Asiento Delantero

Nota: Natasha le dice Padre a Baz y Papá a Simon.

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Las veces que Simon y Baz iban juntos a recoger a Natasha del colegio eran pocas. Todos los días, su hija regresaba a casa en el autobús escolar, a excepción de algunos viernes. Ese era un día especial, porque a veces, a Simon le dejaban salir temprano del trabajo y aprovechaba para ir por Natasha.

Baz era otro caso. Él era el jefe en su oficina, por lo que llegaba tarde a casa y no podía tomarse muchos descansos. Sin embargo, de vez en cuando intentaba pasar por su hija los viernes, el único día en el que podía escabullirse del trabajo.

Normalmente, iba o sólo Simon, o sólo Baz. Pero aquella tarde iban a darle una sorpresa a Natasha. Le habían dado libre el resto del día a Baz, así que Simon había pasado a recogerlo en su carro y ambos se dirigían al colegio de su hija.

—¿Te parece si yo voy estacionando el auto mientras tú buscas a Nat en su salón, amor? —preguntó Simon cuando ya se encontraban cerca.

—Claro —accedió Baz, quitándose el cinturón de una vez.

Simon paró el carro frente a la acera, y le dio un beso en los labios a su esposo antes de que este se bajara. Una vez afuera, Baz se dirigió a las puertas del colegio, y caminó hacia el salón de primaria que decía 4°B.

Ya había varios padres en la puerta cuando Baz llegó, pero su hija, quien estaba hablando entretenida con otro niño, lo vio al instante de todas formas.

—¡Padre! —gritó feliz, y salió corriendo a abrazarlo por la cintura.

—Hola, nubecita —saludó Baz, agachándose para dejar un beso en su frente—. ¿Cómo estás?

—Bien —contestó ella con una sonrisa—. No sabía que ibas a venir tú. Pensé que papá me iba a recoger.

Baz soltó una risa mientras le daba la mano a su hija y comenzaban a caminar hacia la salida del colegio.

—Pues hoy te queríamos dar una sorpresa —dijo con una sonrisa de lado—. Papá está esperando en el carro.

La cara de Natasha se iluminó.

—¿Papá también vino? —exclamó, mirando alegre a su padre.

—Ajá —contestó Baz—. ¿Qué tal tu día en la escuela?

—Genial —dijo emocionada—. Hice un nuevo amigo, es muy divertido.

—¿Amigo? —preguntó Baz con una cara de horror y celos que Natasha no pudo notar.

—Ajá. Se llama Clint.

—Oh.

Ahora no podía saberlo, pero Baz sería un padre muy celoso cuando su pequeña niña creciera.

Una vez que llegaron a la puerta del colegio, Natasha buscó con rapidez el auto. Lo encontró en un instante, y, soltándose de la mano de su padre, salió corriendo.

—¡Hey, Natasha! —llamó Baz, corriendo tras de ella. En el estacionamiento los carros no circulaban mucho, pero como padre, Baz se asustaba ante el mínimo peligro al que su pequeña estuviera expuesta.

El pelinegro llegó exhausto al carro, y se dio cuenta de que Natasha se había acomodado en el asiento delantero. Baz frunció el ceño y tocó la ventana.

—Nat, ve a tu sitio. Yo me siento adelante.

La niña le dedicó una sonrisa burlona y movió su cabeza de un lado a otro.

—¿No? —preguntó Baz desafiante.

Simon interrumpió desde adentro del carro.

—Vamos, cariño. Deja que Nat se siente adelante conmigo hoy. No todos los días la recogen del colegio sus dos padres.

Baz suspiró, pero no cedió. Intentó abrir la puerta, pero su hija le había puesto seguro.

—Natasha, ¿por qué no quieres que me siente adelante?

Pasaron unos segundos, pero finalmente la niña bajó la ventana.

—¿Y bien? —insistió Baz.

—Porque el asiento delantero es para la gente que nunca ha sido secuestrada por unos malditos cenutrios —dijo con toda naturalidad.

Baz se quedó callado. Natasha se quedó callada. La calle completa se quedó callada.

Y Simon explotó en risas.

—¿Cómo rayos...? ¡Snow! —protestó Baz, indignado—. ¿Tú le enseñaste a Nat a decir eso? Simon Snow, te juro que si le dijiste...

Ante la cara de su padre, la niña se comenzó a reír también.

—Snow-Pitch —interrumpió Simon, aún sentado frente al timón.

—¿Qué?

—Mi apellido ya no es Snow, amor. Es Snow-Pitch.

—¡No me llames amor! —protestó Baz, haciendo un puchero inconscientemente. Natasha soltó una carcajada.

—Papá no me enseñó nada —dijo ella sonriendo con inocencia—. Fue la tía Fiona.

Baz murmuró algo que nadie llegó a oír, y, refunfuñando, abrió la puerta de atrás y entró al auto.

—¿Padre? —preguntó Natasha, quien ya había parado de reír—. ¿Qué son los cenutrios?

—Okay, mi niña —la interrumpió Simon, encendiendo el carro con prisa—. Creo que esa es una historia para otro día. ¿No es así, amor? —preguntó, inclinando la cabeza hacia atrás, retrocediendo el vehículo para salir del estacionamiento.

Baz desvío la mirada y cruzó con más fuerza sus brazos, murmurando algo como "que-no-me-llames-amor". Simon se rio.

—¿Qué tal si vamos a almorzar algo y luego vamos a ese recital de violín al que tanto querían ir ustedes dos? —preguntó antes de comenzar a manejar.

—Pero no logramos conseguir entradas, papá —explicó Natasha mientras se ponía el cinturón de seguridad.

—Puede que yo haya comprado dichas entradas como un regalo sorpresa para las dos personitas más importantes de mi vida.

Simon sonrió y miró por el espejo retrovisor. Baz estaba luchando para ocultar la sonrisa que amenazaba con salir en su rostro.

—¿¡En serio!? —preguntó Natasha con emoción.

—Claro que sí —afirmó Simon—. ¿A dónde quieren ir a almorzar primero?

Desde el asiento de atrás, Baz relajó su expresión y soltó sus brazos. El incidente del asiento delantero no sería pasado por alto: luego ya se encargaría de hablar con su tía Fiona.

Ahora sólo se aseguraría de disfrutar una bonita tarde en familia.

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Espero que les haya gustado este os 7u7. Seguro voy a estar unos días sin escribir porque me voy de viaje, así que no sé cuándo subiré el próximo :P

Hasta luego~

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