Y h d e k s ä n.
—Ya terminé de enviar el telegrama a los imbéciles, al menos tengo excusa para zafarme de ir. –El de gorro de lana hizo tronar sus dedos para quitarse el estrés y se encaminó a la sala sentándose al lado de la bicolor que estaba aún envuelta en mantas pero ya menos que antes– ¿Estás cómoda?..
A primeras ella asintió y luego bajó la tela de su cara para poder girar en dirección al rubio.
—Gracias por haber evitado nuevamente que me hiciera una paleta, espero que no se haga una costumbre trillada que salves mi vida tan seguido –La princesa Inca no puso evitar que se le escapase una sonrisa que intentó disimular rápidamente con su mano, sin embargo fue inútil pues estaba justo al lado del menor y este pudo observar su expresión perfectamente—.
—A este paso ya me deberás la mitad de tu territorio –Bromeó el escandinavo atreviéndose a darle un pequeño toque con el codo siguiéndole—.
—No es mi culpa que el tuyo sea una trampa mortal, ¿O estás controlando el clima para hacerme una paleta y quedarte con mis papas? –Le insinuó la de ojos cafés de manera burlona y segundos después ambos rieron bajo, luego de ello estuvieron en silencio uno al lado del otro en un ambiente tranquilo—.
. . .
—Estoy seguro de que habrá algo de tu talla por aquí, ellos siempre dejaban sus cosas regadas por toda la casa –Dijo el finés metido en el pequeño ático de su propiedad rebuscando entre las cajas de cosas almacenadas– Si tenemos suerte debe haber algo que no te quede tan grande como mi ropa.
—Esta caja dice Greenland, ¿Puedo abrirla?.. –La de ojos café alzó la mirada hacia el más alto que asintió momentos después y siguió la búsqueda por su lado– Por Inti, que bonito.
La bicolor había hallado un bello saco térmico color celeste y algunas otras prendas de colores fríos, Suomi acabó por tomar la caja y bajarla para luego ayudarla con lo mismo. Ya en la sala se sentaron a escoger entre lo que encontraron, ella estaba complacida con lo de la caja y el otro le había dado algunos abrigos que podrían quedarle un poco grandes aún, la peruana tomó algunas prendas y se adentró corriendo a la habitación para minutos después salir vistiendo aquella prenda celeste junto con unos pantalones negros y unas botas con guantes blancos.
—¿Qué tal, qué tal? –Dijo la mayor dando saltitos sin despegarse del suelo, al finlandés se le escapó una sonrisa extraña pero rápidamente se obligó a volver a su expresión tranquila—
—No está mal, resistirá el frío –Sus ojos ámbar se viraron con gracia, posteriormente se levantó a calentarse algo de chocolate para ambos— Más tarde saldremos a recolectar bayas, debemos tener cuidado al salir entre la nieve acumulada, usaremos la ventana del ático y sacaremos la nieve con las palas.
—Está bien, acomodemos esto y subiré a quitar la nieve del techo –La princesa Inca se arrodilló para empezar a doblar la ropa y meterla a la casa con tranquilidad y al terminar de hacerlo alzó la cabeza buscando la mirada del de ojos ámbar– Por cierto Suomi, gracias otra vez, por la ropa y estadía..
—No tienes porqué, al final es en parte mi culpa tu situación actual. Pudiste haberte ido cuando te recuperaste por completo pero al tener contacto conmigo inmediatamente te hizo mi cómplice, incluso si no estás oficialmente en la guerra el bastardo va a buscarte, todo porque no fui capás de matarlo cuando lo tenía en frente mientras atacaba a mi gente. –El finlandés apretó los puños estando sentado en frente de la bicolor que lo oía recordando que ahora era una fugitiva del soviético– Soy el hermano mayor de un monstruo, hijos del mismo imbécil imperialista que asesinó a mi madre cuando decidió que no le servía más.
—No es tu culpa aunque pienses así... pasé por una situación similar cuando estaba en guerra con mis hermanos, Bolivia fue muy ambicioso y por defenderlo debido al tratado que teníamos me gané problemas con Chile llegando al extremo de la guerra.... finalmente cuando pude hablar con ella me di cuenta que me equivoqué con mi decisión y cuando íbamos a matarlo...me arrepentí, porque a pesar de no tener la misma sangre nos habíamos criado todos como hermanos, hijos de la corona Española. –En un desborde de empatía ella tomó la mano del más alto con las suyas sintiendo la frialdad de su piel blanca, el rubio jaló su mano atrayéndola en su dirección y con su brazo libre le rodeó la espalda colocando su mentón sobre la mata de rizos castaños y suspiró con los ojos fuertemente cerrados—.
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—Espera, espera. No te muevas tan rápido que puedes resbalarte y es alto. –Dijo el escandinavo gateando sobre la nieve del techo mientras terminaba de sacar su cuerpo por la pequeña ventana del ático, era más reducida de lo que se veía—.
La latina río y saltó pala en mano sacándole el aire al de cruz azul en ese momento, finalmente cuando llegó al borde del tejado vio que la mayor estaba sobre la nieve con una gran sonrisa que le dio la enorme necesidad de imitar. Sin embargo sólo tomó la suya y saltó en otra dirección cayendo perfectamente de pie y tras ello ambos se dedicaron con fervor a quitar la tonelada de nieve del frente de la casa por algunas horas hasta que comenzó a oscurecer y en un merecido descanso se plantearon subir uno de los árboles cercanos para ver la Aurora pero su idea fue aplastada por el sonido de un tanque con camuflaje gris acercándose.
—Aún no logro distinguirlo, quédate detrás de mí y sigue mis órdenes sin cuestionar si es hostil. –La voz del de ámbares era sería y no era para menos puesto a que estaban en una enorme guerra que no tenía cuando acabar, sin importar la dirección de la que viniese podía ser "amigo" o enemigo—.
Finalmente el tanque se detuvo y la escotilla superior se abrió dejando ver a una figura rojiza vestida de negro que significaba problemas...pero para la bicolor, que fue desplazada detrás de la espalda del albino por el brazo del mismo.
—¡Hallo, mi buen socio! –Soltó el de esmeraldas mostrando sus colmillos con amplitud y sus brazos extendidos pavoneándose con orgullo de su presencia en el lugar, sin embargo afiló los ojos con curiosa burla cuando vio al de cruz azúl fruncir el ceño y esconder a alguien tras él—.
—Mitä teet täällä? –Soltó el antiguo príncipe imperial, se tensó al verlo bajar por un lado del tanque pero al oír la vocecita del tricolor llamándolo bajó levemente la guardia—.
(¿Qué haces aquí?)
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