Moriré Besando a Simon Snow

El día había elegido ser lluvioso, tal y como Baz había pedido una y otra vez. Las gotitas de agua chocaban una tras otra contra el cristal, y hacían carreras, movidas por el viento. El olor a tierra mojada inundaba la casita en las afueras de la ciudad a la que el matrimonio Snow-Pitch se había retirado al cumplir ambos los sesenta años, un poco más de un par de décadas atrás.

La familia completa estaba reunida en una sola habitación, todos alrededor de la cama matrimonial, la cual era ocupada ahora sólo por una persona.

Una persona que sabía lo que iba a pasar en las próximas horas, pero no lo que pasaría después de ello. Nadie podría saberlo.

Una persona que no tenía miedo, y que no podía estar triste. ¿Quién estaría triste de haber vivido una vida plena junto a los dos amores de su vida? ¿Quién estaría triste de irse en compañía de sus seres queridos?

Baz no lo estaba.

No podía estarlo cuando Simon sujetaba una de sus manos, y Natasha la otra.

No podía estarlo cuando su esposo acariciaba su cabello blanco de la misma forma que había hecho toda su vida, ni cuando su hija tarareaba aquella canción que cantaba junto a su padre, quien tocaba el violín.

No podía estar triste ni aunque quisiera, porque sus lindos nietos estaban al pie de la cama, jugando en silencio, echándole miradas cada cinco segundos. Baz no quería transmitirles miedo, porque lo que estaba a punto de sucederle era parte de la vida, y no debían asustarse. Aunque sería algo difícil de entender para una niña de ocho años y un niño de seis.

Quienes no podían disimular su tristeza, eran Simon y Natasha. Así que cuando la nieta de Baz empezó a jalar la falda de su madre, preguntándole por qué estaba llorando, su padre la tomó en brazos y le dijo que vaya con su hermano a ver televisión en la sala. Natasha le dio las gracias a su esposo en silencio mientras este salía de la habitación, cerrando la puerta a su paso.

Las siguientes horas fueron tapadas por una neblina en la mente de Baz, y de lo único que era consciente, era de las caricias de su esposo, quien estaba sentado en una silla al costado de la cama; y de la lluvia. No podía ignorarla.

Mientras se hacía más viejo, Baz sólo había podido pensar en que quería morir sin el calor rodeándolo. Eso le recordaría demasiado al bosque en llamas del que lo había rescatado Simon, muchos años atrás. Era cierto que así había comenzado su historia, pero le dolía pensar que había estado a punto de acabar con su propia vida y la de su futuro esposo.

Si hubiese hecho eso, jamás habría llegado a donde estaba ahora. Jamás hubiera sido capaz de formar una familia. Baz y Simon habían adoptado a Natasha cuando aún era una bebé, y aquella había sido la mejor decisión de su vida, junto con el que se habían dicho el día de su boda.

Todo ello había pasado tanto tiempo atrás, que Baz sentía que había sucedido en otra vida. Y pronto sería así. Por eso, agradeció que el clima fuese lluvioso, porque definitivamente esta no sería una muerte trágica, como hubiese sido si hubiese muerto en aquel bosque, alcanzado por las llamas.

Ahora se iba a ir en paz, con casi noventa años de vida, y cuando sintió que sus ojos se cerraban para no volver a abrirse, jaló débilmente la manga del suéter de Simon.

Su esposo supo qué hacer, y le dio un cálido beso en los labios. Un último beso antes de partir.

Baz sonrió mientras la vida se iba de él: después de todo, si moriría besando a Simon Snow.

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Les traigo la hora sad :v

Subí fic dos días seguidos, es el fin del mundo xD

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