En las paredes había cascadas de flores de glicinia, la mesa ocupada por un pastel, bollos de crema, té caliente y vino.  Pero en el centro de la misma había un jarrón que contenía hermosas flores, específicamente una prímula y una orquídea.

-Espero pasar la eternidad a tu lado...- Jack, sentándose al otro lado de la mesa, señaló la orquídea, y luego hizo lo mismo con la prímula: -No puedo vivir sin ti.-

"Lenguaje de las flores."  Hércules temía verse abrumado por toda aquella muestra de amor.

-¿Has organizado todo esto para mí…?- Su voz revelaba un dejo de emoción.

De los labios de Jack escapó la risa más hermosa que el dios de la fuerza jamás había escuchado: -¿Hay mejor manera de rendir homenaje a nuestro amor? Una cita me parecía inevitable, my love.-

Hércules se acercó lentamente a él, con la intención de sostenerlo en un cálido abrazo. Apoyó la cabeza en el hueco de su cuello para inhalar su aroma a rosas y colonia.

-Un novio tan perfecto sería demasiado para cualquiera.- murmuró, sintiendo a Jack ponerse rígido por la emoción.

-Eso debería ser yo quien lo diga. Si no fuera por ti, por todo el amor incondicional que has podido darme, ahora no estaría aquí para intercambiar estas promesas de amor.-

Ambos cerraron los ojos para disfrutar un poco más de la sensación que le producía aquel cálido abrazo. La mano de Jack comenzó a juguetear con uno de los largos mechones de cabello de Hércules.

-Sí, soy la persona más feliz del mundo.-








Raiden/Thrud

Raiden no era alguien que se avergonzara tan fácilmente o que no supiera cómo comportarse de cierta manera.

Desde que conoció a Thrud su forma de ver el mundo había cambiado totalmente; su corazón latía con furia cada vez que la veía sonrojarse o sonreírle.

El amor era un sentimiento con el que había lidiado superficialmente en el pasado, pero ahora creía que era una de las mejores cosas que podía experimentar en toda su vida.

Quería cortejarla, mostrarle cuánto amor podía darle incondicionalmente, pero no era muy práctico en estas cosas. Para esto al final se había decidido, dejando a un lado su orgullo y aceptando el consejo de la persona que consideraba más adecuada en esa área.

-Cómprale unas flores.- la voz de Jack le pareció extremadamente cortés - era difícil de creer que un hombre tan sereno y tranquilo pudiera haber sido un despiadado asesino en serie.

-¿No son demasiado triviales?-

-Los elementos más simples son los que más efecto producen.- respondió el otro cortésmente: -Mucha gente ama las flores.-

Raiden se quedó mirando su taza de té verde vacía, casi sintiéndose perdido.  Probablemente él era realmente el que necesitaba mejorar en ese aspecto. ¿Cortejar a alguien era realmente tan difícil?

-Y sacarla a pasear al atardecer sería la oportunidad perfecta para hablar abiertamente de tus sentimientos.-

Y así lo había hecho.

Después de todo, Jack se las había arreglado para tener una cita perfecta con Hércules, por lo que muy bien podría haber tenido éxito también.

-Te ves hermosa, Thrud. Tu belleza aumenta cada día que pasa.- dijo con toda la honestidad del mundo, haciendo que ella se sonrojara. Verla elegantemente vestida fue un grato acontecimiento para su espíritu.

Pero incluso Thrud no sabía exactamente qué hacer.

Hlökk le había asegurado que todo estaría bien y que comportarse como siempre era la mejor solución.

Confiaba en su hermana, pero tenía la sensación de que había algo debajo, como si ella y alguien más hubieran planeado algo.

-No exageres.- murmuró la Valquiria con las mejillas ardiendo, mientras recibía el ramo de rosas que Raiden le había quitado con tanto cuidado: -Estás mejor.-

-¡Pero tu belleza jamás podría competir con la mía!-

-Urgh, no pensé que fueras tan buen adulador.-

¿Podría eso realmente llamarse una cita?

Cruzó por la mente de los demás mientras continuaban con su velada tomados de la mano. No habían hecho nada oficial, sin embargo, esta parecía ser una velada romántica en toda regla y todo iba bien, más de lo que Raiden podría imaginar.

Se encontraron bajo un cerezo, los pétalos rosados ​​contrastaban con el azul de la noche.  La luz de la luna hizo que sus figuras fueran más brillantes y Thrud se maravilló ante las miríadas de estrellas. El tipo de colina en la que se encontraban les ofrecía una vista bastante buena.

-Es hermoso.- ella susurró.

Raiden se giró para mirarla, notando los ojos azules de su amada brillando a la luz de la luna.

-Sí. Es una vista muy hermosa.-












Buddha/Zero

-¿Y esto qué es?-

Buddha estaba asombrado ante tanta maravilla.

Sabía que los humanos a lo largo de los años habían seguido siendo creativos y extraordinarios, pero nunca hubiera pensado en ver un espectáculo así.

-¿Eso sería una fuente de chocolate?- la piruleta que tenía en la boca casi cae de la sorpresa.

-¡Umh, eso parece!- exclamó Zero en respuesta, también bastante incrédulo.

Era cierto que la idea de ir a la Tierra había sido suya, ¡pero nunca esperó ver algo tan increíble!  Probablemente los libros sobre "cómo conquistar al 100% a tu pareja" habían funcionado más de lo esperado.

-¡Y mira ahí!- Por todas partes que miraban, había verdaderas paredes de caramelo: -¿No corre el riesgo de romperse el cristal?- Zero dudaba que los humanos hubieran sido cautelosos al construir esa especie de Paraíso hecho de azúcar y colores.

-Probablemente deberían volver a ponerlo-... ¿Buddha?-

Zero dio un pequeño grito de miedo.

Solo tomó unos segundos y Buddha ya se había ido.

-¡¿Y ahora que hago?!- se preguntó sin saber que hacer. La multitud de personas aumentó visiblemente y aunque Buddha era fácilmente reconocible, Zero todavía tenía un problema de altura con el que lidiar.

-¡Lo siento, lo siento!- exclamó en repetidas ocasiones, evitando ser empujado por niños entusiasmados por comprar dulces a su antojo o por padres que evidentemente habían perdido de vista a sus hijos.

Esa conciencia sirvió para poner a Zero aún más nervioso.

-¡Buddhaaaaa! ¿Dónde estás?- trató de gritar para llamar la atención, pero el rumor de la gente era inmenso.

Había tanto ruido que sus ojos se humedecieron, las primeras lágrimas amenazaron con surcar su rostro. ¿Y si algo le hubiera pasado a Buddha? ¡¿Qué hubiera hecho ella sin él?!

-¡BUDDHAAAAAAAAAA!-

-¿Zero-chan?-

Buddha observó confundido cómo Zero se llevaba las manos a la cara y lloraba desesperadamente, mientras otros niños lo seguían de cerca; al parecer, no era el único que había perdido a alguien.

-¡Woaaaah!- Zero lo abrazó con entusiasmo, sin saber que el otro dios tenía dos helados en la mano: -¿D-Dónde fuiste? ¡¿Por qué te fuiste así…?!-

-Fui a comprar un helado. Comparado con el resto había poca fila y decidí tomarlos.- Buddha le pasó el de fresa y chocolate: -No quería hacerte llorar, Zero-chan. Perdóname.-

Zero infló sus mejillas que se habían puesto ligeramente rojas. Ahora se sentía completamente avergonzado: había logrado llorar incluso el día de su cita.

-No es tu culpa, Buddha-chan...-

Buddha le sonrió, acariciando su cabello para consolarlo.

-Nunca podría abandonarte. ¿Lo sabes, verdad? -

-¡Claro que lo sé...!- Zero volvió a sonreír.

Buddha era la boca de la verdad, después de todo.











Hades/Qin

"¿No te acuerdas?" Qin, frunciendo el ceño por completo, observó a Hades conversar con un par de dioses de menor rango.

Vale, seguían siendo cuestiones diplomáticas y Qin entendió la importancia de ello, después de todo él era el primer emperador de China y más que nadie tenía que hacer todo lo posible para aumentar su poder y resolver ciertos asuntos, y sin embargo...

-No puedo creerlo. A veces consigue tener la cabeza en las nubes más que tú.- murmuró Alvitr, simulando su tristeza al ver así a su mejor amigo. El deseo de vencer a Hades se hizo más y más fuerte.

-¿Quién está olvidando la fecha de su aniversario? ¡Nadie!- continuó el emperador chino, quien parecía no haber aceptado la idea de un regalo o una cita perdida. Se cruzó de brazos e hizo un puchero como un niño que aún no ha recibido los dulces que le prometieron.

-¿Qué entonces, desde cuándo se volvió tan sociable?- siguió quejándose la pequeña Valquiria. Cualquiera que los haya visto en ese momento seguramente habría dicho que eran un dúo bastante extravagante.

-Ustedes dos están confabulando algo.- en cierto momento intervino el mismísimo dios del Inframundo, acercándose a ellos como si nada hubiera pasado.

"Buen observador." Qin no dijo una palabra.

-¡No es cierto!- Alvitr solo resopló: -¿Por què dices eso?-

-Te vi charlando tranquilamente en más de una ocasión. Y por las miradas que lanzaste en mi dirección, no creo que haya sido una conversación agradable.-

-Curiosamente esto no se te escapó, ¿verdad?-

Si bien Alvitr no se molestó en ocultar su frustración, Qin no se inmutó. Se había quedado en la misma posición y aunque Hades le dirigió miradas confusas e incluso preocupadas, no tenía intención de ceder.

-No sé qué está pasando, pero no quería que llegara tan lejos.-

-¿Ah?- Alvitr entrecerró los ojos: -¡Deja de ser tan misterioso y habla!-

Hades avanzó un par de pasos para permitirse el capricho de acariciar una de las blancas mejillas de Qin, que ahora parecía haberse convertido en una auténtica estatua.

-¿Sabes qué día es hoy?- le preguntó Hades con calma.

Silencio.

...

Al menos durante unos segundos.

-¡Por supuesto que lo sé!- Qin no podía creer lo que acababa de escuchar: -¡Pero yo debería preguntarte esto! ¡Preferiste otra compañía a la mía!-

Era evidente que se refería a los dos dioses, como era evidente que los celos estaban presentes en su tono de voz.

Al ver que esa era la razón de tal terquedad inexplicable, Hades se sintió casi aliviado. Dejó escapar una cálida carcajada que obtuvo a cambio las miradas atónitas de su amada y su Valquiria.

-¿Estás celoso?- otro puchero de Qin hizo reír nuevamente a Hades: -No hay razón para estarlo. Les había encargado una tarea y simplemente la hicieron, eso es todo. Nunca podría olvidar nuestro aniversario, así como la mejor manera de celebrarlo.-

-¿Entonces estabas preparando algo?-

-Un lugar que te encantará.-

Alvitr todavía no entendía por qué Hades era tan vago y misterioso, pero cuando vislumbró una pequeña caja que sobresalía de uno de sus bolsillos, la valquiria se llevó una mano a la boca.

"Oh... lo entendimos todo mal."

Si Qin hubiera sabido lo que Hades planeaba hacer, probablemente habría dejado de enfadarse con su futuro esposo para siempre.













Odìn/Nostradamus

-¿A dónde me llevas? -

Nostradamus siguió saltando alegremente mientras seguía a Odín con curiosidad en la mirada.

-Verás.-

-¡Pero llevamos bastante tiempo caminando y todavía no hemos llegado a ningún lado! ¡Por favor, dame al menos una pequeña pista!-

Pero fue inútil, Odín no tenía la menor intención de decir nada.  Desafortunadamente, fue difícil extraerle toda la información necesaria.

El Profeta continuó murmurando protestas y haciendo preguntas durante unos minutos más, hasta que llegaron a un lugar tan oscuro que habría deprimido a cualquiera.

-¿Qué sería de este lugar?- la curiosidad se apoderó de él una vez más.  Nostradamus comenzó a mirar a su alrededor, tratando de localizar algo solo con la vista, pero no pudo ver nada.

La ausencia de luz, sin embargo, no le causó ninguna molestia. 

¿Era simplemente... raro?  ¿Por qué esa oscuridad parecía tan irreal?

-Sígueme si no quieres perderte.-

-¡Mira, tengo muy buen sentido de la orientación!-

Sin esperar más reproches, Nostradamus lo siguió hasta lo que parecía ser una cúpula. De acuerdo, tal vez ese lugar era tan extraño que estaba perdiendo las palabras para decirlo.

-Entra y dime lo que piensas.-

Nostradamus lo miró confundido: -Si de verdad te importa...-

Está dentro. Dentro de lo que por fuera parecía un lugar sagrado, había un telescopio inmenso y la ausencia del techo permitía vislumbrar lo que la oscuridad de poco tiempo antes le había impedido captar: las estrellas.

"Pero, ¿cómo es eso posible? Afuera se podía ver muy bien una cúpula y - ...oh. ¿Fue una ilusión?"

¿Cuál fue el punto de eso?

-¿Qué es?-

Cuando estaba vivo, un lugar como ese solo podría haber sido impensable para él, al igual que la presencia del propio telescopio; pensar que lo habían inventado solo unos años después de su muerte casi lo lamentaba.

-Sí. Aquí puede realizar todos los estudios que desee, siempre que su curiosidad no venga una vez más a destrozar algo a lo que se había encariñado tanto.-

-¿Has hecho todo esto por mí?- Nostradamus lo miró asombrado por unos instantes más, y luego sonrió con picardía: -¿Debo interpretarlo como una declaración de amor o como una cita?-

Odín entrecerró la mirada.

-¿Qué te gustaría insinuar?-

-¡Estás perdidamente enamorado de mí!  ¡Y que esto puede considerarse una cita en todos los sentidos!- Nostradamus señaló las estrellas: -¿No es romántico todo esto? ¿Y queremos hablar de la ilusión que envuelve a este lugar? ¡Eres demasiado adorable, incluso quieres protegerme de cualquier daño!-

-Atrévete a decirlo de nuevo y tu regalo será destruido antes de que lo toques.-

-¡Ugh viejo, eres realmente crueeeel! ¡No se puede ser amable contigo!-

Era evidente que el corazón del dios nórdico más fuerte se derretía por él, y Nostradamus en su corazón prometía conquistarlo a toda costa.












Apolo/Simo

-

Me acabas de llevar a un restaurante lleno de desconocidos. ¿Seguro que no tienes fiebre?-

Ante la enésima pregunta insistente de Apolo, Simo simplemente decidió ignorarlo. Ahora se estaba convirtiendo en un interrogatorio de tercer grado.

-Pide lo que prefieras, seré yo quien pague.-

A Apolo le hubiera gustado mucho responder a esa afirmación - después de todo, él era un dios y podía permitirse pagar la cuenta sin problemas - pero no tuvo el coraje.

Ver el rostro angelical del amado convertirse en una máscara de ira no era precisamente uno de sus espectáculos favoritos, aunque en el pasado se había burlado de él en más de una ocasión.

-Está bien, me rindo. Creo que ordenaré esto.-

La velada transcurriría en extrema tranquilidad y según los consejos que le habían dado los demás - ignorando explícitamente los de Rasputín que le aconsejaba terminar la velada con un "buen baile bajo las sábanas" - Simo sabía que nada podía salir mal.

Claro, había tenido que dejar de lado su timidez y armarse de valor para invitar a salir a Apolo, pero había valido la pena.

-¡No puedo creerlo!-

-¿Eh?- Simo siguió la mirada del dios sol hasta que posó la suya en un extraño artilugio. El lo miró sin comprender.

-¿Qué es eso?- preguntó el francotirador, señalando la cosa que había llamado la atención del dios sol.

Para su primer aniversario como pareja oficial, Simo lo había convencido de elegir un país para ir y Apolo había elegido los Estados Unidos para unas vacaciones cortas, y eso que había sucedido precisamente durante la conmemoración del aniversario del fin del Ragnarok había sido un mera coincidencia. Afuera llovía y se había refugiado un comensal un tanto vintage y había un extraño artilugio que Simo nunca había visto en su vida.

-Una máquina de discos.- dijo riendo Apolo, que al parecer era un experto en música: -Vamos, Simo, ¿es posible que no sepas nada?  Hace años que no se encuentran tan fácilmente, ¡pero tampoco son desconocidos!-

-Nunca me he aplicado en estas cosas.-

Apolo se rió, y su risa llenó los oídos de Simo.

-Te lo enseño enseguida.- respondió entusiasmado sacando unas monedas de su bolsillo.  Los insertó en el extraño artilugio y luego puso algo de música.  Simo se quedó en silencio durante unos segundos.

-¿Qué música es esta?-

-Es el inolvidable Mozart, raza ignorante.- chilló Apolo divertido, agarrando su mano y tirando de él hacia él.

Simo se sonrojó imperceptiblemente y se dejó embriagar por el entusiasmo de la divinidad. Tenía que admitir que esta sinfonía no era tan mala.

Riendo como dos niños, se encontraron bailando esa canción, mientras que las otras personas en el restaurante se reían y otros los instaban a continuar.














Ares/Leonidas

-Podrías tener a cualquiera, ¿por qué pierdes tiempo conmigo?- preguntó Ares, durante su primera cita oficial.

Habían decidido dar el gran paso hacía apenas una semana y previamente habían acordado darse una oportunidad definitiva durante ese verano, antes de que Leonidas decidiera irse a vivir un tiempo con Adán y los demás humanos.

-Sabes que me gustan los retos.- dijo Leonidas mirándolo con ojos chispeantes, esos ojos verdes que le dieron vueltas a la cabeza al rubio durante unas semanas, desde que se besaron antes del final definitivo de el Ragnarok.

-Y además, eres interesante.-

Ares alzó una ceja: -¿Me frecuentas porque soy interesante? ¿No porque sea tu mayor ídolo?-

Leónidas se rió, su risa hizo vibrar el corazón de Ares.

-¡Eres malditamente encantador y admirable! Y luego eres el único que no me trata como un simple héroe, sino como alguien a quien mirar con orgullo.  Hablar contigo es interesante y nunca me aburro en tu compañía.- confesó el espartano, sus mejillas estaban ligeramente teñidas de rojo, ya los ojos de Ares parecía adorable.

-¿Me permitirás cortejarte?-

-Oh claro que lo haré.- rió entre dientes el rubio: -¿Quién no querría ser cortejado por el Rey Leónidas?-

-¿Me estás tomando el pelo?- resopló Leonidas, arrojándole unas bolitas de papel que había hecho destrozando nerviosamente una servilleta: -Lo digo en serio, Ares, sacas lo mejor de mí, incluso con solo mirarme.- confesó : -¡Me gustas mucho!-

-Los humanos son demasiado sentimentales, y tu no eres tan diferente.- dijo el rubio sonriendo, tomando un sorbo de vino: -Y de todos modos, ustedes también son interesantes.  Moriste con honor y diste lo mejor de ti en la batalla, continuando luchando hasta el final como un verdadero guerrero. Esta cualidad es suficiente para llamar mi sincera atención.-

-¡Por eso me siento muy afortunado!- exclamó Leonidas, sintiéndose menos avergonzado. Ares vio que la incomodidad se le escapaba de los hombros y lo vio estirarse, ambos rieron y se miraron con complicidad.

-Hagamos un brindis.- añadió después de unos instantes, llenando sus copas de vino: -A… umh, ¿nosotros?-

-A nosotros.- confirmó el dios, haciendo chocar levemente sus lentes.










Shiva/Nikola

-¿Qué es esto?- preguntó Shiva con curiosidad tomando entre sus dedos un extraño artilugio que parecía una cámara mágica, pero estaba seguro de que no lo era, no podía haber objetos mágicos, ya que se encontraban en la antigua casa humana de Nikola, quien quería recuperar algunas de sus pocas cosas que tenía allí.

Sin mencionar que al inventor no le gustaba que alguien asociara la palabra "magia" con sus inventos, por lo que Shiva quería evitar sonar grosero en su cita.

No sabía quién, - ¿tal vez su familia? - pero obviamente nadie no se había tomado la molestia de llevarse sus inventos de su casa cuando murió. Y también había otros trastos que habían olvidado o dejado allí porque ya no hacían falta. 

Aunque por lo que se le explicó, su amado humano había sido privado de documentos importantes relacionados con sus inventos.

"Pero esta casa parece haber sido abandonada incluso antes de su muerte..."

¿Podría haber muerto Nikola en alguna otra casa?

Shiva lo vio entrar a un sótano y salir de allí con una caja apretada contra su pecho, una sonrisa de satisfacción en su rostro.

No podía preguntarle su duda, él sabía que para Nikola ese era un tema difícil de tratar.

Entonces, mientras Nikola buscaba sus cosas, Shiva había explorado la casa, encontrándola muy interesante, estaba emocionado por la radio, un dispositivo que reproducía música.

Muchos decían que la invención de este objeto se atribuía a un tal Marconi, pero Nikola había reiterado que en realidad fue él quien empezó a diseñar la primera radio, pero no obtuvo el debido reconocimiento.

Los humanos eran tontos, Shiva lo sabía bien, pero saber que muchos de ellos no reconocían el gran talento de Nikola lo hacía hervir de rabia.

-¡Es una cámara humana!-

-¿Así que tomas las fotos? ¿Y es tu invención?-

-¡No fui yo quien lo inventó, pero estos días he estado ocupado revolucionándolo en nombre de la ciencia!-

-Quiero probar.- Shiva puso el visor frente a su ojo y apuntó el lente hacia Nikola; esperaba que funcionara de la misma manera que un hechizo, después de todo no parecía difícil de usar.

Tenías que apuntar y disparar, ¿verdad?

-Qué estás haciendo…?-

-¡Vamos, sigue sonriendo!- exclamó el dios hindú. Nikola lo miró con esa mirada llena de amor y un poco avergonzado, antes de que Shiva apretara el botón para disparar. Tomó la foto y después de un momento el artilugio escupió la foto; era pequeño y cuadrado.

Shiva la miró fascinado por un rato, luego sonrió y miró a su compañero.

-Hermoso- susurró el dios, alternando su mirada entre la imagen inmóvil que representaba a un Nikola sonriente y avergonzado y el mismo Nikola que lo miraba confundido.

-¿Dijiste algo?-

-Dije que soy muy buen fotógrafo.- dijo Shiva con orgullo: -Aunque use estas cosas humanas. Siempre sobresalgo, debes saberlo.- se pavoneó, antes de colocar el objeto en el suelo y besar a su pareja, tomando suavemente su rostro entre sus manos.

El lo sintió derretirse en sus brazos y sonrió en el beso.

Las mejillas de Nikola estaban rojas y Shiva lo encontró adorable, no pudo resistirse a él.

-Significa que mi invento fue exitoso, aunque no activaste la particularidad que agregué.- Nikola tomó la cámara de sus manos: -¡Te mostraré cómo hacerlo!-

-¡Oye, devuélvemelo! ¡Quería intentarlo de nuevo!-

En ese momento, sin embargo, Shiva no pudo evitar insinuar una media sonrisa y dejó que se tomaran las fotos.  Considerándolo todo, era divertido y entonces, ¿cómo podía culparlo, cuando lo veía divertirse así?










Loki/Rasputin

Este lugar era... extraño.

Había gente rara, que vestía ropa de dudoso gusto y que cogía bolas enormes para lanzarlas por una pista, provocando unos… ¿cómo eran esos? Parecían botellas.

¿Adónde diablos lo había arrastrado Rasputín esa vez? Se habían estado viendo durante cinco meses, habían tenido muchas citas, pero esto Loki no lo entendía.

¿Donde estaban ellos? ¿Qué era este lugar? ¿Por qué estaban allí? Pero la expresión de Rasputín era de éxtasis, tenía que adorar ese lugar. También le había hecho calzar zapatos de dudoso gusto.

-¿Dónde diablos estamos? ¿Qué clase de lugar es este?- preguntó el dios de los engaños, levantando una ceja: -No, no me quedaré en esta guarida de humanos sudorosos y apestosos.-

-Vamos príncipe, ¿no quieres retarme a los bolos?- preguntó Rasputín, terminando una copa de vino. El hecho de que en ese lugar dieran alcohol gratis decía mucho sobre la verdadera razón que había llevado al ruso a llevarlo allí: -¿Tienes miedo de perder?-

-¿Perder? ¿Yo? ¿Cuándo voy a perder contra un troll de montaña como tú?- preguntó Loki, cruzando los brazos sobre su pecho con aire de suficiencia: -Explícame cómo funciona este juego, nunca lo he visto.-

-Se llama bolos. Tienes que tirar la bola y soltar los bolos, si los dejas caer todos, das un strike.-

Tal vez entendió.

Sin pensarlo dos veces, se acercó a la extraña bola de boliche y la agarró metiendo los dedos por esos pequeños agujeros. Lo levantó, sintiendo lo pesado que era, y miró a Rasputín con sorpresa. 

-¿Qué pasa, mi dios más querido? ¿Es demasiado pesado para tus dedos marchitos?-

-Pft, no eres gracioso.- Loki decidió en ese momento que una pelota estúpida no era más fuerte que él, así que la levantó con un poco de dificultad y se fue a la pista. Rasputín le explicó las reglas básicas de ese juego y tiró la pelota, sin embargo erró las botellas, que el otro había llamado bolos, de hecho apenas tocó una.

"Odio este juego." Murmuró, viendo el golpe de Rasputín.

En el cuarto intento, Loki comenzó a rendirse. Miró a su alrededor aburrido, luego su tortuosa mente de serpiente comenzó a idear un plan. ¿Cómo podía hacer que una velada aparentemente desagradable fuera divertida para él?

Hacer que el ruso se enoje tanto que lo ponga celoso, por supuesto.

Observó al humano más fascinante y, sin que Rasputín se diera cuenta, se acercó a él con un guiño.

El comenzó a coquetear con él, hasta que decidió ayudarlo a jugar después de prometerle algo de dinero, si lo ayudaba.  No era Rasputín, eso era obvio, pero era encantador y sabía que despertaría los celos de su novio.

-¿Qué pasa aquí? ¿Quién es este tipo?- preguntó Rasputín, al notar que el humano en cuestión estaba tocando los brazos de Loki cada vez que este último tenía que lanzar la pelota.

El contacto le disgustó, pero para ver el rostro de Rasputín retorciéndose de celos, Loki estaba dispuesto a hacer cualquier cosa.

-¡Él es Sebastián! Me está enseñando a jugar a los bolos.- respondió la divinidad suficientemente. Sintió la mirada furiosa de Rasputín sobre él, se estaba volviendo loco de celos, estaba seguro.

Y Loki en ese momento pensó que amaba los bolos, pero por las razones equivocadas.











Susanoo/Okita

Susanoo observó a Okita con cierta curiosidad.

Lo había visto ponerse rojo un par de veces mientras lo tomaba de la mano para ver los fuegos artificiales.

Sin embargo, era una costumbre que se usaba en Japón, pero no entendía qué impulsaba al humano a actuar de esa manera. ¿Por qué lo había traído a la Tierra? ¿Hubo una razón específica?

-Este lugar es muy colorido.- murmuró Susanoo, mirando a su alrededor: -¿Por qué me trajiste aquí?-

-¿Tiene que haber una razón necesariamente?- murmuró Okita, sin volverse hacia él para no señalar su vergüenza: -Pensé que era el día perfecto para hablar contigo. Eso es todo.-

-Hablar con aquellos que han esperado la aniquilación de la humanidad no debería ser una opción.-

Okita Souji se quedó en silencio.

No es que el dios dijera nada malo, pero encontraba ridículo pensar que los humanos y los dioses no podían tratar de llevarse bien a veces. Él y Kojiro se las habían arreglado para hacerse amigo de Buddha, por lo que todo era absurdo para él.

Había dioses malvados como Loki, y Susanoo no era exactamente un ángel, pero Okita solo quería escuchar sus instintos y dejarse llevar sin demasiada presión.

-El Ragnarok se fue hace mucho tiempo y los humanos y los dioses están empezando a acostumbrarse al gran cambio que siguió. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo?-

Una respuesta parecía más que debida, pero fue una pena que nunca llegara.  Esto se debe a que la voz de una niña en compañía de sus padres terminó abruptamente su discusión.

-¡Mamá, cuando sea grande quiero estar enamorado como esa pareja!- exclamó señalándolos, y Okita casi se desmaya.

Susanoo levantó una ceja: "No somos una pareja." se encontró pensando, pero extrañamente esas palabras no salieron de su boca.

Probablemente fue porque la vista del rostro sonrojado de Okita le había hecho perder toda convicción, o tal vez simplemente no quería discutir con un bebé humano. Habría sido contraproducente para el tiempo que habría tenido que pasar con los japoneses.

-¡Piensan que estamos en medio de una cita porque estamos tomados de la mano!-

-No veo cuál es el problema.- Susanoo inclinó un poco la cabeza hacia un lado: -Si eso es lo que piensan de nosotros, está bien.-

-¿Está bien, dices?- Okita sintió que le ardían las mejillas, sin entender.

A veces pensaba que Susanoo lo hacía a propósito para que se sintiera tan incómodo.











Beelzebub/Kintoki

Kintoki acababa de regresar al inmenso laboratorio, tenía una expresión indescifrable en su rostro.  Sostuvo un pequeño paquete en sus manos y sonrió, alcanzando al demonio que estaba a cargo de leer libros.

Beelzebub también había regresado recientemente, pero el cazador de demonios nunca podría haber imaginado que el otro unas horas antes había amenazado abiertamente a Brunhilde y le había garantizado la aniquilación de la humanidad.

-Tengo algo para ti.- dijo Kintoki, entregándole el paquete: -Aquí está.-

-Eres el sentimental de siempre.- Dijo Beelzebub sin dignarse una mirada que aparentemente carecía de luz pero aceptó el regalo, haciendo aparecer en los labios de Kintoki una sonrisa satisfecha.

Kintoki sabía lo que le interesaba, sabía cómo hacerlo feliz hasta con pequeños gestos. Por mucho que Beelzebub no lo probara, sabía que él también comenzaba a sentir algo por él.

-¿Asi que?-

Cuando abrió el paquete y encontró una simple nota dentro, Beelzebub se encontró frunciendo el ceño y frunciendo los labios ligeramente en lo que parecía ser una mueca.

-Esta vacio. No hay nada aquí.-

-Noto que la perspicacia es una de tus cualidades más fuertes.- para evitar que el demonio lo matara, siguió hablando: -Siempre has dicho que los giros de palabras y los regalos nunca han sido de tu agrado, así que opté por algo más sencillo.-

De hecho, en esa tarjeta de color rojo claro estaba la frase "¿Quieres tener una cita conmigo?"

Y contra todo pronóstico, Beelzebub soltó una carcajada cuando vio algo tan estúpido en sus ojos. Duró unos segundos, casi en silencio, pero aún así era algo y Kintoki se había dado cuenta.

-Tu insistencia es deplorable.- evidentemente el humano no tenía idea de contra qué iba.

-Pero no te importa, y esto es bastante obvio a mis ojos.-

Beelzebub sintió que su corazón latía y sus labios se curvaron por tercera vez, en lo que parecía ser una mueca de terror.

"Todavía no. No puede suceder."

Se estaba enamorando de alguien. De un humano, también.

De otro ser querido por él que podría haber muerto por su culpa en cualquier momento.












Cada capítulo se hace más y más largo, ¡pero estoy muy feliz con esto!

En la última parte, la de Kintoki y Beelzebub, hay una referencia a su pasado. Han pasado dos días, pero mi corazón todavía está roto. Beel no merecía todo ese dolor 💔

Aunque mantente al día, porque me inspiré para un Beelzebub/Nikola Tesla y probablemente será una One-Shot.

Y tal vez también escriba un Odín/Nostradamus, pero primero necesito actualizar las otras historias.


Publico el capitulo dejando esta imagen de Nostradamus. Está loco pero lo amo, por eso definitivamente es uno de mis personajes favoritos ✨

¡Espero que hayan disfrutado el capítulo!

- LadyFraise💜

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