N e l j ä t o i s t a.

Luego de eso el finlandés estaba reacio a querer hablar de cualquier cosa y salió del estudio para hacer el desayuno mientras que en su mente el recuerdo de la castaña bajo sus brazos se repetía como un bucle y la melodía del piano había sido reemplazada por un tenso violín que en cualquier momento le reventaría los tímpanos, no había pensado bien antes de hacerlo o siquiera si era prudente debido a la situación de ambos. El resto de la mañana la pasó sentado en el pórtico fumando mientras sus ojos estaban perdidos en los kilómetros de nieve sin pensar nada en específico hasta que el germano volvió de quién sabe dónde y le comunicó que se irían en una hora, solo asintió y siguió inmerso en su propia nada.... luego vio la metálica mancha gris acercándose desde la lejanía así que suspiró antes de entrar a la cabaña para darle aviso a su "Socio".

Rato después los tres alemanes bastante abrigados salieron con sus maletas que subieron los tanquistas de la Wehrmacht bajo las ordenes del ser carmesí.

 -Adiós señorita Perú, a sido agradable conocerla, ¿Verdad pequeño Deutschland? -Charlotte se despedía con una pequeña sonrisa de la peruana que estaba un poco seria pero aún así la miraba amablemente y despeinaba el cabello del tricolor que siempre se escondía tras la humana-. 

-Aufwiedersehen Fräulein Peru, Herr Finnland ! -Dijo felizmente el menor abrazando a los mencionados pero llegaba apenas a sus piernas por lo que la castaña lo alzó en brazos para darle un beso en la frente a lo que las mejillas del infante se pusieron rosadas-.

(Hasta luego señorita Perú, Señor Finlandia)

-Hasta luego enano, tú y yo nos volveremos a ver en la base otro día. -El de ojos ámbar le dio unas ligeras palmadas en la cabeza antes de que la mayor lo bajase para que regresara con los alemanes, extrañamente podía sentir fuertemente el enojo emanando del de esvástica probablemente por lo de la mañana así lo que lo mejor era que se fuesen ya para evitar un problema-.

Y tras ello los visitantes se alejaron hasta desaparecer de la vista de la de ojos café al igual que el escandinavo que ya no se encontraba a su lado en la entrada, ante eso la latina arqueo las cejas preocupada pues el que se había convertido en su compañero no le había dirigido la palabra otra vez en lo que iba del día y al entrar a la casa noto que el albino estaba acomodando la habitación por lo que "sus cosas" estaban nuevamente allí y eso la dejó sin habla.


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Dos días después la situación seguía igual y había alcanzado un punto tan alto de tensión que la bicolor prefirió dejar de comer para no tener que salir de la habitación, después de todo lo único que necesitaba la raza era agua para sobrevivir tranquilamente, estaba ya oscureciendo y ella simplemente estaba acostada en la cama observando al techo sin pensar nada en particular, había estado leyendo un libro sobre mitología nórdica pero acabó por aburrirse y lo dejó a un lado para refundirse entre las calidad pieles. Al ver que la luna ya había hecho su aparición suspiro pesadamente levantándose con una idea en mente que consideraba estúpida pero necesaria y se dirigió hasta el estudio en donde tenia la certeza de que encontraría al de ojos ámbar por lo que ni siquiera se molestó en tocar, al abrir la puerta lo divisó de espaldas entre algunos libros y un par de hojas arrugadas.

-¿Vas a dignarte en dirigirme la palabra ya?, ni siquiera recuerdo haber hecho algo malo como para que levantaras ese puto muro de hielo a tu alrededor y me ignoraras como si yo fuese inexistente. -Soltó liberando las palabras que quería desde esa mañana pero al ver que el rubio ni siquiera se molesto en emitir un sonido por lo que frunció el ceño con mucho enojo diciendo una ultima frase antes de salir- ¡Pues que te dure mucho tu mierda, me largo!

Aquello lo había dicho con la voz quebrada..... tan dolorosa de tener que alejarse una vez más de quienes quería, Suomi irónicamente quedó congelado al escuchar el segundo portazo, eso había sido exactamente lo mismo que le gritó e hizo su pequeña hermana antes de dejarlo allí mientras estaba tan perdido en su enojo por la pérdida de la Karelia. Sintió todo el temor acumulado de no volverla a ver nunca más y se levantó tan rápidamente que por poco cae al suelo pero eso no le importó y corrió hacia la entrada abriendo la puerta con fuerza casi tropezándose con la americana. Ella se había quedado allí un momento para sentir un poco el aire antes de emprender su camino hacia lo inhóspito, estaba sentada en las escaleras del pórtico abrazando sus piernas mientras lloraba con su precioso cabello rebelde tapándole la vista.

El guerrero la rodeo lentamente para luego agacharse frente a ella esperando pacientemente con el corazón en la mano hasta que ella decidiera volver a mirarlo, momentos después cuando el llanto lastimero y enojado de la mayor se calmó pudo sentir algo delante de ella por lo que alzó la cabeza pensando en que se encontraría cara a cara con el oso... pero en lugar de ello fue la expresión desesperada del nórdico lo que vio. No tenía animo para mirarlo así que se dispuso a volver a bajar la cabeza hasta que se fuera pero se extrañó al sentir algo en su cabeza por lo que redirigió su vista notando que las manos del de abrigo azul estaban alzadas y lo que tenía puesto ella era el gorro de lana que le pertenecía al contrario que movió sus manos hasta los pompones y los ató en un lazo, Perú estaba confundida respecto al porqué él hacía todo eso luego de haberla ignorado ese tiempo así que abrió la boca lista para gritarle un par de improperios pero justo en ese momento el de piel blanca bajó una mano provocando que el gorro también lo hiciera privando a la más baja de su vista oyéndola gruñir. Entonces se inclinó como aquella mañana y estampó sus labios contra los de ella tomándola por las mejillas sintiendo cómo su ansiedad bajaba al mismo ritmo en el que su núcleo giraba intensamente y el irritante violín desaparecía dando paso a una pacífica arpa que emitía un sonido relajante hasta que ya no pudo contener el aire y se separó jadeando suavemente. La castaña jaló el gorro para que dejase de tapar su vista y entonces se quedó observándolo con duda hasta que sin previo aviso volvieron a besarse de manera impetuosa, el europeo la cargó volviendo al interior de la casa sin apartarse ni un segundo de sus labios en lo que cerraba la puerta con el pie intentando no caer o tropezarse en el camino.

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