K a h d e k s a n.
—No tiembles tanto, vas a asustarlo. –Repitió el albino con su mano sobre la de la castaña guiándola de cómo debía acariciar al enorme animal carnívoro que había vuelto a pedir comida por la mañana—.
—¿Quién asusta a quién? –Dijo la peruana de manera sarcástica nerviosa tanto por una mala reacción del animal como de la cercanía del menor, literalmente sentía su respiración en la nuca– Si, muy bonito y todo, ¿Podemos volver ya a comer antes de que me dé un infarto?..
—Que exagerada –El de ojos ámbar se alejó de la ventana y la cerró con la mano izquierda hasta que momentos después notó que la otra estaba entrelazada con la de la bicolor, ante eso la soltó instantáneamente y fingió toser mientras se alejaba—.
Ella ignoró la tensión para volver a sentarse en la mesa y continuar degustando de su sándwich de carne de dudosa procedencia con toda felicidad.
• • •
—.....Si no puedes con eso, te ayudaré. –Sugirió el rubio a la bicolor de manera desinteresada mientras recolectaban leña pues la reserva en casa se estaba agotando y las noches se hacían más frías—.
—Yo.. puedo, dame un segundo.. y te lo demostraré –Resopló de manera forzada levantando varias ramas a la vez intentando caminar siguiendo al menor—.
—Vas a caerte de cara y tirarás eso. –El de gorro viró los ojos por la terquedad de la mujer, minutos después dejó de oírla por lo que giró inmediatamente buscándola con la mirada—.
Perú estaba varios metros más atrás levantando la madera con esfuerzo totalmente quieta hasta que comenzó a moverse con normalidad pasándolo de largo y actuando como su levantase un servilleta. Al pasar frente al finlandés este notó que su cabello tenía un extraño mechón multicolor que no recordaba haber visto antes, no volvieron a cruzar palabra hasta llegar la puerta de la cabaña en donde se topó con una confundida americana que miraba de manera extraña el lugar en donde estaba.
—Debemos dejarla en el cobertizo, está a la izquierda. –El príncipe guerrero ignoró el evento anterior y la guió al lugar indicado para entrar a la casa luego de depositar la leña en el almacén–....¿Quieres chocolate?..
—...Si, una taza estaría bien, por favor –Ella sonrió sentándose en el sofá, el escandinavo se sintió extraño por unos segundos y luego volvió a lo suyo refunfuñando entre dientes por cualquier cosa—.
—Ten. –Suomi le entregó con cuidado un cuenco que contenía chocolate caliente que olía simplemente espectacular, si hablar se su sabor– No hay tareas para el resto de la tarde, así que puedes hacer lo que quieras.
–Bueno, no estaría mal dormir un poco más –Ella dio un par de sorbos a la bebida sintiendo el calor dulce bajando por su garganta y calentando su cuerpo de manera reconfortante—.
Algunas horas después el rubio se despertó en su estudio, se sentía incómodo por algún motivo desconocido hasta que al enfocar la vista noto que el fuego de la chimenea estaba extinto. Al suspirar un fuerte vaho salió de entre sus labios por lo que buscó rápidamente el termostato con la mirada, este estaba rozando ya el -37° por lo que se levantó de manera torpe con velocidad saliendo hasta la sala en donde las ventanas congeladas dejaban ver un poco la furia del invierno desatándose en el exterior, el nivel de nieve era demasiado como para siquiera intentar abrir la puerta y menos durante la tormenta. Un escalofrío en la parte trasera de su cuello lo llevó a entrar a su habitación ocupada por la latina, ahogó un jadeo cuando vio que ésta estaba envuelta entre todas las mantas pero aún así temblando y con los labios tornándose azulinos por la hipotermia. Al redirigir su mirada a la chimenea de la habitación notó que también estaba apagada....las reservas estaban fuera de la casa y era imposible salir con el clima que había, tras pensar lo más rápido que pudo optó por tomarla en brazos con todas las mantas encima llevándola hasta el centro de la sala en donde la dejó con cuidado y corrió a su estudio por papeles viejos y su cesto de basura hecho de piedra, tomó una de sus botellas de vodka y con ella mojó los papeles dentro del cesto para luego lanzarle un fósforo haciendo una fogata que aún poco alcanzaba para mantener el calor, a él no le afectaba el frío por lo que se quitó el abrigo y se lo colocó a la castaña que parecía oscilar entre el sueño y la inconsistencia, volvió a enrollarla entre las pieles y la rodeó con ambos brazos aumentando la temperatura de su cuerpo para poder devolverle la temperatura estable a la mayor.
Estaba asustado, nunca había experimentado una situación así con otro Ángel y ni sabía si era posible que la baja temperatura prolongada pudiese afectar de alguna manera a la especie. Las manos albinas del escandinavo pasaban rápidamente por la espalda de Perú para generar calor, se sentía frustrado de estar atrapado en casa en esas condiciones y a pesar de estar dentro el mortífero frío parecía colarse directamente.
. . .
No supo cuando el sueño le ganó que al volver a abrir los ojos por lo que para él fueron unos minutos el ruido de los rugidos del viento ya había disminuido y sus propias alas blancas los rodeaban, bajó la mirada hacia la cara ajena notando con alivio que había recuperado su sana tonalidad normal y ahora parecía simplemente dormir. Tenía una expresión tan calmada que irónicamente lucía como un ángel, de manera inconsciente la mano del de cruz azul se posó sobre la mejilla roja de la bicolor, estaba tibia y tan suave... Finlandia arqueó las cejas con un temor repentino y sin explicación que se aferró a él en último momento.
¿Se iría algún día a casa y volvería a verla... O la alcanzaría la guerra racial de Third Reich y la brutalidad del bando Soviético?...
El europeo jadeó con desconcierto flanqueando y abandonando por un momento su personalidad desinteresada, no quería que también se fuese como Feroe y Åland. Entonces se quedó ahí aferrado a esa, ya no tan extraña, mujer por el resto de la noche con todo el cuidado del mundo para mantenerla segura entre sus brazos y bajos sus pulcras alas del color de la nieve más pura.
Luulen...loppujen lopuksi olen alkanut rakastaa sinua...
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