Verlo
Verlo de lejos dolía. Observar desde el otro extremo del comedor al chico de rizos rubios era una tortura para Baz. Mirarlo lanzándole sonrisas a Agatha, riéndose con ella, era algo mucho peor que quitarles la vida a las pobres ratas de las catacumbas. Porque Baz sabía que necesitaba alimentarse para sobrevivir, pero también anhelaba ser amado para mantenerse sano. Para devolver a su mente la cordura que había perdido al conocer a Simon Snow. Y saber que ese amor sólo existiría en sus más preciados sueños, hacía que el corazón de Baz se arrugara por dentro. Que se volviera negro como las cenizas, y que no encontrara salida a sus más grandes problemas.
Pero verlo de cerca era desgarrador. Observar a Simon dormir era algo que lo llenaba de paz y que al mismo tiempo lo destrozaba por dentro. Mirarlo reírse en clase, tan solo una carpeta delante de Baz, hacía que su pecho se encogiera y que mil mariposas llenaran sus pulmones hasta que no podía respirar. Y era ahí que tenía que pedir permiso para salir del salón y tomar aire fresco.
Y no podía bajar la guardia cuando Simon estaba cerca. Porque él no podía saber su secreto. Jamás podía enterarse de que Baz estaba completamente enamorado de él, y el chico de ojos grises creía que esa era su mejor opción.
Pero luego llegaron los numpties, y los misterios, y el fuego y el bosque. Llegaron los besos y el inicio de algo que Baz no se permitió creer que era cierto. No hasta que Simon le pidió ser su novio. No hasta que se dio cuenta de que el chico de ojos azules lo quería de manera incondicional, sin importar sus colmillos o su pasado.
Y ahora, verlo de lejos prendía una chispa en su corazón. Verlo parado al costado del altar, con un terno gris que lo hacía lucir mil veces más atractivo de lo normal, hacía que sus piernas temblaran, obligándolo a sujetar con más fuerza el brazo de su tía Fiona, quien sólo le lanzo una sonrisa sarcástica al notar sus nervios.
Y verlo de cerca lo hacía desear aún más de lo que ya tenía. Quería decirle a Bunce que se apresurara en traerles los anillos de oro. No podía esperar más, porque sentía que sus latidos estaban retumbando en todo el salón. Y oír a Simon Snow decir sí, acepto, calmó todos sus nervios, los cuales fueron olvidados cuando sus labios se unieron, sellándolos como esposos.
Baz jamás había pensado que su historia con Simon Snow lo llevaría allí, a una boda. Nunca había considerado un final feliz para ellos dos, pero se alegraba de haber estado completamente equivocado.
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Un pequeño drabble que acabo de escribir en vez de hacer mi tarea 7u7 *llora*
Me muero de sueño, aiuda ;U;
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