Smell
NOTA IMPORTANTE: Este one shot no es mío, todos los créditos van a la preciosa JalonsoItsMine <33. Disfruten, y pásense por sus fics 7u7. Nosi el spam :v
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Porque uno dice lo que quiere decir cuando menos se lo espera.
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—Baz, ¿puedes explicarme en este momento por qué Agatha huele a ti?
El pelinegro, que se encontraba leyendo un libro sentado en la orilla de su cama, con las piernas extendidas por todo lo ancho y cruzadas a la altura de sus espinillas, alzó apenas la vista ligeramente para mirarlo y después de rodar los ojos la regresó a las finas letras que lo transportaban a su lectura.
—¿Y tú como puedes reconocer mi olor? —inquirió, con una sonrisa ladina, típica de él y sus gestos de 'todos son idiotas menos yo, en especial Snow' y sin despegar los ojos de su libro.
—Tu aroma es uno de los que más fácil sé reconocer. Tu olor me enloquece —contestó, como si fuera lo más obvio del mundo. Baz ahora sí despegó sus ojos del libro y lo volteó a ver, con su boca abierta formando una 'O' perfecta, sus ojos abiertos al tope y sus cejas alzadas.
¿Por qué mierda lo estaba viendo así?
—¿Qué? —le espetó Baz, pero no con burla, ni enojo, si no con una clara muestra de lo sorprendido que estaba.
Así que Simon, en milisegundos se puso a repasar mentalmente la última conversación que habían tenido y poquito antes de todo eso. Recordaba que había ido a encontrarse con Agatha en el comedor para estudiar algo de palabras mágicas, recordaba que estaba comiendo bollos de cereza y se había acercado a la chica rubia porque quería ver el ejercicio más de cerca. Y de la nada, le llegó de golpe aquel olor. Una fragancia de un perfume un poco amargo pero embriagador, olor a tela fina y a champú de manzanilla, un aroma metálico mezclado con crema humectante que Simon estaba seguro sabría a vainilla. Todo eso, le dio de lleno y fuertemente un golpe justo al estómago, haciéndolo pensar automáticamente en su queridísimo y sarcástico compañero de habitación y después de rato, en porqué demonios Agatha era portadora de ese olor. Así que se anotó mentalmente que en cuanto viera al tirano de su compañero le preguntaría y le sacaría rápidamente una respuesta para después golpearlo en la cara, según él. Y en cuanto dejó a Agatha en el dormitorio de chicas salió disparado a su habitación y había iniciado esta incómoda conversación.
Y ahí fue cuando Simon se dio cuenta, que estúpida y patéticamente había dicho, y no había manera de arreglarlo de alguna forma, que el olor de Baz lo volvía loco.
Mierda.
—Y-yo —balbuceó—. Eso no es lo... —Baz, que en el momento en el que Simon había tenido su viaje mental había salido de su trance y ahora mantenía una ceja alzada y su sonrisa de suficiencia, lo cortó.
—¿Qué Snow, no es lo único que te enloquece de mí?
—Yo —Simon abrió su boca y la volvió a cerrar después de eso, buscando palabras que pudiera decir para contradecirlo o un siempre 'vete a la mierda' que siempre funcionada cuando se había quedado sin palabras, pero es que estas simplemente no saldrían de su boca si no era para darle la razón a Baz.
Y es que, la tenía, tenía toda la razón al decir que no era lo único que lo volvía loco de él. Desde su cabello negro, largo y sedoso, sus cejas pobladas y con ningún pelo fuera de su lugar que contrastaban perfectamente con sus ojos grises y sus pestañas negras dejando una verdadera obra de arte a la vista, su nariz puntiaguda y fina que hiciera lo que hiciera se veía hermosa y sus labios de un rosa pálido, uno que era una delgada línea que hacía juego con el otro que estaba algo más grueso y te llamaba a morderlo. Todo en él era fino y hermoso, todo en él lo volvía loco. Pero no lo iba a admitir, nunca. Sería algo que pensaría y meditaría en silencio, sería su distracción en las noches y su razón para calmarse cuando quisiera atinarle un golpe en cualquier parte de su rostro. Y es que esas eran sólo las cosas que lo volvían loco de su cara, pero temía que, si seguía con su cuerpo tan marcado y fuerte, su cordura se iría voluntariamente a la mierda.
—¿Tú qué Snow, te comió la lengua el ratón? —se burló, acortando la distancia en dos pasos que los separaba y poniéndose frente a él con el simple hecho de intimidarlo.
—Mejor cómemela tú —dijo, Baz abrió sus ojos al tope y cuando menos se lo esperó Simon lo tomó por la nunca y juntó sus labios.
Definitivamente sí, su olor no era lo único que lo volvía loco de él.
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