Uñas Pintadas
Había sucedido por accidente. Simon sólo había regresado a su habitación en Watford porque había dejado olvidado un libro que necesitaba para la clase de griego. Por eso, y solamente por eso, había encontrado a Baz haciendo algo que prefería guardar en secreto.
Cuando Simon entró al cuarto, se quedó congelado. ¿Qué estaba haciendo Baz en la habitación a esta hora? Está planeando algo, se dijo mientras miraba la sorpresa en los ojos de su compañero de cuarto. Lo había atrapado con las manos en la masa. Seguro planeaba matarlo con... ¿esmalte de uñas?
Baz estaba al pie de su cama, apoyado hacia atrás, pintándose las uñas de negro cuando el chico entró. Su cara de sorpresa cuando lo miró no tenía precio.
Aquella fue la primera vez que Simon vio a Baz perder la compostura.
—¡Aleister Crowley!—exclamó sobresaltado—. ¿Qué rayos estás haciendo aquí, Snow? —gritó nervioso, mientras escondía su mano izquierda detrás de su espalda y trataba de guardar el frasquito de esmalte debajo de la cama. En vez de eso, el envase se volcó, vaciando todo el contenido al suelo.
Simon pudo notar que las mejillas de Baz se teñían de un rojo tenue. Lo oyó maldecir en voz baja mientras trataba de limpiar el desastre que estaba haciendo.
—Y-yo sólo vine a recoger un... un libro —se trabó Simon, sin saber cómo procesar lo que había pasado.
Momento incómodo.
—¡Pues encuéntralo y vete de una vez, Snow!
Simon se cruzó de brazos.
—¿Por qué siempre eres tan agresivo? — preguntó a la defensiva.
—No te incumbe —murmuró Baz sin voltearse.
—¿Por qué te pintas las uñas si te da vergüenza? —continuó Simon, levantando una ceja.
Baz le lanzó una mirada asesina mientras su cara se ponía roja de rabia.
—No. Te. Incumbe.
—No deberías avergonzarte —le aconsejó.
—No me digas lo que tengo que hacer, Snow. Ahora por favor, ¿podrías largarte de aquí y dejarme en paz? —dijo Baz enojado—. Anda, ve a contarle a todos lo que acabas de ver. Arruíname de una vez por todas.
Simon frunció el ceño, confundido.
—Baz, estás siendo dramático. Esto no tiene nada de malo.
El chico se puso de pie, quedando cara a cara con Simon. Parecía que quería matar a alguien.
—Lárgate —dijo Baz, alargando cada sílaba.
—Pero...
—He dicho que te lar...
—Te queda bien el negro —lo interrumpió Simon, y sin permiso alguno, tomó la mano izquierda de Baz entre las suyas, mientras la examinaba—. Deberías pintártelas más seguido.
Simon no sabía qué rayos estaba diciendo. Las palabras simplemente salían de su boca.
Baz, por su parte, estaba muriendo internamente. Simon Snow estaba sosteniendo su mano. Aleister Crowley.
—¿Qué rayos...? —fue lo único que pudo decir, sorprendido.
Simon abrió grande los ojos, mientras soltaba su mano rápidamente.
—Perdón.
Baz lo seguía mirando, petrificado.
—Yo...
Simon se giró torpemente para agarrar el libro que estaba buscando, el cual estaba en el escritorio.
—Ya me voy —dijo, y rápidamente salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí, casi tropezándose con sus propios pies.
Baz sólo se quedó parado en donde estaba, en shock. No pudo contener la pequeña sonrisa que se asomó por su rostro mientras sus mejillas se ruborizaban. Bajó la mirada para observar sus uñas, con esmalte aún fresco.
Te queda bien el negro.
Buneo, ahora tenía claro que se las iba a pintar por el resto de su vida.
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Holaa. Digamos que necesitaba distraerme un rato de todo el estrés y encontré tiempo para subir esto. Escribir también me anima un poco así que acabo de empezar otro one shot xD
Hasta luego :D
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