N o l l a.
El viento rugía tan fuerte que se oía como un León, por la mente del albino pasó el recuerdo de un humano sueco al que solían apodar "El León del Norte" y soltó una pequeña risa en lo que continuaba con su pesado camino cruzando el espeso bosque solitario con gran cantidad de nieve acumulada debido a la tormenta de nieve de la noche anterior, aún eran notorias algunas huellas de los Panzerkampfwagen que habían pasado, sus pensamientos insultando a los alemanes pasando por su soberanía se detuvieron cuando entre el blanco sendero sobresalía una mancha rojiza que pensó, era sangre, sin embargo al seguir caminando notó que se trataba de una mano roja.
Por la tonalidad de esta entró en pánico pensado en que se trataría de su hermano Dinamarca ya que habían pasado algunas semanas desde la última vez que lo vio, no esperó ni un segundo para arrodillarse al lado de esta comenzando a desenterrar el cuerpo con sus manos de manera enérgica, tras unos minutos el ángel ya estaba descubierto casi en su totalidad....era una hembra....de traje soviético y banda de la Cruz Roja, pero de rostro desconocido.
—No sé si sentir alivio o asco. –Murmuró el de ojos ámbar mirando a la bicolor, en cuanto notó de que no se trataba de su hermano mayor sintió un gran alivio pero a su vez fastidio por haber gastado su tiempo en una Soviética—.
En cuanto iba a levantarse para retomar su camino le llegó la culpabilidad, no le gustaría que alguien abandonara a Feroe si ella llegase a estar en la misma situación, después de todo esa desconocida no parecía tener medallas o algún tipo de rango más que el emblema médico, sólo vestía una botas marrón oscuro que reconocía como las del ejército soviético, un pantalón negro que lucía ajustado, un suéter del mismo color, una gabardina café y un ushanka de tonalidad más oscura. A simple vista no parecía ser más que una ayudante de enfermería o algo similar, dio vueltas al asunto entre gruñidos y quejas de fastidio pero algunos minutos más mientras daba vueltas hasta que terminó por levantarla en brazos tras asegurarse de no arruinarle más el brazo roto que tenía y así con mala expresión retomó su camino inicial de vuelta a sus dominios tras cruzar ilegalmente la Karelia que ahora estaba en poder de los Comunistas.
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Finland caminó por doce kilómetros con el peso extra intentando no pisar alguna mina o trampa de cualquier bando, ser avistado por soviéticos o algún animal salvaje y aquello fue más agotador que de costumbre. Antes de entrar a casa se aseguró de que nadie lo hubiese seguido y dejó a la castaña sobre su cama comenzando a desvestirla para comprobar la gravedad de sus heridas, a su edad no era para nada morboso como otros de sus semejantes, él tenía hermanas por lo que no hacía lo que no le gustaría que le hiciesen a ellas...en medio de su subida moral mental ahogó un sonido de impresión, aquella joven frente a él tenía hematomas que parecían tener forma de huellas y algo plano.....la habían pisado y golpeado con algún tipo de vara. Quitó por completo tanto la gabardina como el suéter dejándola sólo con las vendas anteriores que le cubrían el busto, le movió el brazo izquierdo con lentitud palpándolo, la fractura no era tan severa como pensó en principios, también tenía un par de cortes en las piernas y al quitarle también el pantalón notó que que era una esvástica tallada en la parte baja de su pierna. Los responsables de aquella salvaje agresión eran los alemanes.
—Sucios bastardos sin respeto alguno por las mujeres.. –Gruñó el Finés limpiando las heridas, vendándolas y posteriormente cubriendo a la joven con varias mantas para luego salir de la habitación a comer algo enlatado—.
Y así pasaron algunos días en los que el rubio pasó el tiempo atendiendo a la blanquirroja que poco a poco retomaba el color vivo que debería tener, él se pasaba la tarde sentado en una mecedora leyendo "El Arte de la Guerra" junto a la chimenea en lo que esperaba que la extraña despertase y la mañana del cuarto día, sucedió.
—......¿Quién... –Inició en un hilo de voz debido al adormecimiento de su garganta que poco a poco se iba disipando hasta dejarla continuar, en español—...E..Eres?..
—Suomi. –Dijo este en finés, sin embargo ambos se habían entendido. Al procesarlo la de ojos café quedó estática, estaba enfrente del ángel que URSS atacó año y medio atrás—.
(Finlandia.)
Ambos se quedaron mirando un momento, él con indiferencia y ella con pánico hasta que el de cruz azul le tendió una taza de madera clara con algunos tallados nórdicos que contenía chocolate caliente, la latina la aceptó lentamente y echó un suspiro de calma al sentir su cuerpo retomar calor.
—Kerro nyt mikä nimesi on. –Solicitó el escandinavo en tono neutral que más parecía de seriedad, inevitablemente arqueó una ceja haciéndolo parecer más demandante—.
(Ahora, dime cuál es tu nombre.)
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